28 febrero, 2025

Beata Antonia de Florencia, Abadesa

  

   

¡Oh!, Beata Antonia de Florencia; vos, 
sois la hija del Dios de la Vida, viuda,
fundadora y maravillosa abadesa
primera del monasterio de Corpus
Christi. Y, aunque vos, decidisteis,
que, «ni el mundo era para vos, y ni
vos, para el mundo», os incorporasteis
entre las Hermanas Terciarias Regulares
de San Francisco e hicisteis de él,
vuestra pobre familia y buscasteis
allí, vuestra santificación. Con doce
compañeras vuestras, encabezasteis
el nuevo espíritu «observante», que
os distinguió, como ejemplo claro
de virtudes y obediencia. Siempre
vencisteis vuestras tribulaciones y Dios,
vuestro Amado Padre, os llamó para
premiaros con corona de luz y eternidad,
gracias, a vuestra grande obra de amor y fe;
¡oh!, Beata Antonia de Florencia, “viva luz de Cristo Vivo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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28-29 de Febrero
Beata Antonia de Florencia
Abadesa

Martirologio Romano: En L’Aquila, en el Abruzo, beata Antonia de Florencia, viuda, después fundadora y primera abadesa del monasterio de Corpus Christi, siguiendo la primera Regla de santa Clara (1472). Fecha de beatificación: Culto confirmado el 17 de septiembre de 1847 por el Papa Pío IX. 

En los años bisisestos se celebra el día 29 en lugar del 28. 

Antonia nació en Florencia en 1401. Poco se sabe de su infancia. A los 15 años se casó, tuvo un hijo, y estando éste todavía muy pequeño, ella enviudó. Para atender a las necesidades del hijo, aceptó un nuevo matrimonio, con igual fortuna, pues el marido murió pronto. Entonces ella decidió que ni el mundo era para ella, ni ella para el mundo. Y una vez que el hijo pudo valerse por sí mismo, ella entró entre las Hermanas Terciarias Regulares de San Francisco fundadas por la Beata Angelina de Marsciano, que tenían entonces su convento en San Onofre, en Florencia. Desde entonces el convento fue su pobre y durísima familia. Su única ambición era santificarse. Con su forma de vida edificó a sus compañeras y también mereció la estima de sus superiores. Fue enviada a Foligno, al convento de Santa Ana, y luego a Aquila, al convento de Santa Isabel. Aquí tuvo como director espiritual a san Juan de Capistrano, quien, junto con San Bernardino de Siena, promovía la llamada “observancia”.

Antonia sentía la urgencia de una regla más austera, de una pobreza más rígida, de una abnegación más perfecta. Con la aprobación de Nicolás V, y la bendición de San Juan de Capistrano, Vicario general, en 1447 se retiró con doce compañeras al monasterio del Corpus Domini para observar en todo su rigor la primera regla de Santa Clara. San Juan de Capistrano le encomendó la dirección del monasterio para que fuera modelo del nuevo espíritu “observante” también en la Segunda Orden, rama femenina franciscana.

Por muchos años fue superiora modelo, reformadora de las costumbres, ejemplo de virtudes y de obediencia. Sufrió desventuras y calumnias pero no la postraron. Venció sus propias tribulaciones curando las ajenas. Al acercarse la muerte, llamó a sí a sus cohermanas para recomendarles la exacta observancia de la regla y la caridad fraterna. Tenía 71 años cuando murió, el 28 de febrero de 1472. La ciudad de Aquila la veneró como santa desde su muerte. 

Autor: Fuente: Franciscanos.net 

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8326)

 

27 febrero, 2025

San Gabriel de la Dolorosa

 

San Gabriel de la Dolorosa

 

¡Oh!, San Gabriel de la Dolorosa; vos, sois, el hijo
del Dios de la Vida, su amado santo, y el hombre
que vivisteis con desmedido apego a la vida mundana
y que, al mismo tiempo buscabais la luz. Y, ella, iba
y venía de vos, como se aleja del día, cuando la cubren
las sombras de la noche. Y, entonces vuestras pasiones,
a atacaros volvían reiteradamente, pero, una voz
en medio de todo, surgía y, que la oíais una y otra vez,
y otra vez, y que, os pedía que no la rechazarais,
y os invitaba dulcemente a su regazo de paz. Y, sucedió
que un día, os dejasteis llevar por ella, la oísteis
y cual manso corderito, marchasteis por fin, hasta
“haceros esclavo”, nunca más del mal, sino, de la virtud
y de la verdad, que Dios es; obra de vuestra devoción
a Nuestra Señora. “Lo que más me ayuda a vivir con el
alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el
recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando
y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor
pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar
a otro un vaso de agua”. “Yo creo que si yo hubiera
permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación
de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de
todo ello no me queda sino amargura, remordimiento
y temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo
y pídele a Dios que me perdone también a mí”. Así,
escribisteis a un viejo amigo, ya hecho sacerdote.
Vuestro libro preferido era “Las Glorias de María”,
escrito por San Alfonso, y que, os llevó a altísimos
grados de santidad. Así, y luego de haberos gastado
en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para corona
de luz recibir, como premio a vuestra entrega de amor.
“Patrono de los Jóvenes que se dedican al apostolado”;
¡oh!, San Grabriel de la Dolorosa, “viva luz de Cristo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Febrero
San Gabriel de la Dolorosa
(año 1862)

Petición

San Gabriel de la Dolorosa: pídele a la Sma. Virgen por tantos jóvenes tan llenos de vitalidad y de entusiasmo para que encaucen las enormes fuerzas de su alma, no a dejarlas perderse en goces mundanos, sino a ganarse un gran premio en el cielo dedicándose a salvar su propia alma y la de muchos más.

El bailarín que llegó a la santidad. Nació en Asís (Italia) en 1838. Su nombre en el mundo era Francisco Possenti. Era el décimo entre 13 hermanos. Su padre trabajaba como juez de la ciudad. A los 4 años quedó huérfano de madre. El papá, que era un excelente católico, se preocupó por darle una educación esmerada, mediante la cual logró ir dominando su carácter fuerte que era muy propenso a estallar en arranques de ira y de mal genio.

Tuvo la suerte de educarse con dos comunidades de excelentes educadores: los Hermanos Cristianos y los Padres Jesuitas; y las enseñanzas recibidas en el colegio le ayudaron mucho para resistir los ataques de sus pasiones y de la mundanalidad.

El joven era sumamente esmerado en vestirse a la última moda. Y sus facciones elegantes y su fino trato, a la vez que su rebosante alegría y la gran agilidad para bailar , lo hacían el preferido de las muchachas en las fiestas. Su lectura favorita eran las novelas, pero le sucedía como en otro tiempo a San Ignacio, que al leer novelas, en el momento sentía emoción y agrado, pero después le quedaba en el alma una profunda tristeza y un mortal hastío y abatimiento. Sus amigos lo llamaban “el enamoradizo”. Pero los amores mundanos eran como un puñal forrado con miel”. Dulces por fuera y dolorosos en el alma.

En una de las 40 cartas que de él se conservan, le escribe a un antiguo amigo, cuando ya se ha entrado de religioso: “Mi buen colega; si quieres mantener tu alma libre de pecado y sin la esclavitud de las pasiones y de las malas costumbres tienes que huir siempre de la lectura de novelas y del asistir a teatros donde se dan representaciones mundanas. Mucho cuidado con las reuniones donde hay licor y con las fiestas donde hay sensualidad y huye siempre de toda lectura que pueda hacer daño a tu alma. Yo creo que si yo hubiera permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de todo ello no me queda sino amargura, remordimiento y temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo y pídele a Dios que me perdone también a mí”.

Al terminar su bachillerato, y cuando ya iba a empezar sus estudios universitarios, Dios lo llamó a la conversión por medio de una grave enfermedad. Lleno de susto prometió que si se curaba de aquel mal, se iría de religioso. Pero apenas estuvo bien de salud, olvidó su promesa y siguió gozando del mundo.

Un año después enferma mucho más gravemente. Una laringitis que trata de ahogarlo y que casi lo lleva al sepulcro. Lleno de fe invoca la intercesión de un santo jesuita martirizado en las misiones y promete irse de religioso, y al colocarse una reliquia de aquel mártir sobre su pecho, se queda dormido y cuando despierta está curado milagrosamente. Pero apenas se repone de su enfermedad empieza otras vez el atractivo de las fiestas y de los enamoramientos, y olvida su promesa. Es verdad que pide ser admitido como jesuita y es aceptado, pero él cree que para su vida de hombre tan mundano lo que está necesitando es una comunidad rigurosa, y deja para más tarde el entrar a una congregación de religiosos.

