¡Oh!, San Chárbel Makhluf, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Solitario de Dios y, llamado
el “Taumaturgo del Líbano”, amante de la Eucaristía y
de Nuestra Señora erais. Buscabais en la soledad, elevaros
a la perfección del espíritu en el pleno desierto, a Dios
sirviendo en todo instante, de día y de noche, con amor y
austeridad viviendo, ayunando y orando. Vuestra santa y
amada madre os dijo de manera premonitoria: “Si no fueras
a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora
sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor
al estar separada de ti, le digo resignada: ¡Que Dios te
bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…! Y, así, tal
como os dijo, un día, despertó en vos, la vocación por
la vida eremítica y os fuisteis a vivir en soledad, retirándoos
a la famosa ermita de San Pedro y San Pablo, bautizada
así, en honor de los pilares de nuestra Iglesia, en la cima
de la montaña, la misma que os prodigó con el tiempo, la Luz,
de Cristo, por el ejercicio de la oración y de las mortificaciones
constantes. Dormíais sobre el suelo y comíais una sola vez
al día. Al mediodía la Santa Misa oficiabais y dabais así,
gracias a Dios, la tarde entera. Vuestra alma, un día, al cielo
voló, mientras celebrabais la Santa Misa, y coronada fue de luz,
como premio justo a vuestra grande entrega de amor y fe,
Santo Patrono de todos los que sufren en cuerpo y alma;
¡oh!, San Chárbel Makhlouf, “vivo amor por Dios y la soledad”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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de la Vida y su amado santo. Solitario de Dios y, llamado
el “Taumaturgo del Líbano”, amante de la Eucaristía y
de Nuestra Señora erais. Buscabais en la soledad, elevaros
a la perfección del espíritu en el pleno desierto, a Dios
sirviendo en todo instante, de día y de noche, con amor y
austeridad viviendo, ayunando y orando. Vuestra santa y
amada madre os dijo de manera premonitoria: “Si no fueras
a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora
sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor
al estar separada de ti, le digo resignada: ¡Que Dios te
bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…! Y, así, tal
como os dijo, un día, despertó en vos, la vocación por
la vida eremítica y os fuisteis a vivir en soledad, retirándoos
a la famosa ermita de San Pedro y San Pablo, bautizada
así, en honor de los pilares de nuestra Iglesia, en la cima
de la montaña, la misma que os prodigó con el tiempo, la Luz,
de Cristo, por el ejercicio de la oración y de las mortificaciones
constantes. Dormíais sobre el suelo y comíais una sola vez
al día. Al mediodía la Santa Misa oficiabais y dabais así,
gracias a Dios, la tarde entera. Vuestra alma, un día, al cielo
voló, mientras celebrabais la Santa Misa, y coronada fue de luz,
como premio justo a vuestra grande entrega de amor y fe,
Santo Patrono de todos los que sufren en cuerpo y alma;
¡oh!, San Chárbel Makhlouf, “vivo amor por Dios y la soledad”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Julio
Santo Chárbel Makhlouf
Solitario de Dios y Taumaturgo del Líbano
Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima
Martirologio Romano: San Sarbelio (José,
Charbel) Makhlouf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses,
que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó
el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que
sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y
orando (1898).
Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828 en un pequeño poblado del
Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de Antonio Makhlouf y
Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de sus tíos
maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya que distaba una hora de
camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba
con ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones
y cantos y escuchando sus sabios consejos.
Tenía veintitrés años cuando dejó casa y familia para entrar al
monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden maronita libanesa.
Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de Chárbel,
nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año 107
bajo el imperio de Trajano.
Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron
inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que
regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su
hijo, le dijo: “Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a
casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor
al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo
mío, y que haga de ti un santo…!”.
Desde joven había desarrollado una intensa vida interior y de oración
que durante sus años de monje había madurado. Pronto se despertó en él
la vocación por la vida eremítica que, de acuerdo con la tradición
cristiana, se debe hacer viviendo en soledad. Se retiró a la ermita de
San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía
sólo dos habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo.
Comenzó esta vida más austera en el año 1875 y la llevó durante
veintitrés años. Se ejercitaba en diversas mortificaciones y en la
oración continua; dormía sobre el suelo y comía una sola vez al día.
Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal forma que
pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde dando
gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para
atender alguna necesidad pastoral.
El 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once
de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento
de la consagración.
Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio de San
Maron, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue
canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=4852)