¡Oh!, Santa Juana de Chantal, vos, sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa, derecho brazo de San Francisco
de Sales, en la fundación de la comunidad de las Hermanas
de la Visitación, porque, Él, os lo dio en sueños, como
vuestro espiritual director, y fue, quien a espirituales
niveles, jamás pensados os catapultó de manera increíble.
San Francisco de Sales, escribió para vuestra orden, reglas
que no eran “ni demasiado duras para las débiles, ni
demasiado suaves para las fuertes”. Y, vos, las cumplisteis
con vuestras hermanas con fidelidad y gran devoción. Y,
que, además guiadas por vuestros escritos como: “La Práctica
del amor de Dios”, “Las conversaciones Espirituales”, y,
“El arte de aprovechar nuestras faltas”, de especial manera
“La introducción a la Vida Devota”, vuestro favorito,
con el que, a vuestras hermanas guiasteis a diario. Odiada,
vilipendiada, insultada, y, a la vez amada como a una
madre, por aquella “sociedad”, vuestra vida, gastasteis y,
a Dios, pedisteis vez alguna: “Puedes destruir y cortar y
quemar todo lo que en mí y en mi vida te parezca que es
necesario sacrificar para cooperar a la extensión de tu
reino”. Y, vos, ya lo habíais, hecho, a lo largo de vuestra
santa vida, y hoy, brilláis en el infinito cielo, coronada
toda de luz, como premio a vuestra entrega de amor y, fe;
¡oh!, Santa Juana de Chantal, “vivo amor y luz del Dios Vivo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de agosto
Santa Juana Francisca de Chantal
Co-fundadora
Martirologio Romano: Santa Juana Francisca Frémiot de Chantal, religiosa, que siendo primero madre de familia, tuvo como fruto de su cristiano matrimonio seis hijos, a los que educó piadosamente, y muerto su esposo, bajo la dirección de san Francisco de Sales abrazó con decisión el camino de la perfección y realizó obras de caridad, en especial para con los pobres y enfermos. Dio comienzo a la Orden de la Visitación de santa María, que dirigió también prudentemente, y su muerte tuvo lugar en Moulins, junto al Aller, cerca de Nevers, en Francia, el día trece de diciembre (1641).
Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de
enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento.
De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el
Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos
causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue
contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y
S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas,
el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores
espirituales, San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo
secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII,
Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins
el 13 de diciembre, de 1641.
Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su
padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se
convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se
casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis
hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas
sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en
un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.
En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su
castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se
rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante
custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una
visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un
nuevo capítulo en su vida.
Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales,
nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad.
Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610.
Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy
práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl.
No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal
de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al
cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros
apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título
oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.
Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco
de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida
religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus
allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante,
estos preciosos regalos se conocieron como “las Joyas de nuestra Santa.”
Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas
de sabiduría espiritual y edificación religiosa.
A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no
escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que
fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas
fieles y admiradoras de su Orden.
Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el
hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más
grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de
Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu
Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla
guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les
indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los
escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los
Noviciados de la Orden.
Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta.
Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de
múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las
almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se
estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas
gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan
todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a
viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.
Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en
búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de
S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana
por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse,
ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este
modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las
mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=38305)
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