Estalla la peste del cólera en Italia

Miles y miles de personas van muriendo día por día. Y el día menos pensado muere la hermana que él más quiere. Considera que esto es un llamado muy serio de Dios para que se vaya de religioso. Habla con su padre, pero a éste le parece que un joven tan amigo de las fiestas mundanas se va a aburrir demasiado en un convento y que la vocación no le va a durar quizá ni siquiera unos meses.

Pero un día asiste a una procesión con la imagen de la Virgen Santísima. Nuestro joven siempre le ha tenido una gran devoción a la Madre de Dios (y probablemente esta devoción fue la que logró librarlo de las trampas del mundo) y en plena procesión levanta sus ojos hacia la imagen de la Virgen y ve que Ella lo mira fijamente con una mirada que jamás había sentido en su vida. Ante esto ya no puede resistir más. Se va a donde su padre a rogarle que lo deje irse de religioso. El buen hombre le pide el parecer al confesor de su hijo, y recibida la aprobación de este santo sacerdote, le concede el permiso de entrar a una comunidad bien rígida y rigurosa, los Padres Pasionistas.

Al entrar de religioso se cambia el nombre y en adelante se llamará Gabriel de la Dolorosa. Gabriel, que significa: el que lleva mensajes de Dios. Y de la Dolorosa, porque su devoción mariana más querida consiste en recordar los siete dolores o penas que sufrió la Virgen María. Desde entonces será un hombre totalmente transformado.

Gabriel había gozado siempre de muchas comodidades en la vida y le había dado gusto a sus sentidos y ahora entra a una comunidad donde se ayuna y donde la alimentación es tosca y nada variada. Los primeros meses sufre un verdadero martirio con este cambio tan brusco, pero nadie le oye jamás una queja, ni lo ve triste o disgustado.

Gabriel lo que hacía, lo hacía con toda el alma. En el mundo se había dedicado con todas sus fuerzas a las fiestas mundanas, pero ahora, entrado de religioso, se dedicó con todas las fuerzas de su personalidad a cumplir exactamente los Reglamentos de su Comunidad. Los religiosos se quedaban admirados de su gran amabilidad, de la exactitud total con la que cumplía todo lo que se le mandaba, y del fervor impresionante con el que cumplía sus prácticas de piedad.

Su vida religiosa fue breve

Apenas unos seis años. Pero en él se cumple lo que dice el Libro de la Sabiduría: “Terminó sus días en breve tiempo, pero ganó tanto premio como si hubiera vivido muchos años”.

Su naturaleza protestaba porque la vida religiosa era austera y rígida, pero nadie se daba cuenta en lo exterior de las repugnancias casi invencibles que su cuerpo sentía ante las austeridades y penitencias. Su director espiritual sí lo sabía muy bien.

Al empezar los estudios en el seminario mayor para prepararse al sacerdocio, leyó unas palabras que le sirvieron como de lema para todos sus estudios, y fueron escritas por un sabio de su comunidad, San Vicente María Strambi. Son las siguientes: “Los que se preparan para ser predicadores o catequistas, piensen mientras estudian, que una inmensa cantidad de pobres pecadores les suplica diciendo: por favor: prepárense bien, para que logren llevarnos a nosotros a la eterna salvación”. Este consejo tan provechoso lo incitó a dedicarse a los estudios religiosos con todo el entusiasmo de su espíritu.

Cuando ya Gabriel está bastante cerca de llegar al sacerdocio le llega la terrible enfermedad de la tuberculosis. Tiene que recluirse en la enfermería, y allí acepta con toda alegría y gran paciencia lo que Dios ha permitido que le suceda. De vómito de sangre en vómito de sangre, de ahogo en ahogo, vive todo un año repitiendo de vez en cuando lo que Jesús decía en el Huerto de los Olivos: “Padre, si no es posible que pase de mí este cáliz de amargura, que se cumpla en mí tu santa voluntad”.

La Comunidad de los Pasionistas tiene como principal devoción el meditar en la Santísima Pasión de Jesús. Y al pensar y repensar en lo que Cristo sufrió en la Agonía del Huerto, y en la Flagelación y coronación de espinas, y en la Subida al Calvario con la cruz a cuestas y en las horas de mortal agonía que el Señor padeció en la Cruz, sentía Gabriel tan grande aprecio por los sufrimientos que nos vuelven muy semejantes a Jesús sufriente, que lo soportaba todo con un valor y una tranquilidad impresionantes.

Pero había otra gran ayuda que lo llenaba de valor y esperanza, y era su fervorosa devoción a la Madre de Dios. Su libro mariano preferido era “Las Glorias de María”, escrito por San Alfonso, un libro que consuela mucho a los pecadores y débiles, y que aunque lo leamos diez veces, todas las veces nos parece nuevo e impresionante. La devoción a la Sma. Virgen llevó a Gabriel a grados altísimos de santidad.

A un religioso le aconsejaba: “No hay que fijar la mirada en rostros hermosos, porque esto enciende mucho las pasiones”. A otro le decía: “Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua”.

Y el 27 de febrero de 1862, después de recibir los santos sacramentos y de haber pedido perdón a todos por cualquier mal ejemplo que les hubiera podido dar, cruzó sus manos sobre el pecho y quedó como si estuviera plácidamente dormido. Su alma había volado a la eternidad a recibir de Dios el premio de sus buenas obras y de sus sacrificios. Apenas iba a cumplir los 25 años.

Poco después empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y en 1926 el Sumo Pontífice lo declaró santo, y lo nombró Patrono de los Jóvenes laicos que se dedican al apostolado.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Gabriel_de_la_Dolorosa.htm)

 

26 febrero, 2025

Beata Piedad de la Cruz, fundadora de la Congregación de Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús

 

 

Imagen

 

 ¡Oh! Beata Piedad de la Cruz Ortiz Real, vos sois
la hija del Dios, de la Vida y su amada Beata, que
os distinguisteis por la piedad, la constancia y el
talento en la música, en el bordado y en la recitación.
Vos, narrasteis así vuestros sentimientos: «Cuando
recibí por primera vez la Sagrada Comunión, quedé
como anonadada y experimenté que Jesús me llamaba
a la Vida Religiosa». A vos os caracterizaron tres
espíritus: el espíritu de piedad y oración; vuestro
amor a hacer el bien a los niños pobres, los ancianos
y los enfermos; y el espíritu de tesón en dar una
respuesta a aquello que sentisteis el día de vuestra
primera Comunión. Abandonasteis el noviciado por  
enfermedad y volvisteis a vuestra casa paterna. Y, vos,
entendisteis que Dios no os quería por ese camino.
Vos solías decir: «Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser,
pero dime dónde». Y, el Señor respondió vuestra
búsqueda vocacional, y os hizo vivir una profunda
experiencia mística, en la que el Corazón de Jesús,
os mostró su hombro izquierdo ensangrentado, os dijo:
«Mira cómo me han puesto los hombres con sus ingratitudes,
¿quieres tú ayudarme a llevar esta cruz?». A lo que
que vos respondisteis: «Señor, si necesitas una
víctima y me quieres a mí, aquí estoy, Señor». Y, Él,
os dijo: «Funda, hija mía, que de ti y de tu Congregación
siempre tendré misericordia». Y, así lo hicisteis,
fundando la primera Comunidad de Terciarias de la
Virgen del Carmen. Y, vos, con el nombre de Piedad
de la Cruz vuestras hijas, se multiplicaban en el
cuidado a los enfermos y a las niñas huérfanas
víctimas del cólera. La Virgen María ocupó en vos,
un lugar muy importante en vuestro corazón y en vuestra
vida. Surgieron problemas entre vuestras comunidades
y vos, como siempre, os refugiasteis en la oración, y
el Espíritu Santo os iluminó vivamente al tiempo que
os llenaba de fuerza profética, y la fundación de
otra Congregación,  bajo el patrocinio de San Francisco
de Sales. Nos legasteis vuestro propio Carisma: Hacer
sensible ante los hombres, especialmente pobres, el
amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón
misericordioso de Jesús abierto en brazos de la Cruz.
Vos, renunciasteis toda vuestra vida al mundo, pero,
jamás huisteis de él, porque seguíais en él haciendo
el bien y luchando contra el mal. Vivisteis pobre y
os fuisteis pobre, sentada en un sillón, porque «Aquel
—decíais señalando el Crucifijo— murió en la cruz y yo
no debo morir en la cama, sino en el suelo». Y, así,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe.
Expirasteis con el crucifijo en los labios y en la santa
paz de Dios, con el amor que Aquél que os dio la vida;
¡Oh! Santa Piedad de la Cruz "vivo amor por el Dios Vivo".

