11 abril, 2025

Santa Emma Galgani, Mística y Estigmatizada

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 ¡Oh! Santa Emma Galgani, vos, sois la hija del Dios de la Vida,
su amada sierva y santa. Vos, aunque pasasteis por numerosos
sufrimientos corporales, Cristo os concedió sus estigmas santos.
Vuestra fortaleza, siempre fue el amor que sentíais por los
pecadores y vuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús, lo
que os permitió desarrollar una espiritualidad sólida y profunda.
Desde muy niña evidenciasteis vuestra vocación al misticismo,
y por ello, os gustabais encerraros para rezar delante del santo
crucifijo familiar. Vuestra madre, os inculcó el amor por Cristo
Crucificado y por la Virgen María; y os animaba a hablar con
Jesús y a veces entre lágrimas, os dijo también el amor que Él,
mostró por los hombres. A lo largo de vuestra vida, estuvisteis
muy cerca a la Eucaristía y a la Santísima Virgen María, Madre
de Dios y Madre nuestra. A pesar de vuestra corta edad, el obispo
de Camigliano, Mons. Volpi, accedió a que recibierais la Primera
Comunión. Vuestra madre, sintiendo cercana la muerte, os encomendó
al cuidado del Espíritu Santo. Después de la muerte de vuestro
padre, os mudasteis con vuestros tíos a Camioer, descuidando
vuestra relación con Dios, llegando a dejar de orar por algún
tiempo. Pero, el Señor permitió que cayerais enferma para haceros
recapacitar, y, así fue, y tuvisteis que esforzaros por retomar
la vida de oración. Jesús os concedió diversas gracias, entre
las que se contaban numerosas experiencias místicas sobre la Pasión
de Cristo. A estas alturas, vuestra salud decreció y teníais
recaídas de vuestras dolencias, aprendiendo a aprovechar esos
momentos para ofrecer vuestros sufrimientos por la conversión de
los pecadores. Y, entonces, el maligno no demoró con sus ataques,
presentándoos tentaciones, hasta atacaros físicamente. Por vuestros
constantes padecimientos, los éxtasis en los que quedabais y por
mostrar los estigmas de Cristo, muchos se burlaban de vos, y os
creían loca. Pero, vos, nunca dejasteis de que os amedrentaran
y continuasteis amando y sirviendo a Jesús hasta el día de vuestra
muerte. Y, el día que tanto habíais anhelado llegó, y sintiéndoos
se cerca de morir, ofrecisteis este último sacrificio por la
conversión de un sacerdote caído en una vida mundana y desordenada.
El padre, al enterarse de vuestro sacrificio, se convirtió dos días
antes de que vuestra alma volara el cielo, para recibir corona
de luz y eternidad como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
El Padre Germán, os dió la extremaunción y vio cómo vos, colocabais
vuestro brazos imitando a vuestro único Maestro: ¡Cristo en la Cruz!
Luego, tomasteis el crucifijo en las manos y exclamasteis: «¡Jesús!
¡En vuestras manos encomiendo mi pobre alma!» y volviéndoos a la
imagen de María, añadisteis: «¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi
pobre alma… y dile que tenga misericordia de mí». !Aleluya! Y,
el Padre Germán escribió muy pronto vuestra biografía y la devoción
hacia vos, comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no sólo en
Italia, sino por los confines de todo el orbe de la tierra. ¡Aleluya!
Os canonizaron durante la fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor;
¡Oh! Santa Emma Galgani, «vivo amor por el Dios de la Vida y del Amor».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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11 de Abril
Santa Emma Galgani
Mística y Estigmatizada

Cuando Jesús entra en el corazón de una persona, su amor lo inflama de grandeza y caridad, tanto que a veces la naturaleza humana se ve superada o desbordada. Eso fue lo que le sucedió a Santa Gemma Galgani, una joven italiana que pasó por numerosos sufrimientos corporales y a quien Cristo le concedió sus estigmas.

Sus grandes fortalezas fueron el amor que sentía por los pecadores y su devoción al Corazón de Jesús, lo que le permitió desarrollar una espiritualidad profunda.

