¡Oh!, San
Elías, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado
santo y Profeta, que, honor hicisteis a vuestro
nombre: “Mi
Dios es Yahvé”, pues, quiso Dios, que vuestro
idólatra
pueblo, recordase que hay un solo Dios, y que,
su nombre
“Yahvé”, es, creador de cielos y tierra. A
vuestro
pueblo sequía por tres años le anunciasteis,
por
apartarse del Dios vivo, y así, el hambre y la sed
estragos
hicieron. Y, Dios, jamás os abandonó y os proveyó
de agua, pan
y carne, en una cueva, y cubrió vuestro
cuerpo con
piel de camello y una correa. Y, casi sin agua,
a Saretpa
marchasteis. Y, Dios, tampoco os abandonó,
alimentándoos
siempre. Y, vos, resucitasteis al hijo de
la viuda que
os hospedó. Y, vos, más tarde, a los paganos
desafiasteis
así: “Vamos a poner dos altares. En el uno
estarán los
sacerdotes de Baal. Y en el otro estaré yo
en nombre de
Yahvé. Y ellos invocarán a Baal para que
envíe fuego
del cielo y queme sus ofrendas. Y yo invocaré
a Yahvé. Y
el que responda, ese es el verdadero Dios”.
Y, entonces
descendió fuego del cielo y consumió todo
el
sacrificio que vos, habíais colocado en el altar. Y,
el pueblo
conoció así, al Dios verdadero, que, con los
paganos
terminó. “Profeta de Fuego”, vos, unido estáis
al Carmelo,
y a la vida religiosa. Inspirador del Carmelo
y Padre
Espiritual, decíais vos: “Vive el Señor, en cuya
presencia yo
vivo, yo estoy” “Me abraso de celo por el Señor,
Dios de los
ejércitos”. Cantor constante del Dios vivo e
hijo
predilecto de María, hoy con vuestra vida, nos recordáis
que estamos
en esta tierra, para predicar y vivir al Dios
único y
verdadero. Que muerte demos a los muchos ídolos
que nos
rodean. Que vivamos siempre en la presencia del
Señor. Que a
María contemplemos y tratemos de imitarla.
Profeta y
Padre Espiritual y Fundador de los Carmelitas;
¡oh!, San
Elías, “Mi Dios es Yahvé; Yahvé es mi Dios”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San Elías
Profeta
Año 850 AC
Señor Dios: síguenos enviando muchos profetas que, como Elías,
anuncien tus mensajes y luchen valientemente contra el pecado y las
falsas enseñanzas de los enemigos de la religión.
Elías significa: “Mi Dios es Yahvé”. (El = Dios. IA = Yahvé). En
contraposición a un montón de falsas divinidades que el pueblo
ignorantemente estaba adorando, suscitó Dios a un gran profeta para que
recordara a su pueblo que sólo hay un Dios y que ese Dios es Yahvé (Este
es el nombre que Dios se dio a sí mismo cuando Moisés le preguntó:
¿Cuál es tu nombre?”. Y el Señor le respondió “Mi nombre es Yahvé, que
significa: Soy el que soy. Yo hice a todos, y a mí nadie me hizo”(Exodo
3,14). Ese fue pues el oficio de Elías: tratar de convencer a los
israelitas de que sólo hay un Dios y que ese Dios es Yahvé, el Creador
de cielos y tierra.
La historia del profeta Elías está en la S. Biblia en el Libro
Primero de los Reyes capítulos 17 al 21, y en el segundo Libro de los
Reyes, capítulos 1 y 2. Ojalá la leamos en nuestra Biblia. Es la
siguiente:
Reinaba en Israel Acab, un hombre de débil voluntad que se dejaba
dominar por su esposa Jezabel, que era pagana y extranjera y deseaba
imponer entre el pueblo la religión de los falsos dioses. Esta mujer
perversa hizo asesinar a los profetas y sacerdotes del Dios verdadero,
de los cuales solamente se salvaron de la muerte unos cien a quienes
escondió en cavernas Abdias, el mayordomo del rey, y los alimentó
durante la época de máximo peligro. Elías se libró de la muerte huyendo a
su tierra natal, al otro lado del Jordán, y yéndose después a una
ciudad fenicia, llamada Sarepta.
Pero cuando parecía que ya Jezabel iba a lograr destruir por completo
la verdadera religión en Israel, entra en escena el gran campeón del a
religiosidad, Elías, y empieza el combate total entre las fuerzas del
bien y las del mal.