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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26 de Febrero

Beata Piedad de la Cruz Ortiz Real

Piedad de la Cruz Ortiz Real, hija de José y de Tomasa, nació en Bocairente, (Valencia) —España—, el 12 de noviembre de 1842, siendo bautizada al día siguiente con el nombre de Tomasa. Ocupaba el quinto lugar entre ocho hermanos. En la escuela se distinguió por la piedad, la constancia y el talento en la música, en el bordado y en la recitación.

A los diez años hizo su primera Comunión. Con mirada retrospectiva ella misma narra así sus sentimientos: «Cuando recibí por primera vez la Sagrada Comunión, quedé como anonadada y experimenté que Jesús me llamaba a la Vida Religiosa». Este encuentro con Cristo en la Eucaristía la marcó para siempre. Tomasa querrá ser del Señor y vivir para Él.

Completó su formación humana y espiritual en el Colegio de Loreto que las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos tenían en Valencia. Cuando pidió ingresar en el noviciado de ese Instituto, su padre, considerando la situación política de la época y la juventud de Tomasa, la obligó a volver a casa.

Tres aspectos caracterizaron esta etapa de su vida en Bocairente: el espíritu de piedad y oración, su dedicación a hacer el bien a los niños pobres, los ancianos y enfermos y el tesón en dar una respuesta a aquello que sintió en su interior el día de la primera Comunión.

Por fin, Tomasa, parece que podría realizar el sueño de su vida: Consagrarse al Señor en un convento de Carmelitas de clausura en Valencia, pero una enfermedad, la obligó a abandonar el noviciado y volver a la casa paterna. Una vez recuperada, hizo un nuevo intento de ingresar en un convento de clausura y otra vez ocurrió lo mismo.

A través de estos acontecimientos, Tomasa descubrió que Dios no la quería por ese camino. Ella le pedía ver claro cuál era su voluntad, y su oración era ésta: «Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero díme dónde».

Con la certeza de sentirse llamada a una vida de especial Consagración, pero con la duda de dónde la quería Dios, Tomasa se dirigió a Barcelona. Allí, después de muchas dificultades, el Señor respondió a la búsqueda vocacional de Tomasa haciéndola vivir una profunda experiencia mística, en la que el Corazón de Jesús, mostrándole su hombro izquierdo ensangrentado, le dijo: «Mira cómo me han puesto los hombres con sus ingratitudes, ¿quieres tú ayudarme a llevar esta cruz?». A lo que Tomasa respondió: «Señor, si necesitas una víctima y me quieres a mí, aquí estoy, Señor». Entonces, el Redentor le dijo: «Funda, hija mía, que de ti y de tu Congregación siempre tendré misericordia».

Esta experiencia fue crucial para Tomasa, le dio tal certeza, que jamás se borraría de su mente y de su corazón. Desde ese momento, comprendió que Dios le pedía dar vida a un nuevo Instituto.

La interrogante ahora era dónde fundar, dónde dar respuesta positiva a la invitación de Cristo a llevar la cruz de los más pobres, de los que menos cuentan para este mundo. El Obispo D. Jaime Catalá fue quien le indicó que le abriera el corazón a su confesor y que hiciera lo que él le indicaba. Con este gesto, Tomasa, se sometió en fe a la Jerarquía de la Iglesia para hacer la voluntad de Dios.

Las inundaciones del río Segura que en 1884 habían destrozado la huerta murciana y la escasez de Congregaciones religiosas en esta zona, hizo que la orientara hacia esos lugares de mayor necesidad.

En el mes de marzo, Tomasa, acompañada de tres postulantes, salió de Barcelona camino de Puebla de Soto, a 1 km. de Alcantarilla, para fundar allí, con la autorización del Obispo de Cartagena-Murcia, la primera Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen.

Los habitantes de la huerta murciana aún no se habían repuesto de la tragedia de las inundaciones de 1884, cuando apareció el cólera. Tomasa, —que por entonces había tomado el nombre de Piedad de la Cruz— y sus Hijas se multiplicaban en el cuidado a los enfermos y a las niñas huérfanas en un hospitalillo que ella llamó de «La Providencia».

Iban llegando otras jóvenes, atraídas por el modo de vivir de aquellas primeras Terciarias Carmelitas. La Casa se quedó pequeña, hubo que comprar la de Alcantarilla. También se estableció una nueva Comunidad en Caudete… Todo hacía pensar que al fin, Tomasa había encontrado el lugar donde llevar a cabo su vocación.

Sin embargo… de nuevo la cruz. Era el signo que ella había pedido para saber que todo aquello era de Dios: «Fundar en tribulación» y el Corazón de Jesús se lo concedió con creces.

Aunque la Virgen María ocupó un lugar muy importante en el corazón y en la vida de Tomasa, su Carisma estaba centrado en el Corazón de Cristo. Y… ¡designios de Dios! Aparecieron algunas tensiones entre las Comunidades de Alcantarilla y Caudete, ya que la Congregación no tenía aún la aprobación diocesana.

En el mes de agosto, las Hermanas de Caudete se dirigeron a Alcantarilla y se llevaron las novicias, dejando a Madre Piedad sola con Sor Alfonsa. Fueron días de mucho dolor. La Fundadora, como siempre, se refugió en la oración, se postró ante el Cristo del Consuelo y allí permaneció horas y horas clavada a sus pies. Sufre, pero no se rompe, porque la barquilla de su vida estaba bien anclada en el Señor.

Una vez más acudió a la Jerarquía eclesiástica en busca de orientación y de luz. Será el Obispo Bryan y Livermore quien envíe a Tomasa y a su fiel compañera, Sor Alfonsa, al Convento de la Visitación de las Salesas Reales en Orihuela para hacer un mes de ejercicios espirituales y para proyectar una nueva Fundación, tomando como protector a un Santo Obispo. Es aquí, donde el Espíritu Santo iluminó vivamente a M. Piedad, al tiempo que la llenaba de fuerza profética, le mostraba su verdadero Carisma, y el título de su Congregación, que estaría bajo el patrocinio de S. Francisco de Sales.

Y… llegó la hora de Dios. Era el 8 de septiembre de 1890. Nacía en la Iglesia, después de muchas dificultades y tribulaciones, la Congregación de Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, una Congregación donde el Corazón de Cristo quiere ser amado, servido y desagraviado de las ofensas que recibe de los hombres. Y al amar, servir y desagraviar, ver el rostro del Señor en las niñas huérfanas, en las jóvenes obreras, en los enfermos, en los ancianos abandonados… y ayudarles a llevar la cruz.

Nos legó su propio Carisma: Hacer sensible ante los hombres, especialmente pobres, el amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón misericordioso de Jesús abierto en brazos de la Cruz.

Aunque toda la vida de Madre Piedad fue una renuncia al mundo, no por eso había «huido» del mundo, sino que seguía en él haciendo el bien y luchando contra el mal. Testigos de ello fueron tantos matrimonios rotos o a punto de romperse, tantas jóvenes a las que iba a buscar a las fábricas para formarlas en la escuela dominical, niñas sin hogar a las que amó entrañablemente, ancianos solos, enfermos …

Vivió pobre y murió pobre, sentada en un sillón, porque «Aquel —decía señalando el Crucifijo— murió en la cruz y yo no debo morir en la cama, sino en el suelo». Expiró con el crucifijo en los labios y en la santa paz de Dios. Era el sábado, 26 de febrero de 1916.

La gente sencilla exclamaba con profundo sentimiento: ¡Ha muerto una santa! ¡Ha muerto nuestra madre!

El día 6 de febrero de 1982 tuvo lugar en la Diócesis de Cartagena-Murcia la apertura del Proceso de Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios.

El día 7 de mayo de 1983 fue clausurado dicho Proceso, pasando a Roma, que aprueba la validez del mismo el 3 de febrero de 1984.

Después de un estudio exhaustivo sobre las virtudes practicadas por Madre Piedad, el 1 de julio de 2000, en el Vaticano, en presencia de S.S. Juan Pablo II, se dio lectura al Decreto de reconocimiento de Virtudes Heroicas, y el 12 de abril de 2003 al Decreto sobre el milagro, dando paso así a la Beatificación en Roma el 21 de marzo de 2004.

