31 mayo, 2021

La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel

 


 

¡Oh!; María, Santa Madre de Dios, que visitasteis a vuestra prima
Isabel, en Vuestro seno llevando al Dios de la Vida y Señor
Nuestro, Jesucristo; y justo cuando os dabais muestras
de amor, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel
del Espíritu Santo y dijo en voz alta: “¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para
que me visite la Madre de mi Señor? En cuanto tu saludo
llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá”. Y, Vos, contestasteis: “Proclama mi alma
la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso
ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de
la misericordia como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre”¡Aleluya!
¡Oh!, Santa María, “Viva y Santa Madre del Dios de la Vida”..

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Mayo
La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel
¡Bendita tú entre las mujeres! Regnum Christi

 Oración

María, en mi caminar por la vida te pido auxilio constante. Sé mi guía y luz para no caer en los abismos de mi egoísmo y sensualidad. Calma mis ansias de mundo y purifica mis intenciones. Ayúdame a reconocer a Dios en todos y dame un corazón inflamado de amor a mis hermanos.

Dios, da a mi alma la gracia de querer, de gustar y de buscar fervientemente el que María habite en mi corazón. Así, Ella vigilará hasta verme un día gozando de ti en el cielo.

Propósito

Visitar a María y decirle que quiero recibirla en mi corazón todos los días de mi vida.

 Evangelio: Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -”¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

María dijo: -”Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Meditación

Esta lectura en su visión completa nos remonta a aquella primera mujer, Eva, y a la nueva Eva María; pues en el mismo libro, unos capítulos antes somos testigos de las palabras tan fuertes que Dios dirige a su pueblo con la misma imagen de la ciudad de Jerusalén, la llama impura, tirana, la trata de rebelde y desobediente. Así, Dios enaltece a María, la nueva Eva, madre de Dios a quién hoy veneramos en la fiesta de la Visitación.

Lo que viene a nuestra mente ante el nombre de María es la imagen de una mujer santa, de una mujer especialmente santa, tan fuera de lo común, de impresionantes virtudes. Por todo lo anterior, nos puede parecer poco humana, sin embargo hoy, la fiesta de la visitación de María a su prima Santa Isabel, presenta una realidad tan humana y tan sencilla como es el que ella, la madre de Dios, del Verbo divino vaya de visita.

Pensemos en Isabel, la prima visitada, una mujer también encinta como María. Las dos madres de dos hombres santos que morirían mártires, Juan el antecesor, Jesús el cumbre de la verdad y del amor de Dios a los hombres. Uno antes que el otro, preparando el camino. Jesús el Hijo de Dios, Juan el gran profeta de Dios. María es recibida por Isabel en un ambiente lleno de bondad, amor, felicidad, pero sobre todo de profundísima FE. Reconoce en María a la madre del Salvador, la creatura ha saltado de gozo en mi vientre al oírte, Maria. María la llena de gracia, la humilde contesta con el Magnificat. Es una radiografía del alma de María y del contenido de su generosidad y entrega absoluta y de su reconocimiento y alabanza a Dios, sin límite ni medida.

De Isabel podemos aprender la capacidad para conocer lo venido de Dios. Muchas personas convivían con María y no se dieron cuenta de las grandezas de Dios. Otras la persiguieron y abandonaron. La mayoría, no reconocieron a Dios en María. Isabel mujer de oración y de contemplación, sólo así se explica su reacción. Grandeza en María por acudir a su prima, santidad en Isabel por reconocer a la Madre de su Señor.

(http://www.mariologia.org/solemnidadlavisitacion27.htm)

30 mayo, 2021

Santísima Trinida: "Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo".

 Parroquia La Inmaculada: La gloria de la Trinidad en la historia

Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

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«Haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» + Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

Hoy, la liturgia nos invita a adorar a la Trinidad Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios en tres Personas, en el nombre del cual hemos sido bautizados. Por la gracia del Bautismo estamos llamados a tener parte en la vida de la Santísima Trinidad aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la vida eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido hechos partícipes de la vida divina, llegando a ser hijos del Padre Dios, hermanos en Cristo y templos del Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado nuestra vida cristiana, recibiendo la vocación a la santidad. El Bautismo nos hace pertenecer a Aquel que es por excelencia el Santo, el «tres veces santo» (cf. Is 6,3).

El don de la santidad recibido en el Bautismo pide la fidelidad a una tarea de conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda la vida de los hijos de Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Tes 4,3). Es un compromiso que afecta a todos los bautizados. «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).

Si nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la santidad de Dios, no podemos contentarnos con una vida cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos llamados a la perfección en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en la vida y en la intimidad del amor de Dios.