Gemma nació en Camigliano (Italia) el 12 de marzo de 1878. Sus padres fueron el farmacéutico don Enrique Galgani y doña Aurelia Landi. Fue la cuarta hija de ocho hermanos. Desde niña evidenció su particular vocación al misticismo. Entre otros signos, gustaba de encerrarse para rezar delante del crucifijo de la familia.

Su madre fue quien le inculcó el amor por Cristo Crucificado y por la Virgen María. Solía tomarla en brazos mientras le enseñaba el crucifijo. La animaba a hablar con Jesús y le recordaba siempre, a veces entre lágrimas, el inmenso amor que Jesús mostró por los hombres. Durante toda su vida, Gemma estuvo muy cerca a la Eucaristía y a la Madre de Dios. A pesar de su corta edad, el obispo de Camigliano, Mons. Volpi, accedió a que recibiera la Primera Comunión.

Cuando su madre empezó a sentir cercana la muerte, encomendó a Gemma al cuidado del Espíritu Santo. Aurelia alcanzó a prepararla para recibir el sacramento de la Confirmación, que le fue administrado en 1885 por el obispo de Lucca, Mons. Nicolás Ghilardi.

Durante la ceremonia, Gemma sintió que el Espíritu Santo le preguntaba si ella quería entregarle a su mamá. La niña respondió que sí, pero le pidió que la llevara también a ella. Sin embargo, eso no fue lo que sucedió, porque Dios tenía otros planes para ella.

Años más tarde, después de la muerte de su padre, Gemma se mudó con sus tíos a Camioer. Durante el año que permaneció con ellos, descuidó mucho su relación con Dios y llegó incluso a dejar de rezar por algún tiempo. Sin embargo, el Señor permitió que cayera enferma para hacerla recapacitar, y, gracias a Dios, así fue. Como Gemma requería de mayores cuidados regresó a Lucca, donde permaneció hasta su muerte.

Así, Gemma tuvo que esforzarse por retomar la vida de oración, para unirse a Cristo y nunca más abandonarlo. Jesús le concedió diversas gracias, entre las que se contaban numerosas experiencias místicas sobre la Pasión de Cristo.

Lamentablemente la salud de Santa Gemma no era buena y tenía constantes recaídas de sus dolencias. A pesar del dolor, aprendió a aprovechar esos momentos para ofrecer sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.

Toda esa entrega y abnegación fueron motivo para que se convirtiese en blanco de los ataques del Maligno, que le presentaba tentaciones e incluso llegó a atacarla físicamente.

A causa de sus constantes padecimientos, los éxtasis en los que se quedaba y por mostrar los estigmas de Cristo, muchos se burlaban de ella y la creían loca. Pero Gemma nunca se dejó amedrentar por las burlas o insultos, y continuó amando y sirviendo a Jesús hasta el día de su muerte.

Finalmente, la Santa cayó gravemente enferma. Sintiéndose cerca de morir, Gemma ofreció este último sacrificio por la convresión de un sacerdote caído en una vida mundana y desordenada. El cura, al enterarse de su sacrificio, se convirtió dos días antes de que la muerte le sobreviniera sorpresivamente.

La joven italiana murió el 11 de abril de 1903, el día de Sábado Santo. El P. Germán le dio la extremaunción y vio cómo la Santa colocaba sus brazos imitando a Cristo en la Cruz. Después, Gemma tomó el crucifijo en las manos y exclamó: «¡Jesús!.. ¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!»; y volviéndose a la imagen de María, añadió: «¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma…Dile que tenga misericordia de mí».

El P. Germán escribió muy pronto la biografía y la devoción a Santa Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no sólo en Italia, sino en muchos países del mundo.

