Oh, San Norberto, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado Obispo,
y que, con mucho amor escogisteis
abrazaros a la Cruz de Cristo, de
providencial manera, aquél día que
paseabais por el bosque y dijisteis
al estilo de Saulo, derribado de
vuestro caballo: “Señor, ¿qué quieres
que haga?”. Y, la respuesta que
vuestra vida cambio, fue: “Abandona
el camino del mal y haz el bien”.
Y, así, iniciasteis vuestra conversión,
los lugares mundanos abandonasteis
y los trocasteis por los benedictinos.
Más tarde, el ejemplo de los ermitaños
seguisteis, penitencia y oración haciendo.
Os despojasteis de todos vuestros bienes,
a los pobres y desposeídos dándolos.
Peregrinasteis a pie y descalzo, por los
campos, pueblos y ciudades de vuestro
tiempo. Olvidasteis jamás la regla
monástica de la pobreza y el ejercicio
del apostolado entre la gente humilde.
El ideal vivisteis de la vida contemplativa
de los premonstratenses, incluso cuando
en los altos cargos vos, brillabais. Y, así,
gastasteis vuestra terrena vida, para
ganaros, con justicia otra, inmortal. Y,
Dios, os coronó, con corona eterna de luz.
oh, San Norberto, “luz, verdad y amor”.
© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Junio
San Norberto
Obispo
Norberto nació en Xanten (Alemania) de la noble familia, de los Gennep, hacia el 1080. Como era costumbre para todo segundo hijo de la nobleza, a Norberto le correspondía seguir la carrera militar o eclesiástica. Prefirió el segundo camino, no por vocación, sino por simple oportunidad. En efecto, siendo diácono pudo gozar de los muchos privilegios al lado del gran elector de Colonia y del emperador Enrique V, que lo propuso para una importante sede episcopal. Pero Dios tenía otros planes. Durante un paseo a caballo por el bosque, lo sorprendió un violento huracán que lo derribó del caballo y, como Saulo en el camino de Damasco, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
La respuesta que cambió radicalmente su vida poco edificante fue: “Abandona el camino del mal y haz el bien”. Ese episodio fue el comienzo de su conversión. Abandonó los lugares mundanos y se puso a la escuela del abad benedictino de Siegburg y de los canónigos de Klosterrath; después siguió el ejemplo del ermitaño Liudolfo pasando tres años en penitencia y en oración. En 1115 fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Colonia, y comenzó su actividad misionera itinerante.
Quiso dar el ejemplo despojándose de todos sus bienes y distribuyéndoselos a los pobres. Conservó para él una mula y diez monedas de plata, pero después dejó también esto y continuó sus peregrinaciones a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, se encontró con el Papa Calixto II quien lo animó a continuar por ese camino. El obispo de Laon, para tenerlo en su diócesis, le propuso ser el guía de los Canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, y a quienes se les había asignado el convento de Praemonstratum. Así nació la Orden de los premonstratenses. Mientras tanto Norberto había continuado su actividad de predicador ambulante.
Se encontraba en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de esa ciudad, cuando el clamor popular lo eligió como sucesor. Fue un obispo incómodo para muchos. Tenaz, buen organizador, se ganó aplausos y enemistades. El emperador Lotario lo nombró canciller del imperio para Italia y el Papa Inocencio II extendió su jurisdicción a Polonia. Pero Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo, y vivió integralmente el ideal de vida activa y contemplativa de los premonstratenses aun en el fulgor de los altos cargos. Murió en Magdeburgo, de regreso de una misión de paz en Italia, el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.
Este día también se festeja a San Marcelino Champagnat