¡Oh!, San Wenceslao de Bohemia, vos, sois el hijo
del Dios de la Vida y su amado santo. Hijo del rey
de Bohemia, Ratislav; vuestra abuela, Santa Ludmila
os educó inculcándoos misericordia y mucho amor al
servicio del Padre Celestial. Cuando erais joven
perdisteis a vuestro padre en una de las batallas
contra los magiares y vuestra madre, asumió el poder
instaurando políticas anticristianas y secularistas
convirtiendo a vuestro pueblo en un caos total. Pero,
vuestra abuela Ludmila, os persuadió con amor para
que asumieseis el trono y así, salvar el cristianismo.
Los paganos llenos de rabia y cólera, terminaron
asesinándola, por ser un peligro constante para sus
sus oscuros intereses: “crear un reino sin leyes y
sin Dios”, muy parecido al que vivimos hoy. Pero,
vos, esperabais en secreto, como fervoroso cristiano
que erarsis, su maravilloso obrar y de pronto Él,
os mostró su poder eligiéndoos a través de vuestro
pueblo, como su rey. Y, ya en el trono, apoyasteis
la “Ley de la Iglesia” e instaurasteis el orden
social, imponiendo castigos a los culpables de muerte
o de ejercer esclavitud alguna, gobernando con con
amor, justicia y misericordia. De pronto, de todo
el bien que vos sembrasteis; el mal, carne hizo, y
la codicia por el poder surgió de Boleslao, vuestro
hermano, quien planeó vuestra muerte, asesinándoos
de una puñalada. Y, creyó el traidor incauto que
al hacerlo, acabaría con vos, sin saber que, os
convertiría en “santo mártir de la fe”, por Cristo
Jesús, Dios y Señor nuestro. Así, vuestra alma voló
al cielo para coronada ser, con corona de luz como
justo premio a vuestra entrega grande de amor y fe.
Hoy en San Vito, el pueblo todo os venera con gran
amor e increíble fe. «Santo Patrono del pueblo de
Bohemia y de Checoslovaquia”. ¡Aleluya! ¡Aleluya!.
¡Oh!, San Wenceslao, “vivo Amor por Cristo Vivo”.
© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de septiembre
San Wenceslao de Bohemia
Rey y Mártir
Dios nuestro, que impulsaste al santo mártir Wenceslao a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión, que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.
Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.
Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.