08 abril, 2025

San Dionisio de Corinto, Obispo

 Puede ser una imagen de texto que dice "San Dionisio de Corinto 8 de abril aciprensa.com"

  

 ¡Oh!, San Dionisio, vos sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, que dotado de admirable conocimiento
de la palabra de Dios, no sólo enseñasteis a los fieles
de vuestra ciudad y vuestra provincia, sino también a
los obispos de otras ciudades y provincias mediante
maravillosas cartas teológicas cargadas de amor y
misericordia. Eusebio de Cesarea, dice de vos, como uno
de los grandes hombres que contribuyeron a extender
por el mundo el Evangelio del Señor. Vos, os destacasteis
por vuestro celo apostólico y vuestra preocupación
por la grey. Además, vos sois una especie de “eco paulino”
que os preocupáis  por todas las iglesias. Vos, aprovechasteis
el don que habíais del cielo recibido: el ser escritor. Y,
con ello, escribisteis cartas a los cristianos Lacedemonios,
a los Atenienses, a los cristianos de Nicomedia, a la iglesia
de Creta. En la carta que mandasteis a los del Ponto,
expusisteis a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas
Escrituras, y os aclarasteis la doctrina sobre la castidad y
la grandeza del matrimonio. A todos os animasteis
para que generosos sean con aquellos pecadores que,
arrepentidos, quisiesen volver desde el pecado. A los
de Roma, los elogiasteis por sus caridad con los pobres y
testificasteis su personal veneración a los Vicarios de Cristo.
Vos, sin moveros de Corinto, ejercisteis un fecundo
apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel,
la pluma y el mar Mediterráneo fueron vuestros cómplices
generosos en la difusión de la fe. Y, así, luego de haber
gastado vuestra vida, en buena lid, partió vuestra alma
al cielo, para coronada ser, con  corona de luz eterna
como justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡oh! San Dionisio, "la fe puesta en Dios, por siempre". 
 

    

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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8 de Abril  
San Dionisio de Corinto
Obispo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Dionisio, obispo de Corinto, el cual, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad y de su provincia, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas († 180).


Etimológicamente: Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, es de origen griego.

Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesarea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.


Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.


Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos.


Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza… y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.


Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del “misterio” y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa —como uno más— para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!


Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, —junto al istmo y al golfo del mismo nombre— que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento.


Entre los miles que van vienen, de vez en cuando un cristiano se acerca, contacta, trae noticias y lleva nuevas a otro sitio del Imperio. ¡Cómo aprovechó Dionisio sus posibilidades! Porque resalta su condición de escritor. Que se tengan noticias, mandó cartas a los cristianos Lacedemonios, instruyéndoles en la fe y exhortándoles a la concordia y la paz; a los Atenienses, estimulándoles para que no decaiga su fe; a los cristianos de Nicomedia para impugnar muy eruditamente la herejía de Marción; a la iglesia de Creta a la que da pistas para que sus cristianos aprendan a descubrir la estrategia que emplean los herejes cuando difunden el error. En la carta que mandó al Ponto expone a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras, les aclara la doctrina sobre la castidad y la grandeza del matrimonio; también los anima para que sean generosos con aquellos pecadores que, arrepentidos, quieran volver desde el pecado. Igualmente escribió carta a los fieles de Roma en tiempos del papa Sotero; en ella, elogia los notables gestos de caridad que tienen los romanos con los pobres y testifica su personal veneración a los Vicarios de Cristo.


La vida de este obispo griego —incansable articulista— terminó en el último tercio del siglo II. Sin moverse de Corinto, ejerció un fecundo apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel, la pluma y el mar Mediterráneo fueron sus cómplices generosos en la difusión de la fe.


