31 julio, 2025

San Ignacio de Loyola, Fundador de los Jesuitas

 Santo del día 31 de julio: San Ignacio de Loyola. Santoral católico | ACI  Prensa

   

¡Oh!, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, a Pamplona, vuestra
tierra la defendisteis hasta herido caer, y convaleciente
obró la divina providencia en vos, y así, en amante
de la teología os convertisteis de un momento a otro,
tanto que, gustabais de las lecturas de piadosos libros.
Y, allí descubristeis la vida de vuestro amado Jesús,
y en la lectura de la vida de los santos, vuestra vocación
verdadera: ¡Ser sacerdote de Dios! Interiores y constantes
luchas os acosaron y, entre piadosos deseos y los del mundo
a los primeros vencisteis y escogisteis poneros al servicio
de Dios en un apostolado prístino. Así, nuevamente la
providencia divina hizo carne y os dirigió al Santuario
de Nuestra Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera vuestra espada y vuestras ropas de combatiente
a sus pies santos dejasteis y, haciendo votos de pobreza,
una nueva vida comenzasteis de oración y penitencia llenas
dedicándoos en cuerpo y alma a amar a Dios, sobre todas
las cosas. Con vuestros santos escritos y con vuestros
discípulos Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla la “Compañía de Jesús”
fundasteis en especial día: el de la “Asunción de María”,
con quienes intensamente trabajasteis por los cambios
y la reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia. Vuestro libro:
“Ejercicios Espirituales”, preciosa joya para domar el alma
y alejar los sentidos del mundo. Vuestra gran obra llena
de portentos continúa hoy y poderosa se yergue y expande
por todo el orbe de la tierra, tal y conforme lo había ya
sentenciado Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, vos, que vuestra
vida la gastasteis en buena lid entregasteis vuestra alma
al cielo, recibiendo corona de luz como premio a vuestro
amor. “Santo Patrono de los ejercicios espirituales del mundo”;
¡oh!, San Ignacio de Loyola, “vivo amor, pluma y Luz de Cristo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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31 de Julio

San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.

Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.

En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ignacio_de_loyola.htm

30 julio, 2025

San Pedro Crisólogo, Predicador y Doctor de la Iglesia

 

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¡Oh!, San Pedro Crisólogo; vos, sois el hijo del Dios de la Vida
 y su amado santo, y aquél que, honor hizo al significado
de vuestro nombre: “el que habla muy bien”. Así, llegasteis
a convertiros en nuno de los más famosos oradores de vuestro
tiempo que, los paganos de entonces convertidos fueron
por vuestro hablar dulce, conciso, sencillo y práctico, pues
les explicabais claramente sobre la fe y la verdad que, en el
Dios único y verdadero reposa por los sigloas de los siglos.
Y, por ello la gente os admiraba por vuestro mensaje breve
y directo, que llegaba al mismo corazón. La comunión frecuente
recomendabais y los exhortabais a hacer de la Eucaristía Sagrada
su alimento semanal. En los meses más calurosos del verano
de predicar dejabais y los explicabais así: “en este tiempo de
calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan
mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan
los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello
a mis sermones”. Hasta hoy, vuestra escencia y sabiduría nos
acompaña en vuestros sermones los mismos que guardamos como
prueba de vuestro amor a nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
Por vuestra gran sabiduría e inteligencia al predicar y escribir,
el Papa Benedicto Trece, os nombró Doctor de la Iglesia Católica.
Y, así, y luego de haberos gastado por el reino de los cielos en
esta vida, partisteis a la morada del Padre eterno, para corona de
luz recibir como justo premio a vuestra entrega increible de amor;
¡oh!, Pedro Crisólogo, “vivo predicador de la Luz y la Verdad de Dios”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Predicador y Doctor de la Iglesia
Año 451

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)

Crisólogo significa: el que habla muy bien.

Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.

Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones”. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados.

Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Crisólogo.htm)

 

29 julio, 2025

Santos Marta, María y Lázaro Hermanos y discípulos del Señor

 Santos Marta, María y Lázaro, los amigos cercanos de Jesús | El Catolicismo

29 de julio
Santos Marta, María y Lázaro
Hermanos y discípulos del Señor
 
Cada 29 de julio la Iglesia Católica celebra a Marta, a su hermana María y a su hermano Lázaro, amigos y discípulos de Jesús. De acuerdo a la Escritura, el Señor se hospedó al menos en tres oportunidades en casa de los tres, en Betania, ciudad ubicada a unos kilómetros de Jerusalén.
 
