¡Oh! Santa Angela Merici, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y que honor hicisteis al
significado de vuestro nombre: “mensaje de Dios”. Vos,
fundasteis la congragación de las Hermanas Ursulinas,
y sobre vos, reposa el mérito de haber fundado la primera
comunidad religiosa femenina para educar a las niñas.
En vuestra familia, humilde, pero muy creyente os leían
cada noche, las vidas de santos, lo que catapultó vuestro
entusiasmo por la religión. A temprana edad, quedasteis
huérfana de padre y madre y, más tarde, pediríais a
Dios, perdón, por no haber confiado suficientemente
en vuestra juventud en la Providencia Divina, que a
nadie abandona. Os hicisteis, Terciaria Franciscana, y
sin haber hecho sino estudios de primaria, llegasteis
a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y
sacerdotes, pues habíais recibido del Espíritu Santo
el Don del Consejo. Y, viendo que las niñas no tenían
quién las educara y las librara de peligros mortales,
y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer
organizar la vida como si Dios no existiera, fundasteis
la Comunidad de Hermanas Ursulinas, en honor a Santa
Ursula, la santa mártir del siglo Cuarto, que dirigía
el grupo de muchachas llamadas “Las once mil vírgenes,
que murieron por defender su religión y su castidad.
Las niñas de aquél entonces, no sabían nada o casi
nada de religión y sus papás menos y no deseaban
enseñarles catecismo, por ello, organizasteis a
vuestras amigas para enseñar catecismo en cada barrio.
Os arropaban a vos, vuestras cualidades de liderazgo
y vuestra persuasión, para influir en los demás, con
vuestra simpatía y trato agradable. Con vuestras amigas
y en vuestra casa, fundasteis vuestra Comunidad. Y,
en una visión contemplasteis un grupo de jóvenes vestidas
de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz os dijo:
“Estas son tus religiosas educadoras”. Un hombre os
preguntó en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda
para comportarme debidamente? Y vos le respondisteis
“Compórtese cada día como deseara haberse comportado
cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta
a Dios”. Vuestras últimas palabras fueron “Dios mío, yo
te amo”. Y, así y luego de haberos gastado en buena lid,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con coronada
de luz, como justo premio, a vuestra entrega de amor;¡
¡oh! Santa Angela Merici, vivo amor del Dios de la Vida.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Enero
Santa Angela de Merici
(+ 1540)
Es la fundadora de las Hermanas Ursulinas. Su nombre significa
“Mensaje de Dios”. Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber
fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.
Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían
la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba
por la religión.
Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la
impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a
Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la
Providencia Divina que a nadie abandona.
Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto
la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que
necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.
Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de
primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y
sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo,
que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada
ocasión.
Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de
peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer
organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de
Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Ursula, la santa mártir del siglo
IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas “Las once mil vírgenes,
que murieron por defender su religión y su castidad).
Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos
que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no
sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus
amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y
en cada vereda.
Angela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y
de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y
agradabilidad en su trato.
En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de
Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se
vino a vivir en casa de Angela y con ellas fundó la Comunidad. En una
visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que
volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: “Estas son tus religiosas
educadoras”.
La gente consideraba a Santa Ursula como una gran líder o guía de
mujeres. Por eso Angela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.
La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después
murió su fundadora, Santa Angela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada
en 1807.
Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me
recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió:
“Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la
hora de morirse y de darle cuenta a Dios”.
Sus últimas palabras fueron: “Dios mío, yo te amo”. Que estas sean
también las palabras que nosotros digamos no sólo al tiempo de morir,
sino muchísimas veces durante toda nuestra vida.