05 abril, 2025

San Vicente Ferrer Presbítero, anunció a Cristo hasta el final de sus días

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¡Oh!, San Vicente Ferrer, vos sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo, y que, os inspirasteis
toda vuestra vida en el amor hacia Cristo y Nuestra
Señora y principalmente en los pobres. Cada viernes,
en recuerdo de Cristo crucificado, y cada sábado,
en honor de Nuestra Señora, los entregasteis hasta
el final de vuestros días en señal de sacrificio
santo. El maligno, os asaltó durante vuestra juventud
y, claro, lo vencisteis, en Dios confiando únicamente.
Fervorosa e increíblemente predicabais con ardor de
corazón, y vuestra grey conmovida os escuchaba y Dios
os contemplaba feliz, tanto que, milagros del cielo
os enviaba. Un día, se os apareció Nuestro Señor
Jesucristo, San Francisco y Santo Domingo de Guzmán
y él, os dio la orden de dedicaros a predicar por
ciudades, pueblos, campos y países. Y, vos, fiel
cumplidor como erais así, lo hicisteis. Por ello,
el norte de España, el sur de Francia, el norte de
Italia y Suiza, saben de vos hasta hoy. Convertisteis
a judíos y moros, en España, de manera increíble.
Y, de seguro era, porque antes de predicar rezabais
por más de cinco horas contínuas, para, a Dios pedir
que vuestra palabra fuese eficaz. Y, así era. El suelo
era vuestro colchón, ayunabais el tiempo todo. Rezos
predicación, procesiones, conversiones y llantos,
a Dios alabando siempre. “Mi cuerpo y mi alma no son
sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la
fetidez de mis culpas”. Decíais vos, que, santo como
erais, increíble parecía. Vuestra vida terrena se os
acabó, pero vuestra alma voló al cielo, para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a amor y fe;
¡oh!, San Vicente Ferrer, “vivo reflejo del Dios Vivo».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Abril
San Vicente Ferrer
Presbítero

Martirologio Romano: San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, de origen español, que recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente en favor de la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, lugar de Bretaña Menor, entregó su espíritu a Dios. († 1419)

Fecha de canonización: 3 de junio de 1455 por el Papa Calixto III.

“Bebe el agua del maestro Vicente” se dice todavía en España para recomendar el silencio. La expresión se refiere a un sabio consejo que el dominico san Vicente Ferrer dio a una mujer que le preguntaba qué podía hacer para congeniar con el malhumorado marido. “Tome este frasco de agua -contestó el santo- y cuando tu esposo regrese del trabajo, tómate un sorbo y mantenlo en la boca el mayor tiempo posible”. Era el mejor modo de hacer que la mujer tuviera la boca cerrada y no contestara al marido.

La anécdota hace ver la humana simpatía de este hombre, acérrimo fustigador de las costumbres, que le mereció de sus contemporáneos el título de “ángel del Apocalipsis”, porque en sus sermones acostumbraba amenazar con flagelos y tribulaciones.

Vicente nació en Valencia (España) en 1350. A los 17 años había ya terminado con tanto éxito sus estudios de filosofía y teología que sus profesores lo incluyeron inmediatamente en el cuerpo docente.

Entró al convento de los dominicos de Valencia y fue ordenado sacerdote en 1375, una fecha que en la historia de la Iglesia se recuerda como el comienzo del gran cisma de Occidente (1378-1417). La gran confusión dividió a los cristianos en dos obediencias: a Roma y a Aviñón. Era inevitable que aun espíritus rectos, como Vicente Ferrer, estuvieran de parte del Papa ilegítimo. La buena fe de Vicente Ferrer se prueba con el hecho de que él hizo todo lo posible para solucionar el gran conflicto y restituir así la unidad a la Iglesia. Recorrió toda Europa, entusiasmando con su gran oratoria a las muchedumbres de fieles, atraídos también por un fenómeno especial: al predicador dominico -que sólo conocía el castellano, el latín y un poco de hebreo- le entendían todos los fieles de las diversas naciones a donde él iba, cada uno en su lengua, repitiéndose así el milagro de Pentecostés.

Auténtico predicador del mensaje cristiano, San Vicente recuperaba todo el vigor juvenil aun en avanzada edad tan pronto subía al púlpito o en los palcos improvisados en las plazas, porque las iglesias no eran suficientes para las grandes muchedumbres; y esto a pesar de no conmover al auditorio con palabras de esperanza, sino que fustigaba las costumbres con tono amenazador. Lograda la unidad del pontificado con el concilio de Constanza y con la elección de Martín V, Vicente recorrió el norte de Francia tratando de poner fin a la guerra de los Cien años. Murió el 5 de abril de 1419, durante la misión en Vannes, y fue canonizado por su compatriota Calixto III en 1455.

