Oh, San Roque Gonzáles, Alfonso
Rodríguez y Juan de Castillo;
vosotros sois hijos del Dios de
la vida y compañeros y mártires
por Él y en Él. Vosotros todos,
sois de los primeros mártires
suramericanos, que entregasteis
vuestras vidas por Él; en manos
de hermanos nuestros nativos,
y que, premio grande recibisteis
por vuestra entrega de amor y vida,
que el mismo cielo os premió
canonizándoos Juan Pablo II, "El
Grande". Os pagaron aquellos
hombres mal, que, faltos de sí y
entenebrecidos por el maligno sus
corazones, interpretar no supieron
el actuar de Aquél que todo lo
ve, que, con insondable amor y
sin distingo de peligro alguno,
mantiene Él, por el orbe todo
sea ya, en las selvas irredentas,
las quemantes arenas o los hielos
eternos, a sus santos varones y
santas mujeres, que sus vidas
entregan, para el camino de la fe
enseñar a los hombres que ama;
Oh, San Roque Gonzáles, Alfonso
Rodríguez y Juan de Castillo, mártires.
© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________
20 de Noviembre
San Roque González y Compañeros Mártires
Año 1628
San Roque y sus compañeros fueron unos de los primeros mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
Roque González nació en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres eran españoles. De joven era tan bueno y devoto que todos estaban convencidos de que un día sería sacerdote. Y a los 23 años recibió la ordenación sacerdotal. Desde el primer año de su sacerdocio se preocupó mucho por los indígenas y visitaba continuamente a los poblados más lejanos para evangelizar y ayudar a los indios.
A los 33 años entró a la Compañía de Jesús, para poder trabajar más completamente como misionero. Los Padres Jesuitas habían fundado en el Paraguay unas colonias de indígenas que se hicieron famosas en todo el mundo. Las llamaron “Reducciones” y se diferenciaban de los demás grupos de otros países en que allí los indios no eran considerados como gente de segunda clase, sino que ellos eran los más importantes. Los Padres Jesuitas los consideraban como verdaderos hijos de Dios, y como tales los trataban con enorme respeto y gran cariño.
Un autor francés llegó a exclamar: “En estas reducciones los indios llegaron al más alto grado de civilización que un pueblo joven pueda alcanzar”. En esas misiones se respetaba mucho la ley de Dios y se obedecían las leyes civiles; cada uno trataba a los demás como si fueran hermanos; los indios aprendían a labrar la tierra con técnica, y practicaban labores manuales e industriales. Todo era un cooperativismo bien organizado y reinaba la abundancia.
En estas reducciones trabajó por 20 años el Padre Roque González, enfrentándose con paciencia y confianza a toda clase de dificultades y peligros. Unas veces el peligro provenía de tribus totalmente salvajes que atacaban, y otras era de los colonos europeos que querían esclavizar a los indios, pero los jesuitas no se lo permitían.
El padre González fue el primer europeo que penetró en ciertas regiones selváticas del Paraguay. Dirigió unas seis “reducciones” de indígenas. El gobernador español dejó escrito: “Al padre Roque le costó su vida de misionero el aguantar hambres, fríos, ríos atravesados a nado, continua molestia de los insectos, y mil otras incomodidades que él supo soportar con verdadero heroísmo sacerdotal”. Pero llegó a tener una enorme influencia sobre los indios, que lo veneraban como a un verdadero santo.
Y sucedió que un curandero o brujo de los indígenas se dio cuenta de que la influencia de los Padres Jesuitas le estaba quitando su clientela y que ya los indígenas empezaban a no creer tanto en sus engaños y mentiras, y dispuso vengarse de ellos. Y así fue que reunió un grupo de indios de los más salvajes y con ellos atacó la misión católica.
