¡Oh!, Madre Santa del Redentor, Virgen de Lourdes,
de pureza y virtud modelo, no hallasteis corazón
mejor, que, el de vuestra sierva, Bernardita, quien,
con su humilde vida, de pureza, y, virtud, bastó,
para que al mundo os mostraseis, cuánto lo amáis,
y decirle a él, que, perdón y misericordia, juntos
del cielo bajan, para del pecado liberar a los hombres
y, a los enfermos sanar de balde. Santa Bernardita
fue también instrumento de confirmación del “Dogma
de Vuestra “Inmaculada Concepción”, para alegría
de los que amamos Vuestra pureza, reconocida por
Vos misma, “Reina del Cielo” cuando dijisateis:
“Yo soy la Inmaculada Concepción”. ¿Cuánto Amor
nos debéis tener, Señora y Madre Nuestra, que
nosotros, aún, no os entendemos aún, y tampoco os
comprendemos? ¡Grande y mucho! ¡Demasiado e infinto!
nos debéis de tener, por que sólo Vos, Señora Nuestra,
podéis querernos tanto y de tal manera. por ello,
dichosos los hombres que, se os aferran a Vos, pues
no habrá quebranto ni llanto en el día de sus muertes.
Más en cambio, envolverá la paz sus corazones, y ellos
serán con Dios, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
¡oh!, Señora Nuestra de Lourdes, “Vivo” amor de Dios.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Febrero
Nuestra Señora de Lourdes
Advocación Mariana
Martirologio Romano: Memoria de
la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la
proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se
apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda
Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de
Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es
frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Breve Reseña
Bernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo y
mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de
Jesús, nuestra Madre también, supo como siempre enamorar a las
multitudes y convocar a los pueblos de las naciones alrededor de la
majestuosa imagen que de Ella se difundió.
Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y quizás
ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar
y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual,
la conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las
generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos
de Dios en esta tierra.
Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma de la
Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de
María, reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del
Cielo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy, después de 150 años, las
palabras de María resuenan en nuestros oídos con la misma fuerza, como
un cristal puro que resuena y sacude con su timbre los tímpanos del
mundo.
Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario.
Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes,
para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión.
Fue el 11 de febrero cuando la Virgen se le apareció a Bernardita,
una joven de 14 años en la gruta de Massabielle. Vio una nube dorada y a
la Virgen vestida de blanco con un rosario en la mano.
Esta aparición se repitió 18 veces. El 25 de febrero fue cuando la
chica escarbó en el suelo y salió un manantial de agua. Le dijo la
Virgen que levantaran un templo y que rezara el rosario por los
pecadores.
Comenzó a acudir mucha gente. Las autoridades eclesiásticas, comenzando por el párroco, no le daban crédito a la joven.
Era impensable que a su edad y dada su falta de cultura, supiera algo
acerca del misterio del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado
así por el Papa Pío IX en 1854.
El mismo Papa le dio el nombre de Basílica al templo levantado en
honor de las apariciones. Estas, por fin, fueron declaradas auténticas y
no pura fantasía de una adolescente ignorante.
¿Cuál es la síntesis del mensaje de Lourdes?
En primer lugar, se trata de un acto de gratitud por la definición
del dogma, que se había declarado oficialmente cuatro años antes. En
segundo lugar, exaltar la pobreza y la humildad, virtudes eminentemente
cristianas. En tercer lugar, la importancia de la Cruz como camino para
ser feliz aquí y en el más allá. Y en cuarto lugar, la clave para llevar
una vida cristiana auténtica, es la oración, sintetizada en el rezo del
santo rosario.
Pero lo importante, además de las curaciones físicas, es que todo el
mundo sale curado en lo espiritual, siempre y cuando se vaya de buena
fe.
(http://www.es.catholic.net/op/articulos/32010/nuestra-seora-de-lourdes.html)
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