Hasta hace unos años, el día 29 de julio estaba destinado sólo a la celebración de Santa Marta. Sin embargo, a partir del 2021 se dispuso que los santos María y Lázaro sean también conmemorados en esta fecha. “El Sumo Pontífice Francisco, acogiendo la propuesta de este Dicasterio, ha dispuesto que el 29 de julio se inscriba en el Calendario Romano General la memoria de los santos Marta, María y Lázaro” (Cardenal Robert Sarah, en ese momento prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos). 
 
Patronazgos
 
Santa Marta es patrona de los imposibles, del hogar, de las casas de huéspedes; también lo es de las cocineras, las amas de casa, las sirvientas, los hoteleros y lavanderas.
 
María, por su parte —a veces identificada con María Magdalena o con la mujer que enjugó los pies del Maestro con perfume— es patrona de quienes viven dedicados a la contemplación o la oración, así como de los vendedores de perfumes. San Lázaro de Betania es patrono de los moribundos y los necesitados.
 
Lázaro vuelto a la vida
 
Jesús profesó un cariño muy especial por su amigo Lázaro. Prueba de esto es que, como dice el Martirologio Romano: “Lázaro, hermano de Marta, fue a quien lloró el Señor al enterarse de que había muerto, y al que resucitó” (ver: Jn 11).
 
De acuerdo al Evangelio, Lázaro había caído gravemente enfermo y sus hermanas enviaron gente para advertirle a Jesús —que no estaba en Betania— de que su amigo podría morir. Jesús, ocupado en su misión, no acude de inmediato al llamado y Lázaro muere.
 
Por eso, si hay una buena razón por la que los fieles recurren a Santa Marta para pedir su ayuda en las urgencias y dificultades, es porque ella conmovió a Jesús con su fe: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Luego le pide al Maestro con confianza absoluta que lo devuelva a la vida: “Pero aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá” (ver: Jn 11, 22).
Jesús le responde: “Tu hermano resucitará” (Jn 11, 23).
 
Marta y María, hermanadas por Cristo
 
Es a Marta a quien el Señor dijo, mientras estaba alojado en su casa: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada” (Lc 10, 41-42).
 
Marta, cuyo deseo de servir era auténtico, se dejó interpelar por Jesús. Él le mostró cuál es el sentido último de cuanto hacemos por otros, empezando por el necesario servicio doméstico: amar a Dios. Por eso, así como ella es ejemplo para todo aquel que quiera cumplir sus deberes con diligencia y responsabilidad, María, su hermana, es modélica en torno a la necesidad de la oración y la relación cercana de escucha o contemplación de la Palabra (“la parte buena”). Si el trabajo se hace sin amor, no tiene sentido; lo mismo que si Dios no es el centro, aun las cosas más nobles pueden hacer que se pierda de vista lo esencial (ver: 1 Cor, 13).
 
Marta hoy
 
En 1894, en Antigonish, Nueva Escocia (Canadá), fue fundada la congregación de las Hermanas de Santa Marta, institución religiosa inspirada en la figura de la santa de Betania.
 
La Casa de Santa Marta o Residencia de Santa Marta, ubicada en la Ciudad del Vaticano, adyacente a la Basílica de San Pedro, lleva ese nombre en honor a la discípula de Jesús. Se trata de un edificio construido en 1996 bajo el gobierno del Papa San Juan Pablo II. El Santo Padre dispuso que fuera la residencia de los cardenales electores durante los cónclaves.(ACI prensa).

27 julio, 2025

Domingo 17 (C) del tiempo ordinario

 Jesús, Maestro de oración - Podcast
 
27 de julio
Domingo 17 (C) del tiempo ordinario
La Oración del Padre Nuestro
 
Texto del Evangelio (Lc 11,1-13): Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».
 
También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
 
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«Jesús estaba en oración… ‘Señor, enséñanos a orar’»
Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles, Bélgica)
 
Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.
 
¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.
 
Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?
 
Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».
 
Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.
 
La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.
 
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Él quiere que yo le ame porque me ha perdonado, no mucho, sino todo. No ha esperado a que yo le ame mucho, sino que ha querido que yo sepa hasta qué punto Él me ha amado, para que yo le ame a Él ¡con locura…!» (Santa Teresa de Lisieux)
 
«El Señor nos dice cómo hemos de orar. Lucas pone el “Padrenuestro” en relación con la oración personal de Jesús mismo. Él nos hace partícipes de su propia oración, nos introduce en el diálogo interior del Amor trinitario» (Benedicto XVI)
 
«Esta oración que nos viene de Jesús es verdaderamente única: ella es “del Señor”. Por una parte, en efecto, por las palabras de esta oración el Hijo único nos da las palabras que el Padre le ha dado: Él es el Maestro de nuestra oración. Por otra parte, como Verbo encarnado, conoce en su corazón de hombre las necesidades de sus hermanos y hermanas los hombres, y nos las revela: es el Modelo de nuestra oración» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.765). (Evangeli net)