Con profundo agradecimiento por el designio benévolo de nuestro Dios, que nos ha llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y alabémosle hoy y siempre. «Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros» (Antífona de entrada de la misa).

(https://wordpress.com/post/bigsplash.wordpress.com)

29 mayo, 2021

Santa Úrsula Ledóchowska, Fundadora de las Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús

 

 Santa Úrsula Ledochowska. Fundadora de las Ursulinas – altmarius

29 de Mayo

Santa Úrsula Ledóchowska

Santa Úrsula Ledóchowska fue una religiosa austriaca, fundadora de diversas iniciativas evangelizadoras, como la Congregación de las Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante -la más importante-, así como de centros de formación y enseñanza.

Una de las peculiaridades del apostolado de esta santa fue su vínculo con la Compañía de Jesús y otras instituciones de la Iglesia. Como explicó el postulador de su causa de canonización, P. Paolo Molinari: “era hermana de Vladimiro Ledóchowski, que fue prepósito general de la Compañía hasta 1942, y hermana de María Teresa Ledóchowska (beatificada en 1975), fundadora del Sodalicio de San Pedro Claver para sostener las misiones en África. Tuvo también un tío que había sido cardenal”.

Santa Úrsula nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria); se mudó a Cracovia (Polonia) en 1886 y entró en el convento de las madres ursulinas. Al hacer sus votos en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Su servicio se caracterizó por la dedicación a la educación y por su sensibilidad ante las necesidades de los menos favorecidos. Cinco años después de hechos los votos, sería elegida superiora de su convento.

Con la bendición del Papa Pío X, en 1907, partió acompañada de otra religiosa a realizar una misión apostólica a Rusia, un país en el que las hostilidades a la Iglesia Católica iban en aumento. A pesar de las dificultades, ambas realizaron una intensa labor educativa y de formación católica. Gracias a ese esfuerzo pastoral, se crearía el noviciado de San Petersburgo, en el que Úrsula sería nombrada superiora.

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Úrsula tuvo que trasladar su comunidad -ahora con más integrantes- primero a Suecia y luego a Dinamarca. En el interín, la Santa Sede le concedió el permiso para que su grupo de religiosas a su cargo dejen de formar parte de la Orden de Santa Úrsula y se conviertan en las “Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante”.

La congregación creció rápidamente. Nacieron comunidades religiosas en Polonia, Austria, Suecia y Alemania. En 1928 inauguró en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las “Ursulinas del Sagrado Corazón” comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la Ciudad Eterna. En 1930 se establecieron por primera vez en Francia.

Santa Úrsula Ledóchowska falleció en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 y canonizada por él mismo el 18 de mayo del 2003. En la actualidad la Congregación cuenta con alrededor de 900 hermanas repartidas en más de 100 comunidades, presentes en 12 países. Las hermanas desean seguir el camino radical del Evangelio y del servicio fraterno, ante todo a los más necesitados.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-santa-ursula-ledochowska-talentosa-educadora-92058)

28 mayo, 2021

San Germán de París, Padre de los Pobres

Hoy es fiesta de San Germán de París, "padre de los pobres"

 

¡Oh! San Germán de París, vos, sois el hijo del Dios, de la
Vida, su obispo y que, conservando el estilo de vida monástico,
ejercisteis como “doctor de almas”. Vuestra vida la conocemos
gracias a Fortunato, obispo y amigo vuestro. Y, aunque carente
de amor, hasta el punto de que vuestra madre quiso abortaros
y enveneraros vuestro primo Estraditio, por enfermizos celos,
hoy sois lo que Dios quiso que fuerais: ¡santo! Agripin, obispo
de Autun, os ordena sacerdote, luego, Nectario, su sucesor, os
nombra abad del monasterio de san Sinforiano, siendo modelo
de oración, disciplina, espíritu penitente y lleno de caridad.
Fortunato cuenta de vos, que, os habíais propuesto que ningún
pobre se fuese de vuestro convento sin comida, y un día solo
os quedan panes reservados para vuestros monjes, y ellos
se muestran descontentos, de pronto, llegan al convento dos
cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida
para vuestro monasterio. También otro día, apagasteis con un
poco de agua bendita el fuego del pajar del monasterio. Y otro,
cuando el obispo, os manda poneros en la cárcel, sin motivo,
las puertas se os abrieron, pero vos, no os marchasteis hasta
que vuestro “carcelero” os diese libertad. El rey Childeberto
influye para que os nombren obispo de París a la muerte de
Eusebio y, además de limosnero mayor. Curasteis al rey cuando
estaba enfermo con la sola imposición de vuestras santas manos.
A Cariberto, nieto de Childeberto, excomulgasteis por adúltero.
Y, así, luego de gastar vuestra santa vida en buena lid, voló
vuestra alma al cielo, para coronada con corona de luz eterna;
¡Oh! San Germán de París, “vivo médico y taumaturgo del Dios Vivo”

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Mayo
San Germán de París
Obispo

Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Martirologio Romano: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde, conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas († 576).

