22 de Diciembre
La humildad de su esclava Adviento
Lucas 1, 46-56
María sabía bien en quién había puesto su confianza y por eso no se derrumbó en su vida a pesar de las pruebas.
Por: Héctor Bárcenas Gómez, LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 46-56
Y dijo María: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso, desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como había anunciado a nuestros padres en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.” María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Jesús, tú conoces mi corazón mejor que nadie. Sabes cuan débil es mi
fe, pero también conoces mis anhelos de creer y confiar más. Tú dijiste:
«Todo es posible para el que cree» (Mc 9, 23), y por eso te pido como
aquel padre cuando curaste a su hijo: «Creo, pero ayúdame porque tengo
poca fe» (Mc 9, 24). Fe, Señor, eso te pido para iniciar esta oración.
Pongo en tus manos mis más íntimas intenciones, tú las conoces y sabes
qué es lo que necesito. María, ayúdame a creer confiadamente en Él para
poder alegrarme en Dios mi Salvador como tú lo hacías.
Petición
Señor, que en este día sienta mayor necesidad de Ti.
Meditación del Papa Francisco
Lo que nos hace entender en la familia lo que es verdaderamente la
comunicación como descubrimiento y construcción de proximidad es la
capacidad de abrazarse, sostenerse, acompañarse, descifrar las miradas y
los silencios, reír y llorar juntos, entre personas que no se han
elegido y que, sin embargo, son tan importantes las unas para las otras.
Reducir las distancias, saliendo los unos al encuentro de los otros y
acogiéndose, es motivo de gratitud y alegría: del saludo de María y
del salto del niño brota la bendición de Isabel, a la que sigue el
bellísimo canto del Magnificat, en el que María alaba el plan de amor
de Dios sobre ella y su pueblo. De un “sí” pronunciado con fe, surgen
consecuencias que van mucho más allá de nosotros mismos y se expanden
por el mundo.
“Visitar” comporta abrir las puertas, no encerrarse en uno mismo,
salir, ir hacia el otro. También la familia está viva si respira
abriéndose más allá de sí misma, y las familias que hacen esto
pueden comunicar su mensaje de vida y de comunión, pueden dar consuelo y
esperanza a las familias más heridas, y hacer crecer la Iglesia misma,
que es familia de familias.
La familia es, más que ningún otro, el lugar en el que, viviendo
juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos,
los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de
acuerdo. No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la
imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que
aprender a afrontarlos de manera constructiva. (Mensaje del Papa
Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 23 de
enero de 2015).
Reflexión
¡Qué difícil es tener hambre de Dios cuando estamos rodeados de tanto
materialismo y satisfacciones inmediatas; cuando todo nos invita a ser
más egoístas! Nos vamos cerrando a la gracia divina y nos volvemos
orgullosos. Parece ridículo hoy en día tener que depender de un Ser
Supremo. Sin embargo, el cristiano se da cuenta que esta mentalidad del
mundo contemporáneo no tiene fundamentos y se derrumba con las
dificultades de la vida. María sabía bien en quién había puesto su
confianza y por eso no se derrumbó en su vida a pesar de las pruebas.
Siempre supo mantener esa sencillez de corazón y reconocerse pobre,
necesitada de Dios. Cómo resalta ver gente que vive así, como María,
alegres, sencillos y puros de corazón. Ojalá que nuestros corazones no
se ensoberbezcan ni se vuelvan unas murallas de egoísmo a la acción
amorosa de Dios.
Propósito
Agradecerle durante el día a Dios que tenga necesidad de Él: “Gracias, Señor, porque me haces sentir necesidad de Ti”
Diálogo con Cristo
Jesús, es más fácil vivir con la mentalidad del mundo materialista,
olvidado de ti, soberbio, y Tú sabes cuánto me atrae y me dejo llevar
por él. Pero, Señor, no soy feliz así. Mi mayor dicha es estar contigo,
es tener tu paz y tu amor en mi corazón. Ayúdame a ser humilde y
necesitado de Ti, a reconocerme pobre y volverme rico con tu presencia.
No me dejes solo, te necesito.
“Mi dicha es estar cerca de Dios: yo he puesto mi refugio en ti, Señor, para proclamar todas tus acciones” (Salmo 73, 28)