María Reina
¡Oh! Santa María Reina,
os celebramos este día
en la octava de vuestra
Asunción, diciendo a
los cuatro vientos que
existe un nexo entre
vuestra realeza y vuestra
partida a los cielos.
En el medievo a saludaros
empezaron en Occidente
con el título de “Reina” a
Vuestra Merced, Santa Madre
de Dios, invocándoos así:
“Salve, Reina caelorum;
Reina caeli, laetare”;
¡Oh! Santa María Reina.
os celebramos este día
en la octava de vuestra
Asunción, diciendo a
los cuatro vientos que
existe un nexo entre
vuestra realeza y vuestra
partida a los cielos.
En el medievo a saludaros
empezaron en Occidente
con el título de “Reina” a
Vuestra Merced, Santa Madre
de Dios, invocándoos así:
“Salve, Reina caelorum;
Reina caeli, laetare”;
¡Oh! Santa María Reina.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Madre de Dios
Madre de Dios
¡Oh!, Santa Madre del Redentor;
María Virgen Inmaculada
A la gloria celestial
Asunta en cuerpo y alma
Por Cristo ensalzada
Como Reina universal
Con justicia plena
A Vuestro Hijo semejante
¡Rey del universo!
¡Señor de señores!
¡Vencedor del pecado!
¡Vencedor de la muerte!
¡Y Dios de la Vida!
¡Oh!, Santa Madre del Redentor.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
María Virgen Inmaculada
A la gloria celestial
Asunta en cuerpo y alma
Por Cristo ensalzada
Como Reina universal
Con justicia plena
A Vuestro Hijo semejante
¡Rey del universo!
¡Señor de señores!
¡Vencedor del pecado!
¡Vencedor de la muerte!
¡Y Dios de la Vida!
¡Oh!, Santa Madre del Redentor.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Agosto
Santa María Reina
“La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte”. (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
Santa María Reina
“La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte”. (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
El pueblo cristiano, movido de un certero instinto sobrenatural,
siempre reconoció la regia dignidad de la Madre del “Rey de reyes y
Señor de señores”. Padre y Doctores, Papas y teólogos se hicieron eco de
ese reconocimiento y la misma halla sublime expresión en los
esplendores del arte y en la elocuente catequesis de la liturgia.
Al ser Madre de Dios, María vióse adornada por Él con todas las
gracias, prescas y títulos más nobles. Fue constituida Reina y Señora de
todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles. Es tan Reina
poderosa como Madre cariñosa, asociada como se halla en la obra
redentora y a la consiguiente mediación y distribución de las gracias.
Quiere la Iglesia que oigamos la voz de María pregonando agradecida a
Dios los singulares privilegios de que la colmó. El Evangelio anuncia
el Reino de Cristo, de donde fluye también el reinado universal de
María.
Esta fiesta litúrgica fue instituida por Pío XII, y se celebra ahora
en la octava de la Asunción, para manifestar claramente la conexión que
existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. La piedad
del medievo fue la que comenzó en Occidente a saludar con el título de
Reina a la Santísima Virgen Madre de Dios, invocándola con las palabras:
Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare. Dios todopoderoso, que nos
has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos
que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos
en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra; Dios te salve. A Tí llamamos los desterrados hijos de
Eva; a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos; y después de este destierro múestranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen
María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesuscristo. Amén.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesuscristo. Amén.
Himno
Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?
De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
Toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la
Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión,
alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.
Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por
nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de
todos.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
(https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mar%C3%ADa_Reina.htm)
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