¡Oh!, San Clemente, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo, y, el tercer sucesor de San Pedro, después
de Lino y Cleto, gobernando la Iglesia, en imitación a vuestro
único Maestro: ¡Cristo! Escribisteis una carta a los Corintios
con sabios y espirituales consejos, y por ella a los paganos
de vuestro tiempo convertisteis. “El que se conserva puro no
se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo
gratuito de Dios y no una conquista nuestra”, escribisteis
como clara verdad. Luego, fuisteis desterrado por Trajano,
emperador a Crimea, en Rusia,condenándoos a trabajos
forzados, con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas
dicen que estos os decían: “Ruega por nosotros Clemente,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo”. San
Ireneo, dice de vos, que visteis a los santos apóstoles
Pedro y Pablo y tratasteis con ellos. En Crimea, a muchos
paganos convertisteis y los bautizasteis. Vuestros obreros
compañeros de la mina de mármol de sed sufrían, porque
la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros,
pero vos, orasteis con gran fe y de pronto, apareció muy
cerca, una fuente de agua cristalina, dándoos más fama
de santidad y permitiéndoos conseguir más conversiones.
Un día, os exigieron que adorarais a Júpiter, pero vos,
dijisteis que no adorabais sino, al verdadero Dios, y os
arrojaron al mar y, para que los cristianos no pudieran
venerar vuestro cadáver, os ataron al cuello una pesa,
pero, Dios jamás os abandonó y una gran ola devolvió
vuestro cuerpo a la orilla, siendo recogido por San Cirilo
y San Metodio, luego, llevado a Roma, y recibido solemnemente.
Así, marchó al cielo vuestra alma, que coronada fue, con
corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Clemente; “vivo mártir de la Luz Verdadera: ¡Cristo Jesús!”.
© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
23 de Noviembre
San Clemente I
Papa
Año 101
“El que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo
gratuito de Dios y no una conquista nuestra” Papa San Clemente I.
Oremos por nuestro actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices santos que ha tenido la Iglesia Católica, continúe guiando sabiamente a los que seguimos la santa religión de Cristo.
Cuando los persigan no tengáis temor porque el Espíritu Santo hablará por vosotros (Jesucristo).
San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101. El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: “el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”.
Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: “Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo”.
San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos. Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuete de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.
Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla. San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.
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