 

26 julio, 2025

San Joaquín y Santa Ana, Padres de la Santísima Virgen María y Abuelos de Nuestro Señor Jesús

 

 

¡Oh!, San Joaquín y Santa Ana; vosotros, sois los hijos del Dios
de la Vida, padres de Santa María y abuelos de Jesús. Vos, San
Joaquín, que, al ver que Santa Ana, no podría daros un vástago
al desierto desaparecisteis, sin nada decir, y, luego de ayunar
cuarenta días un Ángel del Señor os visitó, dándoos la buena
nueva de que, vuestra oración, había sido oída y de que, vuestra
santa mujer concebiría una niña, y, cuya magna dignidad
con el tiempo obnubilaría la brillantez de todas las mujeres,
y, que, desde pequeña, habría de vivir en el templo del Señor.
Y, cosas de Dios, también vuestra esposa Ana, recibió el mismo
mensaje añadiendo, de que vos, estabais de vuelta a casa,
cosa que así fue, pues lleno de emoción abrazasteis a Ana.
La Natividad llegó en que María vino al mundo y juntos
festejaron tal alegría, con un banquete para toda la gente
del pueblo. Y, en él, a María, presentasteis a los sacerdotes
quienes de bendiciones la colmaron y de augurios felices.
Más tarde, al llegar María, a los tres años la llevasteis
solemnemente a la casa de Dios, tal y conforme os había dicho
el Ángel. Y, para que la Ella, no sintiera tanto la separación
de vosotros, le procurasteis ser acompañada por doncellas,
quienes con candelas encendidas, tributaban honores y alegría
a la futura “Llena de gracia”, “La Reyna del cielo”, “La Bendita
entre las mujeres”, “La Kejaritomene”, “La Madre de Dios”;
Santos padres de la Madre de Dios y Patronos de los abuelos;
¡Oh!, San Joaquín y Santa Ana, “vivas luces de la Madre del Dios Vivo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de julio
San Joaquín y Santa Ana
Padres de la Santísima Virgen María y
Abuelos de Nuestro Señor Jesús
 
Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos del Señor Jesús.
 
A través de ellos, la tradición nos ayuda a ser más conscientes de cuán valioso es estar en contacto con la ‘familia grande’ (abuelos, tíos, primos, etc.) y, en particular, como nos enseñó el fallecido Papa Francisco, de la importancia de los abuelos con quienes se da «el encuentro y el diálogo intergeneracional… El Documento conclusivo de Aparecida nos lo recuerda: “Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida” (n. 447)».
 
La responsabilidad de ser padres
 
Joaquín y Ana —santos patronos de los abuelos— fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a la Virgen María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y contribuyendo de manera singular a que Nuestra Madre estuviera lista para su singular vocación.
 
Es a través de sus padres como María se suma a esa porción del pueblo escogido que espera la llegada del Salvador de la humanidad, el Mesías.
 
El inmenso don de ser abuelos
 
El Papa Benedicto XVI, un día como hoy de 2009, resaltaba a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana, el tesoro que constituyen los abuelos dentro de la familia, especialmente en el aspecto educativo. El Papa decía que los abuelos “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”.
 
En 2013, el Papa Francisco, también con ocasión de esta fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013 (Brasil), destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”. ¡Feliz día de San Joaquín y Santa Ana! ¡Feliz día de los abuelos! (ACI prensa).

25 julio, 2025

Santiago Apóstol, Discípulo del Señor Jesús

 Puede ser una imagen de 1 persona y texto que dice "Santiago Apóstol Patrono de España 25 de julio aciprensa.com"

25 de julio
Santiago Apóstol
Discípulo de Jesús
 
Cada 25 de julio la Iglesia celebra la fiesta de Santiago Apóstol, o Santiago, el Mayor -conocido también como Santiago, el de Zebedeo- uno de los doce apóstoles elegidos por Cristo. Podemos conocerlo en distintas facetas de su vida gracias a que son varios los textos del Nuevo Testamento en los que aparece mencionado. A este Santiago se le suele denominar ‘el mayor’ para diferenciarlo de otro de los apóstoles de Cristo, ‘Santiago, el Menor’.
 
El apóstol Santiago ocupa un lugar especial en la historia de la Iglesia primitiva, destacando por su virtud, empuje evangelizador y carácter valeroso. Fue él quien llevó la Palabra de Dios a tierras completamente alejadas de su Galilea natal, como es el caso de la península ibérica. Precisamente por su presencia allí, sembrando la fe, Santiago es reconocido como Patrono de España.
 
