¡Oh! San Alfredo, rey de Wessex vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que os hicisteis célebre por haber defendido
con valor a vuestro pueblo de la invasión de los vikingos, así como
por vuestro espíritu caritativo y justo, razones por las cuales
os llaman “Grande”. Derrotasteis a Guthrum «el Viejo», jefe de los
vikingos daneses. Vos, fuisteis un hombre culto y educado, preocupado
por la educación de vuestros súbditos. Promovisteis la educación
y difundisteis el cristianismo. Introdujisteis reformas legales
para mejorar la administración de la justicia y que fuese aplicada
sin favoritismos. También os preocupasteis por la restauración
de las edificaciones. Hasta el último día de vuestra vida, impulsasteis
la construcción de monasterios y la reconstrucción de aquellos que
habían sido derruidos y convocasteis a ilustres intelectuales de
otras tierras como el Arzobispo de Canterbury, San Plegmundo, o al
Obispo de Mercia, Wetfrith; al monje benedictino San Grimbaldo; al
abad Juan, llamado el Viejo Sajón; al cronista Asser y al filósofo
Juan Escoto Erígena para elevar el nivel cultural de vuestro pueblo.
Luego de haber gastado vuestra vida en buena lid, voló al cielo vuestra
alma, para coronada ser, con corona de luz como premio a vuestro amor;
¡Oh! San Alfredo el Grande «viva luz del Dios de la Vida y eterno».
© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
26 de Octubre
San Alfredo el Grande, rey de Wessex
Hoy, 26 de octubre, la Iglesia recuerda a San Alfredo, conocido como San Alfredo el Grande, rey de Wessex -uno de los siete reinos que integrarían el futuro reino de Inglaterra- entre el año 871 y 899, año de su muerte. San Alfredo se hizo célebre por haber defendido valientemente a su pueblo de la invasión de los vikingos, así como por su espíritu caritativo y justo. Por esas razones se le llama “Magno” o “Grande”.
San Alfredo nació en el año 849 en Berkshire (actual Inglaterra). Fue el hijo menor de Ethewulf, rey de Wessex, quien murió cuando Alfredo tenía nueve años. El hermano mayor del santo asumió el trono, pero murió dos años después; luego lo hizo el segundo de los hermanos, hasta que también murió; y luego el tercero, Etelredo I. Tras la muerte de este último en batalla, Alfredo tuvo que asumir el trono inevitablemente, iniciando una exitosa carrera pública y militar. Alfredo reorganizó a las tropas sajonas bajo su mando y a la caballería, lo que permitió que derrotase finalmente a Guthrum el Viejo, jefe de los vikingos daneses. Tras la victoria inglesa, Guthrun se vio obligado a aceptar el tratado de Westmore en 878, por el que los vikingos se comprometían a abandonar Wessex e instalarse en los antiguos territorios de Essex, East-Anglia, Lindsey y Mercia, formando la región conocida como Danelaw. Si bien es cierto que Alfredo cedió algunos territorios, también garantizó la paz y la protección para su reino.
San Alfredo fue un hombre culto y educado, preocupado por la educación de sus súbditos. Fue un promotor de la educación y difusor del cristianismo. Al mismo tiempo introdujo reformas legales orientadas a mejorar la administración de la justicia. Una de sus preocupaciones fue que esta fuese dispensada sin miedo y sin favoritismos. Además, se preocupó por la restauración de las edificaciones tradicionales de Wessex, muchas de ellas dañadas por las constantes invasiones de los bárbaros del norte.
Por otro lado, este rey santo impulsó la construcción de nuevos monasterios y la renovación de aquellos que habían sido derruidos. Asimismo, como parte de su empresa educativa, convocó a ilustres intelectuales de otras tierras como el Arzobispo de Canterbury, San Plegmundo, o al Obispo de Mercia, Wetfrith; al monje benedictino San Grimbaldo; al abad Juan, llamado el Viejo Sajón; al cronista Asser y al filósofo Juan Escoto Erígena, entre otros.
San Alfredo el Grande falleció el 26 de octubre del año 899.
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