¡Oh!, Santa Apolonia, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa. Cristiana y bautizada desde pequeña, educada
fuisteis en la fe de vuestros padres. Y, decidiendo más tarde
a quedaros sin matrimonio y entregar vuestra santa vida a
Jesús. Os conocían por vuestras obras de caridad y de virtud,
y vuestro amor por la oración constante. Y, bastó ello, para
que los impíos os secuestrasen, y os obligaran a blasfemar
contra Jesucristo, cosa que jamás lograron y, a la que vos,
os negasteis. Y, así, de rabia llenos, os destrozaron vuestros
dientes y amenazaron con arrojaros al fuego, si vos, no os
apostataseis. Y, pidiendo un tiempo de reflexión, os adentrasteis
en la oración y luego, vos misma, sabedora de que, una vida
sin Dios, para nada vale, decidisteis en las furiosas llamas
entrar, ante la mirada absorta de vuestros verdugos, muriendo
así, por Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Abogada contra
todos los males de dientes y muelas, ahora, gozáis corona
de luz, como justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡Oh!, Santa Apolonia, “virgen y mártir, por amor a Cristo”.
y su amada santa. Cristiana y bautizada desde pequeña, educada
fuisteis en la fe de vuestros padres. Y, decidiendo más tarde
a quedaros sin matrimonio y entregar vuestra santa vida a
Jesús. Os conocían por vuestras obras de caridad y de virtud,
y vuestro amor por la oración constante. Y, bastó ello, para
que los impíos os secuestrasen, y os obligaran a blasfemar
contra Jesucristo, cosa que jamás lograron y, a la que vos,
os negasteis. Y, así, de rabia llenos, os destrozaron vuestros
dientes y amenazaron con arrojaros al fuego, si vos, no os
apostataseis. Y, pidiendo un tiempo de reflexión, os adentrasteis
en la oración y luego, vos misma, sabedora de que, una vida
sin Dios, para nada vale, decidisteis en las furiosas llamas
entrar, ante la mirada absorta de vuestros verdugos, muriendo
así, por Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Abogada contra
todos los males de dientes y muelas, ahora, gozáis corona
de luz, como justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡Oh!, Santa Apolonia, “virgen y mártir, por amor a Cristo”.
© 2015 by Luis ernesto Chacón Delgado
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9 de Febrero
Santa Apolonia
Virgen y Mártir
Santa Apolonia
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de
santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido
muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse
obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes
que ceder en su fe (c. 250).
Etimología: Apolonia = Aquella que desciende de Apolo, es de origen griego.
Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la
práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es
Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.
Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros;
practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas
alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y
calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a
los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos
tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio
Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron
violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen
blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban
moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a
por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a
pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los
tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber
cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.
En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en
la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia
voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama
Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus
obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso
presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la
antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla
a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una
piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad
amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo
para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que,
con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa
ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.
Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de
sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que
distribuyeron por las iglesias.
Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo
martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para
impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los
males de dientes y muelas.
También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por
parecerse al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo
es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es
susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente
llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y
desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son
«locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada
santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.
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