FUENTE: ww.vatican.va

25 febrero, 2025

Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, Primeros mártires salesianos

 

 Parroquia El Espíritu Santo - 😇 | 𝗦𝗮𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗶́𝗮 | - Santos  Luis Versiglia y Calixto Caravario, Obispo / Sacerdote. Estos dos santos  son los primeros mártires de la Congregación Salesiana,

 

¡Oh! Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, vosotros,
sois los hijos del Dios de la Vida y del amor, y mártires
salesianos asesinados en China. Vosotros moristeis por
defender el honor y la dignidad de tres jóvenes cristianas
amenazadas con ser ultrajadas y esclavizadas. “El misionero
que ora mucho logra mucho”, decíais vos, San Luis Versiglia
y vos, San Calixto Caravario, días antes de morir, le escribisteis
una carta a vuestra madre diciéndole: «Pasará la vida y se
acabarán los dolores: en el Paraíso seremos felices. Nada te
turbe, mi buena mamá; si llevas tu cruz en compañía de Jesús,
será mucho más ligera y agradable». Poco después de la muerte
de Don Bosco, santo fundador de los salesianos, vos, Luis,
os convertisteis en uno de ellos, y os ordenaron sacerdote
y luego director de novicios. Más tarde, fuisteis enviado
a China, abriendo misiones en Hangchow. Allí, os volcasteis
a la construcción de orfanatos y oratorios, hasta que os
consagraron Obispo del Vicariato Apostólico de Shiu Chow.
Por vuestro impulso, se multiplicaron las casas misioneras,
institutos, asilos, orfanatorios y abristeis el seminario

para nativos de China. Vos, San Calixto, le dijisteis a Luis
Versiglia: “Lo alcanzaré en la China”, cosa que cumplisteis al
pie de la letra. Después os ordenaron sacerdote por el mismo
Versiglia, y luego os enviaron a la misión de Lin-Chow. Un
día, ambos celebrasteis Misa en Ling-Kong-How y luego iniciaron
una travesía en barca hacia otro poblado, con dos maestros
y tres mujeres de la misión, durante el viaje se les sumó
una anciana catequista y un niño. De pronto, un grupo de
piratas se acercó a vuestra embarcación y os ordenó que se
se detuviesen. Estaban armados con fusiles y pistolas, y os
pidieron que pagaseis quinientos dólares para continuar vuestro
viaje. Vos, Luis, le pedisteis a Caravario: “Diles que somos
misioneros, y por lo tanto, no llevamos con nosotros tanto
dinero”. Pero, descubrieron unas mujeres a las cuales deseaban
ultrajar y esclavizar. Vosotros, intentaron detenerlos y a
cambio recibieron una paliza y así, ensangrentados os condujeron
junto a las jóvenes a la embarcación pirata. María, una de las
mujeres secuestradas dijo: “Vi que don Caravario, con la cabeza
inclinada, hablaba en voz baja con el Obispo”. ¡Se estaban
confesando mutuamente! “El Obispo y don Caravario nos miraban,

nos señalaban con los ojos el cielo y rezaban. Su aspecto era
amable y sonriente, y rezaban en voz alta”. De pronto se oyeron
cinco disparos. Vosotros habíais entregado vuestras almas a Dios
quien os la dio. Los piratas comentaban: “Todos tienen miedo
a la muerte. Por el contrario, estos dos han muerto contentos”.
Las jóvenes ya liberadas, rezaron de rodillas al lado de vuestros
restos mortales, en el fondo, de quienes habían dado la vida
por defenderlas. San Juan Bosco tuvo el deseo desde siempre
de ser misionero, tanto así, que, en uno de sus sueños vio un
cáliz lleno de sangre que hervía y se derramaba, por ello supo
en su corazón que, entre los salesianos habrían mártires de Dios.
¡Oh! Santos Luis y Calixto «vivos santos del Dios Vivo y eterno»

© 2025 by Luis ernesto Chacón Delgado


25 de febrero
Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario
Primeros mártires salesianos

Cada 25 de febrero se celebra la fiesta de los Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, mártires salesianos asesinados en China. Ellos murieron por defender el honor y la dignidad de tres jóvenes cristianas amenazadas con ser ultrajadas y esclavizadas.

“El misionero que ora mucho logra mucho”, solía decir el obispo San Luis Versiglia. Mientras que el presbítero San Calixto Caravario, días antes de morir, le escribió una carta a su madre diciéndole: “Pasará la vida y se acabarán los dolores: en el Paraíso seremos felices. Nada te turbe, mi buena mamá; si llevas tu cruz en compañía de Jesús, será mucho más ligera y agradable…”.

Luis Versiglia nació en Italia en 1873. A los 12 años quedó fascinado con la figura de Don Bosco, al punto que, poco después de la muerte del santo fundador de los salesianos, decidió convertirse en uno de ellos y ser misionero. En 1895, Luis es ordenado sacerdote y años después nombrado director de novicios en Roma por el Beato Miguel Rúa. Posteriormente lideró el grupo de salesianos que fue enviado a China en 1906. Estos se establecieron en Macao y abrieron un frente misionero en Hangchow.

La obra misionera de San Luis Versiglia se volcó a la construcción de orfanatos y oratorios, hasta que en 1921 fue consagrado Obispo del Vicariato Apostólico de Shiu Chow. Bajo su impulso, se multiplicaron las casas misioneras, institutos, asilos, orfanatorios y se abrió el seminario para nativos de China.

San Calixto Caravario, por su parte, nació en Turín, Italia, en 1903. Cuando en 1921 el joven salesiano se encontró con Luis Versiglia, le dijo: “Lo alcanzaré en la China”. Años más tarde, Calixto cumpliría su promesa. Después de ser ordenado sacerdote por el mismo Versiglia, fue enviado a la misión de Lin-Chow.

Hacia 1930, la situación política en China se había vuelto muy tensa, habían recrudecido los recelos contra los extranjeros, especialmente contra los cristianos y misioneros. Las iglesias empezaron a ser saqueadas e incendiadas, como signo evidente del incremento de la hostilidad.

En febrero de aquel año, Mons. Versiglia emprendió una visita pastoral a Lin-Chow. El P. Caravario saldría a su encuentro para acompañarlo. El día 25 los dos celebraron Misa en Ling-Kong-How y luego iniciaron una travesía en barca hacia otro poblado. Junto a ellos estaban dos maestros y tres jovencitas de la misión (María de 21 años, Paula de 16 y Clara de 22). Durante el viaje se les sumó una anciana catequista y un niño.

Repentinamente, un grupo de piratas se acercó a su embarcación y les ordenó que se detengan. Aquellos hombres tenían fusiles y pistolas, y solicitaron que los misioneros paguen 500 dólares para que continúen su curso. El Obispo le pidió a Caravario: “Diles que somos misioneros, y por lo tanto, no llevamos con nosotros tanto dinero”.

Entonces, los maleantes registraron la barca y descubrieron a las jóvenes, que permanecían ocultas rezando. Con gritos amenazaron que se las llevarían. Era muy frecuente que ese tipo de piratas secuestre jóvenes para ultrajarlas y esclavizarlas.

Los santos intentaron detenerlos y a cambio recibieron una violenta golpiza. Los religiosos ensangrentados fueron conducidos junto a las jóvenes a la embarcación pirata, mientras que ordenaron al resto de acompañantes que regresaran a Lin-Kong-How. Una vez allí, los sobrevivientes dieron parte a las autoridades.

María atestiguó sobre el sacerdote: “Vi que don Caravario, con la cabeza inclinada, hablaba en voz baja con el Obispo”. Se estaban confesando mutuamente. “El Obispo y don Caravario nos miraban, nos señalaban con los ojos el cielo y rezaban. Su aspecto era amable y sonriente, y rezaban en voz alta”.

