Día litúrgico: Domingo XIX (B) del tiempo ordinario Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 6,41-51): En
aquel tiempo, los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: «Yo soy
el pan que ha bajado del cielo». Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de
José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado
del cielo?». Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. Nadie
puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le
resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: ‘Serán todos
enseñados por Dios’. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de
Dios, ése ha visto al Padre.
»En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida
eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el
desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien
lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de
este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne
por la vida del mundo».
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«Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae»
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Hoy, el Evangelio presenta el desconcierto en el que los
connacionales de Jesús vivían en su presencia: «¿No es éste Jesús, hijo
de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He
bajado del cielo?» (Jn 6,42). La vida de Jesús entre los suyos había
sido tan normal que, el comenzar la proclamación del Reino, quienes le
conocían se escandalizaban de lo que entonces les decía.
¿De qué Padre les hablaba Jesús, que nadie había visto? ¿Quién era
este pan bajado del cielo que quienes lo comen vivirán para siempre? Él
negaba que fuera el maná del desierto porque, quienes lo comieran,
morirían. «El pan que yo (…) voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo» (Jn 6,51). ¿Su carne podía ser un alimento para nosotros? El
desconcierto que sembraba Jesús entre los judíos podía extenderse entre
nosotros si no respondemos a una pregunta central para nuestra vida
cristiana: ¿Quién es Jesús?
Muchos hombres y mujeres antes que nosotros se han hecho esta
pregunta, la han respondido personalmente, han ido a Jesús, lo han
seguido y ahora gozan de una vida sin fin y llena de amor. Y a los que
vayan a Jesús, Él los resucitará el último día (cf. Jn 6,44). Juan
Casiano exhortaba a sus monjes diciéndoles: «‘Acercaos a Dios, y Dios se
acercará a vosotros’, porque ‘nadie puede ir a Jesús si el Padre que lo
ha enviado no lo atrae’ (…). En el Evangelio escuchamos al Señor que
nos invita para que vayamos hacia Él: ‘Venid a mi todos los que estáis
cansados y agobiados, y yo os haré reposar’». Acojamos la Palabra del
Evangelio que nos acerca a Jesús cada día; acojamos la invitación del
mismo Evangelio a entrar en comunión con Él comiendo su carne, porque
«éste es el verdadero alimento, la carne de Cristo, el cual, siendo la
Palabra, se ha hecho carne para nosotros» (Orígenes).
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-08-12)