¡Oh!, San Juan I Papa; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, el que, a los arrianos
herejes fustigasteis con la verdad de la fe, que,
habita solo, en Nuestra Santa Madre Iglesia. Y,
luego, aquellos, con vuestras palabras temblaron,
como sopla el viento en plena tempestad. Y, desde
el día aquél, no fueron nunca más. Y, Teodorico,
reyezuelo, montado en ira, cobró venganza con vos,
haciéndoos encarcelar y luego recibir malos tratos.
En plena prisión, os encomendabais a Dios, y Aquél
que todo lo ve, os premió coronándoos con corona
de luz eterna, que hoy lucís, como justo premio a
vuestra entrega grande e incréible de amor y fe. Y,
Teodorico, el reyezuelo aquél, que os envió a la
muerte, os veía hasta en los pescados que le servían,
porque, cometió con vos, y Boecio y Símaco, vuestros
dos grandes consejeros, un martirio cruel e inmerecido.
Así, de esa manera voló vuestra alma al cielo, para
coronada ser, con corona de luz, como justo premio
a vuestra entrega de amor y fe.¡Aeluya! ¡Aleluya!
¡Oh!, San Juan I, “vivo amor por el Dios de la Vida”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Jueves 18
San Juan I
Papa y mártir
(año 526)
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En
Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los
arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó
cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que
los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los
arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y
contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al
Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador
Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan
no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo
comprendió la gente de esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa
Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron
presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el
emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos,
no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a
Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan
crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo
murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes
consejeros, Boecio y Símaco.
Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande
remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante
lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_I_5_18.htm)