Mientras las muchachas eran trasladadas, se escucharon cinco disparos. Más adelante escucharon que los piratas comentaban entre ellos: “Todos tienen miedo a la muerte. Por el contrario, estos dos han muerto contentos”. Días después, miembros del ejército chino llegaron a las cuevas en las que se refugiaban los bandidos, los cuales huyeron abandonando a las jóvenes. Ellas, días después, tuvieron la oportunidad de rezar de rodillas al lado de los restos mortales de los salesianos, quienes habían dado la vida por defenderlas. San Juan Bosco siempre tuvo el deseo de ser misionero. En uno de sus sueños vio un cáliz lleno de sangre que hervía y se derramaba. Con dolor, pensaba que aquel sueño era una suerte de presagio: supo -en su corazón- que entre los salesianos también habría mártires. Por ese sueño, a San Versiglia y San Caravario, primeros mártires salesianos, se les representa generalmente con un cáliz en las manos, desde el que chorrea sangre. El Beato Pablo VI declaró mártires a ambos en 1976. Fueron beatificados en 1983 y canonizados en el año 2000 por San Juan Pablo II.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=61)

24 febrero, 2025

San Etelberto Rey de Kent, Primer monarca inglés que se convirtió al cristianismo

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San Etelberto
Rey de Kent
Primer monarca inglés que se convirtió al cristianismo
 
San Etelberto (ca. 560 - 616/618) fue rey de Kent, uno de los reinos de la Inglaterra anglosajona. Es considerado el primer monarca inglés que se convirtió al cristianismo.
Cuando Inglaterra no era sino un conjunto de reinos que compartían un pasado común de raíces anglosajonas, Etelberto gobernaba la región de Kent, ubicada al sudeste de la Inglaterra de la Alta Edad Media. Su reinado se extendió desde finales del siglo VI hasta inicios del siglo VII.
 
Etelberto estuvo casado con Bertha, princesa cristiana de origen franco, cuya piedad y amables virtudes contribuyeron a su conversión. Bertha, al igual que Etelberto, alcanzaría posteriormente la santidad. Al conocerse ambos, Etelberto quedó deslumbrado. No obstante, su conversión no se produciría solo por influencia de su esposa sino también por el testimonio y la cercanía espiritual de San Agustín de Canterbury (Roma, ca. 534 - Canterbury 604). Agustín, llamado ‘el apóstol de Inglaterra’, había llegado a la isla acompañado por un grupo de monjes, enviados por el Papa San Gregorio Magno para evangelizar a los pueblos ingleses.
 
Los inicios de la evangelización de Inglaterra
 
Los primeros misioneros enviados por el Papa llegaron a tierras inglesas con la venia de Etelberto, en tiempos en los que aún era pagano, aunque veía ya con beneplácito a los cristianos gracias a Santa Berta. El grupo estaba a cargo de San Agustín, monje benedictino que llegaría a ser el primer arzobispo de Canterbury.
 
Los monjes arribaron al pueblo de Thanet, donde fueron acogidos cordialmente por los miembros de la corona. En ese primer encuentro, Agustín dio explicaciones sobre el porqué de su presencia, comunicando cuál era el deseo del Papa Gregorio para con esas tierras. El rey entonces concedió a Agustín el permiso para predicar dentro de sus dominios, y confió a los misioneros el cuidado de la iglesia de San Martín, en la localidad de Canterbury, a cuyo lado los monjes establecieron su residencia.
Numerosas conversiones empezaron a suscitarse entre los habitantes de Kent, y no fue mucho el tiempo que pasó para que el rey y su corte pidieran el bautismo. Etelberto fue bautizado en la Solemnidad de Pentecostés del año 597. En los meses posteriores, a ejemplo del rey, se convirtieron unas diez mil personas.
 
Inglaterra católica
 
San Etelberto, quien sería reconocido por el Papa como rey cristiano, continuó apoyando la difusión del Evangelio entre sus súbditos, autorizando la llegada de más misioneros. Sus hijos, salvo uno, se hicieron cristianos. Y aunque Etelberto oró por la conversión de aquel hijo hasta el final de sus días; este nunca se interesó por la fe y murió pagano.
 
Desde el trono, Etelberto dispuso los recursos necesarios para la construcción de templos y monasterios. Algunas diócesis de Kent, como la de Rochester, florecieron en santidad y se convirtieron en núcleos desde los que se impulsó la cristianización de toda Inglaterra. De acuerdo con San Beda el Venerable, historiador y teólogo inglés (ca. 672 - 735), el reino de San Etelberto llegó a extenderse por toda la Inglaterra al sur del estuario de Humber.
 
Tras cincuenta y seis años en el trono, San Etelberto falleció en el año 616. Fue sepultado en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, donde descansan también los restos de su esposa, la reina Santa Berta.

23 febrero, 2025

Domingo 7 (C) del tiempo ordinario

  EL EVANGELIO DEL DOMINGO: Unos discípulos torpes, miedosos y ambiciosos.  Domingo 25. Ciclo B
Domingo 23 de febrero
Domingo 7 (C) del tiempo ordinario
 
Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.

»Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
 
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«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»

Rev. D. Josep Miquel BOMBARDÓ (Sabadell, Barcelona, España)

Hoy escuchamos unas palabras del Señor que nos invitan a vivir la caridad con plenitud, como Él lo hizo («Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»: Lc 23,34). Éste ha sido el estilo de nuestros hermanos que nos han precedido en la gloria del cielo, el estilo de los santos. Han procurado vivir la caridad con la perfección del amor, siguiendo el consejo de Jesucristo: «Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).

La caridad nos lleva a amar, en primer lugar, a quienes nos aman, ya que no es posible vivir en plenitud lo que leemos en el Evangelio si no amamos de verdad a nuestros hermanos, a quienes tenemos al lado. Pero, acto seguido, el nuevo mandamiento de Cristo nos hace ascender en la perfección de la caridad, y nos anima a abrir los brazos a todos los hombres, también a aquellos que no son de los nuestros, o que nos quieren ofender o herir de cualquier manera. Jesús nos pide un corazón como el suyo, como el del Padre: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6,36), que no tiene fronteras y recibe a todos, que nos lleva a perdonar y a rezar por nuestros enemigos.

Ahora bien, como se afirma en el Catecismo de la Iglesia, «observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios». San John Henry Newman escribía: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida. Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea irradiación de la tuya (...). Que cada alma, con la que me encuentre, pueda sentir tu presencia en mi. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí».

Amaremos, perdonaremos, abrazaremos a los otros sólo si nuestro corazón es engrandecido por el amor a Cristo.

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Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cristo, al revelar el amor-misericordia de Dios, exigía al mismo tiempo a los hombres que a su vez se dejasen guiar en su vida por el amor y la misericordia» (San Juan Pablo II)

  • «El enemigo es alguien a quien debo amar. En el corazón de Dios no hay enemigos, Dios tiene hijos. Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas. Dios tiene hijos» (Francisco)

  • «En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: ‘No matarás’ (Mt 5,21), y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla, amar a los enemigos (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.262). (evangeli net)

 

22 febrero, 2025

Fiesta de La Cátedra del Apóstol San Pedro

 22 de febrero: Fiesta de la Cátedra de San Pedro. Lo que debes saber

  

¡Oh!, Fiesta de vuestra Cátedra, Apóstol San Pedro;
vos, recordais que el Señor os dijo: “Tú eres Pedro
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.¡Claro que
lo recordáis! Y, desde entonces y por siempre el mundo
católico todo, celebra la Festividad de vuestra Cátedra,
dada en honor a vos, realidad tangible haciendo vuestro
“ministerium petrinum”, al servicio de todo el pueblo
Católico cristiano de todo el orbe de la tierra, pues
Jesucristo “piedra angular” es de toda la comunidad
eclesial por los siglos de los siglos. San Juan Pablo II,
Papa, dijo: “Recemos para que la Iglesia en la variedad
de culturas, lenguas y tradiciones sea unánime en creer
y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas
por los apóstoles”. La cátedra es el trono que Carlos
“el Calvo”, regaló al papa Juan VIII, y en el que
coronaron al emperador en la Navidad de aquél tiempo.
Durante muchos años la silla utilizada fue por el Papa
y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas hasta
su incorporación al «Altar de la Cátedra» de Bernini.
Tradiciones, leyendas, creencias y demás afirmaron
durante muchos años que vuestra silla, doble era y que,
en algunos casos a los días de la era cristiana se
remontaban en que vos, la utilizasteis en persona. Hoy,
como los años todos, en esta fecha, el altar monumental
que acoge a vuestra Cátedra, iluminado se muestra todo
el día, con docenas de velas y se celebran misas desde
la mañana hasta el atardecer, terminando con la misa
del Capítulo dedicado a vos, «Primer Papa de Cristo»,
autoridad y primado de nuestra Santa Iglesia Católica;
¡oh!, Santa Cátedra de vos, Apóstol San Pedro, «recuerdo
vivo de Vos, Primer Papa del Cristo del Amor y de la Vida».


© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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22 de Febrero
La Cátedra del Apóstol San Pedro
Fiesta

Martirologio Romano: Fiesta de la cátedra de san Pedro, apóstol, al que el Señor dijo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. En el día en que los romanos acostumbraban a recordar a sus difuntos, se celebra la sede de aquel apóstol, cuyo sepulcro de conserva en el campo Vaticano y ha sido llamado a presidir en la caridad a toda la Iglesia.

Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

La palabra “cátedra” significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también “sede” (asiento o sitial): la “sede” es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.

Hace no muchos años, antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que “la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el ´ministerium petrinum´, ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial”. “Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles”.

La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.

Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.

Fuente: VIS – Servicio Informativo Vaticano

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

21 febrero, 2025

San Pedro Damián Cardenal, Obispo de Ostia y Doctor de la Iglesia

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 ¡Oh!, San Pedro Damián, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su Cardenal y Doctor de la Iglesia, que honor hicisteis al
significado de vuestro nombre: “domador”. Quedasteis huérfano
y un hermano vuestro os humilló enviándoos a cuidar cerdos
además de trataros como al más vil de los esclavos. Pero de
pronto el Padre Damián, se compadeció de vos, y os llevó a
la ciudad para que estudiases. Desde allí, tomasteis el nombre
de Damián, en honor a vuestro mentor. Comenzasteis vos mismo
a domaros primero, para ejemplo de vuestro tiempo, en el que,
el relajo y la apatía eran comidilla de todos los días. Un día
meditabais entrar a un convento, y de pronto recibisteis la
visita de la comunidad fundada por San Romualdo, y al oírles
narrar lo seriamente que en su convento se vivía la vida,
os fuisteis con ellos, resultando ser el más exacto cumplidor
de los reglamentos del convento. Vos, corregíais los vicios
con ardor de corazón en cada sermón y, por dentro, os colocabais
correas con espinas, y os dabais azotes, ayunando pan y agua.
Carpintero seguisteis, y jamás olvidasteis de desprenderos
de vuestros bienes materiales que los dabais todos a los más
pobres. Os agradaba muchísimo el retiraros a la soledad para
rezar meditar y sentías una “santa envidia”, por aquellos que
todo su tiempo tienen, para orar y meditar. Y, por ello, rodeado
del silencio y de soledad, os dedicasteis al estudio de la
Sagrada Biblia y a los escritos de los santos antiguos, para
que vos, más tarde escribierais vuestros libros y cartas,
de sabiduría llenos, entre ellos vuestro “Libro Gomorriano”,
que, frontalmente combatió las malas costumbres de vuestro
tiempo. El Sumo Pontífice os envió a Ravena a tratar de
lograr que esa ciudad hiciera las paces con él, consiguiéndolo
de increíble manera, y de vuelta de aquella misión, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega de amor. Y de inmediato,
la gente os consideró como un gran santo, pidiendo a Dios,
vuestra intercesión para miles de innumerables favores conseguir;
¡oh!, San Pedro Damián, “vivo domador de almas del Dios Vivo”.
 

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Febrero
San Pedro Damián
Cardenal, Obispo de Ostia
Doctor de la Iglesia
(año 1072)


Petición
San Pedro Damián: consíguenos de Dios la gracia de que nuestros sacerdotes y obispos sean verdaderamente santos y sepan cumplir fielmente su celibato.

Damián significa: el que doma su cuerpo. Domador de sí mismo. San Pedro Damián fue un hombre austero y rígido que Dios envió a la Iglesia Católica en un tiempo en el que la relajación de costumbres era muy grande y se necesitaban predicadores que tuvieran el valor de corregir los vicios con sus palabras y con sus buenos ejemplos. Nació en Ravena (Italia) el año 1007.

Quedó huérfano muy pequeñito y un hermano suyo lo humilló terriblemente y lo dedicó a cuidar cerdos y lo trataba como al más vil de los esclavos. Pero de pronto un sacerdote, el Padre Damián, se compadeció de él y se lo llevó a la ciudad y le costeó los estudios. En honor a su protector, en adelante nuestro santo se llamó siempre Pedro Damián.

El antiguo cuidador de cerdos resultó tener una inteligencia privilegiada y obtuvo las mejores calificaciones en los estudios y a los 25 años ya era profesor de universidad. Pero no se sentía satisfecho de vivir en un ambiente tan mundano y corrompido, y dispuso hacerse religioso.

Estaba meditando cómo entrarse a un convento, cuando recibió la visita de dos monjes benedictinos, de la comunidad fundada por el austero San Romualdo, y al oírles narrar lo seriamente que en su convento se vivía la vida religiosa, se fue con ellos. Y pronto resultó ser el más exacto cumplidor de los severísimos reglamentos de su convento.

Pedro, para lograr dominar sus pasiones sensuales, se colocó debajo de su camisa correas con espinas (cilicio, se llama esa penitencia) y se daba azotes, y se dedicó a ayunar a pan y agua. Pero sucedió que su cuerpo, que no estaba acostumbrado a tan duras penitencias, empezó a debilitarse y le llegó el insomnio, y pasaba las noches sin dormir, y le afectó una debilidad general que no le dejaba hacer nada. Entonces comprendió que las penitencias no deben ser tan exageradas, y que la mejor penitencia es tener paciencia con las penas que Dios permite que nos lleguen, y que una muy buena penitencia es dedicarse a cumplir exactamente los deberes de cada día y a estudiar y trabajar con todo empeño.

Esta experiencia personal le fue de gran utilidad después al dirigir espiritualmente a otros, pues a muchos les fue enseñando que en vez de hacer enfermar al cuerpo con penitencias exageradas, lo que hay que hacer es hacerlo trabajar fuertemente en favor del reino de Dios y de la salvación de las almas.

En sus años de monje, Pedro Damián aprovechó aquel ambiente de silencio y soledad para dedicarse a estudiar muy profundamente la Sagrada Biblia y los escritos de los santos antiguos. Esto le servirá después enormemente para redactar sus propios libros y sus cartas que se hicieron famosas por la gran sabiduría con la que fueron compuestas.

En los ratos en que no estaba rezando o estudiando, se dedicaba a labores de carpintería, y con los pequeños muebles que construía ayudaba a la economía del convento.

Al morir el superior del convento, los monjes nombraron como su abad a Pedro Damián. Este se oponía porque se creía indigno pero entre todos lo lograron convencer de que debía aceptar. Era el más humilde de todos, y pedía perdón en público por cualquier falta que cometía. Y su superiorato produjo tan buenos resultados que de su convento se formaron otros cinco conventos, y dos de sus dirigidos fueron declarados santos por el Sumo Pontífice (Santo Domingo Loricato y San Juan de Lodi. Este último escribió la vida de San Pedro Damián).

Muchísimas personas pedían la dirección espiritual de San Pedro Damián. A cuatro Sumos Pontífices les dirigió cartas muy serias recomendándoles que hicieran todo lo posible para que la relajación y las malas costumbres no se apoderaran de la Iglesia y de los sacerdotes. Criticaba fuertemente a los que son muy amigos de pasear mucho, pues decía que el que mucho pasea, muy difícilmente llega a la santidad.

A un obispo que en vez de dedicarse a enseñar catecismo y a preparar sermones pasaba las tardes jugando ajedrez, le puso como penitencia rezar tres veces todos los salmos de la Biblia (que son 150), lavarles los pies a doce pobres y regalarles a cada uno una moneda de oro. La penitencia era fuerte, pero el obispo se dio cuenta de que sí se la merecía, y la cumplió y se enmendó.

Los dos peores vicios de la Iglesia en aquellos años mil, eran la impureza y la simonía. Muchos sacerdotes eran descuidados en cumplir su celibato, o sea ese juramento solemne que han hecho de esforzarse por ser puros, y además la simonía era muy frecuente en todas partes. Y contra estos dos defectos se propuso luchar Pedro Damián.

Varios Sumos Pontífices, sabiendo la gran sabiduría y la admirable santidad del Padre Pedro Damián, le confiaron misiones delicadísimas. El Papa Esteban IX lo nombró Cardenal y Obispo de Ostia (que es el puerto de Roma). El humilde sacerdote no quería aceptar estos cargos, pero el Papa lo amenazó con graves castigos si no lo aceptaba. Y allí, con esos oficios, obró con admirable prudencia. Porque al que es obediente consigue victorias.

Resultó que el joven emperador Enrique IV quería divorciarse, y su arzobispo, por temor, se lo iba a permitir. Entonces el Papa envió a Pedro Damián a Alemania, el cual reunió a todos los obispos alemanes, y valientemente, delante de ellos le pidió al emperador que no fuera a dar ese mal ejemplo tan dañoso a todos sus súbditos, y Enrique desistió de su idea de divorciarse.

