¡Oh!, San Hilario de Arlés, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, asido a eremítica vida, designado fuisteis
a pesar vuestro, al episcopado. Con vuestras manos trabajasteis,
y, dando increíbles muestras de humildad y pobreza, pues, vestíais
sólo una túnica, ora, en pleno abrazador sol, ora, en el crudo
invierno. A, pie caminabais e igual viajabais por el mundo vuestro,
dado a la oración, los ayunos, las vigilias, y la santa predicación.
La viva misericordia de Dios, enseñasteis a los pecadores e incrédulos
y acogisteis a los huérfanos, dándoles alimento espiritual y material
siempre. Vos, que fuisteis culto y rico, habíais trocado todo ello,
por la eternidad de la vida, abandonando honores y riquezas,
encontrando la luz en el estudio de la Sagrada Escritura. Llegó
el tiempo, como todo en esta vida y, habiendo, con creces cumplido
con Dios, Él, mismo os coronó de luz, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Hilario de Arlés, “amor a la pobreza y predicación diaria”.
y su amado santo, que, asido a eremítica vida, designado fuisteis
a pesar vuestro, al episcopado. Con vuestras manos trabajasteis,
y, dando increíbles muestras de humildad y pobreza, pues, vestíais
sólo una túnica, ora, en pleno abrazador sol, ora, en el crudo
invierno. A, pie caminabais e igual viajabais por el mundo vuestro,
dado a la oración, los ayunos, las vigilias, y la santa predicación.
La viva misericordia de Dios, enseñasteis a los pecadores e incrédulos
y acogisteis a los huérfanos, dándoles alimento espiritual y material
siempre. Vos, que fuisteis culto y rico, habíais trocado todo ello,
por la eternidad de la vida, abandonando honores y riquezas,
encontrando la luz en el estudio de la Sagrada Escritura. Llegó
el tiempo, como todo en esta vida y, habiendo, con creces cumplido
con Dios, Él, mismo os coronó de luz, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Hilario de Arlés, “amor a la pobreza y predicación diaria”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Mayo
San Hilario de Arlés
Obispo
San Hilario de Arlés
Obispo
Martirologio Romano: En Arlés, en la región de Provenza
(Francia), san Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en
Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde
trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en
verano como en invierno y viajando a pie, manifestó a todos su amor por
la pobreza. Entregado a la oración, los ayunos y las vigilias, y
perseverando en una predicación continua, mostró la misericordia de Dios
a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en destinar para la
redención de los cautivos todos los objetos de plata que se conservaban
en la basílica de la ciudad. († 449)
Arzobispo, nacido por el año 401; fallecido el 5 de Mayo del 449.
El lugar preciso de su nacimiento es desconocido. Todo lo que se ha
dicho es que perteneció a una notable familia de la parte Norte de
Galia, de la cual probablemente descendió San Honorato, su predecesor de
la Sede de Arles.
Culto y rico, Hilario había calculado todo para asegurar su éxito en
el mundo, pero abandonó honores y riquezas ante las urgentes demandas de
Honorato, acompañándolo a la hermita de Lerins, que este ultimo había
fundado y dedicándose él mismo bajo la santa obediencia a practicar la
austeridad y el estudio de la Sagrada Escritura.
Mientras tanto Honorato, quién había llegado a Arzobispo de Arles,
estaba a punto de morir. Hilario corrió a su lado y lo asistió en sus
últimos momentos. Estaba Hilario por partir de regreso a Lerins cuando
fue retenido por la fuerza y proclamado arzobispo en lugar de Honorato.
Obligado a ceder a esta coacción, emprendió resueltamente las tareas
de su pesado cargo, y asitió a varios concilios que tuvieron lugar en
Riez, Orange, Vaison y Arles.
Seguidamente empezó entre él y el Papa San Leo la famosa riña que
constituye una de las etapas más curiosas de la historia de la Iglesia
de Gallicia. En una reunion de obispos que presidió en el año 444 y en
la que estuvieron presentes San Euterio de Lyon y St German de Auxerre,
destituyó por incapacidad a un tal Cheldonius.
Este ultimo se apresuró a ir a Roma, tuvo éxito en la intercesión de
su causa ante el Papa y como resultado fue reinstalado en su sede.
Hilario entonces solicitó al Papa San Leo que justificara su acción
sobre el asunto, pero no fue bien recibido por el soberano pontífice y
fue obligado a regresar precipitadamente a Galia.
Después de esto envió a algunos sacerdotes a Roma a explicar su
conducta pero sin ningún buen resultado. Además algunas personas que
estaban hostiles por dicho asunto llevaron varias acusaciones contra él a
la Corte de Roma, por lo cual el Papa excomulgó a Hilario,
transfiriendo las prerrogativas de su sede a Frejus y motivó la
proclamación del Emperador Valentiniano III con el famoso decreto que
liberaba a la Iglesia de Viena de toda dependencia de Arles.
Sin embargo hay razones para creer que una vez terminada la tormenta,
fue restaurada la paz rápidamente entre Hilario y Leo. Estamos lejos de
la época en que ocurrió esta memorable riña y los documentos que pueden
arrojar una luz sobre ella son muy pocos para permitirnos emitir un
juicio definitivo sobre esta causa y sus consecuencias.
Evidentemente existe el hecho que los respectivos derechos de la
Corte de Roma y de la ciudad no estaban suficientemente clarificados en
ese tiempo y que el derecho de apelación al papa, entre otros, no
estaban explícitamente reconocidos. Existe un número de escritos que se
atribuyen a San Hilario, pero están lejos de ser auténticos. Pere
Quesnel los coleccionó todos en un apéndice al trabajo en el que ha
publicado los escritos de San Leo.