¡Oh!; San Lucio, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, y el primero de los reyes ingleses
que abrazasteis el cristianismo en tiempos de Eleuterio
Papa, gracias a los santos Fugacio y Damián, misioneros
apostólicos, que, la fe de Cristo os hicieron conocer y así,
convirtieron. Además, fue la causa de vuestra conversión
el milagro de la legión, que fulminante la Melitina toda
de cristianos conformada, a vuestro ejército salvó de morir
de sed, atrayendo sobre vosotros una providencial lluvia,
al mismo tiempo que, sobre vuestros enemigos una granizada
y una tormenta de rayos los derrotó. Lograsteis buenas
relaciones con el romano imperio, a quien, el poder debíais
Y, así, os dirigisteis a Roma, para conocer la iglesia del Dios
Vivo y eterno. Más tarde, os encontramos en Coira, donde
os retirasteis al monte y en una cueva, que vuestro nombre
lleva, pues vos, vivisteis retirado del mundanal ruido
antes de ofrendar vuestra santa vida, con vuestro martirio,
luego de estar preso y ser decapitado en la fortaleza
de Martiola. Desde allí, voló vuestra alma al cielo, para
coronada ser con corona de luz, como justo premio a vuestra
entrega de amor, fe y esperanza. Vuestras reliquias en
Augsburgo se conservan, para plena alegría de quienes
intentamos seguiros desde este peregrino valle de lágrimas;
¡oh!, San Lucio, “viva esperanza de Cristo, hecha fe y luz”.
© 2017 Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Abril
San Lucio
Rey
San Lucio es, según una antiquísima tradición, el primero de los
reyes de Inglaterra que abrazó el cristianismo, en tiempos del papa
Eleuterio (170-185). El martirologio romano y el Liber Pontificalis
concuerdan en ello y designan a los santos Fugacio y Damián como los
misioneros apostólicos que llevaron la fe de Cristo a Inglaterra y
convirtieron a Lucio. La versión histórica nos dice que Lucio era el
jefe militar de uno de los pequeños Estados en que estaba dividida
entonces Gran Bretaña.
La tradición señala como causa de su conversión, el milagro de la
legión fulminante, la misma que relata que la legión Melitina, en tiempo
de Marco Aurelio, compuesta toda ella de cristianos, en su expedición
contra los sármatas salvó al ejército de morir de sed, atrayendo sobre
ellos una lluvia providencial, al tiempo que caía sobre los enemigos una
granizada y una tormenta de rayos que los derrotó.
Aprovechando Lucio las relaciones políticas con el imperio romano, al
que debía su familia el poder, se dirigió a Roma para conocer la
floreciente iglesia cristiana de la capital. Vuelve la tradición a
completar su vida,situándolo en Coira (Suiza), donde hay un monte y una
cueva dedicados a su nombre porque se cree que allí vivió retirado algún
tiempo. Su vida terminó con el martirio: fue preso y decapitado en la
fortaleza de Martiola. Sus reliquias se conservan en Augsburgo.