sois los hijos del Dios de la Vida, sus mártires
y amados santos, que sucumbieron frente al fuerte
anticlericalismo. En medio de incendios de templos
en Madrid, Valencia, Málaga y otras ciudades, sin
que el Gobierno hiciera nada para impedirlos y sin
buscar a los responsables para juzgarles según la
ley. El Gobierno os dio las espaldas, sin siquiera
hacer reparaciones materiales ni morales, pero la
Iglesia respondió con sabiduría, mostrando respeto
y espíritu de colaboración por el bien de España.
El Papa Pío XI y los obispos mostraron el camino
por recorrer por todos nuestro hermanos católicos.
El mal tomó cuerpo y fue suprimida 1a Compañía de
Jesús y expulsados los jesuitas. En Asturias, muchos
sacerdotes y religiosos, entre ellos los diez Mártires
de Turón, ofrendaron sus vidas, que más tarde el Dios
Vivo y eterno, los trajo para sí, canonizándolos.
Vosotros, sacerdotes, religiosos y seglares donasteis
vuestras vidas por Dios y el pueblo os llamó mártires
con justa razón porque no tuvisteis implicación
política alguma, y tampoco hicisteis guerra contra
nadie, fuisteis sí, mártires de la fe. Hoy os veneramos
en los altares como mártires de la fe cristiana,
porque la Iglesia os ha reconocido oficialmente que
entregasteis vuestras vidas por el Dios Vivo, durante
la persecución religiosa. No sois caídos en guerra,
porque no fuisteis a la guerra ni la hicisteis contra
nadie, todos vosotros erais personas pacíficas, que
trabajabais en vuestros pueblos y parroquias; tampoco
fuisteis víctimas de la represión política, porque
vuestras muertes no fueron de carácter político
o ideológico, sino principalmente religioso: porque
erais sacerdotes, religiosos y seglares católicos
practicantes, comprometidos con la Iglesia en la
evangelización, defensa y promoción de la fe cristiana.
¡Oh! Mártires Vivos de la Guerra Civil Española".
© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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233 Mártires de la Guerra Civil Española
La II República española, proclamada el 14 de abril de 1931, llegó impregnada de fuerte anticlericalismo. Apenas un mes más tarde se produjeron incendios de templos en Madrid, Valencia, Málaga y otras ciudades, sin que el Gobierno hiciera nada para impedirlos y sin buscar a los responsables para juzgarles según la ley. Los daño fueron inmensos, pero el Gobierno no los reparó ni material ni moralmente, por lo que fue acusado de connivencia.
La Iglesia había acatado a la República no sólo con respeto sino también con espíritu de colaboración por el bien de España. Estas fueron las instrucciones que el Papa Pío XI y los obispos dieron a los católicos. Pero las leyes sectarias crecieron día por día. En este contexto fue suprimida 1a Compañía de Jesús y expulsados los jesuitas.
Durante la revolución comunista de Asturias (octubre de 1934) derramaron su sangre muchos sacerdotes y religiosos, entre ellos le diez Mártires de Turón (9 Hermanos de las Escuelas Cristianas y un Pasionista, canonizados el 21 de noviembre de 1999).
A los sacerdotes, religiosos y seglares que entregaron sus vidas por Dios el pueblo comenzó a llamarles mártires porque no tuvieron ninguna implicación política ni hicieron la guerra contra nadie. Por ello, no se les puede considerar caídos en acciones bélicas, ni víctimas de la represión ideológica, que se dio en las dos zonas, sino mártires de la fe.
Los mártires que beatificó el Santo Padre Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001, demuestran la unidad y diversidad eclesial y esta celebración resulta pastoralmente significativa, porque ve unidos en un único rito a muchos mártires de una misma arquidiócesis y tiene las siguientes características:
– la representatividad eclesial del grupo de mártires, pues hay sacerdotes, religiosos y seglares, que son expresión de los numerosos carismas y familias de vida consagrada;
– la representatividad de la Iglesia en España porque este grupo representa 37 diócesis. Todos ellos se encontraban en Valencia desarrollando sus respectivos ministerios y actividades apostólicas y algunos de ellos han sido unidos en el proceso por competencia, en base a la normativa canónica vigente;
– el elevado número de sacerdotes seculares y de seglares, pues es la primera vez que son beatificados 40 miembros de los presbíteros diocesanos de Valencia (37) y Zaragoza (3), así como 22 mujeres y 20 hombres y jóvenes, miembros de la entonces floreciente Acción Católica Española y de otras asociaciones de apostolado seglar, de todas las edades, profesiones y estado social;
– el actual contexto pastoral favorable, que ha despertado interés en las diócesis españolas hacia esta página gloriosa de la reciente historia. Ésta había quedado un tanto olvidada, pero testimonia la fe y la fidelidad de la Iglesia en España y, más en concreto, en Valencia que tuvo sus orígenes a principios del siglo IV en el martirio diácono Vicente. El desarrollo de los procesos, las correspondientes catequesis y la fama martirio han llevado a las comunidades, cristianas a un mayor interés y devoción hacia los mártires.
El clima espiritual favorable creado por el Gran Jubileo del 2000 ha permitido que, concluido el largo proceso canónico, pudiera celebrarse esta beatificación el 11 de marzo de 2001, como primer fruto espiritual del Año Santo apenas terminado.
Estos mártires fueron los primeros beatos del Tercer Milenio.
Hoy los veneramos en los altares como mártires de la fe cristiana, porque la Iglesia ha reconocido oficialmente que entregaron sus vidas por Dios durante la persecución religiosa de 1936. No les debemos llamar caídos en guerra, porque no fueron a la guerra ni la hicieron contra nadie, pues eran personas pacíficas, que desarrollaban normalmente sus actividades en sus pueblos y parroquias; tampoco les podemos llamar víctimas de la represión política, porque los motivos fundamentales de sus muertes no fueron de carácter político o ideológico sino religioso: porque eran sacerdotes o religiosos, porque eran seglares católicos practicantes, muy comprometidos con la Iglesia en la defensa y promoción de la fe cristiana.