Elías aparece de repente en pleno reinado de Acab, para anunciar, que
como un castigo por haber abandonado la verdadera religión, vendrá
sobre la nación un verano de tres años seguidos. Y en efecto deja de
llover durante 36 meses y el hambre y la sed hacen estragos.
Por orden de Dios, Elías se retira a vivir a una cueva junto a una
fuente de agua. Allá los cuervos le llevan pan por la mañana y carne por
la tarde, El profeta viste pobremente: una tosca piel de camello y una
correa (así vestirá más tarde Juan Bautista). Cuando la fuente de agua
se secó, Dios le ordenó que se fuera a vivir a una ciudad extranjera,
llamada Sarepta.
Al llegar a Sarepta se encuentra con una viuda que está recogiendo
leña para cocinar. Él le dice: “por favor: tráigame un poco de agua y un
pan”. Ella le respondió: No tengo sino un poquitito de harina y una
migaja de aceite. Voy a hacer un pan para mi hijo y yo, y después nos
moriremos de hambre”.
Elías le dijo: “Haga un pan para mí, y ya verá que la harina no se le
acabará en su artesa, ni el aceite en su vasija, hasta el día en que
vuelva a llover sobre la tierra”. La mujer hizo lo que el profeta le
mandaba, y sucedió como le había anunciado: ni la harina se acabó en su
artesa, ni el aceite se disminuyó en su vasija, durante todos esos meses
de escasez. Y así pudo alimentar a su hijo y al profeta.
El primer caso de un resucitado, que se narra en la S. Biblia,
sucedió en tiempos del profeta Elías. El hijo de la viuda que lo
hospedaba se enfermó gravemente y se murió. La pobre mujer desconsolada
le reclamó al profeta el por qué le tenía que suceder a ella tan grande
desgracia. Elías se dedicó a rezar con toda fe junto al cadáver del niño
y Dios resucitó al muerto. La madre del jovencito, al ver a su hijo
vivo otra vez, exclamó: “Ahora sé que eres un hombre de Dios y que en
verdad Yahvé habla por tus labios”.
Elías hizo que el rey Acab reuniera a todo el pueblo de Israel, junto
al Monte Carmelo y también a los 450 profetas del falso dios Baal. Y
estando todos allí reunidos les hizo este desafío: “Vamos a poner dos
altares. En el uno estarán los sacerdotes de Baal. Y en el otro estaré
yo en nombre de Yahvé. Y ellos invocarán a Baal para que envíe fuego del
cielo y queme sus ofrendas. Y yo invocaré a Yahvé. Y el que responda,
ese es el verdadero Dios. Y descendió fuego del cielo y consumió todo el
sacrificio que él había colocado en el altar (y eso que el profeta
había hecho inundar con mucha agua todos los alrededores de su altar,
para que no fuera fácil allí quemar nada). El pueblo emocionado ante
este milagro, acabó con todos los sacerdotes del falso dios Baal.
Cuando la malvada reina Jezabel supo que habían acabado con los
sacerdotes de su falso dios Baal, dio orden a la policía de que
asesinara a Elías. Y este tuvo que salir huyendo por el desierto, para
salvar la vida. Y le sucedió que entonces tuvo una gran depresión de
ánimo y deseó morirse. Pero Dios le envió un ángel que le trajo un pan y
una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para andar 40 días
por el desierto hasta llegar al Monte Horeb o Sinaí y esconderse allí.
Y estando allí en el Monte Santo sintió que Dios se le iba a
aparecer. Y llegó un violento huracán, pero allí no iba Dios. Y sucedió
un espantoso terremoto, pero ahí no estaba Dios. Y vino un fuego
devorador, y allí tampoco llegaba Dios. En seguida sintió una suave
brisa, y ahí sí venía Dios. Y el Señor mandó a Elías que volviera otra
vez a Israel y que consagrara a Eliseo como su sucesor, y a Jehú como
nuevo rey. Y desde aquella aparición, aprendió el gran profeta a no ser
violento (como el huracán) ni duro (como el terremoto) ni asustador
(como el fuego) sino suave y amable (como la brisa).
El rey Acab deseaba conseguir una finca que le agradaba, pero Nabot,
su dueño, no se la quería vender porque era la herencia muy amada de sus
padres. Entonces la reina Jezabel hizo asesinar a Nabot y el rey se
apoderó de la finca. Elías se presentó y le anunció que por haber
cometido semejante crimen, todos los hijos varones del rey Acab serían
asesinados, y que a Jezabel se la comerían los perros.