Breve Biografía

Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros. Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.

Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para su edad.

Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.

Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.

El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.

Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la legítima Ingoberta.

El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.

(https://es.catholic.net/op/articulos/32167/germn-de-pars-)

27 mayo, 2021

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

 

Hoy en algunos países se celebra la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

 ¡Oh!, Jesucristo, Vos, sois Verdadero
Sumo y Eterno Sacerdote; “el Salvador
del mundo”. Herido está nuestro corazón
por el pecado; nuestra mente, dispersa
en vanidades efímeras; y nuestra
voluntad entre el bien y el mal: ¡El
egoísmo y el amor! ¿Quién nos salvará?
¿Quién del pecado y de la muerte nos
apartará? ¡Sólo Dios! “Mediador entre
Dios y los hombres”. “Pues no tenemos
un Sumo Sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas,
sino probado en todo igual que nosotros,
excepto en el pecado. ¡Acerquémonos,
por tanto, confiadamente al trono
de gracia, a fin de alcanzar misericordia
y hallar gracia para una ayuda oportuna!”
¡Os invito al monte del Señor, acercaos
al altar de Dios, y juntos participar
en el Banquete junto a Nuestro Salvador!
¡Oh!, Jesucristo, Vivo, Sumo y Eterno Sacerdote.

© 2021 Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Mayo
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Cristo es verdadero Sumo Sacerdote, el Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.

Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.

¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.

Pero, entonces, “¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?” Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: “El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura” (Sal 24,3-4).

Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.

Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el “Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico “mediador entre Dios y los hombres” (1Tm 2,5), como explica el “Catecismo de la Iglesia Católica” (nn. 1544-1545).

Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.

Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.

El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).

Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.

Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: “Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).

Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna” (Hb 4,15-16).

(http://www.es.catholic.net/meditaciondehoy/)

26 mayo, 2021

San Felipe Neri, Sacerdote fundador

 Hoy se celebra a San Felipe Neri, patrono de educadores y humoristas
 
 
¡Oh!, San Felipe Neri, vos sois el hijo del Dios
de la Vida, y su amado santo, aquél, sobre el
cual, Dios Padre, total confianza depositó, para
sus planes secretos, realidad hacer, y, vos, así
lo sentisteis y lo amasteis tanto, que, Aquél
que todo lo ve, os premió con los dones del
buen humor y la plena alegría; y, ellas, en
“armas” eficaces se convirtieron, para que vos,
la usaseis en la conversión de miles de almas.
Así, lo hicisteis desde vuestras fundaciones,
como la de los “Padres Filipenses” y los del
“Hospital de la Santísima Trinidad y la de los
peregrinos”, conjuntamente con aquella
santa costumbre de las “cuarenta horas”, para
a Cristo Sacramentado Adorar. Así fue vuestra
vida; alegría y pura dicha, hasta el día aquél,
en que, voló vuestra alma al cielo, después
de haberla gastado en buena lid, cuando de
pronto y sonriendo dijisteis: “Me alegré cuando
me dijeron: vayamos a la casa del Señor”,
y partisteis, para coronado ser con corona de luz.
Santo Patrón de los Educadores y Humoristas;
¡oh!, San Felipe Neri; “viva alegría del Dios Vivo”.

 © 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San Felipe Neri

Sacerdote fundador 

Año 1595

Señor Dios nuestro, que nunca dejas de glorificar la santidad de quienes con fidelidad te sirven, haz que el fuego del Espíritu Santo nos encienda en aquel mismo ardor que tan maravillosamente inflamó el corazón de San Felipe Neri. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Su padre se llamaba Francisco Neri. Desde pequeño demostraba tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba “Felipín el bueno”. En su juventud dejó fama de amabilidad y alegría entre sus compañeros y amigos.

Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera “conversión”. Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.

Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se comportaban como ángeles.

Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología. Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.

Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era esta: “amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?”. Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.

A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.

Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.

Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires.

Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: “¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!”. En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a su corazón que se había ensanchado notablemente.

En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado “De la Santísima Trinidad y los peregrinos”, y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las “40 horas”, que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración.

