¡Oh!, San Ramón Nonato; vos, sois el hijo del Dios de la vida
y, su amado santo, y, a pesar de que vuestro nombre significa:
“no-nacido”, obró Dios, para asombro de la gente de aquellos
tiempos, y claro, del nuestro también. Muerta vuestra madre,
vos, extraído fuiste de su santo vientre, y sin los cuidados
y el amor de una madre; amor y devoción por Nuestra Señora
mostrasteis, en la ermita de san Nicolás. Fiel amigo de San
Pedro Nolasco, quien os contagió la viva idea de “abandonar
el mundo” y entrar al clero, conjuntamente con María misma,
que os pidió, que ingreséis en la Orden de la Merced, y así
fue, haciendo el cuarto voto mercedario, que es la redención
de los cautivos y servir de rehén. En el norte del África
predicasteis, y, allí mismo brindasteis consuelo, curasteis,
y disteis paciencia y fortaleza a los cautivos de los piratas
berberiscos. Vos, mismo, soportasteis la cárcel y la tortura,
pues, vuestra boca cerrada fue, con candado para impediros
vuestra predicación santa. Por vuestros méritos y virtuosa
vida, Cardenal os nombraron, pero Dios Padre, os llamó
de este mundo, para coronaros con corona de luz, como justo
premio, de vuestro amor. Más tarde, una mula ciega, “decidió”
entre los hermanos mercedarios y los nobles señores de Cardona,
dónde vuestros restos descansarían. ¡Y, milagro de milagros!,
paró ante la ermita de San Nicolás de Portell. ¡Aleluya!
Santo Patrono de todas las parturientas de la tierra;
¡Oh!, San Ramón Nonato, “vivo amor por los cautivos de Dios”.
© 2019 Luis Ernesto Chacón Delgado
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y, su amado santo, y, a pesar de que vuestro nombre significa:
“no-nacido”, obró Dios, para asombro de la gente de aquellos
tiempos, y claro, del nuestro también. Muerta vuestra madre,
vos, extraído fuiste de su santo vientre, y sin los cuidados
y el amor de una madre; amor y devoción por Nuestra Señora
mostrasteis, en la ermita de san Nicolás. Fiel amigo de San
Pedro Nolasco, quien os contagió la viva idea de “abandonar
el mundo” y entrar al clero, conjuntamente con María misma,
que os pidió, que ingreséis en la Orden de la Merced, y así
fue, haciendo el cuarto voto mercedario, que es la redención
de los cautivos y servir de rehén. En el norte del África
predicasteis, y, allí mismo brindasteis consuelo, curasteis,
y disteis paciencia y fortaleza a los cautivos de los piratas
berberiscos. Vos, mismo, soportasteis la cárcel y la tortura,
pues, vuestra boca cerrada fue, con candado para impediros
vuestra predicación santa. Por vuestros méritos y virtuosa
vida, Cardenal os nombraron, pero Dios Padre, os llamó
de este mundo, para coronaros con corona de luz, como justo
premio, de vuestro amor. Más tarde, una mula ciega, “decidió”
entre los hermanos mercedarios y los nobles señores de Cardona,
dónde vuestros restos descansarían. ¡Y, milagro de milagros!,
paró ante la ermita de San Nicolás de Portell. ¡Aleluya!
Santo Patrono de todas las parturientas de la tierra;
¡Oh!, San Ramón Nonato, “vivo amor por los cautivos de Dios”.
© 2019 Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de agosto
San Ramón Nonato
Cardenal
Patrón de las parturientas
Martirologio Romano: En Cardona, de Cataluña, san Ramón
Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la
Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición
que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los
cautivos (c. 1240).
Fecha de canonización: Fue canonizado en 1657 por el Papa Alajandro VII
Nació en los mismos comienzos del siglo XIII. Su nombre deja
boquiabierto a quien lo oye o lo lee por primera vez. Nonnato -Nonato
por más breve- sugiere a un santo sólo potencial; como si la palabra
fuera un slogan publicitario que estuviera invitando a quien lo lee o
escucha a que se decidiera a iniciar una programa que acabara con la
santidad del guión preestablecido. De hecho, significa no-nacido.