Sus sermones eran escuchados con mucha emoción y sabiduría, y sus libros eran leídos con gran provecho espiritual. Así, por ejemplo, uno que se llama “Libro Gomorriano”, en contra de las costumbres de su tiempo. (Gomorriano, en recuerdo de Gomorra, una de las cinco ciudades que Dios destruyó con una lluvia de fuego porque allí se cometían muchos pecados de impureza). A los Pontífices y a muchos personajes les dirigió frecuentes cartas pidiéndoles que trataran de acabar con la Simonía, o sea con aquel vicio que consiste en llegar a los altos puestos de la Iglesia comprando el cargo con dinero (y no mereciéndolo con el buen comportamiento). Este vicio tomó el nombre de Simón el Mago, un tipo que le propuso a San Pedro apóstol que le vendiera el poder de hacer milagros. En aquel siglo del año mil era muy frecuente que un hombre nada santo llegara a ser sacerdote y hasta obispo, porque compraba su nombramiento dando mucho dinero a los que lo elegían para ese cargo. Y esto traía terribles males a la Iglesia Católica porque llegaban a altos puestos unos hombres totalmente indignos que no iban a hacer nada bien sino mucho mal. Afortunadamente, el Papa que fue nombrado al año siguiente de la muerte de San Pedro Damián, y que era su gran amigo, el Papa Gregorio VII, se propuso luchar fuertemente contra ese vicio y tratar de acabarlo.

La gente decía: el Padre Damián es fuerte en el hablar, pero es santo en el obrar, y eso hace que le hagamos caso con gusto a sus llamadas de atención.

Lo que más le agradaba era retirarse a la soledad a rezar y a meditar. Y sentía una santa envidia por los religiosos que tienen todo su tiempo para dedicarse a la oración y a la meditación. Otra labor que le agradaba muchísimo era el ayudar a los pobres. Todo el dinero que le llegaba lo repartía entre la gente más necesitada. Era mortificadísimo en comer y dormir, pero sumamente generosos en repartir limosnas y ayudas a cuantos más podía.

El Sumo Pontífice lo envió a Ravena a tratar de lograr que esa ciudad hiciera las paces con el Papa. Lo consiguió, y al volver de su importante misión, al llegar al convento sintió una gran fiebre y murió santamente. Era el 21 de febrero del año 1072. Inmediatamente la gente empezó a considerarlo como un gran santo y a conseguir favores de Dios por su intercesión.

El Papa lo canonizó y lo declaró Doctor de la Iglesia por los elocuentes sermones que compuso y por los libros tan sabios que escribió.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Damian.htm)

19 febrero, 2025

San Auxibio, Obispo de Chipre

  San Auxibio, el sobrino de San Marcos que sirvió a la expansión del  cristianismo: Conocé su oración - Diario Río Negro

 

¡Oh!, San Auxibio vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, de padres idólatras pero, de carácter
dulce y honesto. Rechazasteis un matrimonio pero, vos,
queríais haceros cristiano y huísteis hacia la isla de
Chipre. Allí, encontrasteis a Juan Marcos, pariente de
San Bernabé quien os bautizó, confirmó y os instruyó
cómo predicar. Luego os ordenaron sacerdote y obispo.
Juan Marcos os confió la misión de predicar en la ciudad
de Soles, donde fuisteis acogido favorablemente por un
sacerdote del dios Júpiter, a quien os edificasteis con
vuestra vida santa, hasta que lograsteis convertirlo.
San Pablo supo por Juan Marcos, cómo avanzaba la fe en
Chipre y le confió a Heracles, poder de instituir más
obispos y construir una nueva Iglesia. Vos, empezasteis
a predicar la fe en pleno día y luego de la construcción
y consagración de la Iglesia, comenzasteis vuestra obra
de apostolado a la vista de todos. Dios con su gracia
os sostuvo y los milagros a raudales corroboraron vuestra
prédica llegando a formar en Soles, una comunidad cristiana
floreciente. Y, así, y después de haber gastado vuestra
vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega
de amor y fe, no sin antes de exhortar a vuestro clero,
a permanecer firmes y vigilantes en la fe verdadera de Cristo;
¡Oh!, San Auxibio, «vivo siervo del Dios de la Vida y del Amor».

©  2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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19 de Febrero
San Auxibio
Obispo de Chipre

En el siglo I de la era cristiana, San Auxibio sirvió como el primer obispo de la isla de Chipre, por cerca de 50 años. La isla está ubicada en el mar Mediterráneo, a 113 kilómetros al sur de la actual Turquía, y hoy forma parte de la Unión Europea.

Este Santo de la Iglesia Católica nació en Roma, en una familia que no conocía al Señor. Pese a que su padre deseaba que contrajera matrimonio siguiendo las tradiciones romanas de la época, él solo deseaba conocer cada vez más la fe en Jesucristo.

Ante las presiones e incomodidades que sufrió por al sostener su búsqueda de Dios, Auxibio dejó la ciudad y se embarcó a la isla de Chipre, lugar donde según la tradición, se encontró con Marcos, el evangelista, pariente del Apóstol Bernabé. En ese lugar recibió el bautismo, se confirmó y se instruyó en el anuncio del Evangelio.

Una vez que Auxibio estuvo preparado, Marcos lo envió a predicar en la ciudad de Soles (Chipre), donde tiempo después sería designado Obispo por San Pablo. Eran los tiempos posteriores al martirio de San Bernabé en el año 70.

Es así como Auxibio llegó a formar en Soles una comunidad cristiana próspera. En el ocaso de su vida, se consagró a la formación de sus presbíteros y de aquellos que deseaban serlo. Auxibio exhortaba a todos a permanecer firmes en la fe. Según la tradición, falleció en el año 102.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-conmemora-a-san-auxibio-primer-obispo-de-chipre-41717)

 

18 febrero, 2025

San Simeón, Oispo de Jesrusalén, Primo de Jesús y Mártir

 San Simeón | Santoral Wiki | Fandom

  

¡Oh! San Simeón, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
y su amado santo. Primo de Jesús, vuestro padre era
Cleofás, hermano de San José, y vuestra madre, hermana
de la Virgen María. Vos, recibisteis el Espíritu Santo
el día de Pentecostés. Pero, habiendo sido asesinado
Santiago «el menor» por los judíos, los apóstoles y los
discípulos elegieron a su sucesor en Jerusalén y por
unanimidad os escogieron a vos. Luego, estalló la guerra
en Palestina, por oponeros a los romanos y habiendo
recibido del cielo el aviso de que la ciudad destruida
sería, os refugiaron con vos, en la ciudad de Pela.
Después de la destrucción de Jerusalén los cristianos
volvieron y se establecieron en las ruinas, pero el impío
emperador Adriano, arrasó con los escombros. Pero, Dios
es maravilloso y nunca os abandonó, floreciendo la Iglesia,
y convirtiéndose numerosos judíos a Cristo, debido a los
milagros obrados por los santos. Entonces los míseros
Vespaciano y Domiciano, ordenaron matar a todos los
miembros descendientes de David, pero vos, lograsteis
escapar. Pero, durante la persecución del impío Trajano,
os denunciaron como cristiano y además, de ser descendiente
de David, y por ello, os sentenciaron a muerte por Atico,
rastrero gobernador romano. Os torturaron y crucificaron,
soportando con fortaleza y valentía el cruel suplicio, a
pesar de que contabais con ciento veinte años. Y, así, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz,
como premio a vuestra entrega de amor y fe increíbles.
¡Oh! San Simeón, «vivo amor por el Dios de la Vida y del amor».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado


18 de Febrero
San Simeón
Primo de Jesús

El Evangelio de San Mateo describe a San Simeón como uno de los parientes o hermanos del Señor. Su padre era Cleofás, hermano de San José, y su madre, era hermana de la Virgen María, siendo Simeón primo carnal del Señor. Sin duda, el santo fue uno de los primos de Jesús que recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés.

Siendo asesinado Santiago el menor por lo judíos, los apóstoles y discípulos se reunieron para elegir a su sucesor en la sede de Jerusalén y por unanimidad escogieron a Simeón. El año 66 estalló en Palestina la guerra civil a consecuencia de la oposición de los judíos a los romanos y parece que los cristianos de Jerusalén recibieron del cielo el aviso de que la ciudad sería destruida y que debían salir de ella sin tardanza, refugiándose con el santo en la ciudad de Pela.

