22 junio, 2025

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

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Domingo 22 de junio
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
 
Texto del Evangelio (Lc 9,11b-17): En aquel tiempo, Jesús les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado». Él les dijo: «Dadles vosotros de comer». Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente».
 
Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta». Hicieron acomodarse a todos. Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
 
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«Dadles vosotros de comer»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
 
Hoy es el día más grande para el corazón de un cristiano, porque la Iglesia, después de festejar el Jueves Santo la institución de la Eucaristía, busca ahora la exaltación de este augusto Sacramento, tratando de que todos lo adoremos ilimitadamente.
 
. «Quantum potes, tantum aude...», «atrévete todo lo que puedas»: ésta es la invitación que nos hace santo Tomás de Aquino en un maravilloso himno de alabanza a la Eucaristía. Y esta invitación resume admirablemente cuáles tienen que ser los sentimientos de nuestro corazón ante la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. 
 
Todo lo que podamos hacer es poco para intentar corresponder a una entrega tan humilde, tan escondida, tan impresionante. El Creador de cielos y tierra se esconde en las especies sacramentales y se nos ofrece como alimento de nuestras almas. Es el pan de los ángeles y el alimento de los que estamos en camino. 
 
Y es un pan que se nos da en abundancia, como se distribuyó sin tasa el pan milagrosamente multiplicado por Jesús para evitar el desfallecimiento de los que le seguían: «Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos» (Lc 9,17).
 
Ante esa sobreabundancia de amor, debería ser imposible una respuesta remisa. Una mirada de fe, atenta y profunda, a este divino Sacramento, deja paso necesariamente a una oración agradecida y a un encendimiento del corazón. San Josemaría solía hacerse eco en su predicación de las palabras que un anciano y piadoso prelado dirigía a sus sacerdotes: «Tratádmelo bien».
 
Un rápido examen de conciencia nos ayudará a advertir qué debemos hacer para tratar con más delicadeza a Jesús Sacramentado: la limpieza de nuestra alma —siempre debe estar en gracia para recibirle—, la corrección en el modo de vestir —como señal exterior de amor y reverencia—, la frecuencia con la que nos acercamos a recibirlo, las veces que vamos a visitarlo en el Sagrario... Deberían ser incontables los detalles con el Señor en la Eucaristía. Luchemos por recibir y por tratar a Jesús Sacramentado con la pureza, humildad y devoción de su Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
 
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Alimentó a la muchedumbre cuando ya declinaba la tarde, esto es, cuando ya se acerca el fin de los tiempos, o cuando el Sol de Justicia iba a morir por nosotros» (San Beda el Venerable)
 
«En este día de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo queremos reconocer y celebrar a Cristo presente entre nosotros. Y por eso salimos a la calle, para manifestar al mundo nuestra fe, para dar testimonio y para llegar a todos con el misterio de la Presencia de Cristo» (León XIV)
 
«Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.335)(evangeli net).

21 junio, 2025

San Luis Gonzaga, Patrono de los estudiantes

 San Luis Gonzaga - Brujula Cotidiana

¡Oh!, San Luis Gonzaga, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y que, honor, hicisteis al significado
de vuestro nombre: “batallador glorioso”. Vos, en práctica
pusisteis los consejos de San Roberto Belarmino: Frecuente
confesión y comunión, mucha devoción a Nuestra Señora y
vidas de santos leer, para serlo algún día. “Voto de castidad”,
hicisteis ante la imagen de Nuestra Señora, y os mantuvisteis
puro siempre. A menudo solíais preguntaros, antes de hacer
o algo decir: “¿De qué sirve esto para la eternidad?”. Un día,
os dijo la Madre de Dios: “¡Debes entrar en la Compañía de
mi Hijo!”. Y vos, cumplisteis con Ella, dándoos íntegro. Las
palabras de San Pablo: “Domino mi cuerpo y lo reduzco a
servidumbre, no sea que, enseñando a otros a salvarse, me
condene yo mismo”. Un día pedisteis permiso a vuestro padre,
para haceros religioso, pero él no os dejó y por el contrario, os
llevó a grandes fiestas, palacios y juegos para que se os olvidara
el deseo de ser sacerdote. Después de varios meses os preguntó:
“¿Todavía sigue deseando ser sacerdote?”, y vos respondisteis:
“En eso pienso noche y día”. Por, ello, él, os hizo desfilar junto
a la caballería, montado en un burro y mirando hacia atrás. Os
silbaron pero con ello, dominasteis tal afrenta. Finalmente,
vuestro padre, os permitió entrar de jesuita. Vuestro confesor,
San Roberto, que os acompañó en la hora de la muerte, dijo que
vos, moristeis sin haber cometido ni un sólo pecado mortal
en vida. Y de milagro, vuestro padre, empezó a volverse mucho
más piadoso de lo que era antes, muriendo santamente. Y,
por ello, en vuestro día, reza la Iglesia: “Señor: ya que no pudimos
imitar a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos
imitar en la penitencia. Amén”. Y, un día, desde el cielo os llamó,
Nuestro Padre, y posando vuestros ojos, en el santo crucifijo
dijisteis: “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del
Señor”. Y, así, voló, vuestra alma al cielo, y éste, se alegró de
teneros, como vos, lo habíais ansiado siempre: ¡Coronado todo,
con corona de luz eterna! Santa Magdalena de Pazzi, os vio
en un éxtasis en el cielo, y djo: “Yo nunca me había imaginado
que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de gloria en el paraíso”.
Santo Patrono de todos los Jóvenes mantenidos puros y castos;
¡Oh!, San Luis de Gonzaga, “vivo amor, santidad y pureza de Dios”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Junio
San Luis Gonzaga

(Luis en alemán significa: batallador glorioso).

San Luis Gonzaga nació en Castiglione, Italia, en 1568. Hijo del marqués de Gonzaga; de pequeño aprendió las artes militares y el más exquisito trato social. Siendo niño sin saber lo que decía, empezó a repetir palabras groseras que les había oído a los militares, hasta que su maestro lo corrigió. También un día por imprudencia juvenil hizo estallar un cañón con grave peligro de varios soldados. De estos dos pecados lloró y se arrepintió toda la vida. La primera comunión se la dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán.

