¡Oh!, Santa Salomé, vos, sois la hija del Dios de la vida y
su amada santa, además, madre de los Apóstoles Santiago y
Juan, y, que con María de Cleofás y María Magdalena,
al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro
del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el primer
anuncio de la Resurrección. Vos, fuisteis una de las primeras
cristianas, que os sentisteis fascinada por la revolución
que trajo Cristo al mundo, a la sazón erais esposa del Zebedeo,
marinero conocido de Betsaida, en Israel. Y, algo maravilloso
erais madre de dos de los primeros discípulos que el Señor
eligió para su ministerio: Santiago y Juan. A vos, no os encantaba
admirar a Jesús, y os involucraseis hasta el mismo sepulcro
de Dios de la vida. Lo seguías por todas partes y, además,
prestabais un servicio a todos los seguidores de Nuestro Señor.
Vos, quisisteis que vuestros hijos, estuvieran uno a la derecha y
el otro a la izquierda de Jesús, porque aún no habíais comprendido
la escencia del reino que Él, vino a implantar en la tierra. Vos,
soñabais con un Mesías poderoso, aguerrido y triunfador, pero,
después os disteis cuenta de todo lo contrario. En el día
de la Pasión, vos, estabais al pie mismo de la Cruz, y lo poco
o mucho de dinero que teníais, lo empleasteis con amor
para comprar aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús.
Y, como premio, fuisteis la mujer que quedasteis impresionada
cuando el domingo de Resurrección, encontrasteis vacía
la tumba. Aquella dulce mañana, en que el Dios de la vida
resucitó, tuvisteis la suerte de ver mucho antes que otros que
lo que había dicho el Señor se había cumplido tal y como lo dijo.
¡Oh!, Santa Salomé, “viva fe por la gracia de Nuestro Señor Jesús”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de abril
Santa Salomé
Madre de los Apóstoles Santiago y Juan
Santa del Nuevo Testamento
su amada santa, además, madre de los Apóstoles Santiago y
Juan, y, que con María de Cleofás y María Magdalena,
al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro
del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el primer
anuncio de la Resurrección. Vos, fuisteis una de las primeras
cristianas, que os sentisteis fascinada por la revolución
que trajo Cristo al mundo, a la sazón erais esposa del Zebedeo,
marinero conocido de Betsaida, en Israel. Y, algo maravilloso
erais madre de dos de los primeros discípulos que el Señor
eligió para su ministerio: Santiago y Juan. A vos, no os encantaba
admirar a Jesús, y os involucraseis hasta el mismo sepulcro
de Dios de la vida. Lo seguías por todas partes y, además,
prestabais un servicio a todos los seguidores de Nuestro Señor.
Vos, quisisteis que vuestros hijos, estuvieran uno a la derecha y
el otro a la izquierda de Jesús, porque aún no habíais comprendido
la escencia del reino que Él, vino a implantar en la tierra. Vos,
soñabais con un Mesías poderoso, aguerrido y triunfador, pero,
después os disteis cuenta de todo lo contrario. En el día
de la Pasión, vos, estabais al pie mismo de la Cruz, y lo poco
o mucho de dinero que teníais, lo empleasteis con amor
para comprar aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús.
Y, como premio, fuisteis la mujer que quedasteis impresionada
cuando el domingo de Resurrección, encontrasteis vacía
la tumba. Aquella dulce mañana, en que el Dios de la vida
resucitó, tuvisteis la suerte de ver mucho antes que otros que
lo que había dicho el Señor se había cumplido tal y como lo dijo.
¡Oh!, Santa Salomé, “viva fe por la gracia de Nuestro Señor Jesús”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de abril
Santa Salomé
Madre de los Apóstoles Santiago y Juan
Santa del Nuevo Testamento
Por: P. Felipe Santos |
Martirologio Romano: En Jerusalén, conmemoración de las
santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que junto con María Magdalena,
al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro del Señor para
ungir su cuerpo y allí recibieron el primer anuncio de la Resurrección.
(† s.I)
Etimológicamente: Salomé = Paz, viene de la lengua hebrea
Breve Biografía
Un cristiano que pone su confianza en el hombre, no llega a ningún
puerto con seguridad y mucho menos al corazón de Dios, el primero al que
debemos amar y el primero en el que hay que confiar.
Salomé fue una cristiana de las primeras que se sintió fascinada por
la revolución que trajo Cristo al mundo. Pertenece al siglo I.
Era la esposa del Zebedeo, uno de los marineros más conocidos de Betsaida, Israel.
Era también la madre de dos de los primeros discípulos que el Señor eligió para el ministerio, Santiago y Juan.
Esta mujer no se contentaba con admirar a Jesús simplemente. Se mojó en todo el sentido pleno de la palabra.
Lo seguía por todas partes y, además, prestaba un servicio estimable a todos los seguidores de Cristo el Señor.
Ella, como toda madre, quería que sus dos hijos estuvieran uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús.
No había comprendido todavía nada del reino que Jesús vino a predicar e implantar en la tierra.
Ella soñaba con un Mesías poderosos, aguerrido y triunfador. Después se daría cuenta de todo lo contrario.
En el día de la Pasión, ella estaba al pie mismo de la Cruz.
Igualmente, lo poco que tuviera de dinero, lo empleó para comprar aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús.
Fue también la mujer que se quedó impactada cuando el domingo de Resurrección, al ir a la tumba, la encontró vacía.
En el alba de la preciosa mañana en que Cristo resucitó, tuvo la
suerte de ver mucho antes que otros que lo que había dicho el Señor se
había cumplido tal y como lo dijo.
(http://www.es.catholic.net/op/articulos/35153/salom-santa.html)