¡Oh!, Santa Flavia Domitila, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y mártir, y que, acusada
fuisteis de renegado haber, de los dioses paganos
y preferido a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, por
ello, martirio cruel recibisteis junto a vuestro marido,
siendo vos, desterrada a la isla Ponza, a pesar de vuestra
alcurnia noble. Así, vos, demostrasteis, con coraje
y valor, que elegir a Jesús, como fuente de vida y de “vida
abundante”, fue, es y será por siempre la mejor elección.
Vuestro apostolado increíble, siempre de amor lleno,
proclamó en forma clara y abundante, la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio. Vos, no solo con vuestra
virtuosa vida, os contagiasteis de vuestro fervor por Cristo,
sino que, lo hicisteis con vuestras dos vírgenes sirvientas,
que, pronto convertidas; vivas terminaron quemadas, por
razón de su fe y la delación de paganos impíos. Vuestros
verdugos, os quitaron sí, vuestra terrena vida, pero jamás
imginaron que al hacerlo, os daban una eterna, para vivir
hoy, toda coronada de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, Santa Flavia Domitila, “vivo martirio por amor a Cristo”. _
de la vida, su amada santa y mártir, y que, acusada
fuisteis de renegado haber, de los dioses paganos
y preferido a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, por
ello, martirio cruel recibisteis junto a vuestro marido,
siendo vos, desterrada a la isla Ponza, a pesar de vuestra
alcurnia noble. Así, vos, demostrasteis, con coraje
y valor, que elegir a Jesús, como fuente de vida y de “vida
abundante”, fue, es y será por siempre la mejor elección.
Vuestro apostolado increíble, siempre de amor lleno,
proclamó en forma clara y abundante, la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio. Vos, no solo con vuestra
virtuosa vida, os contagiasteis de vuestro fervor por Cristo,
sino que, lo hicisteis con vuestras dos vírgenes sirvientas,
que, pronto convertidas; vivas terminaron quemadas, por
razón de su fe y la delación de paganos impíos. Vuestros
verdugos, os quitaron sí, vuestra terrena vida, pero jamás
imginaron que al hacerlo, os daban una eterna, para vivir
hoy, toda coronada de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, Santa Flavia Domitila, “vivo martirio por amor a Cristo”. _
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Santa Flavia Domitila
Mártir
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).
Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino.
El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está
casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el
año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no
tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de
los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para
que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero
no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta
persecución.
No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma
entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos
ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y
Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y
cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las
cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el
gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en
todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y
Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con
acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta
fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre
entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que
proporciona la historia bien documentada.
Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la
leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia
novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de
Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el
mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más
probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia
Domitila, desdoblada.
Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la
que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la
más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de
un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo,
terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad
rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del
joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la
destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir
al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay
enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos
que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra.
La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de
pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía
del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo
también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos
resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla
abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio.
El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la
atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por
parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y
el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la
vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente. La
vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar,
sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del
relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su
ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas
en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=538)