Oh, San Asprenato, vos sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y Obispo, que
la dicha tuvisteis, de haber servido a Dios, por
veintitrés años. San Pedro, después de fundar
la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia
Roma con algunos discípulos, y, a su paso
por Nápoles, una viejecita enferma encontró,
quien le prometió adherirse a la nueva fe
si se curaba. Y, oraron los discípulos sanación
pidiendo, y en el acto, sanó Cándida la santa,
Y, sana ella, encomienda cure de igual forma
a un amigo suyo, que erais vos, y que, enfermo
estabais desde hace tiempo y que si os curaba,
os convertiríais. Y, Pedro, intercediendo,
logró vuestra cura. Y, catequizados ambos
él, os bautizó, y Pedro, os consagró a vos,
como obispo de Nápoles. Y luego, construir
hicisteis el oratorio de “Santa María del
Principio”, y fundasteis la iglesia de san
Pedro en Aram. Después de san Genaro,
vos, sois el segundo de los cuarenta y siete
protectores santos de Nápoles, cuyos bustos
de plata custodiados son, en la capilla del
tesoro de san Genaro en la Catedral. Y, prueba
maravillosa, allí, también conservado está
el bastón con el que san Pedro os curó. En
diferentes épocas, elegidas fueron dos iglesias
en vuestro honor y una capilla os dedicaron
en la basílica de santa Restituta. Y, además
sois invocado para calmar la jaqueca. Y, así,
luego de haber gastado vuestra santa vida,
entregasteis vuestra alma al cielo, que,
coronada fue, con corona de luz y eternidad
luego haber vivido, pleno en virtudes y
milagros, producto de vuestra intercesión;
Oh, San Asprenato, “entrega de amor y fe”.
de la vida y su amado santo, y Obispo, que
la dicha tuvisteis, de haber servido a Dios, por
veintitrés años. San Pedro, después de fundar
la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia
Roma con algunos discípulos, y, a su paso
por Nápoles, una viejecita enferma encontró,
quien le prometió adherirse a la nueva fe
si se curaba. Y, oraron los discípulos sanación
pidiendo, y en el acto, sanó Cándida la santa,
Y, sana ella, encomienda cure de igual forma
a un amigo suyo, que erais vos, y que, enfermo
estabais desde hace tiempo y que si os curaba,
os convertiríais. Y, Pedro, intercediendo,
logró vuestra cura. Y, catequizados ambos
él, os bautizó, y Pedro, os consagró a vos,
como obispo de Nápoles. Y luego, construir
hicisteis el oratorio de “Santa María del
Principio”, y fundasteis la iglesia de san
Pedro en Aram. Después de san Genaro,
vos, sois el segundo de los cuarenta y siete
protectores santos de Nápoles, cuyos bustos
de plata custodiados son, en la capilla del
tesoro de san Genaro en la Catedral. Y, prueba
maravillosa, allí, también conservado está
el bastón con el que san Pedro os curó. En
diferentes épocas, elegidas fueron dos iglesias
en vuestro honor y una capilla os dedicaron
en la basílica de santa Restituta. Y, además
sois invocado para calmar la jaqueca. Y, así,
luego de haber gastado vuestra santa vida,
entregasteis vuestra alma al cielo, que,
coronada fue, con corona de luz y eternidad
luego haber vivido, pleno en virtudes y
milagros, producto de vuestra intercesión;
Oh, San Asprenato, “entrega de amor y fe”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de agosto
San Asprenato
Obispo
San Asprenato
Obispo
Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).
Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.
De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.
Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles, certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.
De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.
Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convertiría.
En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.
Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.
El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyos alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.
Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.
En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.
Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.
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