San Luis estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero nunca fijó sus ojos en el rostro de las mujeres. Y así se libró de muchas tentaciones. Su director espiritual fue el gran sabio jesuita San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo: 1º. Frecuente confesión y comunión. 2º. Mucha devoción a la Sma. Virgen. 3ro. Leer vidas de Santos. Ante una imagen de la Sma. Virgen en Florencia hizo juramento de permanecer siempre puro. Eso se llama “Voto de castidad”. Cuando iba a hacer o decir algo importante se preguntaba: “¿De qué sirve esto para la eternidad?” y si no le servía para la eternidad, ni lo hacía ni lo decía.

Una vez arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, le pareció que la Sma. Virgen le decía: “¡Debes entrar en la Compañía de mi Hijo!”. Con esto entendió que su vocación era entrar en la Comunidad Compañía de Jesús, o sea hacerse jesuita. Le pidió permiso al papá para hacerse religioso, pero él no lo dejó. Y lo llevó a grandes fiestas y a palacios y juegos para que se le olvidara su deseo de ser sacerdote. Después de varios meses le preguntó: “¿Todavía sigue deseando ser sacerdote?”, y el joven le respondió: “En eso pienso noche y día”. Entonces el papá le permitió entrar de jesuita. (En un desfile de orgullosos jinetes en caballos elegantes, Luis desfiló montado en un burro y mirando hacia atrás. Lo silbaron pero con eso dominó su orgullo).

En 1581 el joven Luis Gonzaga, que era seminarista y se preparaba para ser sacerdote, se dedicó a cuidar a los enfermos de la peste de tifo negro. Se encontró en la calle a un enfermo gravísimo. Se lo echó al hombro y lo llevó al hospital para que lo atendieran. Pero se le contagió el tifo y Luis murió el 21 de junio de 1591, a la edad de sólo 23 años. Murió mirando el crucifijo y diciendo “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. La mamá logró asistir en 1621 a la beatificación de su hijo. San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: “Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros a salvarse, me condene yo mismo”.

Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse mejor. (A veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado irse al cielo). Su confesor San Roberto, que lo acompañó en la hora de la muerte, dice que Luis Gonzaga murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal en su vida. Apenas el hijo se hizo religioso su padre empezó a volverse mucho más piadoso de lo que era antes y murió después santamente. Luis renunció a todas las grandes herencias que le correspondían con tal de poder hacerse religioso y santo.

Santa Magdalena de Pazzi vio en un éxtasis o visión a San Luis en el cielo, y decía: “Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de gloria en el paraíso”. Un oficio muy importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las paces y no pelear más. El era extraordinariamente amable y bien educado. Después de muerto se apareció a un jesuita enfermo, y lo curó y le recomendó que no se cansara nunca de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

San Luis fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana siguiente al Corpus, y en ese día murió. Ese viernes es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. La oración que la Iglesia le dirige a Dios en la fiesta de este santo le dice: “Señor: ya que no pudimos imitar a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar en la penitencia. Amén”.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Luis_Gonzaga_6_21.htm)

20 junio, 2025

Nuestra Señora de la Consolación, Patrona de Turín

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20 de junio
Nuestra Señora de la Consolación
Patrona de Turín
 
Cada 20 de junio se conmemora a Nuestra Señora de la Consolación, la ‘Consolata’, de manera especial en Turín (Italia), ciudad de la que es patrona y donde se encuentra su santuario principal, en el que se conserva su sagrada imagen.
 
‘Consolata’ es una palabra en piamontés, dialecto del norte de Italia, que quiere decir “consolada y consoladora”. El título de esta advocación mariana se explica porque la Virgen María es aquella que recibió el mayor de todos los consuelos: a Cristo Jesús, su Hijo, y, en consecuencia, Dios le otorga la misión de ser consoladora de la humanidad.
 
Santísima Virgen María Consoladora (La Consolata)
 
De acuerdo a la tradición, el origen de esta advocación mariana está vinculado a la imagen de la ‘Virgen María Consoladora’ y se remonta a la última parte del siglo IV, cuando el obispo San Eusebio de Vercelli (Cerdeña, c. 283 - 371) la envió como obsequio a San Máximo, primer obispo de la ciudad de Torino (Turín). Dicha imagen había llegado a manos de Eusebio durante los años que pasó en el destierro en Palestina, y que según la creencia popular habría sido pintada por el evangelista San Lucas.
 
San Máximo mandaría colocar posteriormente la imagen en la capilla al lado de la iglesia de la iglesia de San Andrés; sin embargo, dicho recinto sería destruido durante una de las invasiones bárbaras por lo que el célebre ícono quedaría sepultado bajo los escombros.
 
La imagen sería recuperada posteriormente y se construiría otra iglesia dedicada a ella. No obstante, el nuevo santuario sería también derruido y la imagen permanecería perdida hasta inicios del siglo XII.
 
“Jesús sintió compasión y les tocó los ojos. Y al momento recobraron la vista y lo siguieron” (Mt 20, 34).
 
Cuenta la historia que en la ciudad francesa de Briançon, ubicada al oeste de Turín, vivía un hombre llamado Giovanni Ravachio (en francés, Jean Ravais). Ravachio había perdido la vista completamente, pero no su fe ni su devoción a la Madre de Dios. La Virgen María se le apareció en sueños y le pidió que se consagrara a la difícil tarea de encontrar la imagen de la Consolata. Si hallaba el cuadro -le prometió la Virgen- su Hijo Jesús le devolvería la vista.
 
Ravachio invirtió todos sus recursos en conseguir la ayuda necesaria para las indagaciones y las posteriores excavaciones, y no se detuvo hasta hallar la imagen de Nuestra Señora de la Consolación. La Madre de Dios cumpliría su promesa y Jean Ravais recuperó la vista.
 
Según fuentes actuales (cfr. "Santi e Beati"), la milagrosa imagen de la Consolata que se venera hoy no es la misma a la que se refiere la tradición. El sitio web del Santuario de la Consolata da cuenta de que el cuadro mariano que hoy se venera en el altar mayor del Santuario de la Consolata data del siglo XV, pintado por orden del obispo Domenico della Rovere, comendador de la iglesia de San Andrés en 1480.
 
A pesar del devenir histórico de la imagen, la profunda devoción a la Virgen de la Consolata continúa hasta nuestros días y se ha extendido por numerosos países. Cabe señalar que la Virgen de la Consolata no es la misma advocación de la Virgen de la Consolación, Patrona de los Agustinos Recoletos, cuya fiesta se celebra el 4 de septiembre.
 
Los santos de la Consolata
 
La arraigada devoción a la Consolata y la magnificencia de su santuario ha despertado muchos corazones al amor a Cristo y ha sido fuente de inspiración y consuelo para numerosos santos y beatos.
 
