DecĂa tambiĂ©n: «¿Con quĂ© compararemos el Reino de Dios o con quĂ© parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como Ă©stas, segĂşn podĂan entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discĂpulos se lo explicaba todo en privado.
«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra»
Hoy, Jesús nos ofrece dos imágenes
de gran intensidad espiritual: la parábola del crecimiento de la
semilla y la parábola del grano de mostaza. Son imágenes de la vida
ordinaria que resultaban familiares a los hombres y mujeres que le
escuchan, acostumbrados como estaban a sembrar, regar y cosechar. JesĂşs
utiliza algo que les era conocido —la agricultura— para ilustrarles
sobre algo que no les era tan conocido: el Reino de Dios.
Efectivamente, el Señor les revela algo de su reino espiritual. En la
primera parábola les dice: «El Reino de Dios es como un hombre que echa
el grano en la tierra» (Mc 4,26). E introduce la segunda diciendo: «¿Con
quĂ© compararemos el Reino de Dios (…)? Es como un grano de mostaza» (Mc
4,30).
La mayor parte de nosotros tenemos ya poco en comĂşn con los hombres y
mujeres del tiempo de Jesús y, sin embargo, estas parábolas siguen
resonando en nuestras mentes modernas, porque detrás del sembrar la
semilla, del regar y cosechar, intuimos lo que Jesús nos está diciendo:
Dios ha injertado algo divino en nuestros corazones humanos.
¿QuĂ© es el Reino de Dios? «Es JesĂşs mismo», nos recuerda Benedicto XVI. Y
nuestra alma «es el lugar esencial donde se encuentra el Reino de
Dios». ¡Dios quiere vivir y crecer en nuestro interior! Busquemos la
sabidurĂa de Dios y obedezcamos sus insinuaciones interiores; si lo
hacemos, entonces nuestra vida adquirirá una fuerza e intensidad
difĂciles de imaginar.
Si correspondemos pacientemente a su gracia, su vida divina crecerá en
nuestra alma como la semilla crece en el campo, tal como el mĂstico
medieval Meister Eckhart expresĂł bellamente: «La semilla de Dios está en
nosotros. Si el agricultor es inteligente y trabajador, crecerá para
ser Dios, cuya semilla es; sus frutos serán de la naturaleza de Dios. La
semilla de la pera se vuelve árbol de pera; la semilla de la nuez,
árbol de nuez; la semilla de Dios se vuelve Dios».
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«El hombre sin Cristo es polvo y sombra» (San Paulino de Nola)
«El mensaje de JesĂşs acerca del “Reino” enseña su escasa importancia como poder temporal, si bien ejerce una “soberanĂa” real y profunda en las almas» (Benedicto XVI)
«‘Siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios les llama a que movidos por el espĂritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia CatĂłlica, nÂş 940)
(https://evangeli.net/evangel)io/dia/2024-06-16)