Oración

¡Amantísimo Padre y Protector mío,
San Vicente Ferrer!
Alcánzame una fe viva y sincera
para valorar debidamente las cosas divinas,
rectitud y pureza de costumbres
como la que tú predicabas,
y caridad ardiente para amar a Dios
y al prójimo.
Tú, que nunca dejaste sin consuelo
a los que confían en ti,
no me olvides en mis tribulaciones.
Dame la salud del alma
y la salud del cuerpo.
Remedia todos mis males.
Y dame la perseverancia en el bien
para que pueda acompañarte
en la gloria por toda la eternidad.
Amén.

Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.

(http://www.es.catholic.net/santoraldehoy/)

04 abril, 2025

San Isidoro de Sevilla, Arzobispo de Sevilla

 Imagen

 

¡Oh!, San Isidoro de Sevilla, vos, sois el hijo del Dios de
la Vida, su  obispo y amado santo y, quiso Él que, de santos
vuestra familia fuera. ¡Y, así fue! Os convertisteis en hombre
sabio y prudente, y, que, ensalzasteis al Dios de la Vida, con
exegetas escritos sobre cada uno de los Libros de la Biblia,
cuya lectura os encantaba, la amabais y la recomendabais
a los fieles del tiempo vuestro. Las viejas calles de Sevilla,
saben mucho de vos y del amor a vuestros pobres que, en sí,
sustento eran el tiempo todo de vuestro quehacer. Sin duda
alguna vos, erais el “verdadero puente” entre la Edad
Antigua y la Edad Media, pues fuisteis el obispo más sabio
de vuestro tiempo ello, no os quitó el sueño y os dedicasteis
a amar a Dios con toda vuestra fuerza. Dueño de una biblioteca
increíble, varios libros escribisteis, entre ellos “Las
Etimologías”; conocido como el “Primer Diccionario” que en
Europa se hizo, “La Historia de los Visigodos” y “Biografías
de hombres ilustres”. San Ildefonso, dice de vos así: “la
facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que
las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos
quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se
obtenía al oír sus enseñanzas”. Antes de partir de este mundo,
perdón pedisteis públicamente por todas las faltas de vuestra
vida y suplicasteis al pueblo, que rogara por vos, a Dios.
Y, así, voló vuestra alma al cielo, después de haberos gastado
en buena lid, para coronada ser con corona de luz y eternidad
como justo premio a vuestra constante entrega de amor y fe;
¡oh!, San Isidoro de Sevilla; “vivo regalo del Dios de la Vida”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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04 de abril
San Isidoro de Sevilla
Arzobispo
(año 636)

Isidoro significa: “Regalo de la divinidad (Isis: divinidad. Doro: regalo)”. Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida.

Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes. Dice San Ildefonso que “la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas”.

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas.

De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.

La Santa Sede de Roma lo declaró “Doctor de la Iglesia”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Isidoro.htm)

03 abril, 2025

Santa María de Egipto, se retiró al desierto por aborrecer el pécado

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¡Oh! Santa María de Egipto, vos sois la hija del Dios de la Vida
su amada santa, y, que, os retirasteis al desierto tras una vida
de libertinaje. Vuestra vida, la conocemos gracias a Sofronio,
Patriarca de Jerusalén. Vos, dejasteis vuestro hogar a los doce
años, viajando a Alejandría, donde ejercisteis la prostitución.
Con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, os embarcasteis hacia Palestina, pero
nunca, con intención de peregrinar, sino, con el deseo de poner en
práctica vuestra disipada vida. Cuando vos, tratasteis de ingresar
a la Iglesia del Santo Sepulcro, una fuerza invisible os impidió
hacerlo y tras haberlo intentado hasta por tres veces, os retirasteis
a un rincón del patio de la iglesia y derrepente sentisteis una
gran culpa y remordimiento por vuestra vida lujuriosa y pecaminosa.
En ese momento dirigisteis vuestros ojos a una estatua de la Santísima
Virgen y llorasteis sin consuelo, pidiendo perdón al Dios Vivo y
etermo. Seguidamente, intentasteis entrar de nuevo a la iglesia
y esta vez, la misma fuerza que os impidió hacerlo, os impulsó para
ingresar al Templo de Dios. Días después recibisteis la comunión
en el monasterio de San Juan Bautista, en la ribera del río Jordán,
y luego os internasteis en el desierto, donde vivisteis cerca de
medio siglo, dedicándoos a la oración, meditación y mortificación.
Allí, conocisteis a un sacerdote de nombre Zósimo, a quien le hicisteis
prometer que os encontraría en el Jordán la noche del Jueves Santo
del siguiente año y que, además os llevara el Sacratísimo Sacramento,
cosa que así fue. Recibisteis la Eucaristía y levantando vuestras
manos hacia el cielo, gritasteis en voz alta las palabras de Simeón:
“Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu
palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”. Y, luego y de manera
milagrosa, voló vuestra alma al cielo para, ser coronada con corona
de luz y etrnidad, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Cuando Zósimo viajó al año siguiente para visitaros, solo encontró
un pergamino que rezaba: “Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el
Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido
su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora y
devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que
convertirse”. Zózimo narró a otros monjes la emocionante historia
de vuestra vida, y pronto junto a vuestra tumba, empezaron a obrarse   
milagros y prodigios, y vuestra fama se extendió por todo el mundo;
¡Oh! Santa María de Egipto, "testigo vivo del Amor misericordioso de Dios"

