los hijos del Dios de la vida, y, sus santos y
amados protomártires, que, perseguidos fuisteis
por el impío y pirómano Nerón, después de que,
él mismo, ordenara su incendio. Pero, “la mentira,
patas cortas tiene”. Y, he, aquí, la verdad
en la pluma de Cornelio Tácito: “Como corrían
voces que el incendio de Roma había sido doloso,
Nerón presentó como culpables, castigándolos con
penas excepcionales, a los que, odiados por sus
abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”.
Vuestro único delito fue, no profesar culto a
paganos dioses celosos y vengativos y, que, por
el contario, sí, lo hacíais con un único Dios,
Santo y Trino, y, por el que, felices disteis
vuestras almas santas. Y, Él, os recompensó,
coronándoos con coronas de gloria, luz y eternidad.
Arde Nerón, en el infierno y, en el orbe de la
tierra toda, nunca más escucharemos al vulgo
gritar: ¡Los cristianos a los leones!”. ¡Nunca
más! Y, en su remplazo se oye cada vez más fuerte,
la envidiable y viva frase: !Que viva Cristo!
¡Que viva Cristo! !Que viva Cristo! ¡Que viva!
oh, Santos Protomártires “amor, fe y vivo valor”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Junio
Santos Protomártires Romanos
Mártires
Mártires de la persecución de Nerón luego del incendio de Roma.
La celebración de hoy, introducida por el nuevo calendario romano universal, se refiere a los protomártires de la Iglesia de Roma, víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma, que tuvo lugar el 19 de julio del año 64.
¿Por qué Nerón persiguió a los cristianos? Nos lo dice Cornelio Tácito en el libro XV de los Annales: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”.
En tiempos de Nerón, en Roma, junto a la comunidad hebrea, vivía la pequeña y pacífica de los cristianos. De ellos, poco conocidos, circulaban voces calumniosas. Sobre ellos descargó Nerón, condenándolos a terribles suplicios, las acusaciones que se le habían hecho a él. Por lo demás, las ideas que profesaban los cristianos eran un abierto desafío a los dioses paganos celosos y vengativos… “Los paganos—recordará más tarde Tertuliano— atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”.
Nerón tuvo la responsabilidad de haber iniciado la absurda hostilidad del pueblo romano, más bien tolerante en materia religiosa, respecto de los cristianos: la ferocidad con la que castigó a los presuntos incendiarios no se justifica ni siquiera por el supremo interés del imperio.
Episodios horrendos como el de las antorchas humanas, rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina Oppio, o como aquel de mujeres y niños vestidos con pieles de animales y dejados a merced de las bestias feroces en el circo, fueron tales que suscitaron un sentido de compasión y de horror en el mismo pueblo romano. “Entonces —sigue diciendo Tácito—se manifestó un sentimiento de piedad, aún tratándose de gente merecedora de los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un individuo”, Nerón. La persecución no terminó en aquel fatal verano del 64, sino que continuó hasta el año 67.
Entre los mártires más ilustres se encuentran el príncipe de los apóstoles, crucificado en el circo neroniano, en donde hoy está la Basílica de San Pedro, y el apóstol de los gentiles, san Pablo, decapitado en las “Acque Galvie” y enterrado en la vía Ostiense. Después de la fiesta de los dos apóstoles, el nuevo calendario quiere celebrar la memoria de los numerosos mártires que no pudieron tener un lugar especial en la liturgia.