El “Hijo del trueno” -apelativo que usó Jesús con él y con su hermano Juan, en alusión al padre de ambos, Zebedeo- además de ser patrono de España y de la caballería de ese país, es patrono de los curtidores, veterinarios y equitadores.
 
Cerca de Jesús
 
Santiago nació en Betsaida, Galilea, hacia el año 5 a.C. Fue uno de los primeros convocados por Jesús, quien se acercó a él mientras pescaba en el lago de Genesaret junto a Juan, su hermano (Mc 1, 19).
 
De acuerdo a los Evangelios, Santiago fue testigo, con Juan y Pedro, de algunos de los momentos más intensos de la vida del Señor Jesús, lo que evidencia su cercanía con el Hijo de Dios. Algunos de esos momentos son, por ejemplo, la Transfiguración en el Monte Tabor, la pesca milagrosa y la noche en la que Jesús permanece orando en Getsemaní, en la víspera de su Pasión.
 
¡Santiago, ayúdanos!
 
El nombre con que lo conocemos proviene de la unión de las voces ‘Sant’ y ‘Iacob’. Mientras la partícula ‘Sant’ equivale a ‘san’ o ‘santo’; ‘Iacob’ es el término hebreo para ‘Jacob’, que en griego se dice Ἰάκωβος, Ἰákobos. Ambas partículas - ‘Sant’ y ‘Iacob’- quedaron yuxtapuestas desde los albores de la España cristiana de los primeros siglos, cuyos guerreros se lanzaban a la batalla al grito de "¡Sant Iacob, ayúdanos!": la rapidez con la que se pronunciaba aquel grito de guerra produjo la voz amalgamada Sant-iago. De ahí el “¡Santiago, ayúdanos!”.
 
De manera paralela quedaría también su nombre asociado a la tradición bélica, al punto que buena parte de la iconografía lo representa como soldado montado en un caballo, blandiendo una lanza, en actitud de lucha. Es así que Santiago devino en ícono o símbolo de la lucha contra el mal y el pecado personal.
También es posible encontrar otra tradición iconográfica donde el apóstol aparece más bien como peregrino, vestido con una túnica sencilla, cubierto de una capa y sosteniendo un cayado o vara. Ese es el Santiago que se marcha hacia los rincones más apartados ‘del mundo’ llevando a Cristo a todos los corazones hambrientos de Él.
 
Es así como el arte a lo largo de la historia ha intentado representar simbólicamente los aspectos resaltantes de la personalidad del discípulo de Cristo; eso que muy bien expresó San Juan Crisóstomo cuando dijo de él: “Fue el apóstol más atrevido y valiente”.
 
Por España a América
 
El mundo hispánico estará siempre asociado, desde sus raíces, a Santiago. Las huellas que dejó este sobre el largo sendero de la historia son constituyentes del alma y la cultura de los pueblos hispanohablantes.
 
Si bien el arribo del apóstol a la antigua Hispania (España) respondía al primer anhelo de anunciar el Evangelio a todas las gentes, dicho anuncio pasó a integrar la matriz constituyente de la identidad española.
 
Uno de los símbolos de ese aporte identitario es evidentemente la catedral de Santiago de Compostela, considerada el principal santuario dedicado al apóstol en donde reposan sus restos. Hoy, como en el medioevo, miles de personas peregrinan a Compostela cada año, deseosas de recorrer la ruta del santo patrono de España -el Camino de Santiago-. Así lo hicieron santos, mártires y misioneros, muchos de ellos enviados después a América a evangelizar. El Nuevo Continente, por eso, abunda en expresiones de devoción al aguerrido apóstol.
 
Una de estas expresiones populares, muy importante, pero a veces olvidada, tiene que ver con la fundación de varias ciudades de América durante los periodos de la conquista y el virreinato. Los españoles, en su afán fundacional, característico del siglo XVI, dedicaron muchos lugares al santo y bautizaron varias ciudades con su nombre. Es el caso, por ejemplo, de Santiago de Chile, Santiago en República Dominicana, o Santiago de Cuba en Cuba.
 
Santiago de Compostela: una nota breve sobre la Virgen María
 
El 9 de noviembre de 1982, San Juan Pablo II visitó la catedral de Santiago de Compostela e hizo un llamado a toda Europa a reavivar “aquellos valores auténticos” que la constituyeron, “porque los otros continentes te miran y esperan también de ti la misma respuesta que Santiago dio a Cristo: ‘lo puedo’”.
San Juan Pablo II añadiría con gran elocuencia:
 
“Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces”.
 