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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03 de Abril

Santa María de Egipto
Se retiró al desierto por aborrecer el pécado

Santa María de Egipto fue una asceta que se retiró al desierto tras una vida de prostitución. Su vida fue escrita en gran parte por Sofronio, Patriarca de Jerusalén. Nació probablemente alrededor del año 344 d.C.. A los 12 años dejó su casa y viajó a Alejandría, donde por más de 17 años ejerció la prostitución.

Luego, con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se embarcó hacia Palestina, pero no con la intención de peregrinar, sino con el deseo tener nuevas oportunidades de poner en práctica la lujuria.

Su biografía detalla que cuando María de Egipto intentó ingresar a la Iglesia del Santo Sepulcro durante el peregrinaje, una fuerza invisible le impidió hacerlo.

Tras intentar entrar tres o cuatro veces se retiró a un rincón del patio de la iglesia y sintió remordimiento por sus actos. En ese momento posó sus ojos en una estatua de la Santísima Virgen y lloró desconsoladamente pidiendo perdón a Dios.

Luego intentó entrar de nuevo a la iglesia y esta vez se le fue permitido. Días después María de Egipto recibió la comunión en un monasterio de San Juan Bautista en la ribera del río Jordán, y al día se internó en el desierto que se prolonga hacia Arabia, lugar donde vivió cerca 47 años dedicándose a la oración, meditación y mortificación.

En el desierto conoció a un sacerdote de nombre Zósimo, a quien le hizo prometer que la encontraría en el Jordán la noche del Jueves Santo del siguiente año y que le llevara el Sacratísimo Sacramento.
Y así fue. Al año siguiente María de Egipto recibió la Eucaristía y levantó sus manos hacia el cielo gritando en voz alta las palabras de Simeón: “Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”.

La santa de Egipto falleció aquel día alrededor del 421 después de que el sacerdote dejara el lugar.

Cuando Zósimo viajó al año siguiente para visitarla nuevamente solo encontró un pergamino que rezaba: “Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse”.

Zózimo narró a otros monjes la emocionante historia de la vida María de Egipto, y pronto junto a aquella tumba, empezaron a obrarse milagros y prodigios. La fama de María se extendió por muchos países.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-santa-maria-de-egipto-asceta-del-desierto-62347)

01 abril, 2025

San Hugo de Grenoble, Obispo

  Santoral del 1° de abril 2025: por qué la Iglesia Católica celebra hoy a San  Hugo de Grenoble - Diario Río Negro
 
 
 
