27 junio, 2013

San Cirilo de Alejandría

 
 
Oh, San Cirilo de Alejandría; vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado santo,
que, gloria disteis al significado de vuestro
nombre: “el que tiene que mandar”. ¿Qué mayor
gloria que la de defender a la Madre de Dios?
¡La mayor!. Y Nestorio, infame hereje, con su
falsía siguió. Pero, Éfeso llegó y nombrado
fuisteis Presidente y con elocuencia irreductible
y sabiduría grande, os escucharon y luego,
condenaron al hereje y a su herejía. Y, con
solemnidad le dijeron al mundo todo, que María,
sí es Madre de Dios. Vos mismo, de emoción
lleno exclamasteis así: “Os saludamos oh María,
Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el
universo, antorcha que jamás se apagará, templo
que nunca será destruido, sitio de refugio para
todos los desamparados, por quien ha venido al
mundo el que es Bendito por los siglos. Por Vos,
la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra;
por Vos la cruz nos ha salvado; por Vos, los
cielos se estremecen de alegría y los demonios
son puestos en fuga; el enemigo del alma es
lanzado al abismo y nosotros débiles criaturas
somos elevados al puesto de honor”. “Y la Madre
de Dios es también Madre mía”. Exclamasteis,
gozoso de alegría ante todos, aquél día. ¡Suprema
y eterna verdad!. Por todo ello, cuando vuestra
alma surcó los cielos, con justicia, premiado
fuisteis con corona de luz eterna e inmarchitable;
oh, San Cirilo de Alejandría, “Proto Marista”.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Junio
San Cirilo de Alejandría
Arzobispo
Año 444
 
Cirilo significa: el que tiene autoridad (Ciris: mandar). Este santo se hizo famoso en la antigüedad porque fue el que defendió ante todos los enemigos, que María es Madre de Dios. Él dirigió el famoso Concilio de Efeso que declaró que María sí es Madre de Dios. Y sucedió entonces que Nestorio, patriarca de Constantinopla, empezó a decir que María no era Madre de Dios, sino simplemente madre de un hombre. La gente se escandalizaba enormemente al oírle predicar semejante barbaridad.
 
San Cirilo le escribió diciéndole que a María la llamamos Madre de Dios, no porque Ella haya creado a Dios (porque a Dios nadie lo ha creado), sino porque es Madre de uno que es Dios. Y le pedía que por favor retirara esas afirmaciones heréticas que había hecho. Pero Nestorio respondió con insultos y siguió enseñando sus errores y herejías.
 
Entonces Cirilo escribió al Papa Celestino, a Roma, informándole de este error que estaba propagando Nestorio. El Papa reunió a los principales sabios católicos de Roma, y asesorado por ellos condenó el error de Nestorio y lo amenazó con excomunión si no retiraba sus afirmaciones heréticas. Pero el hereje no quiso retractarse y siguió propagando sus errores. Entonces en el año 431 se reunieron en Efeso todos los 200 obispos de la cristiandad de ese entonces. Fue elegido presidente de ese concilio San Cirilo, como el más venerable de todos, y como representante del Papa Celestino. Y Cirilo con su fogosa elocuencia y su gran sabiduría obtuvo que los obispos condenaran la herejía de Nestorio y proclamaran solemnemente que María sí es Madre de Dios.
 
Los enemigos del gran arzobispo obtuvieron que el gobierno pusiera preso a Cirilo por tres meses, pero cuando llegaron los delegados del Papa de Roma, estos intercedieron por él y le consiguieron la libertad y así pudo seguir oponiéndose con toda su autoridad a las enseñanzas de la herejía.
 
El santo narra así a los monjes de Egipto en una carta, como fue el final de aquellas reuniones del Concilio de Efeso: “No se puede imaginar la alegría de este pueblo fervoroso cuando supo que el Concilio había declarado que María sí es Madre de Dios y que los que no aceptaran esa verdad quedan fuera de la Iglesia. Toda la población permaneció desde el amanecer hasta la noche junto a la Iglesia de la Madre de Dios donde estabamos reunidos los 200 obispos del mundo. Y cuando supieron la declaración del Concilio empezaron a gritar y a cantar, y con antorchas encendidas nos acompañaron a nuestras casas y por el camino iban quemando incienso. Alabemos con nuestros himnos a María Madre de Dios y a su Hijo Jesucristo a quien sea todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
 
Cuando el Concilio de Efeso declaró que María sí es Madre de Dios, San Cirilo de Alejandría exclamó gozoso delante de todos: “Te saludamos oh María, Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se apagará, templo que nunca será destruido, sitio de refugio para todos los desamparados, por quien ha venido al mundo el que es Bendito por los siglos. Por Ti la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra; por Ti la cruz nos ha salvado; por Ti los cielos se estremecen de alegría y los demonios son puestos en fuga; el enemigo del alma es lanzado al abismo y nosotros débiles criaturas somos elevados al puesto de honor”. “Y la Madre de Dios es también Madre mía”.