29 julio, 2011

Santa Marta

Oh, Santa Marta, vos sois la hija
del Dios de la vida, la misma que
habéis hecho honor al significado
vuestro nombre: “señora y jefe de
hogar”, y porque los escritos sobre
vos, en el sagrado libro, dicen que
Jesús, os amaba, junto a María y
a Lázaro, porque sus amigos erais
de verdad y, recordareis vos, cuando
preguntasteis a Jesús: “Señor, ¿cómo
os parece que mi hermana me haya
dejado a mí sola con todo el oficio
de la casa? Por qué no le dices que
me ayude un poco en esta tarea?”, y
y Él os dijo: “Marta, Marta, os
afanáis y os preocupáis por muchas
cosas. Sólo una cosa necesaria es.
María ha escogido la mejor parte,
la que no le será quitada”, y vos
entendiendo, también lo escuchasteis.
Cuando Lázaro murió, vos presta a
Él, recurristeis y Él, os dijo:“Tu
hermano resucitará”, y creísteis
que seria al final de los tiempos,
pero Jesús os dijo: “Yo soy la vida
y la resurrección. Todo el que cree
en mí, aunque haya muerto vivirá”.
¿Crees esto?, y respondisteis: ¡Sí
Señor, yo creo! y dijo Jesús: “¿Dónde
lo han colocado?” y viendo llorar a
Marta y a sus acompañantes, Él lloró
también y las gentes decían: “Mirad
cómo lo amaba”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal
porque hace cuatro días que está
enterrado” y Jesús os dijo: “¿No os
he dicho que si creéis veréis la gloria
de Dios?” y Jesús Dijo: “Lázaro ven
afuera” y el muerto salió, llevando
el sudario y las vendas de sus manos.
Interceded pues, Marta Santa, para
que los “lázaros” que por el pecado
muertos, por el mundo deambulan al
llamado de Jesús, resuciten y mañana
más tarde, como vos brillen, en el
cielo eterno, coronados todos de luz;
oh, Santa Marta, “señora, jefe de hogar”.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de julio
Santa Marta
Siglo I

Marta significa: “señora; jefe de hogar”. En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo: “Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro”. Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús. Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos.

En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.

Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles y las santas mujeres (mamás de algunos apóstoles, etc). Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. Oír a Cristo es lo más hermoso que pueda existir. El estaba sentado en un sillón y los demás, atentísimos, sentados en el suelo escuchando. Y allí, en medio de todos ellos, sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada,oyendo tan formidables enseñanzas.

De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda confianza: “Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta tarea?”. Y Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le responde: “Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será quitada”. Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación.

Narra San Juan en el capítulo 11 “Sucedió que un día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales muy graves de que se iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: Señor aquel que tú amas, está enfermo. Que bello modo de comunicarle la noticia. Sabemos que lo amas, y si lo amas lo vas a ayudar. Pero Jesús (que estaba al otro lado del Jordán) no se movió de donde estaba. Un nuevo mensajero y Jesús no viene. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, proque ahora váis a creer”.

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá.

Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.

Marta le contesta: Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos.

Jesús añadió: Yo soy la resurreción y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?

Marta respondió: Sí Señor; yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

Maravillosa profesión de fe hecha por esta santa mujer. Dichosa Marta que hizo decir a Jesús verdades tan formidables.

Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?” Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el suadrio y las vendas de sus manos. Santa Marta bendita, no dejes de rogar a Jesús por tantos Lázaros muertos que tenemos en nuestras familias. Son los que viven en pecado mortal. Que Cristo el Salvador venga a nuestros hogares y resucite a los que están muertos por el pecado y los libre de la muerte eterna, por medio de una verdadera conversión. Dijo Jesús: si crees verás la gloria de Dios.





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