A María y a mi madre
¡Oh! gloria la de Mayo y este día
Celebrar a María y a la mía
Divina por ser María y la mía
Dulce imitadora de su compañía.
Celebrar a María y a la mía
Divina por ser María y la mía
Dulce imitadora de su compañía.
Siempre amor y misericordia
Fui yo su desvelo y alegría
Ave Marías, ¡todo el día!
Arrullo y juego noche y día
Así las quiero por que las quiero
Ábranme el corazón su amor late Así las quiero por que las quiero
Y, late, por María, que prefiero
Oro para María y siento que late
Contenta el alma mía y quiero
Para Mery, mi amor tesonero.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Por María Susana Ratero
Fuente: Catholic.net
Una carta de María para una mujer, para ti, para mi, para todas y nos hagan caminar hacia los brazos de su Hijo.
Hola, mi querida hija del alma, que la paz del Señor esté contigo…
Mi corazón necesitaba escribirte estas simples líneas que, como pájaro de luz, lleguen de mi corazón al tuyo…le iluminen, disipen dudas y angustias, y te hagan caminar hacia tu verdadero destino: a los brazos de mi Hijo…
Sí, querida mía, tu verdadero destino, que no es muchas veces el que
te propone el mundo y por el que tantos esfuerzos gastas olvidándote del
negocio mas importante que tienes: la salvación de tu alma…
Los problemas, mi querida, son todos camino hacia el Padre, el dolor,
la angustia, la soledad… todo va modelando el alma de acuerdo a las
respuestas que vayas dando… tú, seguro, me dirás: “¡Pero lo que a mi me
pasa es tan duro , Señora!!!” Lo sé, hija, ¿acaso por un momento has
pensado que no lo sé? Querida, si lloro con tus lágrimas y río contigo
sin que me notes a tu lado…. cómo no saber lo que siente tu alma, si yo
misma lo he padecido… bien sé lo que es el dolor, la soledad, la
traición…, pero también sé que todo eso, puesto en las manos del Padre,
se transforma en camino de Salvación…
Cuando yo vivía entre ustedes, meditaba todas esas cosas y las
guardaba en mi corazón, las que comprendía y las que no, las que me
alegraban y las que me lastimaban, como perlas de un collar incompleto
que, lentamente, con el tiempo, iban tomando su verdadero lugar…
¿Sabes hija? Me gusta mucho caminar en los atardeceres, luego de un
largo día de trabajo…, y me encantaría que hoy me acompañases… o mañana,
o el sábado, aunque sé que estás un poco cansada… ¿cómo lo sé? Pues
verás, estoy contigo cuando abres los ojos y miras el despertador,
tirano, que no te regala unos minutos mas, y debes levantarte rápido a
preparar el desayuno del marido y los hijos, o el tuyo solo, o el de tu
mamá…. mientras se calienta el agua te miro… te amo… luego, voy contigo a
levantar los remolones que se empecinan en pelearse con el reloj…. te
ayudo a vestirlos, te pongo a mano esa remera que no encontrabas… y me
siento con ustedes a desayunar… me gusta como preparas todo, el olorcito
rico de tu cocina, luego debemos llevar los chicos al colegio, ir a
trabajar para traer el sustento, o volver a casa a la rutinaria (¡pero
hermosa!) tarea de mantener limpio el hogar… juntas vamos al
supermercado y hacemos que alcance el dinero justito para el almuerzo…
hasta a veces hago que te sobre una moneda para un dulce… el postre
sorpresa de los hijos…
También lavamos la ropa, el piso, acomodamos todo para que el esposo y
los niños encuentren ese remanso de paz que anhelan, el olorcito a ”su
casa” que les volverá al alma cuando se sientan tristes, solitarios,
nostálgicos… allí recordarán todas las cosas buenas que les enseñaste…
También estoy contigo en el trabajo, ayudándote, aconsejándote,
pidiéndote que sonrías siempre, que trates bien a todos, ya que nunca
sabes cuanto bien haces con una sonrisa… eres mi embajadora cuando
sonríes, cuando eres amable, cuando perdonas… ¡¡cuando perdonas haces
sonreír a mi Hijo!!!
Ya estamos a mas de la mitad de la jornada, extrañamos volver a casa ¿verdad?…
Contigo corro a abrazar a los hijos, contigo me siento y les preguntamos juntas cómo les fue (aunque yo ya lo sé, porque los estuve cuidando por ti en el colegio, mientras jugaban, o cuando cruzaban la calle)
También te acompaño cuando debes darles una noticia triste, como que
un amigo o un primo enfermo ha partido hacia mi Hijo, estoy contigo para
decirles que lo he abrazado fuerte, fuerte y le he llenado de besos
cuando ha llegado aquí al cielo, que le tengo a mi lado y damos largos
paseos por los jardines celestiales….
Me gusta cuando les ayudas en la tareas, les hablas al alma, les acompañas a la catequesis … a veces te veo preocupada porque parecen distraídos, no te preocupes, mi querida, tú sigue sembrando, que tuyo es el tiempo de siembra y de mi Hijo el de la cosecha…
En fin, ya cae la tarde… ¿qué te parece si nos vamos juntas aunque
más no sea hasta el almacén? Sí, dale, vamos a comprar el pan para la
cena y así charlamos, sí, de eso que te tiene preocupada… ven, que tengo
muchas ganas de tranquilizarte, de acompañarte, de abrazarte en
silencio…
Desde el alma
Tu mamá
María de Nazaret
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Nota.-
Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de “Cerrar los ojos y verla” o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.
(http://www.es.catholic.net/op/articulos/3552/carta-de-mara-para-ti-mujer.html)
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