Oh, San León Magno; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo y aquél, que, se entregó
de íntegra manera, al servicio de Dios, tanto que,
las huestes del mal, por doquier aparecieron,
para atacar y destruir la cristiana doctrina de Cristo,
Señor y Dios Nuestro. Pero, vos, fiel a vuestras
convicciones, con todas acabasteis, una a una,
tanto que, hasta Atila, de vos huyó. Con vuestras
obras de amor y, de fe y, con vos la santidad
llevando como coraza, a los hombres exhortabais,
en aquellas navideñas noches, con esta maravillosa
reflexión: “Reconoce oh, cristiano tu dignidad,
El Hijo de Dios, se vino del cielo, por salvar tu alma”.
Vuestro pontificado muestras dio de poseer grandes
cualidades para ese oficio. Predicabais al pueblo
en todas las fiestas y, prueba de ello, de vos, se
conservan noventa y seis, bellísimos sermones.
A los que estaban lejos, los instruíais por medio
de cartas, llenas de Dios y de amor. Vuestra fama
de sabio, muy grande era, tanto que, en el Concilio
de Calcedonia, vuestros enviados leyeron la carta
que vos, enviasteis y, los seiscientos obispos, os
ovacionaron, y de pie exclamaron: “San Pedro ha
hablado por boca de León”. Y, luego de haber gastado
vuestra santa vida, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser, con corona de luz, como justo
premio a vuestra incesante entrega de amor y saber;
Oh, San León Magno; “grande en obra y santidad”.
de la vida y su amado santo y aquél, que, se entregó
de íntegra manera, al servicio de Dios, tanto que,
las huestes del mal, por doquier aparecieron,
para atacar y destruir la cristiana doctrina de Cristo,
Señor y Dios Nuestro. Pero, vos, fiel a vuestras
convicciones, con todas acabasteis, una a una,
tanto que, hasta Atila, de vos huyó. Con vuestras
obras de amor y, de fe y, con vos la santidad
llevando como coraza, a los hombres exhortabais,
en aquellas navideñas noches, con esta maravillosa
reflexión: “Reconoce oh, cristiano tu dignidad,
El Hijo de Dios, se vino del cielo, por salvar tu alma”.
Vuestro pontificado muestras dio de poseer grandes
cualidades para ese oficio. Predicabais al pueblo
en todas las fiestas y, prueba de ello, de vos, se
conservan noventa y seis, bellísimos sermones.
A los que estaban lejos, los instruíais por medio
de cartas, llenas de Dios y de amor. Vuestra fama
de sabio, muy grande era, tanto que, en el Concilio
de Calcedonia, vuestros enviados leyeron la carta
que vos, enviasteis y, los seiscientos obispos, os
ovacionaron, y de pie exclamaron: “San Pedro ha
hablado por boca de León”. Y, luego de haber gastado
vuestra santa vida, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser, con corona de luz, como justo
premio a vuestra incesante entrega de amor y saber;
Oh, San León Magno; “grande en obra y santidad”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Noviembre
San León Magno
Pontífice
Año 461
Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León Magno.
San León Magno
Pontífice
Año 461
Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León Magno.
Lo llaman “Magno”, porque fue grande en obras y en santidad. Es el
Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra
dos clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a
Roma, y los internos que trataban de engañar a los católicos con errores
y herejías.
Nació en Toscana, Italia; recibió una esmerada educación y hablaba
muy correctamente el idioma nacional que era el latín. Llegó a ser
Secretario del Papa San Celestino, y de Sixto III, y fue enviado por
éste como embajador a Francia a tratar de evitar una guerra civil que
iba a estallar por la pelea entre dos generales. Estando por allá le
llegó la noticia de que había sido nombrado Sumo Pontífice, el año 440.
Desde el principio de su pontificado dio muestra de poseer grandes
cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y
de él se conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina. A
los que estaban lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144
cartas escritas por San León Magno.
Su fama de sabio era tan grande que cuando en el Concilio de
Calcedonia los enviados del Papa leyeron la carta que enviaba San León
Magno, los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: “San Pedro ha
hablado por boca de León”.
En el año 452 llegó el terrorífico guerrero Atila, capitaneando a los
feroces Hunos, de los cuales se decía que donde sus caballos pisaban no
volvía a nacer la yerba. El Papa San León salió a su encuentro y logró
que no entrara en Roma y que volviera a su tierra, de Hungría.
En el año 455 llegó otro enemigo feroz, Genserico, jefe de los
vándalos. Con este no logró San León que no entrara en Roma a saquearla,
pero sí obtuvo que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes.
Roma quedó más empobrecida pero se volvió más espiritual.
San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a
tremendos enemigos externos que trataron de destruir la ciudad de Roma, y
a peligrosos enemigos interiores que con sus herejías querían engañar a
los católicos. Pero su inmensa confianza en Dios lo hizo salir
triunfante de tan grandes peligros. Las gentes de Roma sentían por él
una gran veneración, y desde entonces los obispos de todos los países
empezaron a considerar que el Papa era el obispo más importante del
mundo.
Una frase suya de un sermón de Navidad se ha hecho famosa. Dice así:
“Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino del cielo
por salvar tu alma”. Murió el 10 de noviembre del año 461.