Fue canonizada el 2 de mayo de 1940 durante la fiesta de la Ascensión del Señor. El Papa Pío XI dijo sobre la santa: “Será la joya de nuestro pontificado”.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-celebramos-a-la-joven-santa-gemma-galgani-84537)

10 abril, 2025

Los Mártires Colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios

 Puede ser una imagen de 7 personas y texto que dice "Beatos Colompianos de San Juan de Dios, Mártires"

 

!Oh¡, Santos Mártires de Colombia,
vosotros sois los hijos del Dios de
la vida, que decidisteis por el amor
a Cristo, Dios y Señor Nuestro, en los
débiles vuestro servicio y amor dar
y, no teniendo mayor delito que, el de
haberlo seguido; vuestras vidas santas
entregasteis, tras un inhumano y
cruel martirio a manos de los impíos
ateos. A vosotros pues Santos Beatos:
Juan Bautista Velásquez, Esteban
Maya, Melquiades Ramírez de
Sonsón, Eugenio Ramírez,Rubén
de Jesús López, Arturo Ayala, y
Gaspar Páez Perdomo; sean dadas
glorias y alabanzas, porque ahora
vivís la eternidad de la vida; todos
coronados de luz, como premio
justo a vuestra entrega de amor y fe.
Dijo Cristo: “Si alguno se declara a
Mi favor ante la gente de esta tierra,
yo me declararé a su favor ante
los ángeles del cielo”; ¡aleluya!;
¡Oh!, Santos Mártires de Colombia.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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10 de Abril
Los Mártires Colombianos de la
Comunidad de San Juan de Dios
(año 1936)

Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas y masones y de la extrema izquierda. Por medio del fraude y de toda clase de trampas fueron quitándoles a los católicos todos los puestos públicos. En las elecciones, tuvo el partido católico medio millón de votos más que los de la extrema izquierda, pero al contabilizar tramposamente los votos, se les concedieron 152 curules menos a los católicos que a los izquierdistas. La persecución anticatólica se fue volviendo cada vez más feroz y terrorífica. En pocos meses de 1936 fueron destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente averiados más de dos mil.

Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos. Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.

Las comunidades que más mártires tuvieron fueron: Padres Claretianos: 270. Padres Franciscanos 226. Hermanos Maristas 176. Hermanos Cristianos 165. Padres Salesianos 100. Hermanos de San Juan de Dios 98.

En 1936 los católicos se levantaron en revolución al mando del General Francisco Franco y después de tres años de terribilísima guerra lograron echar del gobierno a los comunistas y anarquistas anticatólicos, pero estos antes de abandonar las armas y dejar el poder cometieron la más espantosa serie de asesinatos y crueldades que registra la historia. Y unas de sus víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.

Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos. Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.

Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, de Jardín (Antioquía) 27 años. Esteban Maya, de Pácora Caldas, 29 años. Melquiades Ramírez de Sonsón (Antioquía) 27 años. Eugenio Ramírez, de La Ceja (Antioquía) 23 años. Rubén de Jesús López, de Concepción (Antioquía) 28 años. Arturo Ayala, de Paipa (Boyacá) 27 años y Gaspar Páez Perdomo de Tello (Huila) 23 años.

Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombres totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión. Y por esta causa los mataron.

Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español (dirigido por los bolcheviques desde Moscú) y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.

A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.

Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.

El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: “Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaban sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible. Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: “¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos”.

Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española). Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas al cual más de injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica). Cada vez me decían “venga mañana”. Al fin una mañana me dijeron: “Fueron llevados al Hospital Clínico”. Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.

Aterrado, lleno de cólera y de dolor exigí entonces que me llevaran a la morgue o depósito de cadáveres, para identificar a mis compatriotas sacrificados.

En el sótano encontré más de 120 cadáveres, amontonados uno sobre otro en el estado más impresionante que se puede imaginar. Rostros trágicos. Manos crispadas. Vestidos deshechos. Era la macabra cosecha que los comunistas habían recogido ese día.

Me acerqué y con la ayuda de un empleado fui buscando a mis siete paisanos entre aquel montón de cadáveres. Es inimaginable lo horrible que es un oficio así. Pero con paciencia fui buscando papeles y documentos hasta que logré identificar cada uno de los siete muertos. No puedo decir la impresión de pavor e indignación que experimenté en presencia de este espectáculo. Los ojos estaban desorbitados. Los rostros sangrantes. Los cuerpos mutilados, desfigurados, impresionantes. Por un rato los contemplé en silencio y me puso a pensar hasta qué horrores de crueldad llega la fiera humana cuando pierde la fe y ataca a sus hermanos por el sólo hecho de que ellos pertenecen a la santa religión.

