Oh, Santa Margarita de Escocia; sois
vos, la hija del Dios de la vida, la
que desde siempre comprendisteis,
que, el amor a Dios, no es la simpleza
de decir “yo amo a Dios”, sino viva
hacerla, en cada prójimo, en cada
pobre y en cada desvalido; porque
sabíais, -como lo sabe todo el mundo
pero, no lo lleva a cabo-, que en cada
uno de ellos, mora Dios y está Cristo,
y su mismo Santo Espíritu. Al saber
la pérdida de vuestro esposo e hijo,
en batalla, dijisteis:“Te doy gracias
Dios mío, porque al mandarme tan
dolorosas noticias me purificas de
mis pecados”. Y, más tarde, vos,
entregasteis vuestra alma, hecha
esposa, madre y santa, para, premio
recibir, de quien, y a quien habías
imitado toda vuestra vida: Cristo Jesús;
oh Santa Margarita de Escocia, "luz".
© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Noviembre
Santa Margarita de Escocia
Año 1093
Quiera Dios que todas las esposas de los jefes de las naciones sean tan fervorosas y generosas como Santa Margarita de Escocia, y que las demás esposas lo sean también.
Margarita era hija del rey San Eduardo. Su padre tuvo que salir huyendo de Inglaterra cuando el rey Canuto de Dinamarca invadió el país. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, el cual al darse cuenta de las cualidades de bondad y caridad que tenía la joven, se casó con ella. Y así Margarita, a los 24 años llegó a ser reina de Escocia.
Para ella lo principal en la vida era ayudar a los pobres. Cada día antes de ir a almorzar servía personalmente el almuerzo a nueve niños huérfanos (y a veces les servía de rodillas, al recordar que los favores que hacemos al pobre los recibe Jesucristo como hechos a Él mismo). En su palacio de reina se atendía diariamente a centenares de pobres, y cuando ella salía por las calles volvía a la casa sin dinero, sin joyas y hasta sin el manto, porque todo lo regalaba a los necesitados. Era estimadísima entre el pueblo por la inmensa compasión que demostraba hacia los más miserables.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir el almuerzo a los centenares de pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Costeó la construcción de conventos y templos y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las iglesias, a sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos. Se esmeraba en conseguir sacerdotes fervorosos para las parroquias. A su esposo el rey, lo entusiasmaba continuamente para que hiciera obras a favor de la Iglesia y de los pobres, y para que fuera compasivo con sus enemigos.
Construyó una hermosísima catedral. Insistía mucho a la gente en el deber de santificar el domingo. En Cuaresma y en Adviento (las cuatro semanas anteriores a la Navidad) ayunaba cada día. Le gustaba mucho leer los Evangelios y pasaba varias horas de la noche en oración.
Su esposo y su hijo mayor murieron batallando contra los ingleses que querían invadir el territorio de Escocia. Santa Margarita sufrió inmensamente al saber tan trágica noticia. Exclamó entonces: “Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados”, y cuatro días después ella también murió, el 16 de noviembre del año 1093.
Inmediatamente el pueblo empezó a honrarla como santa, y su popularidad ha sido inmensa en Escocia y en otros países. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.