A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.

Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.

San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada el “Oratorio”, porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.

San Felipe tuvo siempre en don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad).

En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: “Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta”. Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco.

Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: “Por favor háganse a un lado que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme”. Y quedó sanado inmediatamente. A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador.

Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación.

Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa.

El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: “Padre, jamás lo había encontrado tan alegre”, y él le respondió: “Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor”. A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años. El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felipe_Neri_5_28.htm)

25 mayo, 2021

Santa Magdalena Sofía Barat, Fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús

 


 

¡Oh!, Santa Magdalena Sofía Barat, vos, sois
la hija del Dios de la Vida y su amada santa
y además, fundadora de la “Sociedad del Sagrado
Corazón de Jesús”, desde donde trabajasteis
con entrega increíble por la formación cristiana
de las jóvenes de vuestro tiempo. Desde niña,
os esmerasteis por aprender el latín, el griego,
la historia, la física y las matemáticas,
y, claro, también os formasteis en el dominio
de vuestras emociones y vuestra voluntad. El
Padre Varín, os abrió el camino que Dios planeó
para vos: Ayudar a restablecer las escuelas
católicas y a fundar una congregación de educadoras,
inspirada en la devoción al Sagrado Corazón de
 Jesús. A ese llamado simplemente dijisteis en silencio:
“Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada”.
Y, sí; la providencia divina, nunca os abandonó,
fundando casas en Francia, Roma, Inglaterra,
Austria y Suiza. Vuestro corazón ardía siempre
de amor lleno, por la juventud y, fundabais
donce podíais una escuela para niñas pobres
y un internado. “El trabajo excesivo es un peligro
para las almas imperfectas; pero las perfectas
obtienen, por ese medio, una rica cosecha”.
Escribisteis a manera de consejo. León XII Papa, os
aprobó oficialmente la Sociedad del Sagrado Corazón.
Poco antes de marcharos de este mundo, pedisteis
a vuestro congreso que se os permitiese renunciar
a vuestro cargo, pero la asamblea solo permitió que os
nombrasen una vicaria que os ayudase en el trabajo.
Y, así luego de gastar vuestra santa vida en buena lid,
voló al cielo vuestra alma, el día de la fiesta de la Asunción
de Nuestra Señora, como muy  justo premio a vuestros
desvelos y entrega increíble de amor y fe. ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Magdalena Sofía Barat, “vivo amor de Dios Vivo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Mayo
Santa Magdalena Sofía Barat

Fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús

Martirologio Romano: En París, en Francia, santa Magdalena Sofía Barat, virgen, que fundó la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús y trabajó con gran entrega por la formación cristiana de las jóvenes. († 1865)

Fecha de canonización: 24 mayo de 1925 por el Papa Pío XI.

Santa Magdalena nació el 12 de diciembre de 1779, en Joigny de Borgoña y fue fundadora de la Congregación del Sagrado Corazón. Desde niña tuvo pasión por aprender, por ello, se entregó al estudio del latín, el griego, la historia, la física y las matemáticas. También se formó intensamente en el dominio de sus emociones y la voluntad.

La Santa fue llamada por el Padre Varín, de la Compañía de Jesús, para que le ayude con su plan de reestablecer la educación en las escuelas católicas, las cuales habían sido suprimidas a causa de la Revolución Francesa. El Padre Varín, le expuso también a la Santa, el proyecto de fundar una congregación de educadoras, inspirada por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Santa Magdalena aceptó humildemente ayudar en tal misión, llena de desconfianza en sus fuerzas; “Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada”, dijo.

El 21 de noviembre de 1800, la Santa partió a Amiens para enseñar en una escuela que fue el primer convento de la congregación. A los 23 años, siendo la más joven de su comunidad, fue nombrada para gobernar la congregación. Fundó 105 casas; muchas de ellas en Francia, Roma, Inglaterra, Austria y Suiza.

Llena de amor por la juventud, la Santa trataba de fundar en cada sitio posible, una escuela para niñas pobres y un pensionado de paga.Como no podía visitar tantas fundaciones, se mantenía en contacto a través de la innumerable cantidad de cartas que escribía. Se encargaba también de la administración de la casa madre y de atender las visitas que llegaban para pedirle consejo. En una de sus cartas escribió: ” El trabajo excesivo es un peligro para las almas imperfectas; pero las perfectas obtienen, por ese medio, una rica cosecha”.