De acuerdo a la tradición, el apóstol Santiago fue quien preparó el camino para que la Virgen María sea reconocida como el "Pilar" o columna de la Iglesia, y de la hispanidad mariana que se extendió por el globo a lo largo de los siglos posteriores. En tiempos (segunda mitad del siglo I) en los que se extendía la idea del aparente fracaso del anuncio de Cristo en la Península, la Virgen María aparecería sobre una columna, ‘el Pilar de Zaragoza’, para animar a Santiago y a sus discípulos a no desfallecer en la tarea encomendada. Y Dios les concedió la victoria. (ACI prensa).

24 julio, 2025

San Chárbel Makhlouf, Sacerdote, taumaturgo, asceta y religioso libanés

 
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¡Oh!, San Chárbel Makhlouf, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Solitario de Dios y llamado
el “Taumaturgo del Líbano”, amante de la Eucaristía
y de Nuestra Señora. Buscabais en la soledad, elevaros
a la perfección del espíritu en el pleno desierto a Dios
sirviendo en todo instante de día y de noche, con amor
y austeridad viviendo, ayunando y orando. Vuestra santa
y amada madre os dijo de manera premonitoria: “Si no fueras
a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora
sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al
estar separada de ti, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga,
hijo mío, y que haga de ti un santo…!”. Y, así, tal como os
dijo, un día, despertó en vos, la vocación por la vida
eremítica y os fuisteis a vivir en soledad, retirándoos
a la famosa ermita de San Pedro y San Pablo, bautizada
así, en honor de los pilares de nuestra Iglesia, en la cima
de la “montaña de la luz”, que os prodigó con el tiempo, la Luz
de Cristo, por el ejercicio de la oración y de las mortificaciones
constantes. Dormíais sobre el suelo y comíais una sola vez
al día. Al mediodía la Santa Misa oficiabais y dabais así,
gracias a Dios, la tarde entera. Pero un día, vuestra alma, al cielo
voló, mientras celebrabais la Santa Misa, y de seguro, coronada
fue de luz, como premio justo a vuestra grande entrega de amor
y fe. Santo Patrono de todos los que sufren en cuerpo y alma;
¡oh!, San Chárbel Makhlouf, “vivo amor por el Dios de la Vida”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de julio
San Chárbel Makhlouf
Sacerdote, asceta y religioso libanés
 
Cada 24 de julio se celebra a San Chárbel Makhlouf, sacerdote, asceta y religioso libanés que perteneció a la Iglesia Católica maronita -Iglesia oriental que data del siglo V, hoy una de las 24 Iglesias “sui iuris” (de derecho propio) que integran la Iglesia Católica-.
 
San Chárbel fue el primer santo de Oriente en ser canonizado después de varios siglos (desde el siglo XIII no se canonizaba a ningún miembro de la Iglesia Oriental); y es uno de los santos más queridos en el mundo de habla hispana, especialmente en México.
 
Monje maronita y sacerdote
 
San Chárbel, cuyo nombre original fue Youssef Antoun (José Antonio) Makhlouf (Majluf), nació en Beqakafra, Líbano, el 8 de mayo de 1828. Quedó huérfano de padre a los tres años, por lo que quedó bajo el cuidado solo de su madre. Ella contrajo segundas nupcias con un sacerdote maronita -en el rito maronita se permite que los sacerdotes puedan casarse- quien terminaría siendo una influencia muy positiva para el santo.
 
En general, los Makhlouf fueron una familia marcada por la fe y la piedad -dos de los tíos de Youssef fueron monjes ermitaños-, gracias a lo cual el santo pudo crecer en un ambiente religioso, rodeado de auténtica espiritualidad.
 
A los veintitrés años, Youssef dejó el hogar materno e ingresó al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouq en calidad de candidato, adoptando posteriormente el nombre de un famoso mártir sirio: Chárbel.
 
El joven monje realizó sus votos solemnes en 1853 y fue ordenado sacerdote unos años más tarde, en 1859, y quedó incorporado al clero regular bajo el patriarcado de Paulo I Pedro Masad (Patriarca maronita de Antioquía desde 1854 hasta su muerte en 1890).
 
Casi de inmediato, el P. Chárbel sería enviado al monasterio de San Marón en Annaya, ubicado en las alturas montañosas del Líbano, a 1067 m.s.n.m.
 
Para escuchar mejor la voz de Dios
 
El P. Chárbel vivió en San Marón por quince años, convirtiéndose en un monje ejemplar, dedicado a la oración, el apostolado y los estudios de espiritualidad.
 
Será años más tarde cuando descubre el llamado a la vida en soledad y pasa a vivir como ermitaño. Para ello, dada su condición canónica, requería un permiso especial. El santo recibiría la esperada autorización el 13 de febrero de 1875.
 
