Texto del Evangelio (Mt 11,25-30):En aquel
tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e
inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha
sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie
conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
»Venid a
mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi
yugo es suave y mi carga ligera».
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«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)
Hoy, Jesús nos muestra dos realidades que le definen: que Él es quien
conoce al Padre con toda la profundidad y que Él es «manso y humilde de
corazón» (Mt 11,29). También podemos descubrir ahí dos actitudes
necesarias para poder entender y vivir lo que Jesús nos ofrece: la
sencillez y el deseo de acercarnos a Él.
A los sabios y
entendidos frecuentemente les es difícil entrar en el misterio del
Reino, porque no están abiertos a la novedad de la revelación divina;
Dios no deja de manifestarse, pero ellos creen que ya lo saben todo y,
por tanto, Dios ya no les puede sorprender. Los sencillos, en cambio,
como los niños en sus mejores momentos, son receptivos, son como una
esponja que absorbe el agua, tienen capacidad de sorpresa y de
admiración. También hay excepciones, e incluso, hay expertos en ciencias
humanas que pueden ser humildes por lo que al conocimiento de Dios se
refiere.
En el Padre, Jesús encuentra su reposo, y su paz puede
ser refugio para todos aquellos que han sido maleados por la vida:
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso» (Mt 11,28). Jesús es humilde, y la humildad es hermana de la
sencillez. Cuando aprendemos a ser felices a través de la sencillez,
entonces muchas complicaciones se deshacen, muchas necesidades
desaparecen, y al fin podemos reposar. Jesús nos invita a seguirlo; no
nos engaña: estar con Él es llevar su yugo, asumir la exigencia del
amor. No se nos ahorrará el sufrimiento, pero su carga es ligera, porque
nuestro sufrimiento no nos vendrá a causa de nuestro egoísmo, sino que
sufriremos sólo lo que nos sea necesario y basta, por amor y con la
ayuda del Espíritu. Además, no olvidemos, «las tribulaciones que se
sufren por Dios quedan suavizadas por la esperanza» (San Efrén).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Impongámonos realmente el trabajo de aprender la lección de la santidad de Jesús, cuyo corazón era manso y humilde. La primera lección de ese corazón es un examen de conciencia; el resto —el amor y el servicio— lo siguen inmediatamente» (Santa Teresa de Calcuta)
- «Jesús nos hace conocer al Padre. Y ¿a quién revela esto? Sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta revelación» (Francisco)
- «El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo acogen con un corazón humilde (…). [Jesús] se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 544)
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