Después de la toma y destrucción de Jerusalén, los cristianos volvieron y se establecieron en las ruinas, hasta que el emperador Adriano arrasó con los escombros, pero este hecho permitió que la Iglesia floreciera grandemente y que numerosos judíos se convirtieran al cristianismo debido a los milagros obrados por los santos. Vaspaciano y Domiciano mandaron a matar a todos los miembros descendientes de David, pero Simeón consiguió escapar.

Sin embargo, durante la persecución de Trajano, fue denunciado como cristiano y descendiente de David, siendo sentenciado a muerte por el gobernador romano Atico. Fue torturado y crucificado, soportando con fortaleza y valentía el suplicio, pese a que contaba con 120 años.

(https://www.aciprensa.com/recursos/san-simeon-4197)

 

17 febrero, 2025

Los 7 Santos Fundadores de los Siervos de María

 Siete santos fundadores de la orden de los Siervos de María · Historia de  la Iglesia · Diócesis de Málaga : Portal de la Iglesia Católica de Málaga

 

¡Oh!, Siete Santos Fundadores de los Siervos de María:
Alejo, Amadeo, Hugo, Benito, Bartolomé, Gerardino y Juan;
vosotros, sois los hijos del Dios de la vida, y sus amados
santos, que, todos a la mundana vida renunciasteis por
amor a Nuestra Señora atraídos, y, tan luego lo hicisteis
os despojasteis de vuestras pertenencias, donándolas con
amor entre los pobres y desposeídos de vuestro tiempo.
Y , así, liberados ya, de vuestras cargas, os dedicasteis
a una vida de oración y penitencia constante, todo, bajo
el amparo e influjo divino de María, Santa Madre de Dios,
llamándoos por ello, los “Siervos de María” o “Servitas”.
En el Senario, os hicisteis sacerdotes – menos Alejo- y os
pusisteis a predicar y a propagar el evangelio. Un Viernes
Santo de María la Santa Madre del Redentor, recibisteis la
inspiración de adoptar como reglamento eterno, la escrita
por San Agustín, para invitar a nuevos aspirantes y así,
creció vuestra santa orden de increíble manera. ¡Todos
a su tiempo, sus trabajos y sus vidas ofrecieron a Dios!
En morir, el último fuisteis Alejo, y, quien os conoció,
dijo: “Cuando yo llegué a la Comunidad, solamente vivía uno
de los “Siete Santos Fundadores”, era el hermano Alejo,
y de sus labios oímos la tierna historia de todos ellos.
La vida del hermano Alejo, era tan santa y devota, que
servía a todos de un maravilloso ejemplo y demostraba
como debieron ser de santos los otros seis compañeros”.
Hoy, os recordamos a todos vosotros, por haber gastado
vuestras santas vidas en buena lid, y haber recibido con
justicia el premio: ¡coronados ser, con coronas de luz, por
vuestra entrega de amor, fe, y espíritu evangelizador!;
“Santos Siervos de Santa María Virgen, Madre del Dios Vivo”;
¡oh!, Fundadores, “viva Luz de la Santa Madre del Redentor».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Febrero
Los Siete Santos Fundadores de los Siervos de María o “Servitas”
(año 1233)

Que estos Santos Fundadores nos animen a aumentar nuestra devoción a la Virgen Santísima y a no cansarnos nunca de propagar la devoción a la Madre de Dios. Petición: Recuerda la historia de los padres antiguos. ¿Quién confió en Dios y fue abandonado por Él? (S. Biblia. Eclesiástico).

Eran siete amigos, comerciantes de la ciudad de Florencia, Italia. Sus nombres: Alejo, Amadeo, Hugo, Benito, Bartolomé, Gerardino y Juan.Pertenecían a una asociación de devotos de la Virgen María, que había en Florencia, y poco a poco fueron convenciéndose de que debían abandonar lo mundano y dedicarse a la vida de santidad. Vendieron sus bienes, repartieron el dinero a los pobres y se fueron al Monte Senario a rezar y a hacer penitencia. La idea de irse a la montaña a santificarse, les llegó el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Sma. Virgen, y la pusieron en práctica el 8 de septiembre, día del nacimiento de Nuestra Señora. Ellos se habían propuesto propagar la devoción a la Madre de Dios y confiarle a Ella todos sus planes y sus angustias. A tan buena Madre le encomendaron que les ayudara a convertirse de sus miserias espirituales y que bendijera misericordiosamente sus buenos propósitos. Y dispusieron llamarse “Siervos de María” o “Servitas”.

En el monte Senario se dedicaban a hacer muchas penitencias y mucha oración, pero un día recibieron la visita del Sr. Cardenal delegado del Sumo Pontífice, el cual les recomendó que no se debilitaran demasiado con penitencias excesivas, y que más bien se dedicaran a estudiar y se hicieran ordenar sacerdotes y se pusieran a predicar y a propagar el evangelio. Así lo hicieron, y todos se ordenaron de sacerdotes, menos Alejo, el menor de ellos, que por humildad quiso permanecer siempre como simple hermano, y fue el último de todos en morir.

Un Viernes Santo recibieron de la Sma. Virgen María la inspiración de adoptar como Reglamento de su Asociación la Regla escrita por San Agustín, que por ser muy llena de bondad y de comprensión, servía para que se pudieran adaptar a ella los nuevos aspirantes que quisieran entrar en su comunidad. Así lo hicieron, y pronto esta asociación religiosa se extendió de tal manera que llegó a tener cien conventos, y sus religiosos iban por ciudades y pueblos y campos evangelizando y enseñando a muchos con su palabra y su buen ejemplo, el camino de la santidad.

Su especialidad era una gran devoción a la Santísima Virgen, la cual les conseguía maravillosos favores de Dios. El más anciano de ellos fue nombrado superior, y gobernó la comunidad por 16 años. Después renunció por su ancianidad y pasó sus últimos años dedicado a la oración y a la penitencia. Una mañana, mientras rezaba los salmos, acompañado de su secretario que era San Felipe Benicio, el santo anciano recostó su cabeza sobre el corazón del discípulo y quedó muerto plácidamente. Lo reemplazó como superior otro de los Fundadores, Juan, el cual murió pocos años después, un viernes, mientras predicaba a sus discípulos acerca de la Pasión del Señor. Estaba leyendo aquellas palabras de San Lucas: “Y Jesús, lanzando un fuerte grito, dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” (Lc. 23, 46). El Padre Juan al decir estas palabras cerró el evangelio, inclinó su cabeza y quedó muerto muy santamente.

Lo reemplazó el tercero en edad, el cual, después de gobernar con mucho entusiasmo a la comunidad y de hacerla extender por diversas regiones, murió con fama de santo.

El cuarto, que era Bartolomé, llevó una vida de tan angelical pureza que al morir se sintió todo el convento lleno de un agradabilísimo perfume, y varios religiosos vieron que de la habitación del difunto salía una luz brillante y subía al cielo.

De los fundadores, Hugo y Gerardino, mantuvieron toda la vida entre sí una grande y santísima amistad. Juntos se prepararon para el sacerdocio y mutuamente se animaban y corregían. Después tuvieron que separarse para irse cada uno a lejanas regiones a predicar. Cuando ya eran muy ancianos fueron llamados al Monte Senario para una reunión general de todos los superiores. Llegaron muy fatigados por su vejez y por el largo viaje.

Aquella tarde charlaron emocionados recordando sus antiguos y bellos tiempos de juventud, y agradeciendo a Dios los inmensos beneficios que les había concedido durante toda su vida. Rendidos de cansancio se fueron a acostar cada uno a su celda, y en esa noche el superior, San Felipe Benicio, vio en sueños que la Virgen María venía a la tierra a llevarse dos blanquísimas azucenas para el cielo. Al levantarse por la mañana supo la noticia de que los dos inseparables amigos habían amanecido muertos, y se dio cuenta de que Nuestra Señora había venido a llevarse a estar juntos en el Paraíso Eterno a aquellos dos que tanto la habían amado a Ella en la tierra y que en tan santa amistad habían permanecido por años y años, amándose como dos buenísimos hermanos.

El último en morir fue el hermano Alejo, que llegó hasta la edad de 110 años. De él dijo uno que lo conoció: “Cuando yo llegué a la Comunidad, solamente vivía uno de los Siete Santos Fundadores, el hermano Alejo, y de sus labios oímos la historia de todos ellos. La vida del hermano Alejo era tan santa que servía a todos de buen ejemplo y demostraba como debieron ser de santos los otros seis compañeros”. El hermano Alejo murió el 17 de febrero del año 1310.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Siete_Santos_Fundadores.htm)