A los pies de la Consolata han acudido a rezar santos importantísimos, desde el Papa San Juan Pablo II hasta San Carlos Borromeo, pasando por San Francisco de Borja, San Luis Gonzaga, San Francisco de Sales, solo para mencionar algunos.
 
San José Cafasso, patrono de las cárceles, San Juan Bosco, maestro de la juventud, y Santo Domingo Savio, patrono de las embarazadas, se reconocieron devotos de la Virgen de la Consolata. Un especial amor también le profesaron Santa Francisca de Chantal, San José Labre, Santa María Dominica Mazzarello, San José Cottolengo, San Leonardo Murialdo, el Beato Giuseppe Allamano, el beato Pier Giorgio Frassati y muchos otros.
 
Con todo, el caso del Beato José Allamano fue, sin lugar a dudas, muy especial: Allamano fue el fundador de dos congregaciones religiosas al amparo de esta advocación: el Instituto Misioneros de la Consolata (1901) y el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Consolata (1910).(ACI prensa).

19 junio, 2025

San Romualdo Abad, Fundador de la Congregación Camaldulense de la Orden de San Benito

 San Romualdo Abad, 19 de junio

 

¡Oh!, San Romualdo; vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y que, honor y fama le disteis al significado
de vuestro nombre: “Glorioso en el mando”. Decíais vos de
la vida en la montaña: “Dichosos los ermitaños que se alejan
del mundo a estas soledades, donde las malas costumbres
y los malos ejemplos no los esclavizan”. Y, allí, en la soledad
de la misma, os dedicasteis a rezar y a penitencia hacer
tanto que, vuestro padre, arrepentido de su antigua vida
os siguió feliz. Fundador de conventos y de milagros hacedor,
vidas de santos leíais y os esmerabais por imitarlos en
cualidades y virtudes sobresalientes. Comías poco y dedicabais
muy pocas horas al sueño, tanto de día, como de noche. En
medio de aquella disciplina, os azotaban tentaciones terribles
de impureza, y los más horribles ataques del maligno, tanto
que, a gritos clamabais: “¡Jesús misericordioso!, compasión
ten de mí”. Y, al oír esto, huía el demonio y la paz y os
cubría de nuevo. Felizmente, os quedasteis entre nosotros
con vuestros “Camaldulenses”, observando perpetuo silencio
y a la oración y a la meditación dedicados. En cierta ocasión
y en claro y vívido éxtasis, dijisteis: “Amado Cristo Jesús,
¡Vos sois el consuelo más grande que existe para vuestros
amigos!” Y, San Grignon de Monfort: “Ante estos campeones
de la santidad, nosotros somos unos pollos mojados y unos
burros muertos”. La última noche de vuestra vida, dos monjes
os visitaron porque os sentíais muy débil, y les pedisteis
que ambos se retirasen y que volviesen de madrugada a rezar
salmos. Pero, presintiendo de que vos, murieseis de pronto,
se escondieron detrás de la puerta. Luego de un rato, no
percibieron ruido ni movimiento, encendieron la luz y vieron
vuestro cadáver, boca arriba, después de que, vuestra alma
había al cielo volado, para coronada ser con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
¡oh!, San Romualdo, “vivo penitente y contemplativo de Dios”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de junio
San Romualdo, Abad
Fundador de la Congregación Camaldulense de la Orden de San Benito
 
Cada 19 de junio la Iglesia celebra a San Romualdo Abad, monje del siglo X, fundador de la Congregación Camaldulense de la Orden de San Benito, conocida como la Orden de la Camáldula. Romualdo fue una de las figuras más importantes de la renovación del monacato eremita (eremitismo).
 
"Amado Cristo Jesús, ¡tú eres el consuelo más grande que existe para tus amigos!", exclamaba el abad Romualdo, poniendo sobre relieve esa dimensión inevitable de la existencia humana que es el sufrimiento y que, aunque se intente acallar o edulcorar, siempre toca el alma en algún momento de la vida. Es precisamente en el dolor cuando Cristo Jesús se presenta para dar alivio y consuelo. Por eso, Romualdo sabía muy bien que Él, Jesús, es el amigo perfecto.
 
La conciencia moral, preámbulo de la fe
El signo de la tragedia (y el pecado)
 
Después de ver cómo su padre mató a un hombre en un duelo, la vida de Romualdo dio un vuelco: decidió buscar un camino distinto, lejos del horror del que había sido testigo. Aquella tragedia había manchado de sangre las manos de quien más había amado y su interior anhelaba una justicia superior a la ley del talión.
 
Ese fue el impulso decisivo para considerar una vida cerca de Dios, a quien empezó a conocer. En la medida en que ese conocimiento aumentaba, Romualdo se sentía más atraído por la vida religiosa y, después de un tiempo meditando, pidió ser aceptado en un monasterio benedictino. Poco a poco, en ese monasterio, fue confirmando el llamado que Dios le había hecho desde siempre y que por mucho tiempo no quiso escuchar.
 
Romualdo vivió feliz y en paz consigo en el monasterio mientras se iba transformando en una suerte de inspiración o ejemplo para sus hermanos monjes, dada su sencillez y entusiasmo. Lamentablemente, no todos entre ellos lo apreciaban, incluso algunos -presos de la envidia o de un celo excesivo- se enemistaron con él y lo hostilizaron por años. Uno de esos monjes, hombre de ánimo rudo y áspero, llevaba por nombre Marino, quien era una auténtica cruz para Romualdo.
 
Amistad en el Señor
 
Sin embargo, Dios ayudó a que la actitud de Marino cambiara. Le concedió a ambos monjes la oportunidad de trabajar juntos y vencer prejuicios e indisposiciones. Al final forjaron una amistad.
Romualdo y Marino suscitaron muchas conversiones, entre ellas la del jefe civil y militar de Venecia, el Dux (gobernador), quien también se haría monje. Aquel hombre fue ni más ni menos que San Pedro Urseolo (928-987).
 
Otra de las grandes conversiones que Dios obró a través de Romualdo fue la de su propio padre. Quien antaño había permitido que Romualdo creciera sin Dios, ahora le pedía a Él misericordia, en virtud a las oraciones y la perseverancia de su hijo. Fue tal el giro que dio el padre del abad Romualdo que, sin hacer mayor caso a su edad, abrazó la fe e ingresó a la vida monástica, viviendo en silencio y oración hasta el final de sus días.
 
Resistiendo a la tentación
 
Una de las luchas más difíciles que libró San Romualdo a lo largo de su vida fue contra la lujuria. Incluso alejado del mundo, las tentaciones contra la pureza volvían, y a veces de manera muy fuerte.
 