En diciembre de 1826, el Papa León XII aprobó oficialmente la Sociedad del Sagrado Corazón. En 1864, a los 85 años de edad, la Santa pide al congreso general que se le permitiera renunciar a su cargo, pero la asamblea no permitió más que se nombrase una vicaria que le ayudase en el trabajo. El 21 de mayo de 1865, la Santa sufre de un ataque que la deja paralítica y cuatro días más tarde, en la fiesta de Asunción, muere.

Fue canonizada el 24 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

24 mayo, 2021

Santa María Auxiliadora, "Auxiliadora de los cristianos"

 
 
Santa María Auxiliadora, Fiesta

 

¡Oh!, Santa María Auxiliadora, a Vos, que sois la Santa Madre
del Redentor, en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría
y Atenas acostumbran llamaros con el nombre de “Auxiliadora”,
“Boetéia”, que significa: “La que trae auxilios venidos del cielo”.
San Juan Crisóstomo, os llama con razón “Auxilio potentísimo”
de los cristianos. Y, vuestros títulos más antiguos que se leen
en monumentos de Oriente como “Madre de Dios” y “Auxiliadora”
son en realidad “Teotocos” y “Boetéia”. Procolo, el orador decía:
“La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae
auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea, os llama: “Auxiliadora
de los que sufren”. Y, cuenta de cómo a un enfermo, al cual
se le llevó junto a una imagen de Vos, la salud recuperó, y que,
aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos”, popular
se volvió entre aquella gente. Melone, el poeta, os llama:
“Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus
y ayuda de los que somos débiles”. Y que, ojalá Vos, seais
Auxiliadora de los que gobiernan”, pues Cristo dijo: “Dad
al gobernante lo que es del gobernante”, confirmando lo que
Jeremías dijo: “Orad por la nación donde estáis viviendo, porque
su bien será vuestro bien”. San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén
dijo de Vos: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra
y la alegría de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno,
;predicador, propagó esta jaculatoria: “María Auxiliadora rogad
por nosotros”. Y, explicó: “La Virgen es auxiliadora para conseguir
la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora
en la hora de la muerte”. San Germán, en un bello sermón dijo
de vos:“Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres,
valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora
de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora
de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora
del pueblo humilde que necesita de tu ayuda”. Pío V, Papa, gran
devoto vuestro, armó un ejército y venció en Lepanto. Por ello,
con una gran multitud las calles de Roma rezando el Santo Rosario
recorrió, en gratitud de tan increíble victoria y ordenó que cada
año el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, se celebrase
y que, en las letanías se rezara siempre esta oración: “María
auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”. Napoleón, por su ego,
ambición y falso orgullo osó poner en prisión al Papa Pío VII,
y éste hizo una promesa: “Oh Madre de Dios, si me libras de esta
indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la
Iglesia Católica”. Y, así un día como hoy, triunfante regresó a Roma,
y en memoria de este noble favor de la Virgen María, decretó que
en adelante se celebrara la fiesta de María Auxiliadora, en acción
de gracias a la Madre de Dios. A San Juan Bosco, os aparecisteis
en sueños, mandándoos que adquiriera “ciencia y paciencia”, porque
Dios lo destinó para educar a niños pobres. Y, más adelante os
aparecisteis una vez más, y le pedisteis que os construyeran un
templo y que os invocase con el título de “Auxiliadora”. San Juan
Bosco, decía: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro
de la Santísima Virgen”. “Propagad la devoción a María Auxiliadora
y veréis lo que son milagros” y acotaba: “María Auxiliadora, rogad
por nosotros”. Y, yo, digo, que como Vos, nadie hay ni habrá jamás;
¡Oh! Santa María Auxiliadora, “vivo auxilio de los cristianos de Dios”.

 © 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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24 de Mayo
Santa María Auxiliadora

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra “Boetéia”, que significa “La que trae auxilios venidos del cielo”.

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama “Auxilio potentísimo” de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: “La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen “Auxiliadora de los que sufren” y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos” se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María “Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles” e insiste en que recemos para que Ella sea también “Auxiliadora de los que gobiernan” y así cumplamos lo que dijo Cristo: “Dad al gobernante lo que es del gobernante” y lo que dijo Jeremías: “Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien”.

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: “María Auxiliadora rogad por nosotros”. Y repite: “La “Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte”.

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: “Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda”.

La batalla de Lepanto

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego – de manera admirable – el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios.

Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: “Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica”. Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: “Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados”, vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera “ciencia y paciencia”, porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.

Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen”. Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.

San Juan Bosco decía: “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros” y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Auxiliadora_5_24.htm)

23 mayo, 2021

Solemnidad de Pentecostés

 

 Pentecostés: Claves para entender la solemnidad

Texto del Evangelio (Jn 20,19-23): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

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«Recibid el Espíritu Santo» Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla (Sevilla, España)

Hoy, en el día de Pentecostés se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.