Redacté una carta de protesta y la envié a las autoridades civiles. Después el gobierno colombiano protestó también, pero tímidamente, por temor a disgustar aquel gobierno de extrema izquierda.

En aquellos primero días de agosto de 1936, Colombia y la Comunidad de San Juan de Dios perdieron para esta tierra a siete hermanos, pero todos los ganamos como intercesores en el cielo. En cada uno de ellos cumplió Jesús y seguirá cumpliendo, aquella promesa tan famosa: “Si alguno se declara a mi favor ante la gente de esta tierra, yo me declararé a su favor ante los ángeles del cielo”.

Estos son los primeros siete beatos colombianos. Los beatificó el Papa Juan Pablo II en 1992. Y ojalá sean ellos los primeros de una larguísima e interminable serie de amigos de Cristo que lo aclamen con su vida, sus palabras y sus buenas obras en este mundo y vayan a hacerle compañía para siempre en el cielo.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mártires_Colombianos.htm)

08 abril, 2025

San Dionisio de Corinto, Obispo

 Puede ser una imagen de texto que dice "San Dionisio de Corinto 8 de abril aciprensa.com"

  

 ¡Oh!, San Dionisio, vos sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, que dotado de admirable conocimiento
de la palabra de Dios, no sólo enseñasteis a los fieles
de vuestra ciudad y vuestra provincia, sino también a
los obispos de otras ciudades y provincias mediante
maravillosas cartas teológicas cargadas de amor y
misericordia. Eusebio de Cesarea, dice de vos, como uno
de los grandes hombres que contribuyeron a extender
por el mundo el Evangelio del Señor. Vos, os destacasteis
por vuestro celo apostólico y vuestra preocupación
por la grey. Además, vos sois una especie de “eco paulino”
que os preocupáis  por todas las iglesias. Vos, aprovechasteis
el don que habíais del cielo recibido: el ser escritor. Y,
con ello, escribisteis cartas a los cristianos Lacedemonios,
a los Atenienses, a los cristianos de Nicomedia, a la iglesia
de Creta. En la carta que mandasteis a los del Ponto,
expusisteis a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas
Escrituras, y os aclarasteis la doctrina sobre la castidad y
la grandeza del matrimonio. A todos os animasteis
para que generosos sean con aquellos pecadores que,
arrepentidos, quisiesen volver desde el pecado. A los
de Roma, los elogiasteis por sus caridad con los pobres y
testificasteis su personal veneración a los Vicarios de Cristo.
Vos, sin moveros de Corinto, ejercisteis un fecundo
apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel,
la pluma y el mar Mediterráneo fueron vuestros cómplices
generosos en la difusión de la fe. Y, así, luego de haber
gastado vuestra vida, en buena lid, partió vuestra alma
al cielo, para coronada ser, con  corona de luz eterna
como justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡oh! San Dionisio, "la fe puesta en Dios, por siempre". 
 

    

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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8 de Abril  
San Dionisio de Corinto
Obispo

Martirologio Romano: Conmemoración de san Dionisio, obispo de Corinto, el cual, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad y de su provincia, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas († 180).


Etimológicamente: Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, es de origen griego.

Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesarea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.


Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.


Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos.


Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza… y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.


Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del “misterio” y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa —como uno más— para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!


Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, —junto al istmo y al golfo del mismo nombre— que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento.


