¡Oh!, San Atanasio, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo, y el que disteis honor a vuestro nombre
que significa: “inmortal”. Por un tiempo os retirasteis
para llevar una vida solitaria y luego, os dedicasteis a servir
a Dios. En aquél tiempo vivía Arrio, clérigo de Alejandría,
que, a los fieles confundía con su herejía, de que “Cristo
no era Dios por naturaleza”. Por ello, se celebró un concilio
en Nicea, cuando vos, erais diácono y, acompañando a Alejandro,
obispo de Alejandría, refutasteis con vuestra doctrina
y valor, tal herejía, y al mismo tiempo defendisteis la verdad
católica. Cinco meses después de terminado el concilio
y la condenación a Arrio, murió san Alejandro, y a vos, os
eleigieron como patriarca de Alejandría y los arrianos
con más furia os persiguieron, siendo desterrado por cinco
veces y cuando la autoridad civil quiso obligaros a que, a Arrio
recibierais, rechazasteis tal propuesta y jamás lo hicisteis
a pesar de que Constantino, emperador os desterró a Tréveris,
donde permanecisteis hasta su muerte, en que volvisteis
a Alejandría, y proseguisteis la lucha contra los arrianos
y por vez segunda, os desterraron, apareciendo en Roma.
Escapaste del arresto de los arrianos, y, claro, os salvó
la divina Providencia, refugiándoos con los anacoretas, hasta
que volvisteis a vuestra sede episcopal, huyendo a los cuatro
meses y después de un cuarto retorno, os obligaron a huir
por quinta vez, para al fin, vivir en paz en vuestra sede.
Vos, escribisteis numerosas obras a favor de nuestra santa
madre Iglesia y en especial de Cristo, Dios y Señor Nuestro
que os encumbraron y motivaron vuestro título de doctor.
Más tarde, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡Defensor de la Encarnación de Cristo, Dios y Señor Nuestro!;
¡Oh! San Atanasio, “vivo látigo de fe contra los arrianos”.
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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su amado santo, y el que disteis honor a vuestro nombre
que significa: “inmortal”. Por un tiempo os retirasteis
para llevar una vida solitaria y luego, os dedicasteis a servir
a Dios. En aquél tiempo vivía Arrio, clérigo de Alejandría,
que, a los fieles confundía con su herejía, de que “Cristo
no era Dios por naturaleza”. Por ello, se celebró un concilio
en Nicea, cuando vos, erais diácono y, acompañando a Alejandro,
obispo de Alejandría, refutasteis con vuestra doctrina
y valor, tal herejía, y al mismo tiempo defendisteis la verdad
católica. Cinco meses después de terminado el concilio
y la condenación a Arrio, murió san Alejandro, y a vos, os
eleigieron como patriarca de Alejandría y los arrianos
con más furia os persiguieron, siendo desterrado por cinco
veces y cuando la autoridad civil quiso obligaros a que, a Arrio
recibierais, rechazasteis tal propuesta y jamás lo hicisteis
a pesar de que Constantino, emperador os desterró a Tréveris,
donde permanecisteis hasta su muerte, en que volvisteis
a Alejandría, y proseguisteis la lucha contra los arrianos
y por vez segunda, os desterraron, apareciendo en Roma.
Escapaste del arresto de los arrianos, y, claro, os salvó
la divina Providencia, refugiándoos con los anacoretas, hasta
que volvisteis a vuestra sede episcopal, huyendo a los cuatro
meses y después de un cuarto retorno, os obligaron a huir
por quinta vez, para al fin, vivir en paz en vuestra sede.
Vos, escribisteis numerosas obras a favor de nuestra santa
madre Iglesia y en especial de Cristo, Dios y Señor Nuestro
que os encumbraron y motivaron vuestro título de doctor.
Más tarde, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡Defensor de la Encarnación de Cristo, Dios y Señor Nuestro!;
¡Oh! San Atanasio, “vivo látigo de fe contra los arrianos”.
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Mayo
San Atanasio
Doctor de la Iglesia
Atanasio, nombre que significa “inmortal”, nació en Egipto, en la ciudad de Alejandría, en el año 295. Llegado a la adolescencia, estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a un yermo para llevar una vida solitaria y allí hizo amistad con los ermitaños del desierto; cuando volvió a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios.
Era la época en que Arrio, clérigo de Alejandría, confundía a los
fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por
naturaleza. Para considerar esta cuestión se celebró un concilio (el
primero de los ecuménicos) en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio,
que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo
de Alejandría, y con su doctrina, ingenio y valor sostuvo la verdad
católica y refutó a los herejes y al mismo Arrio en las disputas que
tuvo con él.
Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de
Arrio, murió san Alejandro, y Atanasio fue elegido patriarca de
Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos
los medios para echarlo de la ciudad e incluso de Oriente.
Fue desterrado cinco veces y cuando la autoridad civil quiso
obligarlo a que recibiera de nuevo en el seno de la Iglesia a Arrio,
excomulgado por el concilio de Nicea y pertinaz a la herejía, Atanasio,
cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en
su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo
desterró a Tréveris.
Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los
cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo
de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los
arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender el camino del
destierro que lo condujo a Roma.
Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la
satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina
católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron
un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y
refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis
años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede
episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de
un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta
vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.
San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Falleció el 2
de mayo del año 373. Escribió numerosas obras, muy estimadas, por las
cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Fiesta de María Reparadora.
Santos: Félix, Flaminia, Saturnino, Germán, Celestino, Exuperio,
Ciriaco, Teódulo, Florencio, Eugenio, Longinos, Zoe, mártires; Antonino
Pierozzi, confesor; Daniel, monje.