El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.

El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.

El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.

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MISA DE LA VIGILIA (Jn 7,37-39) «De su seno correrán ríos de agua viva» Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel (Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Jesús en el último día de la fiesta de los Tabernáculos, cuando puesto en pie gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí, como dice la Escritura: ‘De su seno correrán ríos de agua viva’» (Jn 7,37-38). Se refería al Espíritu.

La venida del Espíritu es una teofanía en la que el viento y el fuego nos recuerdan la trascendencia de Dios. Tras recibir al Espíritu, los discípulos hablan sin miedo. En la Eucaristía de la vigilia vemos al Espíritu como un “río interior de agua viva”, como lo fue en el seno de Jesús; y a la vez descubrimos que también, en la Iglesia, es el Espíritu quien infunde la vida verdadera. Habitualmente nos referimos al papel del Espíritu en un nivel individual, en cambio hoy la palabra de Dios remarca su acción en la comunidad cristiana: «El Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él» (Jn 7,39). El Espíritu constituye la unidad firme y sólida que transforma la comunidad en un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Por otra parte, Él mismo es el origen de la diversidad de dones y carismas que nos diferencian a todos y a cada uno de nosotros.

La unidad es signo claro de la presencia del Espíritu en nuestras comunidades. Lo más importante de la Iglesia es invisible, y es precisamente la presencia del Espíritu que la vivifica. Cuando miramos la Iglesia únicamente con ojos humanos, sin hacerla objeto de fe, erramos, porque dejamos de percibir en ella la fuerza del Espíritu. En la normal tensión entre unidad y diversidad, entre iglesia universal y local, entre comunión sobrenatural y comunidad de hermanos necesitamos saborear la presencia del Reino de Dios en su Iglesia peregrina. En la oración colecta de la celebración eucarística de la vigilia pedimos a Dios que «los pueblos divididos (…) se congreguen por medio de tu Espíritu y, reunidos, confiesen tu nombre en la diversidad de sus lenguas».

Ahora debemos pedir a Dios saber descubrir el Espíritu como alma de nuestra alma y alma de la Iglesia
.

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2021-05-23)

22 mayo, 2021

Santa Rita de Casia, madre, esposa y “santa de lo imposible”

 

Hoy celebramos a Santa Rita de Casia, madre, esposa y “santa de lo imposible”

 

¡Oh!, Santa Rita de Casia, vos, sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa. Abogada de los imposibles
con el  corazón lleno de humildad y presto para beber
la tragedia y el dolor, la miseria moral, material
y social, que os revelasteis para alegría de Nuestro Señor
Jesucristo. Obediente y dulce mujer, que, en silencio
sufristeis los excesos de vuestro esposo Pablo, a quien
su alma y corazón cambiasteis, con paciencia y dulzor.
Cuando, a Dios pedisteis, que se llevara a vuestros
hijos, antes de empañar vuestra familia, Dios, os escuchó,
vuestros “incomprensibles ruegos”, para el hombre común,
pero, muy certeros para vos. Y, de pronto, os quedasteis,
sin esposo y sin hijos, y sólo, os quedó, el convento de
las agustinas de Casia, del que, increíblemente, rechazada
fuisteis. Pero, el cielo, no lo hizo jamás, y, a vuestros
tres santos protectores os encomendasteis y les pedisteis
aquél milagro. San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás
de Tolentino, ellos mismos os visitaron, y “agustina” os
hicieron, y os dedicasteis a la penitencia, a la oración
y al amor por Cristo crucificado, quien os regaló un estigma
en la frente, que llevasteis por catorce años, en señal de
ser predilecta hija suya. Vos, pedisteis cargar con los
dolores del prójimo para la redención de nuestros pecados.
Y, pasado un tiempo, y cumplida vuestra tarea en esta
tierra, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con
corona de luz como premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, Santa Rita de Casia, “vivo amor por el Dios de la Vida”.

© 2021 Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Mayo
Santa Rita de Casia
Religiosa Viuda y
Abogada de Imposibles

ORACIÓN

¡Oh! Dios omnipotente, que te dignaste conceder a Santa Rita tanta gracia, que amase a sus enemigos y llevase impresa en su corazón y en su frente la señal de tu pasión, y fuese ejemplo digno de ser imitado en los diferentes estados de la vida cristiana. Concédenos, por su intercesión, cumplir fielmente las obligaciones de nuestro propio estado para que un día podamos vivir felices con ella en tu reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Vista de cerca, sin el halo de la leyenda, se nos revela el rostro humanísimo de una mujer que no pasó indiferente ante la tragedia del dolor y de la miseria material, moral y social. Su vida terrena podría ser de ayer como de hoy.