Desde ese día hasta su muerte, en 1898, San Chárbel estuvo dedicado a la ascesis, la penitencia, el trabajo manual y a la oración. Esto incluía un régimen de oración con las horas principales e intermedias de la Liturgia de las horas (en siete momentos diferentes del día)-, y, naturalmente, la Misa diaria. San Chárbel solo comía una vez al día y pasaba la mayor parte del tiempo en silencio. Eventualmente interrumpía sus horas de meditación para recibir a los numerosos visitantes, quienes llegaban atraídos por su reputación de sabiduría y santidad. Gente de todo tipo llegaba en busca de consejo espiritual, alguna promesa de oración o, directamente, en pos de algún milagro -San Chárbel se había ganado la fama de taumaturgo por las curaciones milagrosas acontecidas entre quienes se acercaban a él-.
 
Hombre universal
 
San Chárbel murió el 24 de diciembre de 1898. El Papa San Pablo VI lo beatificó el 5 de diciembre de 1965 durante la clausura del Concilio Vaticano II. Años más tarde, el mismo Pablo VI lo canonizaría el 9 de octubre de 1977, en el marco de las celebraciones del Sínodo Mundial de los Obispos.
 
La devoción a San Chárbel se ha extendido dentro y fuera de las fronteras del Líbano, incluso en territorios muy alejados, poseedores de formas culturales muy distintas. Prueba de ello es la particular y fuerte veneración de la que goza en México, y otras partes de América Latina. En ese sentido, San Chárbel se ha convertido en un “puente” muy real entre Oriente y Occidente, un vínculo que ha tendido el Espíritu Santo.
 
Lazo entre Oriente y Occidente
 
El caso de la devoción a San Chárbel en México constituye algo realmente especial. Esta se debe en gran parte a la inmigración maronita a ese país -iniciada en el siglo XIX- como al notable número de milagros atribuidos a la intercesión del santo libanés.
 
Estos merecen mención aparte: se dice que la Iglesia ha registrado e investigado un número que sobrepasa las dos decenas de miles. Algunos de estos, incluso, llegaron a tener impacto mediático.
¡San Chárbel Makhlouf, ruega por nosotros!(ACI prensa).

 

23 julio, 2025

Santa Brígida, Fundadora de la Orden del Santísimo Salvador y Patrona de Suecia

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23 de julio
Santa Brígida
Fundadora de la Orden del Santísimo Salvador y Patrona de Suecia 
 
Cada 23 de julio la Iglesia celebra a Santa Brígida, patrona de Suecia, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, madre de Santa Catalina de Suecia y, desde hace poco más de dos décadas, copatrona de Europa. Fue el Papa San Juan Pablo II quien le concedió dicho título durante la vigilia del gran jubileo del año 2000.
 
Santa Brígida comparte el patronazgo de Europa con San Benito de Nursia, Santa Catalina de Siena, los santos Cirilo y Metodio, y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
 
Dignidad de la mujer
 
El Papa Benedicto XVI afirmaba que la vida de Santa Brígida muestra el papel y la dignidad de la mujer dentro de la Iglesia, evidenciada en su “actitud de respeto y de fidelidad plena al Magisterio de la Iglesia, en particular al Sucesor del apóstol Pedro".
 
Poniendo como ejemplo a esta extraordinaria mujer, el entonces Pontífice añadía: “De hecho, en la gran tradición cristiana se reconoce a la mujer una dignidad propia, y —siguiendo el ejemplo de María, Reina de los Apóstoles— un lugar propio en la Iglesia, que, sin coincidir con el sacerdocio ordenado, es igualmente importante para el crecimiento espiritual de la comunidad. Además, la colaboración de consagrados y consagradas, siempre en el respeto de su vocación específica, reviste una gran importancia en el mundo de hoy”.
 
Por eso, como tantas otras mujeres ejemplares en la Iglesia, Santa Brígida sigue “hablándole” al corazón de las mujeres y hombres de hoy.
 
Esposa, madre y mística
 
Brígida Birgersdotter nació en Norrtälje, Uppland (Suecia) en 1302. Fue entregada en matrimonio a Ulf Gudmarsson con solo 15 años. Tuvo ocho hijos, a quienes educó en la fe con esmero. Al quedar viuda, renunció a la posibilidad de un segundo matrimonio para dedicarse a la oración, la penitencia y las obras de caridad. Vendió sus posesiones, las entregó a la Iglesia, e ingresó -sin que mediara consagración religiosa- al monasterio cisterciense de Alvastra, en su país natal.
 