El Enemigo le presentaba imágenes impúdicas y espantosas. Sabía muy bien que su pasado podía ser usado para doblegar su fe. Así que, como el abad no consintió, se propuso entonces desalentarlo, haciéndole creer que la vida de oración, silencio y penitencia que llevaba era en realidad algo inútil. Felizmente, con la oración perseverante y tenaz, apoyada en la gracia, Romualdo salió airoso y abrazó sin miedo esa cruz que le tocó cargar.
 
Una sencilla oración o jaculatoria con la que el monje salía al frente de los ataques diabólicos era esta: "Jesús misericordioso, ten compasión de mí". El demonio viendo que Romualdo no cedía y que repitiéndola amaba más a Jesús, no tenía otra opción más que retirarse rumiando su derrota.
 
Reforma de la vida monástica
 
En 1012, San Romualdo fundó la Orden de la Camáldula, cuyos miembros se hacen llamar “camaldulenses”. El propósito era la reforma de la vida benedictina a través de la recuperación del ascetismo.
 
Según la tradición, el santo tuvo una visión de una escalera en la que sus hermanos y discípulos subían al cielo vestidos de blanco. Su idea inicial había sido que sus monjes vistieran de negro, pero aquella visión lo inspiró a cambiar de decisión y ordenar a que vistan de blanco.
 
En la postrimerías de su vida el santo desarrolló una profunda unidad mística con Cristo. En ciertas oportunidades, incluso, Dios le permitió ver el futuro, como fue el caso de su propia muerte, la que anunció con anticipación. Con el espíritu puesto en manos de Dios, partió a la Casa del Padre el 19 de junio de 1027.
 
Hoy, los “camaldulenses” están agrupados en dos congregaciones, la de Camaldoli, integrada en la Confederación Benedictina; y la “reformada” de Monte Corona, fundada por el Beato Pablo Giustiniani, que restauró la vida camaldulense en su forma eremítica y austera. Estos últimos poseen monasterios en Italia, Polonia, España, Estados Unidos, Colombia y Venezuela.(ACI prensa).

18 junio, 2025

San Gregorio Barbarigo, promotor del hábito de la lectura espiritual

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 ¡Oh!, San Gregorio Barbarigo, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Huérfano como fuisteis,
vuestro padre, os formó de manera increíble y, os hizo
conocer el campo de la guerra, la ciencia y la diplomacia,
pero a vos, os atraía más, el cielo y sus santos frutos:
tener una relación con Dios y la salvación de las almas.
Os encantaba la astronomía y admirabais la gran obra
de Dios. Y, así, un día, os ordenaron de sacerdote,
y os confiaron muchos puestos, entre otros, el de presidente
ser de la comisión para atender a los enfermos de tifo.
Y, vos, allí, mostrasteis cuánto de Dios, teníais, pues
visitabais enfermos, enterrabais muertos, ayudabais viudas
y huérfanos y consolabais hogares que en la orfandad habían
quedado. Vendisteis vuestros bienes y los donasteis
a los pobres, y luego os propusisteis imitar en todo
a San Carlos Borromeo. Propagasteis libros religiosos y leer
a San Francisco de Sales. Cuando salíais a evangelizar,
os hospedabais en casas de vuestros pobres y con ellos
comíais. De día, enseñabais catecismo, y, a la gente pobre
atendíais y por la noche en oración la pasabais. Con el
cargo de Cardenal, os mostrabais como un sencillo sacerdote.
Fundasteis imprentas y propagasteis libros religiosos,
y os esmerasteis para formar seminaristas que fuesen excelentes
sacerdotes. La gente decía: “Monseñor es misericordioso
con todos. Con el único con el cual es severo es consigo
mismo”. Vos repetíais: “para el cuerpo basta poco alimento
y ordinario, pero para el alma son necesarias muchas
lecturas y que sean bien espirituales”. Y, así, luego de
haber gastado vuestra vida en buena lid, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz,
como premio justo a vuestra entrega de inmenso amor y fe;
¡Oh!, San Gregorio Barbarigo, “viva misericordia de Dios”.


 
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de junio
San Gregorio Barbarigo
Obispo y Cardenal 
 
Cada 18 de junio, la Iglesia celebra a San Gregorio Barbarigo, obispo y cardenal italiano del siglo XVII, quien destacó como pastor cuidadoso y preocupado, así como por su refinada educación y gran nivel académico.
 
Formó parte del cuerpo diplomático de su natal Venecia y después de la Santa Sede. Posteriormente, como obispo, respaldó importantes iniciativas pastorales -primero en Bérgamo y después en Padua- e hizo de las visitas pastorales parte de su sello personal. Por su capacidad de trabajo, sus coetáneos solían decir: “[Barbarigo]... hombre misericordioso con todos, pero severo consigo mismo”.
 
El Papa San Juan XXIII, natural de Bérgamo como Barbarigo, encontró en este santo un modelo a seguir y una fuente de constante inspiración apostólica.
 
Del servicio diplomático al servicio de Dios
 
Gregorio Giovanni Gasparo Barbarigo nació en la República de Venecia (hoy parte de Italia), el 16 de septiembre de 1625, en el seno de una prestigiosa familia de ese reino. Recibió una rigurosa formación católica y profesional.
 
A la edad de 20 años fue convocado por el gobierno veneciano para acompañar al embajador Luigi Contarini al célebre Congreso de Munster, en el que se firmaría el ‘Tratado de Westfalia’ (1648) que puso fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). En aquella ocasión conoció al nuncio apostólico Fabio Chigi, quien se haría su amigo y director espiritual, acompañándolo en el camino de discernimiento que lo condujo al sacerdocio. A los 30 años, en 1655, Gregorio fue ordenado sacerdote, mientras que Chigi -quien había sido creado cardenal- sería elegido Papa bajo el nombre de Alejandro VII.
 
Así, su amigo y consejero de siempre, convertido en cabeza de la Iglesia, nombró a Barbarigo canónigo de Padua y después, en 1657, obispo de Bérgamo. En 1660 el santo fue creado cardenal y cuatro años más tarde se le transfirió al obispado de Padua. Entre 1664 y 1697, Gregorio ocuparía el cargo de obispo de esa diócesis.
 