Rita nació en 1381 en Roccaporena, un pueblito perdido en las montañas apeninas. Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven violento y revoltoso. Las biografías de la santa nos pintan un cuadro familiar muy común: una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conoce, y sufre y reza en silencio.

Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de Pablo, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que se había buscado. Una noche fue encontrado muerto a la vera del camino. Los dos hijos, ya grandecitos, juraron vengar a su padre. Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos para convencerlos de que desistieran de sus propósitos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un homicidio. Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada. Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de Casia. Pero su petición fue rechazada.

Regresó a su hogar desierto y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana. Así Rita pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios. Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina.

Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó el rostro con una dolorosísima llaga purulenta hasta su muerte, esto es, durante catorce años. La fama de su santidad pasó los limites de Casia. Las oraciones de Rita obtuvieron prodigiosas curaciones y conversiones. Para ella no pidió sino cargar sobre sí los dolores del prójimo. Murió en el monasterio de Casia en 1457 y fue canonizada en el año 1900.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

21 mayo, 2021

San Cristóbal Magallanes y Compañeros Mártires

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 ¡Oh!, Santos Cristóbal Magallanes, y compañeros mártires,
vosotros, sois los hijos de Dios de la vida y sus amados
santos, y, que, padecisteis los abusos del poder y jamás
os arrepentisteis de pertenecer a Cristo. Unas veces, la
expulsión sufriendo de vuestros hermanos sacerdotes, otras,
la clausura de escuelas y de las obras de beneficencia.
Vos, con la cruz en una mano y el Santo Libro en la otra,
desde el púlpito, con la palabra prístina, la obra, y más
tarde, con el martirio glorioso, defendisteis la fe católica
con coraje, valor y estoicismo. Y, sí, aquella entrega de
amor, recompensa tuvo y, por vuestro actuar elevados al
cielo fueron con vos, veinticuatro hermanos vuestros, que
hoy, con justicia, disfrutan de las dulces alegrías del
cielo: Román Adame Rosales, Sacerdote; Rodrigo Aguilar
Alemán, Sacerdote; Julio Álvarez Mendoza, Sacerdote; Luis
Batis Sainz, Sacerdote; Agustín Caloca Cortés, Sacerdote;
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote; Atilano Cruz Alvarado,
Sacerdote; Miguel de la Mora de la Mora, Sacerdote; Pedro
Esqueda Ramírez, Sacerdote; Margarito Flores García,
Sacerdote; José Isabel Flores Varela, Sacerdote; David Galván
Bermúdez, Sacerdote; Salvador Lara Puente, Laico; Pedro de
Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote Jesús Méndez Montoya,
Sacerdote; Manuel Morales, Laico; Justino Orona Madrigal,
Sacerdote; Sabas Reyes Salazar, Sacerdote; José María Robles
Hurtado, Sacerdote; David Roldan Lara, Laico; Toribio Romo
González, Sacerdote; Jenaro Sánchez Delgadillo, Sacerdote;
David Uribe Velasco, Sacerdote y Tranquilino Ubiarco Robles,
Sacerdote. Venustiano Carranza, firmante de la constitución
rabiosa y anticlerical y Plutarco Elías Calles, perseguidores
cual imperio romano, “gozan” hoy, a decir verdad, del fuego
eterno del infierno por su obra de maldad. Pero, así, como
Jesús, hace más de dos mil años, su vida entregara por
salvarnos del pecado, vosotros lo habéis imitado hasta
el martirio mismo de la muerte. Y, la Santísima Trinidad
con creces, os premió para brillar con justicia, coronados
de luz y eternidad. ¡Oh, increíbles mártires mexicanos!
¡oh!, San Cristóbal y compañeros, “vivos mártires de la fe”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Mayo
San Cristóbal Magallanes y compañeros
25 Mártires Mexicanos

En 1917 fue promulgada en México una nueva Constitución, firmada por el presidente Don Venustiano Carranza. estaba inspirada en principios anticlericales y provocó una era de violenta persecución religiosa.

En 1926, bajo la presidencia de Don Plutarco Elías Calles, la persecución se hace más violenta, con la expulsión de algunos sacerdotes, la clausura de escuelas privadas y de obras de beneficencia.

“Soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”, dijo San Cristóbal Magallanes, el líder de los 25 mártires mexicanos cuyas historias inspiraron la película Cristiada.

