Texto del Evangelio (Lc 23,35-43):En aquel
tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros salvó;
que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También
los soldados se burlaban de Él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le
decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de
él una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos».
Uno de los
malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate
a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no
temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón,
porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada
malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu
Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el
Paraíso».
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«Éste es el Rey de los judíos» Rev. D. Joan GUITERAS i Vilanova (Barcelona, España)
Hoy, el Evangelio nos hace elevar los ojos hacia la cruz donde Cristo
agoniza en el Calvario. Ahí vemos al Buen Pastor que da la vida por las
ovejas. Y, encima de todo hay un letrero en el que se lee: «Éste es el
Rey de los judíos» (Lc 23,38). Este que sufre horrorosamente y que está
tan desfigurado en su rostro, ¿es el Rey? ¿Es posible? Lo comprende
perfectamente el buen ladrón, uno de los dos ajusticiados a un lado y
otro de Jesús. Le dice con fe suplicante: «Jesús, acuérdate de mí cuando
vengas con tu Reino» (Lc 23,42). La respuesta de Jesús es consoladora y
cierta: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
Sí,
confesemos que Jesús es Rey. “Rey” con mayúscula. Nadie estará nunca a
la altura de su realeza. El Reino de Jesús no es de este mundo. Es un
Reino en el que se entra por la conversión cristiana. Un Reino de verdad
y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y
de paz. Un Reino que sale de la Sangre y el agua que brotaron del
costado de Jesucristo.
El Reino de Dios fue un tema primordial en
la predicación del Señor. No cesaba de invitar a todos a entrar en él.
Un día, en el Sermón de la montaña, proclamó bienaventurados a los
pobres en el espíritu, porque ellos son los que poseerán el Reino.
Orígenes,
comentando la sentencia de Jesús «El Reino de Dios ya está entre
vosotros» (Lc 17,21), explica que quien suplica que el Reino de Dios
venga, lo pide rectamente de aquel Reino de Dios que tiene dentro de él,
para que nazca, fructifique y madure. Añade que «el Reino de Dios que
hay dentro de nosotros, si avanzamos continuamente, llegará a su
plenitud cuando se haya cumplido aquello que dice el Apóstol: que
Cristo, una vez sometidos quienes le son enemigos, pondrá el Reino en
manos de Dios el Padre, y así Dios será todo en todos». El escritor
exhorta a que digamos siempre «Sea santificado tu nombre, venga a
nosotros tu Reino».
Vivamos ya ahora el Reino con la santidad, y demos testimonio de él con la caridad que autentifica a la fe y a la esperanza.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Entre los hombres, a la confesión sigue el castigo; ante Dios, en cambio, a la confesión sigue la salvación» (San Juan Crisóstomo)
- «La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza. El Señor siempre da más, es tan generoso, da siempre más de lo que se le pide: le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino» (Francisco)
- «(…) La parábola del pobre Lázaro y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23,43) (…) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16,26) que puede ser diferente para unos y para otros» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.021)