Oh, San Jenaro, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y que, además
sois famoso por el milagro que ocurre cada
año desde hace siglos, en el día de vuestra
fiesta, como hoy, pues vuestra sangre, se
licua ante la presencia de todos los testigos
que asisten. Nápoles y Benevento, os disputan
vuestro nacimiento. Durante la persecución
de Diocleciano, fuisteis apresado, pues
confesasteis vuestra fe, públicamente y,
soportando los interrogatorios y las torturas
a que fuisteis sometido con vuestros amigos,
condenados fuisteis a echados ser a las fieras,
y, ellas, no os hicieron nada, para asombro y
rabia del público y entonces, decapitados
fueron. Los cristianos de Nápoles, vuestras
reliquias obtuvieron, y os honran y veneran
como vuestro patrono principal. Uranio, el
sacerdote, relata sobre vos, que erais ya, un
santo reconocido. Y una prueba más, los frescos
pintados en el siglo quinto en la catacumba
que vuestro nombre lleva, os representan con
una aureola y además, en los calendarios más
antiguos del oriente y el occidente, figura
vuestro santo nombre. Y, vuestra sangre seguirá
la licuefacción como siempre, en tres ocasiones:
la traslación de vuestros los restos a Nápoles,
la fiesta del vos, y el aniversario de vuestra
intervención para evitar la erupción del Vesubio
y así, se seguirá escuchando: “¡Ha ocurrido el
milagro!”, luego se agitará un blanco pañuelo
desde el altar y se entonará el "Te Deum", para
venerar vuestra reliquia por el clero y los fieles.
¿Y, quien o qué es el hombre, ante el Padre del
universo, para juzgar sus milagros ? ¡Polvo es y
nada más! ¡Sólo eso! Por todo ello, Él, os coronó,
con corona de luz, como premio justo, a vuestra
entrega de amor. Oh, Santo Patrón de Nápoles;
oh, San Jenaro, "sangre del espíritu de Dios".
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de septiembre
San Jenaro
Obispo de Benevento,
Mártir y Patrón de Nápoles
Muere aprox. 305 A.D.
Milagro de la Sangre de San Jenaro
El milagro de licuefacción también ocurre con la sangre de San Pantaleón
Martirologio Romano: San Jenaro fue obispo de Benevento;
durante la persecución de Diocleciano, sufrió el martirio, juntamente
con otros cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde se le tiene una
especial veneración.
Historia de San Jenaro
San Jenaro, patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que
generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el
19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los
testigos que deseen asistir.
Nápoles y Benevento (donde fue obispo) se disputan el nacimiento de San Jenaro. Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli,
por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo,
diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber
públicamente confesado su fe.
Cuando San Jenaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus
compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a
visitarlos y a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de
esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas y los carceleros dieron
cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia
a hablar con los cristianos. El gobernador mandó que le aprehendieran y
lo llevaran a su presencia. El obispo Jenaro, Festo, su diácono y
Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y
conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.
Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a
que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a
Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron
forzados a caminar delante de su carro. En Pozzuoli fueron arrojados a
la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos
habían sido echados a las fieras un día antes de la llegada de San
Jenaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron.
Condenaron entonces a todo el grupo a ser echados a las fieras. Los
siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para
decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron
otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas
víctimas.
El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de
la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los
cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete
confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se
ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados.
Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que,
en el siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San
Jenaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las
guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a
Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en
1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces,
honra y venera a San Jenaro como su patrono principal.
Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados
y de la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San
Jenaro anteriores al año 431. Pero es significante que ya en esa época
el sacerdote Uranio relata sobre el obispo Jenaro en términos que
indican claramente que le consideraba como a un santo reconocido. Los
frescos pintados en el siglo quinto en la “catacumba de san Jenaro”, en
Nápoles, lo representan con una aureola. En los calendarios más antiguos
del oriente y el occidente figura su nombre.
El milagro continúa
Mientras que muchos se cuestionan sobre la historicidad de San
Jenaro, nadie se puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia
del santo que se conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia
Catedral de Nápoles, Italia. Se trata de un suceso maravilloso que
ocurre periódicamente desde hace cuatrocientos años. La sangre del santo
experimenta la licuefacción (se hace líquida). Ocurre cada año en tres
ocasiones relacionadas con el santo: la traslación de los restos a
Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de Mayo); la fiesta del
santo (19 de septiembre) y el aniversario de su intervención para evitar
los efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de diciembre).
El día señalado, un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el
altar, frente a la urna que contiene la cabeza de san Jenaro. La
reliquia es una masa sólida de color oscuro que llena hasta la mitad un
recipiente de cristal sostenido por un relicario de metal. Los fieles
llenan la iglesia en esas fechas. Es de notar entre ellos un grupo de
mujeres pobres conocidas como zie di San Gennaro (tías de San Jenaro).
En un lapso de tiempo que varía por lo general entre los dos minutos y
una hora, el sacerdote agita el relicario, lo vuelve cabeza abajo y la
masa que era negra, sólida, seca y que se adhería al fondo del frasco,
se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color rojizo, a
veces burbujea y siempre aumenta de volumen. Todo ocurre a la vista de
los visitantes. Algunos de ellos pueden observar el milagro a menos de
un metro de distancia. Entonces el sacerdote anuncia con toda
solemnidad: “¡Ha ocurrido el milagro!”, se agita un pañuelo blanco desde
el altar y se canta el Te Deum. Entonces la reliquia es venerada por el
clero y la congregación.
El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos
CNN estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.
El milagro ha sido minuciosamente examinado por personas de opiniones
opuestas. Se han ofrecido muchas explicaciones, pero en base a las
rigurosas investigaciones, se puede afirmar que no se trata de ningún
truco y que tampoco hay, hasta ahora, alguna explicación racional
satisfactoria. En la actualidad ningún investigador honesto se atreve a
decir que no sucede lo que de hecho ocurre a la vista de todos. Sin
embargo, antes de que un milagro sea reconocido con absoluta certeza,
deben agotarse todas las explicaciones naturales, y todas las
interrogantes deben tener su respuesta. Por eso la Iglesia favorece la
investigación.
Fruto de las investigaciones
Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:
1 -La sustancia oscura que se dice es la sangre de San Jenaro (la
que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada
dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el
armazón metálico del relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro
del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha
llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado
vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.
2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se
registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido
verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y
el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.
3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no
parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en
que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y
transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de
licuefacción. Por otra parte, en temperaturas mas bajas, de 5º a 8º
centígrados, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15
minutos.
4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han
registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y
adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es
opaco y su consistencia pastosa.
Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la
Iglesia no descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a la
investigación porque busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es
todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero la
Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en
efecto, de origen sobrenatural .
La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.
Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera
de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a
la alabanza. En el caso de los santos, el milagro también tiene por fin
exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las
maravillas que El hace en los humildes.
El Cardenal Crescenzio Sepe de Nápoles anunció que en el 2009 un grupo de científicos investigará la milagrosa reliquia.
Bibliografía
1-Acta Sanctorum, sept. vol. VI
2- Butler, Vida de los Santos
2- Butler, Vida de los Santos
(http://www.corazones.org/santos/jenaro.htm)
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