 ¡Oh!, San Hugo de Grenoble, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y, que os esforzasteis en grado
sumo, en reformar de las costumbres del clero y del pueblo.
Vos, nunca quisisteis obispo ser, pero que, os santificasteis
siéndolo. Vuestra diócesis decadente y deprimente era,
pues en ella se compraban y vendían eclesiásticos bienes,
los clérigos concubinos abundaban, la moral de los fieles
por los suelos estaba y deudas por la mala administración
del obispado abundaban. Y, vos, entre llantos y rezos,
penitencias y oración, decidisteis enfrentar los problemas.
Pero, todo ello, por increible que parezca, nunca efecto
surtió, pues vuestra grey, ruda y grosera, insufrible
y amoral era. Y, a vos, no os quedó otra cosa que
marcharos para tomar el hábito de San Benito, pero,
el Papa os ordenó volver a vuestra iglesia. Y, vos, obediente
como erais, os entregasteis a cumplir con vuestro ministerio.
Llegasteis a vender vuestras mulas para ayudar a los pobres,
y brindarles alimentos y hospedaje. Al antipapa Anacleto,
lo excomulgasteis, y sí, recibisteis al Papa Inocencio II,
quien tampoco aceptó vuestra renuncia, y cuando huíais
de Pedro “el cismático de Lyon”, contribuisteis a eliminar
el cisma de Francia. También, ayudasteis a san Bruno
y a sus seis compañeros en la Cartuja, a establecerse, pues,
para vos, sinónimo de paz era, tanto que, pasabais viviendo
entre ellos, como un fraile más. Al fin, vuestra fidelidad,
premiada fue por Dios, pues, luego de más de medio siglo de
trabajo, se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron,
se ordenaron los nobles y los pobres hospital tuvieron
y paz para sus almas. Al final de vuestra vida, atormentado
fuisteis por tentaciones de duda, sobre la Divina Providencia,
perdisteis la memoria, pero vuestra lucidez la tuvisteis
siempre. Y así, hombre de vida ejemplar, voló vuestra alma
al cielo, para recibir corona de luz eterna, como justo
premio a vuestra entrega de amor. No tuvisteis vocación
de obispo, pero, fuisteis sincero, honrado en el trabajo,
piadoso y obediente. Os marchasteis, pero vuestra vida,
quedó como modelo de obispos y de todos los más santos;
¡Oh!, San Hugo de Grenoble, “vivo reformador del Dios Vivo”.
 
© 2025 Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Abril
San Hugo de Grenoble
Obispo

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.
Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.
 
El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.
Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.
Autor: . | Fuente: Archidiósesis de Madrid

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

 

31 marzo, 2025

San Benjamin Diacono y Mártir

 Hoy celebramos a San Benjamín, el diácono que predicó en una prisión de  Persia - Salta Soy

¡Oh!, San Benjamín, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que predicasteis con ardor de corazón
la palabra de Dios, consumando vuestro martirio con cañas
agudas entre vuestras uñas. Además, hicisteis honor al
significado de vuestro nombre: “Hijo de dicha”, una dicha
claro está, de servicio al Dios de la Vida. El obispo Abdas,
incendió el Pireo, templo principal de los persas y el rey
amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos,
a menos que Abdas, reconstruyera su “templo”, pero éste
se rehusó y rey lo mandó a matar e inició una persecución
que cuarenta años duró. Vos, fuisteis uno de los primeros
mártires, que. después de que os golpearon, os encarcelaron
durante un año. Pero vos, erais un joven con celo apostólico
en provecho de los demás, especialmente de los pobres
y desposeídos. Hablabais con fluida elocuencia, y, tanto
que también, lograsteis conversiones entre los sacerdotes
de Zaratustra. Los meses que pasasteis en la cárcel os
sirvieron para pensar, orar, meditar y escribir. Pero, Dios,
nunca os abandonó, y un embajador del emperador bizantino
os puso en libertad, diciéndole de parte del rey Yezdigerd:
“Te digo que tú no has tenido culpa alguna en el incendio
del templo y no tienes que lamentarte de nada”.
 Y, desde que os liberaron, con mayor ímpetu continuasteis
vuestro trabajo apostólico, convirtiendo a muchos magos
y haciéndoles ver que algún día brillaría en sus ojos y en su
alma la luz verdadera. “De no ser así –decíais – yo mismo
sufriré el castigo que el Señor reserva a los seguidores que
no sacan a relucir los talentos que él les ha dado”. Y, así,
nuevamente, ardió la pradera, y el rey os encarceló y os
mandó que os dieran castigos hasta la muerte, para luego
ser decapitado.Y así, voló vuestra alma al cielo, para corona
de luz recibir, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Benjamín, “vivo sacerdote del Dios de la Vida”.

© 2025 Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Marzo
San Benjamin
Diacono y Mártir

Martirologio Romano: En el lugar de Argol, en Persia, san Benjamín, diácono, que al predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas agudas entre sus uñas, en tiempo del rey Vararane V (c. 420).Etimológicamente: Benjamín = Aquel que es el último nacido o Hijo de dicha, es de origen hebreo.

El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas. El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que el obispo reconstruyera el templo, pero éste se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó a matar e inició una persecución general que duró 40 años. Uno de los primeros mártires fue Benjamín, diácono. Después de que fuera golpeado, estuvo encarcelado durante un año. Benjamín era un joven de un gran celo apostólico en bien de los demás. Hablaba con fluida elocuencia. Incluso había logrado muchas conversiones entre los sacerdotes de Zaratustra. 