San Cristóbal Nació en 1869 (México) en una Familia muy humilde y trabajó en el campo hasta los 19 años. Ingresó al seminario de Guadalajara donde se distinguió por su honradez, piedad y dedicación. Fue ordenado sacerdote en 1899.

Se desempeñó como capellán y subdirector de la escuela de artes y oficios en Guadalajara. Organizó centros de catecismos, escuelas en las rancherías y fundó un asilo para huérfanos. Fue párroco de Totatiche por 17 años.

Un 21 de mayo de 1927 San Cristóbal Magallanes se dirigió a celebrar una fiesta religiosa en honor a Santa Rita en un rancho, cuando se produce una balacera entre cristeros y fuerzas federales. El sacerdote fue arrestado y conducido a Totatiche, donde es encarcelado con su vicario, el P. Caloca.

Son trasladados al palacio municipal de Colotitlán y el 25 de mayo de 1927 fueron sacados al patio para ser fusilados. El P. Magallanes al ver un poco nervioso a su compañero, le dijo: “Tranquilízate hijo, solo un momento y después el cielo”.

Ambos se dieron la absolución mutuamente y fueron asesinados mientras el P. Caloca exclamaba: “Por Dios vivimos y por Él morimos”. San Juan Pablo II los canonizó el 21 de mayo del año 2000 junto a 23 mártires, entre ellos tres laicos.

Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.

Los 25 santos canonizados el 21 de Mayo del 2000 fueron:

Cristóbal Magallanes Jara, Sacerdote
Román Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Agustín Caloca Cortés, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramírez, Sacerdote
Margarito Flores García, Sacerdote
José Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galván Bermúdez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesús Méndez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
José María Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo González, Sacerdote
Jenaro Sánchez Delgadillo Laico
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=7102)

20 mayo, 2021

San Bernardino de Siena, Propagador de la Devoción al Santísimo Nombre de Jesús

 


¡Oh!, San Bernardino de Siena, vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida, y su amado santo, que, desde los “Devotos de
Nuestra Señora”, os dedicasteis a obrar en caridad pura
y preparabais a las gentes para el buen morir. “Voy a visitar
a una personita de la cual estoy enamorado”. Decíais vos,
y vuestro secreto amor, Nuestra Señora era, a quien le rezabais
con gran amor y fe. A Nuestro Señor pedisteis y a su Santa
Madre, el poder dedicaros con pasión a evangelizar. Y, así
fue y Ella, nunca os abandonó y siempre estaba con vos.
Y, vuestra voz, que, de débil, en potente y agradable se
tornó, os posibilitó que predicarais en los campos, pueblos
y ciudades. “Temblad tierra entera, al ver que la criatura se
ha atrevido a ofender a su Creador”. Vos, decíais y todas las
gentes, arrepentidas lloraban. Vuestros estandartes mucho
dicen de vos, y, las tres letras JHS: Jesús, Hombre, Salvador,
señeras ondean en el tiempo, en palacios, casas y campos.
Predicación, ayunos, penitencia y milagros constantes, vuestra
vida fue. Y, vos, erais tan humilde, que, como simple discípulo,
escuchabais las clases del buen predicar de afamados maestros,
que enseñaban cómo hablar bien en público, ya entrado en
años. Vuestras predicaciones de milagros y prodigios eran
seguidos. Y, en Siena, vuestra tierra, divisiones y peleas había,
y para allá, les predicasteis, y volvió la paz. Y, así, vos, por los
pueblos predicando a Dios, viajabais con poca salud, pero, con
entusiasmo. Un día, os sentisteis débil y, al llegar al convento
de los franciscanos en Aquila, voló, vuestra alma al cielo,
para, “predicando” desde allá seguir, coronado con corona de luz,
como premio a vuestra entrega de amor y fe.¡Aleluya!¡Aleluya!
Fiel “Propagador de la Devoción al Santísimo Nombre de Jesús”;
¡oh!, San Bernardino de Siena, “vivo predicador del Dios Vivo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Mayo
San Bernardino de Siena
Predicador
(Año 1444)

Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima, que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú. Ay de mí si no propago el evangelio. (San Pablo).

San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.

Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.

Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.

Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

De joven se afilió a una asociación piadosa llamada “Devotos de Nuestra Señora” que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.

Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: “Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado”. La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.

En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.

Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.

Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.

Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: “Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar”. Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).

Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: “Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador”, a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.

Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.

En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: “Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús”. Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.

Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito. El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.

Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.

Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.

Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.

Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios. En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bernardino_siena_5_20.htm)