03 julio, 2025

Santo Tomás Apóstol, Patrono de jueces, arquitectos y teólogos

Santo Tomás Apóstol 

¡Oh!, Santo Tomás, Apóstol, vos, sois el hijo del Dios de
la Vida, su amado Apóstol y santo. Vos, evangelizabais Persia   
y entregasteis vuestra santa alma como mártir en la India.  
Os recordamos tres veces en el evangelio: La primera, cuando Jesús 
 se dirige por última vez a Jerusalén, para ser atormentado y luego
morir. Entonces vos, intervenís, según refiere San Juan:
“Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también
nosotros y muramos con Él”. Demostrando con ello, vuestro
admirable valor. Alguien dijo, que vos, no solo demostrasteis
“una fe esperanzada, sino una desesperación leal”. O sea jamás
abandonar a Jesús. La segunda, en la Última Cena, cuando
Jesús os dijo a todos vosotros apóstoles: “A donde Yo voy,
ya sabéis el camino”. Y, vos, muy triste le respondisteis:
“Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el
camino?” Mostrabais así vuestra sinceridad para con Él,
para entender aquello que les estaba diciendo. Y, Jesús
os dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va
al Padre sino por mí”. “Yo voy para allá, síganme, que yo
soy el Camino para llegar con toda seguridad”. Y, la vez
tercera: Dice San Juan “En la primera aparición de Jesús
resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los
discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Y, vos les
contestasteis: “si no veo en sus manos los agujeros de los
clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos,
 y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré”.
Y, ocho días después estaban los discípulos reunidos y vos,
con ellos. Se presentó Jesús y os dijo: “Acerca tu dedo:
aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida
de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Y, vos,
contestasteis: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús os dijo:
“Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen
sin ver”. Luego os fuisteis a propagar el evangelio, hasta
morir martirizado por proclamar vuestra fe en Jesucristo
resucitado. Y, así, creyendo en el Dios de la Vida, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz
como un justo premio a vuestra entrega increíble de amor.
¡Santo Patrono de teólogos, jueces y arquitectos de la tierra!
¡Oh!, Santo Tomás: “vivo amor y fe: ¡Señor Mío y Dios Mío!”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Julio
Santo Tomás

Apóstol

Cada 3 julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el sencillo pescador de Galilea a quien Jesús llamó a ser su discípulo. Quizá su incredulidad inicial, acaecida frente a los testimonios que hablaban de la Resurrección del Señor, ha quedado subrayada en exceso, un poco en detrimento de su posterior acto de fe cuando reconoció la divinidad de Jesús con firmeza y claridad. A él debemos, precisamente, aquellas hermosas palabras tomadas del Evangelio y que repetimos en cada misa, de rodillas, frente a Dios Eucaristía: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28) -reconocimiento de la presencia real de Cristo en el altar-.

El apóstol Tomás pronunció esas palabras a ocho días de la resurrección de Cristo, cuando este se apareció nuevamente a sus discípulos. Jesús dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Mt 28, 27).

Incredulidad y decepción, luego la fe fortalecida

El Evangelio de San Juan da cuenta de la incredulidad de Santo Tomás. Los discípulos le habían dicho: «Hemos visto al Señor», sin embargo, Tomás, que no estuvo con ellos cuando el Maestro apareció, no creyó y dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré” (Jn 20, 25).

Entonces, «… se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros». Luego le dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Jn 20, 27). Tomás respondió: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28).

La actitud inicial de Tomás refleja las dudas que probablemente le agobiaban el alma, incluso quizás hasta un sentimiento de decepción que lo atormentaba. Él había puesto su confianza en Jesús y había permanecido a su lado por mucho tiempo, y de pronto todo se mostraba confuso, oscuro, incierto. Tomás había creído en el amigo y confiaba en Él, pero tras la muerte de este, andaba desorientado.

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Por eso Jesús, en su bondad, le da la oportunidad de redimirse y él aceptará la invitación. Sus palabras finales -como hemos visto- saldan la cuenta. Tomás, con la ayuda del Espíritu, logra vencer su falta de fe: “Señor Mío y Dios Mío”. Ahora el apóstol está seguro de que es el mismo Jesús quien tiene enfrente y que es el Dios verdadero. Tomás se ha convertido así en el primero de los apóstoles en reconocer plenamente la divinidad de Cristo resucitado.

El hombre de rodillas frente a la divinidad

Tiempo atrás hubo un momento entre Tomás y Jesús de características similares, y que vale la pena recordar hoy, en este contexto: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”, dijo Jesús revelando su naturaleza. El Maestro se expresó así a propósito de una pregunta hecha por Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” (Jn 14, 5).

Una vez que los Apóstoles fueron enviados por el Espíritu Santo a predicar la Buena Noticia a todas las naciones, Tomás se dirigió a Persia y sus alrededores, así como a Etiopía e India, donde la tradición da cuenta del final de su vida, sometido al martirio.

El cinto de la Virgen María

Al santo se le atribuye haber recibido el cinto de la Santísima Virgen María, con el que es a veces representado artísticamente. De acuerdo a una antigua tradición, Tomás tampoco creyó en la Asunción de la Virgen María, e hizo abrir la tumba donde algunos decían que se hallaba el cuerpo de la Virgen. Esa misma tradición señala que Tomás se encontró solo con las abundantes flores que llenaban la fosa y que la Madre de Dios, desde el cielo, se desató el cinturón y lo dejó caer en las manos del apóstol.

Santo Tomás es considerado patrono de los arquitectos, constructores, jueces, teólogos y de las ciudades de Prato, Parma y Urbino en Italia.

“El Señor sabe por qué hace las cosas”

El día de la fiesta de Santo Tomás de 2013, el Papa Francisco hizo una reflexión sobre el apóstol Tomás, y recordó a los fieles que “el Señor sabe por qué hace las cosas. A cada uno de nosotros le da el tiempo que él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana. Jesús se presenta con sus llagas: todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz, pero las llagas estaban y están todavía, y cuando el Señor vendrá, al final del mundo, nos enseñará sus llagas (…)”.

“Tomás, para creer, quería meter sus dedos en las llagas: era un testarudo. Pero el Señor quiso precisamente un testarudo para hacernos comprender algo más grande. Tomás vio al Señor, que le invitó a meter el dedo en la herida de los clavos, a poner su mano en el costado y no dijo: es verdad: el Señor ha resucitado. ¡No! Fue más allá. Dijo: ¡Dios! Es el primer discípulo que confiesa la divinidad de Cristo después de la resurrección, y que adora propiamente» (Papa Francisco). (ACI prensa).