¡Oh! Beato Eugenio, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
su amado Papa y Beato, y que, honor, hicisteis al
significado de vuestro nombre: “bien nacido”. Vos,
sois considerado por San Antonio, como "uno de
los Pontífices más grandes y que más sufrieron”.
Aceptasteis con gusto, para predicar la cruzada
en Francia, y aunque la segunda no fue exitosa,
permanecisteis vos, hasta que, el pueblo no os
lo permitió. Pero, vos, durante vuestra estancia
presidisteis los sínodos de París,Tréveris y Reims,
que de promover la vida cristiana se ocuparon.
Las escuelas de filosofía y teología reorganizasteis
y excomulgasteis a cuanto impío se opusiera a la
doctrina de la Santa Madre Iglesia. Dedicasteis,
al Sumo Pontífice de entonces, vuestro tratado:
ascético:“De Consideratione”, donde afirmáis
que el Papa tenía como principal deber atender
las cosas espirituales y no a las mundanas.
Y, así, y luego de haber gastado vuestra vida en
buena lid y en pro de la fe, entregasteis vuestra
alma, al Padre, quien os premió con justicia
con corona de luz por los siglos de los siglos;
¡oh!, Beato Eugenio, "Vivo amor por las cosas de Dios".
© 2024 Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Julio
San Eugenio III, Beato
CLXVII Papa
Etimológicamente significa “bien nacido”. Viene de la lengua griega.
San Antonio lo señala como a “uno de los Pontífices más grandes y que
más sufrieron”. Nació en Montemagno, entre Pisa y Lucca. Después de
ocupar un cargo en la curia episcopal de Pisa, ingresó en 1135 al
monasterio cisterciense de Claraval. Tomó el nombre de Bernardo, y San
Bernardo fue su superior en aquel monasterio. Cuando el Papa Inocencio
II pidió que algunos cisterciences fuesen a Roma, San Bernardo envió a
su homónimo como jefe de la expedición. Los cistercienses se
establecieron en el convento de San Anastasio (Tre Fontane).
A la muerte del Papa Lucio II, en
1145, los cardenales eligieron para sucederle a Bernardo, el abad de
San Anastasio. El nuevo Pontífice tomó el nombre de Eugenio y fue
consagrado en la abadía de Farfa. En enero de 1147, aceptó con gusto la
invitación que le hizo Luis VII de que fuese a predicar la cruzada en
Francia. En la segunda cruzada no tuvieron buenos resultados. El Papa
permaneció en Francia hasta que el clamor popular por el fracaso de la
cruzada le hizo imposible permanecer más tiempo en ese lugar. Durante
su estancia en aquel país, presidió los sínodos de París, Tréveris y
Reims, que se ocuparon principalmente de promover la vida cristiana;
también hizo cuanto pudo por reorganizar las escuelas de filosofía y
teología.
En
mayo de 1148 el Pontífice volvió a Italia y excomulgó a Arnoldo de
Brescia (quien en sus peores momentos presagiaba a los demagogos
doctrinarios de épocas posteriores). San Bernardo dedicó al Sumo
Pontífice su tratado ascético “De Consideratione”, donde afirmaba que el
Papa tenía como principal deber atender a las cosas espirituales y que
no debía dejarse distraer demasiado por asuntos que corresponden a otros.
Eugenio III partió de Roma en el
verano de 1150 y permaneció dos años y medio en la Campania, procurando
obtener el apoyo del emperador Conrado III y de su sucesor, Federico
Barbarroja.
El santo murió en Roma el 8 de julio de 1153. Su culto fue aprobado el 28 de diciembre de 1872 por el Papa Pío IX.
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