Difusor de la cultura católica a través de sus textos
 
Como pastor, Gregorio se condujo con santo celo, procurando el bienestar de su grey, al tiempo que hacía esfuerzos por fortalecer y expandir la cultura católica. Estaba convencido de que una vida de acuerdo al Evangelio era la mejor contribución que puede hacerse a la sociedad. Para ello, por ejemplo, se hizo de un par de imprentas, las que puso al servicio de su diócesis. San Gregorio quería que se publique y divulgue más la literatura católica, muchas veces rezagada con respecto a las publicaciones seculares o anticlericales. “Para el alma son necesarias muchas lecturas y que sean muy espirituales”, solía decir. Era claro, pues, que había que hacer uso de las herramientas disponibles de su tiempo -la imprenta, el libro, la biblioteca- si se quería producir un mayor bien a las almas.
 
En la misma línea, Barbarigo se preocupó de la formación de sus seminaristas: consiguió formadores competentes y aseguró el financiamiento de los seminarios de Padua y Bérgamo.
 
En Padua el santo abrió una biblioteca y una escuela políglota -la que se convertiría en una de las mejores de Italia-. Promovió la construcción de escuelas populares y catequéticas, preocupado no solo por la educación de los jóvenes sino también por la formación de los padres de familia y los educadores en general.
 
Una Iglesia que se renueva en la entrega
 
De personalidad benigna y misericordiosa, Gregorio se mostraba solícito con sus hijos espirituales, preocupado por quienes sufrían o habían caído en desgracia. Durante la gran peste de Roma apoyó el trabajo de atención a los enfermos, ocupándose directamente de muchos de ellos.
 
San Gregorio, interesado además en fortalecer el movimiento de la Contrarreforma, fundó la ‘Congregación de los Oblatos de los Santos Prosdócimo y Antonio’, inspirado por el ejemplo de otro gran santo, Carlos Borromeo (1538-1584), arzobispo de Milán e impulsor de la Reforma Tridentina. San Gregorio Barbarigo murió santamente el 15 de junio de 1697. Fue beatificado en 1761 y canonizado dos siglos después por el Papa San Juan XXIII, el 26 de mayo de 1960.(ACI prensa).

17 junio, 2025

San Alberto Chmielowski, Pintor, religioso y fundador

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17 de junio
San Alberto Chmielowski
Pintor, religioso y fundador
 
Cada 17 de junio la Iglesia celebra a San Alberto Chmielowski, religioso polaco, al que muchos califican como “uno de los santos más importantes de nuestro tiempo”. Chmielowski fue pintor de profesión, un artista que luego se haría religioso, movido por su inmenso deseo de servir al Señor en los hermanos. Y, como si esto fuera poco, el testimonio de vida que dejó y su figura espiritual se convirtieron en su más grande legado: Alberto fue el hombre que inspiró al Papa San Juan Pablo II, su más insigne compatriota, a conocer y a amar su particular vocación.
 
San Alberto Chmielowski fue el fundador de la Congregación de las Hermanas Albertinas Siervas de los Pobres -nombre actual de la congregación- y de los Hermanos de la Tercera Orden Regular de San Francisco, Servidores de los Pobres -conocidos como “albertinos”-.
 
Joven patriota
 
Adán Hilario Bernardo Chmielowski nació en un pequeño pueblo del reino de Polonia (en ese momento anexado al Imperio ruso), el 20 de agosto de 1845. De origen aristocrático, creció en un clima en el que se mezclaron los ideales patrióticos y el amor a quienes sufrían abandono.
 
Al cumplir los 18 años empezó a estudiar agricultura y recursos forestales. Por ese entonces participó de la denominada “Insurrección de 1863” contra la "rusificación" política y cultural de Polonia. Fue gravemente herido en una pierna, que tuvo que ser amputada después. Chmielewski decide entonces refugiarse en Bélgica, país donde realiza estudios de ingeniería y pintura, dejando atrás la carrera de agricultura. Se muda luego a París y después a Múnich.​
  
En 1873 se decreta en Polonia una amnistía y Chmielewski emprende el regreso. En Polonia entra en contacto con la pobreza y miseria, renuncia a la pintura profesional y se compromete en labores de asistencia a pobres, enfermos y gente sin hogar. Por esos días conoce a San Rafael Kalinowski, quien sería su director espiritual.
 
Hombre de Dios
 
En 1880, Chmielewski ingresó al noviciado jesuita en el pueblo de Stara Wies, pero no permaneció mucho allí. Decide entonces trasladarse como voluntario a un albergue público para gente sin techo. En 1887 solicita ser admitido a la Tercera Orden de San Francisco y en 1888 hace los votos religiosos tomando el nombre de “Alberto”.
 
El Hermano Alberto se convierte en el organizador y gestor de numerosas obras de caridad: asilos, refugios para los más pobres, casas para mutilados y enfermos incurables. Envía a las hermanas de la congregación que fundó a trabajar en hospitales militares; abre varios comedores públicos para hambrientos y orfanatos para niños y jóvenes desamparados.
 
Santo
 
Tras una vida de entrega, el santo murió víctima del cáncer de estómago en 1916, en Cracovia, en el asilo que él mismo había fundado en la ciudad. Fue beatificado el 22 de junio de 1983 por el Papa San Juan Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989.
 
Al momento de morir, San Alberto dejó 21 casas para religiosos y religiosas en varios países, en las que hoy se siguen prestando servicio a los más necesitados.
 
A través de los ojos de San Juan Pablo II
 
En la misa de canonización de San Alberto Chmielowski, el Papa San Juan Pablo II dijo: “A sus 17 años (1863), siendo estudiante de la escuela de agricultura, participó en la lucha insurreccional por librar a su patria del yugo extranjero, y en esa lucha sufrió la mutilación de una pierna. Buscó el significado de su vocación a través de la actividad artística, dejando obras que aún hoy impresionan por una particular capacidad expresiva”.
 
El Papa polaco recordó también cómo unos años más tarde, en 1874, siendo ya Alberto un artista maduro, decidió dedicar “el arte, el talento y sus aspiraciones a la gloria de Dios”, dándole un giro a su vida; haciéndose siervo de Dios. Aquella transformación interior precipitó un cambio en su obra, pues comenzaron a predominar en su arte los temas religiosos.
 
El arte y la vida cristiana
 
Es cierto que el Hno. Alberto dejó las actividades profesionales relacionadas al arte por dedicar su vida al servicio de los marginados y olvidados. Sin embargo, es también cierto que no dejó completamente de pintar. El arte puede ser liberador para el artista que quiere expresarse a través de su obra, como un excelente medio para conmover al espectador y evangelizar. 
 