Los meses que pasó en la cárcel le sirvieron para pensar, orar, meditar y escribir. En estas circunstancias llegó a la ciudad un embajador del emperador bizantino y lo puso en libertad. Y le dijo el rey Yezdigerd: “Te digo que tú no has tenido culpa alguna en el incendio del templo y no tienes que lamentarte de nada”. ¿No me harán nada los magos?, preguntó el rey al embajador. No, tranquilo. No convertirá a nadie, añadió el embajador. Sin embargo, desde que lo pusieron en libertad, Benjamín comenzó con mayor brío e ímpetu su trabajo apostólico y convirtió a muchos magos haciéndoles ver que algún día brillará en sus ojos y en su alma la luz verdadera. De no ser así –decía – yo mismo sufriré el castigo que el Señor reserva a los seguidores que no sacan a relucir los talentos que él les ha dado. Esta vez no quiso intervenir el embajador. Pero poco después, el rey lo encarceló de nuevo y mandó que le dieran castigos hasta la muerte,siendo luego decapitado
Murió alrededor del año 420
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30 marzo, 2025

Domingo 4 (C) de Cuaresma

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Domingo 30 de marzo
Domingo 4 (C) de Cuaresma
El Hijo Pródigo
 
Texto del Evangelio (Lc 15,1-3.11-32): En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
 
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
 
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
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«Padre, pequé contra el cielo y ante ti»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (Tremp, Lleida, España)
 
Hoy, domingo Laetare (“Alegraos”), cuarto de Cuaresma, escuchamos nuevamente este fragmento entrañable del Evangelio según san Lucas, en el que Jesús justifica su práctica inaudita de perdonar los pecados y recuperar a los hombres para Dios.
Siempre me he preguntado si la mayoría de la gente entendía bien la expresión “el hijo pródigo” con la cual se designa esta parábola. Yo creo que deberíamos rebautizarla con el nombre de la parábola del “Padre prodigioso”.
Efectivamente, el Padre de la parábola —que se conmueve viendo que vuelve aquel hijo perdido por el pecado— es un icono del Padre del Cielo reflejado en el rostro de Cristo: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15,20). Jesús nos da a entender claramente que todo hombre, incluso el más pecador, es para Dios una realidad muy importante que no quiere perder de ninguna manera; y que Él siempre está dispuesto a concedernos con gozo inefable su perdón (hasta el punto de no ahorrar la vida de su Hijo).
Este domingo tiene un matiz de serena alegría y, por eso, es designado como el domingo “alegraos”, palabra presente en la antífona de entrada de la Misa de hoy: «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría». Dios se ha compadecido del hombre perdido y extraviado, y le ha manifestado en Jesucristo —muerto y resucitado— su misericordia.
San Juan Pablo II decía en su encíclica Dives in misericordia que el amor de Dios, en una historia herida por el pecado, se ha convertido en misericordia, compasión. La Pasión de Jesús es la medida de esta misericordia. Así entenderemos que la alegría más grande que damos a Dios es dejarnos perdonar presentando a su misericordia nuestra miseria, nuestro pecado. A las puertas de la Pascua acudimos de buen grado al sacramento de la penitencia, a la fuente de la divina misericordia: daremos a Dios una gran alegría, quedaremos llenos de paz y seremos más misericordiosos con los otros. ¡Nunca es tarde para levantarnos y volver al Padre que nos ama!
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«El Padre eterno puso, con inefable benignidad, los ojos de su amor en aquella alma y empezó a hablarle de esta manera: ‘¡Hija mía muy querida! Firmísimamente he determinado usar de misericordia para con todo el mundo y proveer a todas las necesidades de los hombres’» (Santa Catalina de Siena)
«San Juan Pablo II decía en su encíclica “Dives in misericordia” que el amor de Dios, en una historia herida por el pecado, se ha convertido en misericordia, compasión. La Pasión de Jesús es la medida de esta misericordia» (Benedicto XVI)
«El símbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando oramos al Padre. Él está en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es por tanto nuestra “patria”. De la patria de la Alianza el pecado nos ha desterrado y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del corazón nos hace volver. En Cristo se han reconciliado el cielo y la tierra, porque el Hijo ‘ha bajado del cielo’, y nos hace subir allí con Él, por medio de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.795)(Evangeli net).