¿Pretenderá decir el extraño nombre que, por no haber nacido todavía el
santo que rellene el expediente completo de sus cualidades y virtudes,
está como esperando la Iglesia a que haya uno que se decida de una vez a
reproducirlas? Eso sería, lógicamente, confundir la santidad como algo
que brota de la voluntad y decisión humana, cuando ella es en verdad el
resultado de la acción del Espíritu Santo con quien se coopera
libremente. Sería sencillamente pelagianismo.
El calificativo -que ha pasado ya a ser nombre- le viene a Ramón por
el hecho de haber sido sacado del claustro materno, por medio de una
intervención quirúrgica, cuando ya había muerto su madre. Por eso no
nació como nacen normalmente los niños, lo extrajeron. Fue en Portell,
en Lérida, cuando se iniciaba el siglo XIII.
La buena y alta situación de su padre le posibilitó crecer en buen
ambiente y formación, aunque sin el cariño y los cuidados de una madre.
Cuentan de su primera juventud la devoción especialísima a la santísima
Virgen que le llevaba con frecuencia a visitar la ermita de san Nicolás
donde pasaba ratos mientras sus rebaños pastaban. Luego su padre quiso
irlo incorporando poco a poco a las tareas de administración de sus
posesiones y esa fue la razón por la que se le encuentra en Barcelona en
el intento de aprender letras y números. Allí tuvo ocasión de trabar
amistad con Pedro Nolasco -que por aquel entonces era comerciante- y de
compartir mutuamente los deseos de fidelidad a la fe cristiana vivida
con radicalidad, llegando incluso a considerar la posibilidad de entrar
en el estado clerical.
Como el padre disfruta de un gran sentido práctico, lo reincorpora al
terruño de Portell y le encarga la explotación de varias de sus fincas.
Pero, sigue diciendo la antigua crónica, que la misma Virgen María le
comunica su deseo de que ingrese en la recién fundada Orden de la Merced
y allí está de nuevo en Barcelona puesto a disposición completa en las
manos de su antes amigo Pedro Nolasco.
Noviciado, profesión, ordenación sacerdotal y ministerio en el
hospital de santa Eulalia se suceden con la normalidad propia de quien
tiene prisa para cumplir el cuarto voto mercedario consistente en
redimir a los cautivos y servir de rehén en su lugar si procede.
En el norte del continente negro predica, consuela, cura, fortalece,
atiende y transmite paciencia a los cautivos de los piratas berberiscos;
comprende bien su situación y se hace cargo de que están rodeados de
todos los peligros para su fe. Incluso él mismo tuvo que soportar cárcel
y la tortura de que sellaran sus labios por ocho meses con un candado
para impedirle la predicación.
A su vuelta a España entre el clamor de las multitudes, lo nombra
Cardenal de la Iglesia el papa Gregorio IX, reconociendo sus méritos y
virtud de la caridad practicada de modo heroico; pero no le dio tiempo a
llegar a Roma por morir, antes de cumplir los cuarenta años, cuando se
disponía a hacerlo.
Por el empeño de hacerse cargo de su cuerpo tanto los frailes
mercedarios como los nobles señores de Cardona, decidieron de común
acuerdo darle sepultura allá donde lo decidiera una mula ciega que lo
llevó a lomos hasta que quiso pararse ante la ermita de San Nicolás, de
Portell.
Desaparecieron las reliquias, irrecuperables ya para la veneración, en el año 1936.
Lo que no ha sido relegado al olvido por sus paisanos es la figura
del santo y su acción caritativa. Esa devoción secular que se refleja
incluso en las fiestas y en el folklore. No digamos nada sobre la
devoción que le profean todas las parturientas que lo tienen como
especial patrón para su trance.
Se divulgó por el mundo la pintura que lo muestra con la Custodia en
la mano derecha expresando así la fuente de su caridad con los hombres.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=715)