Por ejemplo, uno de los cuadros más reconocidos del santo, titulado “Ecce Homo” (“He aquí, el Hombre”, palabras con las que Pilatos presentó a Cristo a la multitud con ánimo de decidir su destino final), es el resultado de una experiencia profunda del amor misericordioso de Dios, así como de la fragilidad humana, experiencias claves en la transformación espiritual del santo y artista polaco.(ACI prensa).

16 junio, 2025

San Juan Francisco Regis, Patrono de los misioneros rurales

 

 

 ¡Oh!, San Juan Francisco de Regis; vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, y el mismo que,
lenguaje sencillo usasteis para conocer hacer el mensaje
de Nuestro Señor, y así, hicisteis que marchasen a su
conversión, sin importaros la elegancia del sermón.
Uno de vuestros compañeros dijo de vos: “Juan Francisco
se humilla él mismo hasta el extremo, pero demuestra
por los demás un aprecio admirable”. Confesar y predicar
sin dejar de repartir vuestro amor a los pobres y recuperar
las perdidas ovejas para el Reino de los cielos ganar,
fue vuestra vida. Pío XII Papa, de vos dijo: “Un predicador
que merece muy bien llamado ser Patrono de las misiones
populares”. Entre católicos y herejes vuestra tarea
desplegasteis: gente corrompida y buena; pobres y ricos;
sabios e ignorantes, que frutos abundantes dio y sus
antiguas y malas vidas abandonaron. Poco antes de morir
dijisteis vos: “veo a Nuestro Señor y a su Santísima Madre,
que preparan un sitio en el cielo para mí”. Y diciendo:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, sus amorosos
brazos recibieron vuestra alma, que coronada fue con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Y, más tarde el joven San Juan María Vianey, ante vuestra santa
tumba ser sacerdote, se propuso a toda costa. ¡Y, lo fue!
¡Y qué sacerdote! ¡Qué amor! ¡Qué fe! ¡Qué milagros y dones!
¡oh!, San Juan Francisco Regis; “vivo amor, fe y luz de Cristo Vivo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de junio
San Juan Francisco Regis
Patrono de los misioneros rurales

Cada 16 de junio, la Iglesia celebra a San Juan Francisco Régis, sacerdote y misionero francés de la Compañía de Jesús. Los jesuitas franceses lo tienen como su santo patrono, mientras que la Iglesia toda, por determinación del Papa Pío XII, lo venera como “patrono de los misioneros rurales”.

Juan Francisco fue discípulo directo de San Francisco Javier -quien le ayudó a encontrar su vocación misionera- y entre sus devotos se cuentan santos legendarios como San Juan María Vianney o San Marcelino Champagnat. El primero de estos dos, el Cura de Ars, en la última etapa de su vida llegó a decir: “Todo lo que he hecho se lo debo a él».

Discernimiento

Juan Francisco nació el 31 de enero de 1597 en una pequeña aldea de la región de Languedoc en Francia. En 1611 ingresó al prestigioso colegio jesuita de la ciudad de Béziers, en donde integraría la Congregación Mariana (hoy, Comunidades de Vida Cristiana, CVX).

Con los otros miembros de la Congregación empezó a trabajar en el servicio directo a los más pobres. Esta experiencia lo llevaría a cuestionar el sentido de su vida y particularmente de su futuro. Juan Francisco quería servir al pobre, en quien está Cristo sufriente, y, al mismo tiempo era consciente de que Dios podría estar llamándolo a un compromiso de vida. Entonces, empezó una etapa de reflexión y discernimiento vocacional con la ayuda de algunos jesuitas mayores. Juan Francisco terminaría descubriendo que el Señor lo llamaba a ser sacerdote.

El 8 de diciembre de 1616, a los 19 años, ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Toulouse. Allí dio muestra de que se estaba tomando las cosas muy en serio. Juan Francisco suscitó la admiración de sus compañeros, testigos de su fervor y entusiasmo. Alguna vez uno de ellos comentó: «Juan Francisco se humilla él mismo hasta el extremo, pero demuestra por los demás un aprecio admirable”.

Misionero rural

En 1630, a los 33 años, fue ordenado sacerdote y al año siguiente fue enviado como misionero a su pueblo natal. Juan Francisco se sintió muy contento por aquel encargo, algo que deseaba de corazón y donde podía poner al servicio de los demás todas sus capacidades, incluyendo la fortaleza física con la que Dios lo había dotado. Se sentía servidor del pueblo, al que amaba como Cristo amó al suyo. Fue también el inicio de un largo itinerario misionero en las más diversas zonas rurales de Francia. Para 1633 ya había realizado los cuatro votos de los jesuitas.

A diario, el santo se entregaba con toda generosidad a sus labores. Sus compañeros solían decir de él: «Juan Francisco hace el oficio de cinco misioneros», y no les faltaba razón. Al jesuita le tocó hacer misión en momentos en los que los hugonotes -protestantes franceses- habían aumentado su presencia en muchos pueblos y comunidades rurales. Estuvo primero en Montpellier, luego en la diócesis de Viviers y después en Le Cheylard. El número de pueblos en los que estuvo es incontable.

A los 43 años, 24 de ellos como religioso, 10 como sacerdote y 9 como misionero, había consolidado el llamado que Dios le hizo desde joven. Su vida sencilla y ejemplar ya le había ganado fama de santidad entre sus conocidos. La gente lo llamaba cariño «el santo», algo que nunca le agradó, aunque aceptaba con mansedumbre.

Servidor de la humanidad, defensor de la dignidad

El P. Juan Francisco SJ construyó varios refugios para mujeres rescatadas de la prostitución. Constituyó un grupo de mujeres acaudaladas para que financien esta obra, y organizó talleres -especialmente de costura- en los que las mujeres rescatadas pudieran trabajar dignamente y agenciarse de lo necesario para vivir. Esto le valió ser blanco de enemigos violentos y poderosos: en más de una ocasión fue golpeado y amenazado de muerte por grupos de proxenetas.

El jesuita también desempeñó un papel muy importante durante la plaga de Toulouse (1631), durante la cual trabajó como enfermero. En esa oportunidad creó la Confraternidad del Bendito Sacramento; y junto con sus miembros constituyó una cadena de solidaridad entre los fieles, cuya ayuda sirvió para recaudar dinero y comida para los hambrientos.

El santo falleció en 1640 e inmediatamente apareció un movimiento popular que lo aclamaba como santo. Fue beatificado el 18 de mayo de 1716 y canonizado el 16 de junio de 1737.(ACI prensa).