Ajab se asustó mucho y empezó a hacer penitencia. Entonces Dios le
avisó a Elías que por esas demostraciones de arrepentimiento, los
castigos no llegarían sino cuando el rey ya se hubiera muerto. Y así
sucedió. Muerto Ajab, fue nombrado rey un general llamado Jehú el cual
hizo asesinar a todos los hijos del difunto rey, y mandó echar desde un
balcón hasta el piso de la calle a Jezabel, y allí la devoraron los
perros.
El profeta nombró como su sucesor a Eliseo y fue avisado por Dios de
que iba a ser llevado al cielo. En compañía de Eliseo llegó al río
Jordán y lo tocó con su manto, y el río se abrió en dos y pasaron al
otro lado sin mojarse los pies.
Eliseo le pidió como último favor: “Que me pase a mí lo más
importante de tu espíritu” (de tus poderes y de tus cualidades). Elías
le dijo: “Si me ves cuando suba al cielo se te concederá lo que has
pedido”.
Y llegó un carro de fuego y se llevó a Elías al cielo. Eliseo lo vio
mientras subía por las nubes, y se le transmitieron a él las cualidades y
los poderes de Elías, y empezó a hacer milagros.
Retrato bíblico
Es imposible intentar encerrar en cuatro páginas la personalidad y obra de este gran Profeta.
Leyendo las pocas páginas que nos hablan de él: 1 Reyes, cap.
17-19,21, y 2 Re 1-2, podemos intentar descubrir sus rasgos principales.
He aquí algunos:
El hombre ante Dios: Aparece con frecuencia la expresión “el Señor a
quien sirvo” o “ante el que estoy”; Elías no comparte con nadie su culto
y quiere que el pueblo haga lo mismo.
Llevado por el Espíritu: Ved la respuesta tan sabrosa de Abdías en 1
Reyes 18,12. De ahí es de donde procede la fuerza del alma de Elías y de
su libertad interior.
Su fe sin divisiones: Cuando el sacrificio del Carmelo (1 Re 18),
intenta forzar al pueblo a elegir entre el Dios vivo, personal, que
interviene en la historia, y las fuerzas naturales divinizadas, los
baales. Como nosotros, Elías cree sin ver; porque Dios se lo pide,
anuncia la llegada de la lluvia…, pero sin verla venir (1 Re 18,41 s).
Su intimidad son Dios: Su visión de Dios (1 Re 19), como la de Moisés
(Ex 33,18s), es el modelo de la vida mística: es todo lo más que se le
concede ver al hombre. Pero Elías sigue siendo un hombre como nosotros,
desalentado, miedoso (19,ls). El versículo 19,12 debe traducirse: “Se
oyó el ruido de un silencio”: Dios no está en las fuerzas de la
naturaleza divinizadas, sino que es el Dios oculto. En su oración -lo
mismo que Moisés-Elías no cae en efusiones místicas, sino que habla a
Dios de su misión.
De ensorde los pobres: Ante el rey y los poderosos, defiende al pobre (1 Re 21).
Su universalismo:Como cree en Dios sin divisiones y se deja conducir
por el Espíritu, es libre para tratar con los paganos (1 Re 17); pero
también a la mujer pagana le pide una fe incondicional (17, 13).
Las florecillas de Elías (2 Re 1): Este relato popular, lo mismo que
presentarán luego a Eliseo, contribuirá, por desgracia, a hacer de Elías
un personaje justiciero que pide el fuego del cielo contra los
pecadores.
La ascensión de Elías (2 Re 2). Como no se conocía su tumba, se llegó
a pensar seguramente que había sido llevado junto a Dios. Lucas se
inspirará en este texto para su relato de la ascensión de Jesús (Hech
1,6-11); Eliseo, que ve a Elías en su ascensión, recibirá su espíritu
para continuar su misión, lo mismo que los discípulos recibirán el
Espíritu de Jesús por haberlo visto elevarse.
Retrato hecho por los hombres
Nos limitamos al que nos pintan dos célebres carmelitas:
l) El ilustre historiador Juan Bta. Lezana (+1659) escribió este magnifico epitafio:
“Elogio para fiar a la puerta del paraíso terrenal:
Aquí vive,oh mortal aquel celeste celador de la honra divina. Elías
es de doble espíritu, perfecto en la pureza, rico en virtudes, pobrisimo
en bienes terrenos, gran amigo de Dios, enemigo del diablo, amable con
los buenos, terrible para los impíos, nacido antes de Cristo, conversó
con Cristo, reservado después de Cristo contra el Anticristo; Patriarca
eximio. Profeta celebérrimo. Sacerdote grande, Monje, Padre de los
Monjes, siempre casto, Fénix singular.