A esta santa y mística, el Señor le reveló un conjunto de plegarias u oraciones, así como visiones de su Pasión y mensajes que invitan al consuelo espiritual. Además, la Virgen María la instruyó a través de revelaciones particulares en temas concernientes a la unidad de la Iglesia y el Papado.
 
Las Revelaciones
 
El relato de las gracias particulares concedidas a Santa Brígida está contenido en sus Revelaciones, dictadas a sus confesores y secretarios, y que conforman una extensa obra en ocho volúmenes. En estos textos se encuentran contenidas grandes promesas para la conversión y salvación de las almas.
 
Asimismo, en el marco de sus experiencias místicas, la santa fue instruida por la Santísima Virgen María en la devoción a sus “Siete Dolores”. La práctica de esta devoción implica rezar siete avemarías diariamente, meditando las lágrimas y los dolores de la Madre de Dios. A quien se haga devoto, la Virgen le concederá paz y cuanto le haya sido solicitado, siempre y cuando no vaya en contra de la voluntad de Dios. Además, la Virgen le defenderá en el combate espiritual, entre otras gracias.
 
Por otro lado, el Señor Jesús reveló a Santa Brígida quince oraciones para ser rezadas a lo largo de un año -acompañadas también de grandes promesas-, así como el famoso conjunto de oraciones destinadas a ser rezadas a lo largo de doce años. En la basílica de San Pablo Extramuros en Roma se encuentra el crucifijo milagroso, esculpido por Pietro Cavallini (1250-1330), ante el cual la santa recibió de rodillas las oraciones que el Señor le reveló.
 
Patrona de Europa
 
Santa Brígida falleció en Roma (Italia) a los 70 años, el 23 de julio de 1373. Fue canonizada dieciocho años después de su muerte.
 
Su proclamación como Patrona de Europa responde a ciertas características de su ejemplar vida: habiendo pertenecido a la nobleza sueca, mostró total desapego a esta por motivaciones espirituales. Además, recorrió toda Europa, contribuyendo a afirmar las raíces católicas del Continente -hizo, por ejemplo, el camino de Compostela al lado de su esposo Ulf-, y, más tarde, ya viuda, se embarcó con sus hijos espirituales -futuros miembros de la orden que fundaría- rumbo a Tierra Santa, a donde arribó en 1371.
 
Después de la muerte de Ulf, Brígida se consagró por entero a la oración y al fortalecimiento, en diversos lugares, del espíritu y la letra de la vida monástica, en particular de la rama femenina. Fruto de este empeño fue la fundación de la Orden del Santísimo Salvador (Ordo Sancti Salvatoris).
 
Su periplo en este mundo acabó el 23 de julio de 1373, en la ciudad de Roma, mientras aguardaba el regreso del Papa Gregorio XI (diciembre de 1370-marzo de 1378), exiliado en Avignon en ese momento. Santa Brígida había mostrado previamente su desacuerdo con que los Papas residieran fuera de Roma, por lo que al mismo Gregorio XI se lo solicitó directamente mediante una misiva, en la que también criticaba los fallos y escándalos suscitados por miembros de la curia.
 
En 1378, se produjo la segunda y definitiva aprobación de las reglas de la Orden fundada por la santa. Sus restos, después de haber permanecido en Roma, fueron repatriados a Suecia donde permanecen hasta hoy en la abadía de Vadstena.(ACI prensa).

21 julio, 2025

San Lorenzo de Brindis, Franciscano Capuchino

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21 de julio
San Lorenzo de Brindis
Franciscano Capuchino
 
Cada 21 de julio la Iglesia celebra a San Lorenzo de Brindis (Brindisi), franciscano capuchino que vivió entre los siglos XVI y XVII y que sería proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa San Juan XXIII en 1959.
 
En el mundo de habla hispana es conocido como San Lorenzo de ‘Brindis’, castellanización del italiano ‘Brindisi’ (nombre de la ciudad de la región italiana de Apulia, antiguo Reino de Nápoles). La Iglesia le ha otorgado el título de Doctor apostolicus [Doctor apostólico] (Breve pontificio: “Celsitudo ex humilitate”).
 
“Me basta Jesús crucificado” (San Lorenzo)
 
Giulio Cesare Russi -nombre de pila del santo- destacó en los estudios desde pequeño gracias a su buena memoria y a la claridad de su razonamiento. De adolescente, tocó las puertas de los franciscanos capuchinos de su ciudad y fue recibido por ellos con beneplácito. Giulio se descubría llamado a seguir de cerca los pasos de San Francisco de Asís.
 
A poco de haber ingresado a la vida religiosa, tuvo un diálogo con su prior que quedaría grabado en su memoria para siempre. El prior quiso advertirle de la dureza y austeridad de la vida franciscana -al probarla la mayoría de jóvenes jóvenes desistía hasta de los más firmes propósitos-.
 