15 junio, 2025

La Santísima Trinidad (C)

 

15 de junio
La Santísima Trinidad (C)
 
Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».
 
«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa»
Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)
 
Hoy celebramos la solemnidad del misterio que está en el centro de nuestra fe, del cual todo procede y al cual todo vuelve. El misterio de la unidad de Dios y, a la vez, de su subsistencia en tres Personas iguales y distintas. Padre, Hijo y Espíritu Santo: la unidad en la comunión y la comunión en la unidad. Conviene que los cristianos, en este gran día, seamos conscientes de que este misterio está presente en nuestras vidas: desde el Bautismo —que recibimos en nombre de la Santísima Trinidad— hasta nuestra participación en la Eucaristía, que se hace para gloria del Padre, por su Hijo Jesucristo, gracias al Espíritu Santo. Y es la señal por la cual nos reconocemos como cristianos: la señal de la Cruz en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 
La misión del Hijo, Jesucristo, consiste en la revelación de su Padre, del cual es la imagen perfecta, y en el don del Espíritu, también revelado por el Hijo. La lectura evangélica proclamada hoy nos lo muestra: el Hijo recibe todo del Padre en la perfecta unidad: «Todo lo que tiene el Padre es mío», y el Espíritu recibe lo que Él es, del Padre y del Hijo. Dice Jesús: «Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’» (Jn 16,15). Y en otro pasaje de este mismo discurso (15,26): «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí».
 
Aprendamos de esto la gran y consoladora verdad: la Trinidad Santísima, lejos de ponerse aparte, distante e inaccesible, viene a nosotros, habita en nosotros y nos transforma en interlocutores suyos. Y esto por medio del Espíritu, quien así nos guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). La incomparable “dignidad del cristiano”, de la cual habla varias veces san León el Grande, es ésta: poseer en sí el misterio de Dios y, entonces, tener ya, desde esta tierra, la propia “ciudadanía” en el cielo (cf. Flp 3,20), es decir, en el seno de la Trinidad Santísima.
 
Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«¡Oh Abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh Mar profundo!: ¿podías darme algo más preciado que Tú mismo?» (Santa Catalina de Siena)
 
«La liturgia nos invita a alabar a Dios no sólo por una maravilla realizada por Él, sino sobre todo por cómo es Él; por la belleza y la bondad de su ser» (Benedicto XVI)
 
«(...) El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús, revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 244) (evangelinet).

14 junio, 2025

Los Mártires de Córdova

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14 de Junio
Los Mártires de Córdova
 
Cada 14 de junio se recuerda a los santos Mártires de Córdoba. Ellos fueron un grupo de cristianos mozárabes que fueron ejecutados por no abdicar de su fe cristiana. Vivieron en tiempos de los reyes musulmanes del Emirato de Córdoba, Abderramán II (822-852) y Mohamed I (852-886).
 
Contexto
 
Un Emirato era un territorio de dominación política administrado por un “Emir” -autoridad islámica monárquica característica de Oriente Medio-. El Emirato de Córdoba fue el territorio de ocupación política árabe en Europa, establecido en la península Ibérica (Al-Ándalus) entre los años 756 y 929. Se denominó “mozárabes” a los cristianos que vivían dentro de dicho territorio. Estos conformaban una población numéricamente importante, de origen hispano-visigodo.
 
Gracias a la hagiografía San de Eulogio de Córdoba (800-859) se ha podido conservar el registro de la ejecución de 48 cristianos mozárabes, quienes desafiaron la ley islámica en los tiempos de la invasión. En su mayoría, estos mártires hicieron declaraciones públicas de rechazo a las imposiciones del islam y proclamaron su fidelidad a Cristo.
 
Unidad en la diversidad
 
Todos, menos dos de ellos, vivieron en Córdoba o en los monasterios aledaños de la sierra, por lo que entre ellos hubo monjes eremitas. En total fueron 38 hombres y 10 mujeres de diversas edades, con predominio de los jóvenes. Al mismo Eulogio se le cuenta en este grupo de mártires.
 
Del total de mártires, 35 fueron clérigos —sacerdotes, diáconos o monjes— y 12 seglares. El grupo de los seglares se dividía de la siguiente manera: cuatro eran conversos procedentes de familias musulmanas, cinco venían de matrimonios mixtos (cristiano-musulmanes) y los tres restantes, antiguos cristianos islamizados que habían vuelto al seno de la Iglesia. Todos, excepto dos, Sancho y Argimiro, fueron decapitados.(ACI prensa).
 

 

12 junio, 2025

San Juan de Sahagún, Eremita y predicador OESA

 