Cuando los atacantes llegaron estaba el Padre Roque González tratando de subir una campana a la torre de la capilla. Lo asesinaron allí mismo a golpes de mazo. Al oír el tumulto, el Padre Alfonso Rodríguez salió de su choza, e inmediatamente los indios lo asesinaron a golpes también. Enseguida los indígenas prendieron fuego a la capilla y cuando estaba envuelta en llamas, arrojaron a ella los dos cadáveres. Era el 15 de noviembre de 1628. Unos días después los mismos indios asaltaron la misión cercana y allí asesinaron al otro compañero del Padre Roque, el Padre Juan de Castillo. Así fueron tres los mártires que derramaron su sangre, después de haber gastado su vida en favor de los nativos. El jefe indio Guarecupí dejó escrito: “Todos los indios cristianos amaban al Padre Roque”.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Roque_Gonzalez_y_compañeros.htm)
Rodríguez y Juan de Castillo;
vosotros sois hijos del Dios de
la vida y compañeros y mártires
por Él y en Él. Vosotros todos,
sois de los primeros mártires
suramericanos, que entregasteis
vuestras vidas por Él; en manos
de hermanos nuestros nativos,
y que, premio grande recibisteis
por vuestra entrega de amor y vida,
que el mismo cielo os premió
canonizándoos Juan Pablo II, "El
Grande". Os pagaron aquellos
hombres mal, que, faltos de sí y
entenebrecidos por el maligno sus
corazones, interpretar no supieron
el actuar de Aquél que todo lo
ve, que, con insondable amor y
sin distingo de peligro alguno,
mantiene Él, por el orbe todo
sea ya, en las selvas irredentas,
las quemantes arenas o los hielos
eternos, a sus santos varones y
santas mujeres, que sus vidas
entregan, para el camino de la fe
enseñar a los hombres que ama;
Oh, San Roque Gonzáles, Alfonso
Rodríguez y Juan de Castillo, mártires.
© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________
20 de Noviembre
San Roque González y Compañeros Mártires
Año 1628
San Roque y sus compañeros fueron unos de los primeros mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
Roque González nació en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres eran españoles. De joven era tan bueno y devoto que todos estaban convencidos de que un día sería sacerdote. Y a los 23 años recibió la ordenación sacerdotal. Desde el primer año de su sacerdocio se preocupó mucho por los indígenas y visitaba continuamente a los poblados más lejanos para evangelizar y ayudar a los indios.
A los 33 años entró a la Compañía de Jesús, para poder trabajar más completamente como misionero. Los Padres Jesuitas habían fundado en el Paraguay unas colonias de indígenas que se hicieron famosas en todo el mundo. Las llamaron “Reducciones” y se diferenciaban de los demás grupos de otros países en que allí los indios no eran considerados como gente de segunda clase, sino que ellos eran los más importantes. Los Padres Jesuitas los consideraban como verdaderos hijos de Dios, y como tales los trataban con enorme respeto y gran cariño.
Un autor francés llegó a exclamar: “En estas reducciones los indios llegaron al más alto grado de civilización que un pueblo joven pueda alcanzar”. En esas misiones se respetaba mucho la ley de Dios y se obedecían las leyes civiles; cada uno trataba a los demás como si fueran hermanos; los indios aprendían a labrar la tierra con técnica, y practicaban labores manuales e industriales. Todo era un cooperativismo bien organizado y reinaba la abundancia.
En estas reducciones trabajó por 20 años el Padre Roque González, enfrentándose con paciencia y confianza a toda clase de dificultades y peligros. Unas veces el peligro provenía de tribus totalmente salvajes que atacaban, y otras era de los colonos europeos que querían esclavizar a los indios, pero los jesuitas no se lo permitían.
El padre González fue el primer europeo que penetró en ciertas regiones selváticas del Paraguay. Dirigió unas seis “reducciones” de indígenas. El gobernador español dejó escrito: “Al padre Roque le costó su vida de misionero el aguantar hambres, fríos, ríos atravesados a nado, continua molestia de los insectos, y mil otras incomodidades que él supo soportar con verdadero heroísmo sacerdotal”. Pero llegó a tener una enorme influencia sobre los indios, que lo veneraban como a un verdadero santo.
Y sucedió que un curandero o brujo de los indígenas se dio cuenta de que la influencia de los Padres Jesuitas le estaba quitando su clientela y que ya los indígenas empezaban a no creer tanto en sus engaños y mentiras, y dispuso vengarse de ellos. Y así fue que reunió un grupo de indios de los más salvajes y con ellos atacó la misión católica.
Cuando los atacantes llegaron estaba el Padre Roque González tratando de subir una campana a la torre de la capilla. Lo asesinaron allí mismo a golpes de mazo. Al oír el tumulto, el Padre Alfonso Rodríguez salió de su choza, e inmediatamente los indios lo asesinaron a golpes también. Enseguida los indígenas prendieron fuego a la capilla y cuando estaba envuelta en llamas, arrojaron a ella los dos cadáveres. Era el 15 de noviembre de 1628. Unos días después los mismos indios asaltaron la misión cercana y allí asesinaron al otro compañero del Padre Roque, el Padre Juan de Castillo. Así fueron tres los mártires que derramaron su sangre, después de haber gastado su vida en favor de los nativos. El jefe indio Guarecupí dejó escrito: “Todos los indios cristianos amaban al Padre Roque”.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Roque_Gonzalez_y_compañeros.htm)