¡Oh!, San Calixto, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, y el hombre aquél, que, de “esclavo
del mundo”, os hicisteis “esclavo para el Padre eterno”.
Y, así; os dedicasteis a estudiar y difundir la religión
de Cristo, Dios y Señor Nuestro, entre todos los hombres
de vuestro tiempo, en las catacumbas que vuestro santo
nombre tienen, como homenaje a vos. Ellas de olor a
eterna gloria y santidad las llenasteis, con el Amor divino
de Cristo Jesús, Nuestro Señor y vuestra vida, en favor
de la causa de Él. Vos, convertisteis a muchos romanos
al cristianismo, curasteis a varios enfermos que padecían
de enfermedades graves, y defendisteis a los creyentes
perseguidos. Ayunabais semanas, hasta por cuarenta
días seguidos. Cuando los perseguidores os llevaron preso
por proclamar vuestra fe en Jesucristo, os echaron a
un oscuro calabozo, esperando que desesperaseis por
hambre. Pero, después de varios días, os encontraron
tranquilo. Os preguntaron cómo lograbais manteneros
sereno sin comer, ni beber y les dijisteis: “Acostumbré a
mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y
esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz
de resistir sin desesperarme”. En la cárcel conseguisteis
con vuestras oraciones la sanación de la esposa de vuestro
carcelero, cuando aún, la pobre mujer agonizando estaba.
Luego, en clara acción de gracias, vuestro carcelero y
su familia fueron bautizados por vos. Y, así, el jefe pagano
de Roma ordenó que os echaran a un pozo profundo y
que cubrieran la boca con tierra y escombros, para que no
pudierais escapar. Aún, en Roma, señalan a los turistas
“vuestro pozo”, con el nombre de el “pozo de San Calixto”,
desde donde vuestra alma voló al cielo para coronada ser,
como justo premio a vuestra grande entrega de amor.
Ojala, vuestro ejemplo sirva, para que Dios Todopoderoso,
envíe muchos sacerdotes santos, que os imiten y, que, sin
temor alguno la Doctrina Católica y Apostólica difundan
por todo el orbe de la tierra, hasta el final de los tiempos;
¡Oh!, San Calixto, “Viva hermosura del Dios de la vida”.
su amado santo, y el hombre aquél, que, de “esclavo
del mundo”, os hicisteis “esclavo para el Padre eterno”.
Y, así; os dedicasteis a estudiar y difundir la religión
de Cristo, Dios y Señor Nuestro, entre todos los hombres
de vuestro tiempo, en las catacumbas que vuestro santo
nombre tienen, como homenaje a vos. Ellas de olor a
eterna gloria y santidad las llenasteis, con el Amor divino
de Cristo Jesús, Nuestro Señor y vuestra vida, en favor
de la causa de Él. Vos, convertisteis a muchos romanos
al cristianismo, curasteis a varios enfermos que padecían
de enfermedades graves, y defendisteis a los creyentes
perseguidos. Ayunabais semanas, hasta por cuarenta
días seguidos. Cuando los perseguidores os llevaron preso
por proclamar vuestra fe en Jesucristo, os echaron a
un oscuro calabozo, esperando que desesperaseis por
hambre. Pero, después de varios días, os encontraron
tranquilo. Os preguntaron cómo lograbais manteneros
sereno sin comer, ni beber y les dijisteis: “Acostumbré a
mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y
esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz
de resistir sin desesperarme”. En la cárcel conseguisteis
con vuestras oraciones la sanación de la esposa de vuestro
carcelero, cuando aún, la pobre mujer agonizando estaba.
Luego, en clara acción de gracias, vuestro carcelero y
su familia fueron bautizados por vos. Y, así, el jefe pagano
de Roma ordenó que os echaran a un pozo profundo y
que cubrieran la boca con tierra y escombros, para que no
pudierais escapar. Aún, en Roma, señalan a los turistas
“vuestro pozo”, con el nombre de el “pozo de San Calixto”,
desde donde vuestra alma voló al cielo para coronada ser,
como justo premio a vuestra grande entrega de amor.
Ojala, vuestro ejemplo sirva, para que Dios Todopoderoso,
envíe muchos sacerdotes santos, que os imiten y, que, sin
temor alguno la Doctrina Católica y Apostólica difundan
por todo el orbe de la tierra, hasta el final de los tiempos;
¡Oh!, San Calixto, “Viva hermosura del Dios de la vida”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Octubre San Calixto Papa Año 222
Señor: envíanos tu Espíritu Santo que nos vuelva valientes y perseverantes para mostrarnos buenos creyentes hasta el último momento de nuestra vida.
Calixto es un nombre que en griego quiere decir: “muy hermoso”. Este
Pontífice se ha hecho famoso por Las Catacumbas de San Calixto, en Roma,
que él organizó (catacumba significa: cueva subterránea). Estas
catacumbas son las más famosas de Roma (según decía Juan XXIII). Tienen 4
pisos sobrepuestos, y más de 20 kilómetros de corredores. Allí se
encuentran el famoso sepulcro de Santa Cecilia y los sepulcros de
muchísimos mártires de los primeros siglos.
Dicen que era un esclavo que un tiempo estuvo condenado a trabajos
forzados en las minas. Recobrada la libertad se dedicó a estudiar la
religión de Cristo y a enseñarla a sus vecinos. El Papa San Ceferino lo
nombró como su hombre de confianza en el año 199 y le encomendó la
dirección de las Catacumbas donde sepultaban a los cristianos. Calixto
ensanchó notablemente estas catacumbas y las organizó muy bien.
Al morir San Ceferino, el pueblo de Roma eligió como Sumo Pontífice a
Calixto, como el mejor preparado para ello. Pero se le opuso
terriblemente un tal Hipólito, aduciendo como razones para pedir que lo
destituyeran del Pontificado, el que Calixto afirmaba que si un pecador
hacía penitencias y dejaba sus maldades se le podía volver a admitir
entre los fieles cristianos católicos, y que a un obispo no se le podía
destituir por un grave pecado que hubiera cometido, si se arrepentía y
empezaba una vida de conversión y penitencia.
Calixto sabía ser comprensivo
Este Santo Pontífice convirtió a muchos romanos al cristianismo, curó
a varios enfermos que padecían de enfermedades muy graves, y defendió
cuanto más pudo a los creyentes perseguidos.
Nuestro santo ayunaba días y semanas y hasta 40 días seguidos. Cuando
los perseguidores lo llevaron preso por proclamar su fe en Jesucristo,
lo echaron a un oscuro calabozo, esperando que se desesperaría por
hambre. Pero después de unos días lo encontraron muy tranquilo. Le
preguntaron cómo lograba mantenerse sereno sin comer ni beber y les
dijo: “Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber,
y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de resistir
sin desesperarme”.
En la cárcel consiguió con sus oraciones la sanación de la esposa del
carcelero cuando ya la pobre mujer estaba agonizando. En acción de
gracias, el carcelero y toda su familia se hicieron bautizar por él.
Entonces el jefe pagano de Roma ordenó que lo echaran en un pozo
profundo y que cubrieran la boca del pozo con tierra y escombros.
Todavía en Roma señalan a los turistas el pozo de San Calixto, desde
donde su alma voló al cielo a recibir el premio prometido por Cristo
Jesús a los que lo proclaman en la tierra.
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