De Cristo futuro apóstol. Mártir, Precursor, Capitán, valiente
defensor, heraldo de la verdad, ardientemente reilgioso, maduro sin
quebranto, anciano sin vejez, mortal sin morir, nutrido sin alimento, de
una longevidad sin achaques y – icosa admirable!- de una vida santísima
que no se ha de extinguir hasta la consumación de los siglos.
Quien flageló a los tiranos, dio muerte a los sacrílegos, cerró con su
palabra las nubes y tornólas a abrir, ungió Reyes e instituyó Profetas
defensores; por los ángeles fue anunciado su nacimiento, allmentado en
Carit, saludado en Horeb, donde, en medio de fragorosa tempestad y
conmoción de los montes, cubriéndose con su palio el rostro, vio en
cuanto era capaz, a Dios, el cual se le manifestó en el suave céfiro…”
2) El venerable mariólogo Arnoldo Bostio (+1499) lo llamó:
“Varón Evangélico antes del Evangello, Apostólico antes del tiempo de
los Apóstoles, despreciador del mundo y de todas las cosas perecederas,
apasionado seguidor de lo eterno, primer Virgen, Monje y Eremita,
resplandor de costumbres, regla de virtudes, heraldo de la Virgen
sagrada. Que con la instftución de la virginal castidad antecedió por
mucho tiempo al Cordero sin mancha a donde quiera que hubiera de ir…”
Elías y el Carmelo
Un grupo de cozados llegados a Palestina a mediados del siglo XII,
viendo la maravillosa topografía del Monte Carmelo, tan apto para la
contemplación, decidieron quedarse allí y se entregaron sin reservas a
imitar la vida del Profeta de Fuego, tal como la describían los libros
de los Reyes, a base de la tradición monástica. El lugar les ayudaba a
“fabricar la miel dulcísima de la contemplación”.
Supuesto el vinculo entre Elías y el Carmelo, entre Elias y la vida
religiosa, fijado por los Padres Griegos y Latinos, no es de extraflar
que aquellos a quienes ya Santiago de Vitry había designado como
“imitadores del santo varón y solitario Elías profeta”, en el Monte
Carmelo…, cerca de la fuente apellidada de Elías, en la Rubríca Prima de
las Constituciones afirman su descendencia de los Padres tanto del
Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes desde el tiempo de Elías y de
Eliseo habían habitado en el Monte Carmelo “para la contemplación de
las cosas celestiales”.
A pesar de ello, los carmelitas nunca se llamaron elianos, pues
tomarán el nombre, como tantas otras Ordenes, no del Fundador, sino del
lugar donde nacen.
Elias será para aquellos cozados que se reúnen en el Monte Carmelo la
regla viva, que se propondrán imitar. Para ellos éste será el padre que
les infundirá su espíritu: Carmelitarum Dux et Pater.
Para estos primeros carmelitas, la cosa fue fácil: deseaban imitar a
aquel hombre extraordinario, tal como lo presentabá la Sagrada Escritura
y porque los Padres lo habían visto como el prototipo del monacato.
Así de sencillo es el origen del Patríarcado ellano sobre el Carmelo.
Hoy, la así llamada “Cuestión eliana” sobre la sucesión heriditaria o
entronque de los carmelitas de hoy con el Profeta Elías, que vive 900
años antes de Cristo, es una cuestión zanjada y, por lo tanto, así
admitida: Elías es el Padre Espiritual o el Inspirador del Carmelo. Así
lo ha escrito el P. R. García Villoslada, S.J.:
“Pero debemos anadirque no sin fundamento llaman su Padre a Elías,
porque los fundadores y después todos los carmeiltas miraron siempre a
aquel Profeta como a modelo y ejemplar, e inspirados en él, modelaron
sus reglas y constituciones. Moralmente, pues, ha influido el Profeta
Elías en la Orden Carmelitana casi tanto como San Agustín en los
diversos Institutos que llevan su nombre, y se glorían de tenerle por
Padre”.
Elías, Padre espiritual del Carmelo
“Elías, aunque no sea él quien les haya dado una Regla escrita, con
todo ha sido el ejemplo y el modelo de la santa vida de los carmelitas”.
Así escribió el célebre humanista benedictino, el Abad Juan Tritemio
(+1516).