Entre los miles que van vienen, de vez en cuando un cristiano se acerca, contacta, trae noticias y lleva nuevas a otro sitio del Imperio. ¡Cómo aprovechó Dionisio sus posibilidades! Porque resalta su condición de escritor. Que se tengan noticias, mandó cartas a los cristianos Lacedemonios, instruyéndoles en la fe y exhortándoles a la concordia y la paz; a los Atenienses, estimulándoles para que no decaiga su fe; a los cristianos de Nicomedia para impugnar muy eruditamente la herejía de Marción; a la iglesia de Creta a la que da pistas para que sus cristianos aprendan a descubrir la estrategia que emplean los herejes cuando difunden el error. En la carta que mandó al Ponto expone a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras, les aclara la doctrina sobre la castidad y la grandeza del matrimonio; también los anima para que sean generosos con aquellos pecadores que, arrepentidos, quieran volver desde el pecado. Igualmente escribió carta a los fieles de Roma en tiempos del papa Sotero; en ella, elogia los notables gestos de caridad que tienen los romanos con los pobres y testifica su personal veneración a los Vicarios de Cristo.


La vida de este obispo griego —incansable articulista— terminó en el último tercio del siglo II. Sin moverse de Corinto, ejerció un fecundo apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel, la pluma y el mar Mediterráneo fueron sus cómplices generosos en la difusión de la fe.


05 abril, 2025

San Vicente Ferrer Presbítero, anunció a Cristo hasta el final de sus días

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¡Oh!, San Vicente Ferrer, vos sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo, y que, os inspirasteis
toda vuestra vida en el amor hacia Cristo y Nuestra
Señora y principalmente en los pobres. Cada viernes,
en recuerdo de Cristo crucificado, y cada sábado,
en honor de Nuestra Señora, los entregasteis hasta
el final de vuestros días en señal de sacrificio
santo. El maligno, os asaltó durante vuestra juventud
y, claro, lo vencisteis, en Dios confiando únicamente.
Fervorosa e increíblemente predicabais con ardor de
corazón, y vuestra grey conmovida os escuchaba y Dios
os contemplaba feliz, tanto que, milagros del cielo
os enviaba. Un día, se os apareció Nuestro Señor
Jesucristo, San Francisco y Santo Domingo de Guzmán
y él, os dio la orden de dedicaros a predicar por
ciudades, pueblos, campos y países. Y, vos, fiel
cumplidor como erais así, lo hicisteis. Por ello,
el norte de España, el sur de Francia, el norte de
Italia y Suiza, saben de vos hasta hoy. Convertisteis
a judíos y moros, en España, de manera increíble.
Y, de seguro era, porque antes de predicar rezabais
por más de cinco horas contínuas, para, a Dios pedir
que vuestra palabra fuese eficaz. Y, así era. El suelo
era vuestro colchón, ayunabais el tiempo todo. Rezos
predicación, procesiones, conversiones y llantos,
a Dios alabando siempre. “Mi cuerpo y mi alma no son
sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la
fetidez de mis culpas”. Decíais vos, que, santo como
erais, increíble parecía. Vuestra vida terrena se os
acabó, pero vuestra alma voló al cielo, para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a amor y fe;
¡oh!, San Vicente Ferrer, “vivo reflejo del Dios Vivo».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Abril
San Vicente Ferrer
Presbítero

Martirologio Romano: San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, de origen español, que recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente en favor de la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, lugar de Bretaña Menor, entregó su espíritu a Dios. († 1419)

Fecha de canonización: 3 de junio de 1455 por el Papa Calixto III.

“Bebe el agua del maestro Vicente” se dice todavía en España para recomendar el silencio. La expresión se refiere a un sabio consejo que el dominico san Vicente Ferrer dio a una mujer que le preguntaba qué podía hacer para congeniar con el malhumorado marido. “Tome este frasco de agua -contestó el santo- y cuando tu esposo regrese del trabajo, tómate un sorbo y mantenlo en la boca el mayor tiempo posible”. Era el mejor modo de hacer que la mujer tuviera la boca cerrada y no contestara al marido.

La anécdota hace ver la humana simpatía de este hombre, acérrimo fustigador de las costumbres, que le mereció de sus contemporáneos el título de “ángel del Apocalipsis”, porque en sus sermones acostumbraba amenazar con flagelos y tribulaciones.

Vicente nació en Valencia (España) en 1350. A los 17 años había ya terminado con tanto éxito sus estudios de filosofía y teología que sus profesores lo incluyeron inmediatamente en el cuerpo docente.

