Día litúrgico: Domingo VII (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): " En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la
túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo
reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros
igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también
los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo
hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro
tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito
tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo
correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y
prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y
seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los
perversos. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y
no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y
seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada,
remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con
la medida con que midáis se os medirá".
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«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»
Rev. D. Josep Miquel BOMBARDÓ (Sabadell, Barcelona, España)
Hoy escuchamos unas palabras del Señor que nos invitan a vivir la
caridad con plenitud, como Él lo hizo («Padre, perdónales porque no
saben lo que hacen»: Lc 23,34). Éste ha sido el estilo de nuestros
hermanos que nos han precedido en la gloria del cielo, el estilo de los
santos. Han procurado vivir la caridad con la perfección del amor,
siguiendo el consejo de Jesucristo: «Sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
La caridad nos lleva a amar, en primer lugar, a quienes nos aman, ya
que no es posible vivir en plenitud lo que leemos en el Evangelio si no
amamos de verdad a nuestros hermanos, a quienes tenemos al lado. Pero,
acto seguido, el nuevo mandamiento de Cristo nos hace ascender en la
perfección de la caridad, y nos anima a abrir los brazos a todos los
hombres, también a aquellos que no son de los nuestros, o que nos
quieren ofender o herir de cualquier manera. Jesús nos pide un corazón
como el suyo, como el del Padre: «Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo» (Lc 6,36), que no tiene fronteras y recibe a todos, que nos
lleva a perdonar y a rezar por nuestros enemigos.
Ahora bien, como se afirma en el Catecismo de la Iglesia, «observar
el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera
el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo
del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro
Dios». El Beato Newman escribía: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu
fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida.
Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea
irradiación de la tuya (…). Que cada alma, con la que me encuentre,
pueda sentir tu presencia en mi. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí».
Amaremos, perdonaremos, abrazaremos a los otros sólo si nuestro corazón es engrandecido por el amor a Cristo.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-02-24)