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 ¡Oh! San Juan de Sahagún, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Vuestros padres hijos no
tenían e hicieron una novena de ayunos, oraciones y
limosnas en honor de la Santísima Virgen y obtuvieron
como respuesta de Ella, el nacimiento de vos, que, en
adelante seríais su honor y alegría. Os educaron con
los monjes benedictinos, demostrando inclinación hacia
el sacerdocio, que seguisteis gracias a vuestro obispo.
Ordenado sacerdote os nombró secretario y canónigo de
la catedral, pero éstos cargos nos os llenaban el alma.
Por ello, pedisteis ser nombrado para una pobre parroquia,
donde os sentisteis feliz. La teología se convirtió en
vuestra especialidad, y un día os invitaron a hacer el
sermón en honor de San Sebastián, el mismo que rebasó
todas las expectativas, creciendo vuestra popularidad.
Más adelante, os sobrevino una grave enfermedad con
peligro de perder vuestra vida, y vos, prometisteis a
Dios que si os devolvía la salud, entraríais de religioso.
Y, así fue. Dios os concedió la salud y vos, entrasteis
de religioso agustino. En el noviciado os pusieron a
lavar platos y barrer corredores y desyerbar los campos
y jardines, y vos, siendo todo un doctor, lo hacíais con
gran humildad y total esmero. Un día, mientras servíais 
el vino a la comunidad, multiplicasteis el poco de vino
que os quedaba, y lo servisteis a muchos comensales y os
sobró vino. A vos, nadie os ganaba con el cumplimiento
de vuestros deberes, penitencias, obediencia y humildad.
Erais un predicador elocuente y vuestros sermones empezaron
a transformar a las gentes. Como persona erais un hombre
amable con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento
y amigo de dedicar largo tiempo a la meditación y a la
oración. Las gentes cuando os veían rezar decían: “parece
un ángel”. El estudio que más os agradaba era el de la
Sagrada Biblia, porque con su lectura comprendíais y
amabais más, la palabra de Dios. Pasabais todo el día
visitando enfermos, poniendo paz entre las familias
desunidas y ayudando a los pobres, tanto que se os olvidaba
de ir a alimentaros. Erais muy duro en la confesión, de
manera especial con los que no querían enmendarse y se
confesaban sólo para comulgar. Vuestra palabra, transformó
a muchos que estaban impasibles en sus vicios y malas
costumbres. Tardabais mucho en celebrar la Santa Misa,
pero vos, veíais a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y
al verlo os quedabais en éxtasis y ya no eras capaz de
proseguir con la celebración. Predicabais fuerte contra
los ricos que explotan a los pobres. Cierto rico, amargado
por estas predicaciones, pagó a dos delincuentes para que
atentaran contra vos. Pero cuando llegaron junto vos,
sintieron un gran terror que no fueron capaces de mover
sus manos. En otra ocasión, hablasteis contra los gamonales
que no pagaban lo justo a sus campesinos y desde entonces
no os permitieron volver a predicar en ese pueblo. Vuestros
preferidos eran los huérfanos, los enfermos, los más pobres
y los ancianos, para ellos recogíais limosnas y buscabais
albergues. A las muchachas en peligro les conseguíais
familias dignas que les dieran amor, sanas ocupaciones y
las protegieran. Vos, hicisteis frecuentes milagros y
salvasteis a Salamanca de la peste del tifo con vuestras
oraciones. Un día, un joven cayó a un hondo pozo y vos
lo sacasteis con solo vuestra correa, y, sin saber cómo,
salió el joven desde el fondo. La gente se puso a gritar
“¡Milagro! ¡Milagro!”, pero vos, os escondisteis para no recibir
ninguna felicitación. Salamanca estaba en sequía, pero vos
dijisteis que con vuestra muerte llegarían lluvias abundantes.
Y así sucedió: apenas entregasteis vuestra alma a Dios,
enseguida llegaron copiosas lluvias. Y, así, y luego de
haber gastado vuestra vida, en buena lid, voló vuestra alma
al cielo para coronada ser con corona de luz, por vuestro amor;
¡Oh! San Juan de Sahagún «vivo amor por el Dios de la Vida».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de junio
San Juan de Sahagún
Eremita y predicador OESA
 
Cada 12 de junio se celebra la memoria de San Juan de Sahagún, eremita y predicador español de la Orden de Ermitaños de San Agustín, quien vivió en el siglo XV. Fue declarado, en 1688, Patrón único de Salamanca’ (España) por el Papa Inocencio XI. La hermosa ciudad, de acuerdo a la tradición, fue librada de la peste del tifus negro gracias a la intercesión del santo religioso.
 
Primero sacerdote
 
Juan González Martínez -nombre de pila del santo- nació en el municipio de Sahagún (España), en 1430. Fue hijo de Juan González del Castrillo y Sancha Martínez, matrimonio poseedor de una gran fortuna. Su educación estuvo a cargo de los monjes del monasterio de San Benito de Sahagún. Como demostró inclinación hacia la vida sacerdotal, recibió del obispo de Burgos la autorización para estudiar teología.
 
Juan fue ordenado presbítero en 1454, a los 23 años de edad, tras lo cual fue nombrado secretario y canónigo de la catedral de Burgos. Cuatro años más tarde, concluiría sus estudios en la Universidad de Salamanca.
 
La gran promesa
 
A fines de 1462 o principios de 1463, cayó enfermo. Los médicos le recomendaron que se sometiera a una cirugía -en aquellos tiempos, cualquier procedimiento quirúrgico implicaba un riesgo incalculable, considerando, para empezar, que ni siquiera los diagnósticos eran confiables-. Juan, con temor, se encomendó al Señor y le prometió que si sobrevivía al tratamiento, buscaría con ganas renovadas cumplir su voluntad. La cirugía acabó bien y el P. Juan se recuperó.
 
Una de las cosas que el sacerdote había estado considerando mientras estaba enfermo era convertirse en religioso. Ahora, sano y con fuerza nuevamente, no tardó en enrumbarse por el camino del discernimiento. Así, el 28 de junio de 1463, le fue concedido el hábito agustino en el célebre convento de San Agustín de Salamanca. Un año después se incorporaba a la Orden mediante profesión solemne.
 
Juan se convirtió en un predicador elocuente y con sus sermones ayudó a muchas personas. El valor que mostraba en el púlpito tocó el corazón de muchos: pobres y ricos se reconocían pecadores, todos interpelados en aquello que los separaba de Dios. Por otro lado, ahí donde Juan se enteraba de alguna injusticia, la denunciaba sin rubor -como cuando tuvo noticia del maltrato de algunas familias pudientes a sus sirvientes y trabajadores- ganándose el respeto de propios y extraños.
 
Sus preferidos fueron los huérfanos, enfermos, necesitados y ancianos, para quienes recogía limosnas y buscaba refugio. A las mujeres que sufrían algún tipo de abuso, como aquellas atrapadas en la prostitución, les conseguía familias dignas que les dieran sanas ocupaciones y las protegieran.
 
Los milagros
 
De San Juan de Sahagún se recuerdan en Salamanca dos milagros. El primero ocurrió cuando un niño cayó a un pozo profundo y el santo echó su cíngulo para salvarlo. El cíngulo llegó hasta donde estaba el niño, pero el pequeño ya no tenía fuerzas para asirse a este. Entonces, el santo rogó a Dios para que subiera el nivel del agua y así sucedió, de manera que el niño alcanzó la superficie. La gente empezó a gritar "¡Milagro! ¡Milagro!", pero él se escondió para no causar mayor alboroto.
 
El segundo milagro sucedió cuando un toro bravísimo se escapó y empezó a correr por las calles de Salamanca aterrorizando a la gente. El P. Juan lo detuvo y lo amansó diciéndole: "Tente, necio". También se le atribuye que, con sus oraciones, logró librar a Salamanca de la peste del tifus negro.
 
Víctima inocente
 
Nuestro santo murió envenenado a los 49 años de edad, en 1479. Se dice que fue víctima de una conspiración arreglada por una mujer adúltera llena de odio contra él porque su amante la dejó después de escuchar uno de sus sermones.
 
San Juan de Sahagún fue beatificado por el Papa Clemente VIII en 1601 y luego canonizado por el Papa Alejandro VIII en 1691. La iconografía suele representarlo con la Eucaristía en la mano, contemplando a Jesús Sacramentado.(ACI prensa).