Entró al convento de los dominicos de Valencia y fue ordenado sacerdote en 1375, una fecha que en la historia de la Iglesia se recuerda como el comienzo del gran cisma de Occidente (1378-1417). La gran confusión dividió a los cristianos en dos obediencias: a Roma y a Aviñón. Era inevitable que aun espíritus rectos, como Vicente Ferrer, estuvieran de parte del Papa ilegítimo. La buena fe de Vicente Ferrer se prueba con el hecho de que él hizo todo lo posible para solucionar el gran conflicto y restituir así la unidad a la Iglesia. Recorrió toda Europa, entusiasmando con su gran oratoria a las muchedumbres de fieles, atraídos también por un fenómeno especial: al predicador dominico -que sólo conocía el castellano, el latín y un poco de hebreo- le entendían todos los fieles de las diversas naciones a donde él iba, cada uno en su lengua, repitiéndose así el milagro de Pentecostés.

Auténtico predicador del mensaje cristiano, San Vicente recuperaba todo el vigor juvenil aun en avanzada edad tan pronto subía al púlpito o en los palcos improvisados en las plazas, porque las iglesias no eran suficientes para las grandes muchedumbres; y esto a pesar de no conmover al auditorio con palabras de esperanza, sino que fustigaba las costumbres con tono amenazador. Lograda la unidad del pontificado con el concilio de Constanza y con la elección de Martín V, Vicente recorrió el norte de Francia tratando de poner fin a la guerra de los Cien años. Murió el 5 de abril de 1419, durante la misión en Vannes, y fue canonizado por su compatriota Calixto III en 1455.

Oración

¡Amantísimo Padre y Protector mío,
San Vicente Ferrer!
Alcánzame una fe viva y sincera
para valorar debidamente las cosas divinas,
rectitud y pureza de costumbres
como la que tú predicabas,
y caridad ardiente para amar a Dios
y al prójimo.
Tú, que nunca dejaste sin consuelo
a los que confían en ti,
no me olvides en mis tribulaciones.
Dame la salud del alma
y la salud del cuerpo.
Remedia todos mis males.
Y dame la perseverancia en el bien
para que pueda acompañarte
en la gloria por toda la eternidad.
Amén.

Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.

(http://www.es.catholic.net/santoraldehoy/)

04 abril, 2025

San Isidoro de Sevilla, Arzobispo de Sevilla

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¡Oh!, San Isidoro de Sevilla, vos, sois el hijo del Dios de
la Vida, su  obispo y amado santo y, quiso Él que, de santos
vuestra familia fuera. ¡Y, así fue! Os convertisteis en hombre
sabio y prudente, y, que, ensalzasteis al Dios de la Vida, con
exegetas escritos sobre cada uno de los Libros de la Biblia,
cuya lectura os encantaba, la amabais y la recomendabais
a los fieles del tiempo vuestro. Las viejas calles de Sevilla,
saben mucho de vos y del amor a vuestros pobres que, en sí,
sustento eran el tiempo todo de vuestro quehacer. Sin duda
alguna vos, erais el “verdadero puente” entre la Edad
Antigua y la Edad Media, pues fuisteis el obispo más sabio
de vuestro tiempo ello, no os quitó el sueño y os dedicasteis
a amar a Dios con toda vuestra fuerza. Dueño de una biblioteca
increíble, varios libros escribisteis, entre ellos “Las
Etimologías”; conocido como el “Primer Diccionario” que en
Europa se hizo, “La Historia de los Visigodos” y “Biografías
de hombres ilustres”. San Ildefonso, dice de vos así: “la
facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que
las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos
quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se
obtenía al oír sus enseñanzas”. Antes de partir de este mundo,
perdón pedisteis públicamente por todas las faltas de vuestra
vida y suplicasteis al pueblo, que rogara por vos, a Dios.
Y, así, voló vuestra alma al cielo, después de haberos gastado
en buena lid, para coronada ser con corona de luz y eternidad
como justo premio a vuestra constante entrega de amor y fe;
¡oh!, San Isidoro de Sevilla; “vivo regalo del Dios de la Vida”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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04 de abril
San Isidoro de Sevilla
Arzobispo
(año 636)

Isidoro significa: “Regalo de la divinidad (Isis: divinidad. Doro: regalo)”. Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida.

Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes. Dice San Ildefonso que “la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas”.

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas.

De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.

La Santa Sede de Roma lo declaró “Doctor de la Iglesia”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Isidoro.htm)

03 abril, 2025

Santa María de Egipto, se retiró al desierto por aborrecer el pécado

 Imagen

 

¡Oh! Santa María de Egipto, vos sois la hija del Dios de la Vida
su amada santa, y, que, os retirasteis al desierto tras una vida
de libertinaje. Vuestra vida, la conocemos gracias a Sofronio,
Patriarca de Jerusalén. Vos, dejasteis vuestro hogar a los doce
años, viajando a Alejandría, donde ejercisteis la prostitución.
Con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, os embarcasteis hacia Palestina, pero
nunca, con intención de peregrinar, sino, con el deseo de poner en
práctica vuestra disipada vida. Cuando vos, tratasteis de ingresar
a la Iglesia del Santo Sepulcro, una fuerza invisible os impidió
hacerlo y tras haberlo intentado hasta por tres veces, os retirasteis
a un rincón del patio de la iglesia y derrepente sentisteis una
gran culpa y remordimiento por vuestra vida lujuriosa y pecaminosa.
En ese momento dirigisteis vuestros ojos a una estatua de la Santísima
Virgen y llorasteis sin consuelo, pidiendo perdón al Dios Vivo y
etermo. Seguidamente, intentasteis entrar de nuevo a la iglesia
y esta vez, la misma fuerza que os impidió hacerlo, os impulsó para
ingresar al Templo de Dios. Días después recibisteis la comunión
en el monasterio de San Juan Bautista, en la ribera del río Jordán,
y luego os internasteis en el desierto, donde vivisteis cerca de
medio siglo, dedicándoos a la oración, meditación y mortificación.
Allí, conocisteis a un sacerdote de nombre Zósimo, a quien le hicisteis
prometer que os encontraría en el Jordán la noche del Jueves Santo
del siguiente año y que, además os llevara el Sacratísimo Sacramento,
cosa que así fue. Recibisteis la Eucaristía y levantando vuestras
manos hacia el cielo, gritasteis en voz alta las palabras de Simeón:
“Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu
palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”. Y, luego y de manera
milagrosa, voló vuestra alma al cielo para, ser coronada con corona
de luz y etrnidad, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Cuando Zósimo viajó al año siguiente para visitaros, solo encontró
un pergamino que rezaba: “Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el
Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido
su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora y
devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que
convertirse”. Zózimo narró a otros monjes la emocionante historia
de vuestra vida, y pronto junto a vuestra tumba, empezaron a obrarse   
milagros y prodigios, y vuestra fama se extendió por todo el mundo;
¡Oh! Santa María de Egipto, "testigo vivo del Amor misericordioso de Dios"

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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03 de Abril

Santa María de Egipto
Se retiró al desierto por aborrecer el pécado

Santa María de Egipto fue una asceta que se retiró al desierto tras una vida de prostitución. Su vida fue escrita en gran parte por Sofronio, Patriarca de Jerusalén. Nació probablemente alrededor del año 344 d.C.. A los 12 años dejó su casa y viajó a Alejandría, donde por más de 17 años ejerció la prostitución.

Luego, con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se embarcó hacia Palestina, pero no con la intención de peregrinar, sino con el deseo tener nuevas oportunidades de poner en práctica la lujuria.

Su biografía detalla que cuando María de Egipto intentó ingresar a la Iglesia del Santo Sepulcro durante el peregrinaje, una fuerza invisible le impidió hacerlo.

Tras intentar entrar tres o cuatro veces se retiró a un rincón del patio de la iglesia y sintió remordimiento por sus actos. En ese momento posó sus ojos en una estatua de la Santísima Virgen y lloró desconsoladamente pidiendo perdón a Dios.

