¡Oh!, San Benigno de Todi, vos, sois el hijo del Dios de la Vida y
su amado santo, y que, honor hicisteis al significado de vuestro
nombre: “aquel que actúa con benevolencia”. Cuentan que un fraile,
quiso llevar a su convento vuestra cabeza, que reposaba dentro
de un relicario de plata en el monasterio de benedictinas, pero,
no pudo salir del templo, por no haber podido localizar las puertas,
así, se vio obligado a depositar vuestras reliquias en el sitio
donde estaban. Vos, en vida, os disteis a conocer como un gran
propagador de la fe cristiana; haciéndolo con alegría y con notable
entusiasmo. Y, Ponciano, que os conoce muy bien, os consagra
presbítero para apoyarse en vos, en la propagación de la fe. Los
crueles Maximiano y Diocleciano, están persiguiendo a los creyentes,
pero la grey confortada está, por vos, que con riesgo de vuestra
vida, la hacéis fuerte y valerosa. Socorréis a los confesores
de la fe, presos en las cárceles, visitáis las casas de los débiles
y los buscáis por los campos y estáis cerca de los que torturados
son, acompañándolos hasta su martirio. Y, lleno, del Espíritu Santo,
predicabais imitando a vuestro Maestro, Jesucristo, para intentar
convertir a los paganos idolátricos, animándolos a comprender,
que los ídolos son una falsía y el culto tributado, es ofensa a
Dios. Y, no os importa ya vuestra vida, pues, os sabéis, de la verdad
portador y, conocéis bien que ella no os pertenece. Entonces, vos,
incómodo para los impíos resultasteis y luego, la maldad cuerpo
tomó, y fuisteis apresado y obligado a apostatar, cosa que jamás
lograron, a pesar de los tormentos que soportasteis vos, y vuestro
valiente discípulo, hasta que os logran cortaros vuestra cabeza,
aquella misma que el fraile aquél, quiso llevar a “mejores manos”.
Pero, ¡Qué bien hicisteis vuestra tarea catequética, de mano del
maravilloso Espíritu Santo, que nunca os abandonó. Hoy hacen falta,
muchos sacerdotes en el mundo entero que os imiten, no sólo en la
palabra, sino en la obra. Así, voló vuestra alma al cielo, para
corona de luz recibir como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Benigno de Todi, “vivo amor por la grey del Dios Vivo”.
by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Febrero
San Benigno de Todi
Presbítero y Mártir
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir (s. IV).
Etimología: Benigno = Aquel que actúa con Benevolencia, es de origen latino.
Breve Biografía
Breve Biografía
Dicen que un fraile, en un arrebato de falsa devoción, quiso llevarse
a su convento -eso que se llama robar una cosa sagrada y como agravante
en un sitio también sagrado- la cabeza del santo que reposaba dentro de
un relicario de plata en el monasterio de benedictinas que se llama «De
las Milicias», en Todes. En su intento, y sin saber muy bien lo que
pasaba, no pudo salir del templo por no poder localizar las puertas
hasta poco antes tan expeditas. Así, se vio obligado a depositar la
reliquia de san Benigno en el sitio que le correspondía.
Todes es una de las primeras ciudades evangelizadas de Hungría.
Benigno vive en la segunda mitad del siglo III. Y se ha dado conocer
entre los suyos como un insigne propagador de la fe cristiana; lo hace
con alegría y con notable entusiasmo. El obispo Ponciano conoce su afán
apostólico y está al tanto de la sinceridad de su vida; un día lo
consagra presbítero para apoyarse en él en el cumplimiento obligado de
atender a su grey y de extender la Salvación.
Llegada la persecución de Maximiano y Diocleciano, la comunidad de
creyentes está confortada por la atención espiritual que con riesgo
constante de su vida le presta el buen sacerdote Benigno. Socorre a los
confesores de la fe presos en las cárceles; visita las casas de los
débiles y les busca por los campos que los cobijan para darles aliento; y
se las arregla para estar cerca de los que son torturados, acompañando
hasta donde es posible humanamente a los que se disponen al martirio.
Pasado el peor momento de estupor, se llena de la audacia del
Espíritu Santo y comienza a predicar con fortaleza de Jesucristo. Ahora
lo hace públicamente en el intento de convertir a los paganos que están
en el terrible error de la idolatría. El principal foco de atención de
su discurso es hacerles comprender que los ídolos son una necedad y el
culto que se les tributa supone una verdadera ofensa al único Dios que
merece adoración y puede darles la salvación ofrecida a todos los
hombres sin excepción. Ya no le importa su vida. Se sabe portador de la
verdad y conoce bien que ella no es exclusivamente para él. Sólo Jesús
es el Señor y todos han de servirle.
Lo que era presumible con ese comportamiento se hace realidad. Es
apresado y obligado a apostatar, siendo inútiles los tormentos que tuvo
que soportar el fiel y valiente discípulo. Por fin, muere el 13 de
febrero del año 303 con la cabeza cortada, aquella que el fraile quiso
cambiar de sitio.
La catequesis, es decir, llevar a Cristo a los demás, comporta la
responsabilidad de ser fiel a lo que se propone y ni que decir tiene que
en este contexto la vida humana no es ningún valor absoluto. ¡Qué bien
lo supo hacer san Benigno sin tener que darle vueltas a los textos de
las bibliotecas de las universidades que aún no se habían inventado! Fue
sencillamente el don del Espíritu Santo. Hoy también hacen bastante
falta sacerdotes -no sólo en Hungría- cuidadosos menos de su propia vida
que de la Salvación que ofrecen y ¡obispos que los descubran!