¡Oh!, Santa Catalina de Suecia, vos, sois la hija
del Dios de la vida, y, a pesar de casada estar,
en castidad vivisteis para admiración de extraños y
propios. Brígida, vuestra madre, de la revelación os
habló y, que, Dios, le había confiado, fundar la Orden
del Santísimo Salvador, cuyo fin era la de loar al Señor
y a Nuestra Señora, además, las ofensas reparar y
la oración contemplativa, la pasión, la muerte y
la resurrección, vivir como norma, para la salvación
de las almas, conseguir. Y, así, vos, y vuestra
amada madre se sumergieron en oración constante,
mortificación y pobreza, hasta que Dios Padre, os
respondió, obrando maravillosos milagros. Vos,
tuvisteis grandes revelaciones y predicciones
sobrenaturales, por vuestra exquisitez de alma,
que forjasteis con la confesión diaria, durante
veinticinco años, consiguiebdo así, la arrepentida
confesión de impenitentes cerca de la muerte.
Vuestra madre y vos, sois hoy, con justicia
habitantes del cielo, porque Dios, así lo quiso,
y por ello, os premió con coronas de luz eterna,
como premio a vuestra entrega de amor a Cristo;
Santa Patrona de todas las virgenes del orbe;
¡oh!, Santa Catalina de Suecia, “vivo amor por Dios”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Marzo Santa Catalina de Suecia Virgen
Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del
matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta
Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era
frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron
las monjas de Riseberga.
Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con
quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy
positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y
profanas.
Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del
Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima
Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que
recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa
-preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.
Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene
planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija
otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a
determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el
lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación
por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre
la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y
sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de
oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no
conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen
caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen
frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso.
Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra
Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió
el Redentor.
En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da
sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la
iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta
Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina
habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los
pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a
su santa madre.
Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como
si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se
suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde
entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante
veinticinco años con su madre.
Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta
en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la
aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena,
muere el 24 de marzo de 1381.
También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su
muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar
del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es
extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que
los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es
perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de
la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de
otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de
inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de
una posesa.
De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos
de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.
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Hoy, también celebramos a Santa Elba.
(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)