Luego intentó entrar de nuevo a la iglesia y esta vez se le fue permitido. Días después María de Egipto recibió la comunión en un monasterio de San Juan Bautista en la ribera del río Jordán, y al día se internó en el desierto que se prolonga hacia Arabia, lugar donde vivió cerca 47 años dedicándose a la oración, meditación y mortificación.

En el desierto conoció a un sacerdote de nombre Zósimo, a quien le hizo prometer que la encontraría en el Jordán la noche del Jueves Santo del siguiente año y que le llevara el Sacratísimo Sacramento.
Y así fue. Al año siguiente María de Egipto recibió la Eucaristía y levantó sus manos hacia el cielo gritando en voz alta las palabras de Simeón: “Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”.

La santa de Egipto falleció aquel día alrededor del 421 después de que el sacerdote dejara el lugar.

Cuando Zósimo viajó al año siguiente para visitarla nuevamente solo encontró un pergamino que rezaba: “Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse”.

Zózimo narró a otros monjes la emocionante historia de la vida María de Egipto, y pronto junto a aquella tumba, empezaron a obrarse milagros y prodigios. La fama de María se extendió por muchos países.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-santa-maria-de-egipto-asceta-del-desierto-62347)

01 abril, 2025

San Hugo de Grenoble, Obispo

  Santoral del 1° de abril 2025: por qué la Iglesia Católica celebra hoy a San  Hugo de Grenoble - Diario Río Negro
 
 
 
 ¡Oh!, San Hugo de Grenoble, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y, que os esforzasteis en grado
sumo, en reformar de las costumbres del clero y del pueblo.
Vos, nunca quisisteis obispo ser, pero que, os santificasteis
siéndolo. Vuestra diócesis decadente y deprimente era,
pues en ella se compraban y vendían eclesiásticos bienes,
los clérigos concubinos abundaban, la moral de los fieles
por los suelos estaba y deudas por la mala administración
del obispado abundaban. Y, vos, entre llantos y rezos,
penitencias y oración, decidisteis enfrentar los problemas.
Pero, todo ello, por increible que parezca, nunca efecto
surtió, pues vuestra grey, ruda y grosera, insufrible
y amoral era. Y, a vos, no os quedó otra cosa que
marcharos para tomar el hábito de San Benito, pero,
el Papa os ordenó volver a vuestra iglesia. Y, vos, obediente
como erais, os entregasteis a cumplir con vuestro ministerio.
Llegasteis a vender vuestras mulas para ayudar a los pobres,
y brindarles alimentos y hospedaje. Al antipapa Anacleto,
lo excomulgasteis, y sí, recibisteis al Papa Inocencio II,
quien tampoco aceptó vuestra renuncia, y cuando huíais
de Pedro “el cismático de Lyon”, contribuisteis a eliminar
el cisma de Francia. También, ayudasteis a san Bruno
y a sus seis compañeros en la Cartuja, a establecerse, pues,
para vos, sinónimo de paz era, tanto que, pasabais viviendo
entre ellos, como un fraile más. Al fin, vuestra fidelidad,
premiada fue por Dios, pues, luego de más de medio siglo de
trabajo, se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron,
se ordenaron los nobles y los pobres hospital tuvieron
y paz para sus almas. Al final de vuestra vida, atormentado
fuisteis por tentaciones de duda, sobre la Divina Providencia,
perdisteis la memoria, pero vuestra lucidez la tuvisteis
siempre. Y así, hombre de vida ejemplar, voló vuestra alma
al cielo, para recibir corona de luz eterna, como justo
premio a vuestra entrega de amor. No tuvisteis vocación
de obispo, pero, fuisteis sincero, honrado en el trabajo,
piadoso y obediente. Os marchasteis, pero vuestra vida,
quedó como modelo de obispos y de todos los más santos;
¡Oh!, San Hugo de Grenoble, “vivo reformador del Dios Vivo”.
 
© 2025 Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Abril
San Hugo de Grenoble
Obispo

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.
Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.
 
El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.
Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.
Autor: . | Fuente: Archidiósesis de Madrid

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)