Giulio prometió abrazar el espíritu de pobreza franciscana consciente de que le era posible con la ayuda del Señor: “Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento… Me basta Jesús crucificado”.
 
Presentar el Evangelio a “Nuestros hermanos mayores” (San Juan Pablo II)
 
Como diácono empezó a predicar con insistencia en diversos lugares. Dios le concedió un ánimo especial para la predicación, y el joven fraile se esmeró en desarrollar ese talento. No pasaría mucho tiempo para que Fray Lorenzo suscitara las primeras conversiones entre quienes lo oían. El franciscano sería ordenado en 1583.
 
Después, ya de sacerdote, el Papa Clemente VIII le encomendó un ministerio muy especial: predicar a los judíos e intentar ganarlos para Cristo. Muy pocos conocían y dominaban la lengua hebrea como Fray Lorenzo, y el Pontífice deseaba que el Evangelio fuera anunciado con cercanía y calidez a quienes son “nuestros hermanos mayores” (expresión con la que el Papa Juan Pablo II solía referirse al pueblo judío).
 
Ya desde los tiempos universitarios en Padua, Lorenzo había demostrado una habilidad poco común: conocía casi a la perfección el hebreo, el arameo y el caldeo, además del latín y el griego. El franciscano también hablaba español, italiano, francés y alemán. 
 
El secreto de una buena homilía
 
Cierto día un sacerdote le preguntó a Lorenzo cuál era su “secreto” para predicar tan bien, a lo que él respondió: "En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte, a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo".
 
Fray Lorenzo fue también ejemplo de ascetismo y sobriedad con las cosas materiales: dormía sobre tablas, se levantaba en las noches a rezar los salmos, ayunaba con pan y verduras, huía de los honores y hacía su mejor esfuerzo para mantener el buen humor con todos.
 
Viajó a Alemania para unir fuerzas con el Beato Benito de Urbino. Ambos capuchinos se dedicaron a la atención de las víctimas de la peste que asoló ese país hacia el último cuarto del siglo XVI. De la mano del beato, fundó conventos en Praga, Viena y Gorizia.
 
Contrarreforma
 
Lorenzo deseaba contribuir con su apostolado al movimiento de la contrarreforma. En ese propósito, se inspira en lo hecho por el holandés Pedro Canisio y se entrena en la dialéctica teológica. Fruto de sus disputas con teólogos protestantes son, por ejemplo, las Lutheranismi hypotyposis [El luteranismo hipotético] escritas en tres volúmenes, y una síntesis de las Disputationes de Roberto Belarmino.
 
Fray Lorenzo sería elegido superior general de su Orden, los Hermanos Menores Capuchinos, desempeñándose en ese cargo entre 1602 y 1605. Después de ese periodo solicitó no ser reelegido, pues estaba convencido de que Dios lo prefería dedicado a otro tipo de menesteres. Y vaya que Dios tenía otros planes para el franciscano.
 
«Seguro de que él solo valdría lo que un ejército» (Papa Clemente VIII)
 
El Papa Clemente VIII le pide a Lorenzo que colabore de cerca con el emperador germano Rodolfo II, y lo convierte en su representante diplomático. En un momento complicadísimo para los germanos, el santo tuvo que lidiar para conseguir el apoyo de todos los príncipes alemanes y poder hacer frente a una inminente invasión turca.
 
Involucrado por la obediencia con la casta militar, Fray Lorenzo se hizo capellán del ejército imperial.
 
Así, antes de la batalla definitiva, el franciscano arengó a los soldados, poniéndose de pie ante todos y dando instrucciones con voz fuerte. Luego sale al frente del ejército, en la primera línea, con sus dos únicas armas: el crucifijo y su fe. Ese día, los turcos sufrieron una aplastante derrota. El Papa, después de recibir la noticia del triunfo exclamó: “Seguro de que él solo [Lorenzo] valdría lo que un ejército» (Clemente VIII).
 
Obrero de la paz
 
De vuelta tras la victoria, el santo permaneció en el convento de Gorizia. Después el Papa le encomendó otras misiones diplomáticas en favor de la consolidación de la paz en diversas partes de Europa.
 
El santo se retiró finalmente al convento de Caserta. Allí era frecuente verlo arrebatado, en éxtasis, durante la celebración de la Misa.
 
San Lorenzo de Brindis partió a la Casa del Padre el 22 de julio de 1619, el mismo día de su cumpleaños. Fue canonizado en 1881 y, en 1959, San Juan XIII le otorgó el título de Doctor de la Iglesia.(ACI prensa).