A esta afirmación de un extraño a la Orden baste añadir un hecho:
Entre las estatuas de los fundadores de las Ordenes Religiosas que
aparecen en la Basílica de San Pedro en Roma, está también la magnífica e
impresionante del profeta Elias, con la siguiente inscripción, escrita
por el mismo Papa Benedicto XIIIel 26.6.1725: “Universus Ordo
Carmelitarum Fundatori suo Santo Eliae Prophetae erexit 1725. (La Orden
entera de los Carmelitas, a su Santo Fundador, Elías, Profeta, la erigió
el año 1725″).
El entonces Procurador General de la Orden, Eliseo Monsignani, lleno
de alegría, cursó a los Provinciales esta comunicación: “Ha llegado el
tiempo en que, aun cuando los carmelitas callen, las piedras y los
mármoles hablarán y dirán que el profeta Elías es el Padre y Fundador de
los carmelitas”.
¿De dónde arranca esta paternidad eliana?
El historiador de la primera mitad del siglo XIII,Jaime de Vitry,
dice: “A ejemplo e imitación del santo y solitario varón Elías profeta,
muchos anacoretas se retiraron en el Monte Carmelo…”
En virtud de esta tradición y de esta historia del patriarcado eliano
los carmelitas deben procurar ajustar su vida a la de él. Fue éste el
testamento que según la tradición dejó San Brocardo, Superior General
del Carmelo, a los moradores de aquella Santa Montaña antes de expirar:
“Ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la Bienaventurada Virgen
Maria y de nuestro fundador, el Santo Profeta Elías”.
El ha de ser para nosotros el espejo en el que a diario debemos
miramos, como lo hacia San Antonio. Es lo que afirma el Bto. Juan Soreth
(+1471) en su Exposición de la Regla: “Nosotros somos los Hijos de los
Profetas, no según la carne, sino por la imitación de sus obras. El
Redendor decía a los judíos que se gloriaban de proceder de Abrahán:
“Haced las obras de Abrahán”. Así hoy se debe decir a los carmelitas:
“Haced las obras de Elías”.
Así nos presenta a Elías el libro más importante de la espiritualidad
Carmelitana después de la Regla, la Institución, como ejemplo a imitar.
He aquí un hecho básico e indiscutible: La conciencia moral eliana
del Carmelo, su procedencia eliana en cuanto a la concepción
contemplativa y apostólica de la vida religiosa.
Esto afirmaba el célebre Tomás Waldense, cuando deseaba que fuera
para los carmelitas N. P. 5. Elías “unafuente de vida espiritual, un
ideal que incita a la imitación y estimula al celo por el Dios de los
ejércitos, de modo que, la vida espiritual del Carmelo halle en él,
Elías, su especificación y su inspiración”.
Su espiritualidad y su mensaje
En cuanto precede ya va implícita y explícita su espiritualidad y su
mensaje para el hombre de hoy, que no puede ser más actualísimo.
Todo él se resume en su doble espíritu, que siempre enarboló el Carmelo como fundamento de su espiritualidad:
Este era su lema en doble vertiente:
a) Vida contemplativa, intimidad divina: “Vive el Señor, en cuya presencia yo vivo, yo estoy” (1 Re 17,1).
b) Vida apostólica, celo por la gloria de Dios y la justicia: “Me
abraso de celo por el Señor, Dios de los ejércitos” (1 Re 19,10).
Elías Profeta es el CANTOR incansable del Dios vivo.
Si a este doble espíritu se le añade el amor tierno y filial a MARIA-
a la que según la tradición él viera prefigurada en la célebre
Nubecilla (1 Re 19, 44)- ya está completo el CARISMA DEL CARMELO.
Nos recordaba el papa Juan Pablo IIel 24.9.1983:
“Vuestro carisma hunde sus raíces en el Antiguo Testamento y se
centra en torno a la grandiosa figura del Profeta Elías, el Profeta del
Nuevo testamento.
El fue un hombre de Dios, Maestro testigo de oración. Como hijo del
pueblo, es un ejemplo a seguir por vosotros de cómo tenéis que
preocuparos de las necesidades del prójimo. Ello quiere decir que
vosotros debéis ser hombres de Dios,testigos de la transcendencia
divina, apóstoles de la Divina economía.”
Resumiendo:
Que prediquemos y vivamos al Dios único y verdadero.
Que demos muerte a los muchos ídolos que nos rodean.
Que vivamos siempre en la presencia del Señor.
Que contemplemos a Maria y tratemos de imitarla.
Su oración
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a tu Profeta Elías, nuestro
Padre, vivir en tu presencia y arder por el celo de tu gloria,
concédenos buscar siempre tu rostro y ser en el mundo testigos de tu
amor. Amén.