13 noviembre, 2015

San Leandro

  

¡Oh!, San Leandro; vos sois el hijo del Dios de la vida
y aquél que convertisteis a Hermenegildo, de arriano
que era, a Católico fervoroso, y con él, la doctrina
de Cristo expandisteis, y con la fuerza de vuestra fe
y el poder de vuestra oración, lograsteis que Leovigildo,
casi moribundo, se arrepintiera del destierro que
obró contra vos, y os pidió, que educaras a su hijo
Recaredo, en la doctrina de Cristo, cosa que hicisteis
Y, convertido éste, en valiente Católico, todo el pueblo
con él lo hizo. En el rezo del Credo, cada Domingo y
todos los días, estáis vos, porque a vos os lo debemos,
pues para recordarle a la gente que Jesucristo es Dios
como el Padre y el Espíritu Santo, mandasteis que
en la Santa Misa se recitara el Credo que ahora se dice
en las Misas de los domingos, costumbre que después
hasta hoy sigue, en todo el mundo católico. Vos,
sufristeis de muchas enfermedades con gran admirable
paciencia, y la gota, que os atormentó las piernas
motivo fue para que San Gregorio, Papa, os escribiera
porque también ese mismo mal sufría y os escribió
diciéndoos: “Dichosa enfermedad que nos hace ganar
méritos para el cielo y al obligarnos a estar quietos nos
brinda la ocasión de dedicarnos más al estudio y a la oración”.
Y, así, luego de haber gastado vuestra santa vida en buena
lid, voló vuestra alma el cielo, para coronada ser con
corona de luz y eternidad, como justo premio a vuestra
entrega grande e increíble de amor, fe y esperanza;
¡oh!, San Leandro; “ejemplo para los gobernantes de hoy”. 


   by Luis Ernesto Chacón Delgado

13 de Noviembre
San Leandro
Obispo


Nació en Cartagena, hacia el año 540. Pertenecía a una familia de santos: sus hermanos Isidoro (que le sucedería como Obispo de Sevilla), Fulgencio (Obispo de Écija) y Florentina, le acompañan en el santoral.

Elegido Obispo de Sevilla, creó una escuela, en la que se enseñaban no sólo las ciencias sagradas, sino también todas las artes conocidas en aquel tiempo. Entre los alumnos, se encontraban Hermenegildo y Recaredo, hijos del rey visigodo Leovigildo. Allí comenzó el proceso de conversión de Hermenegildo, que lo llevaría a abandonar el arrianismo y a abrazar la fe católica. Y, también, el enfrentamiento con su padre, que desembocaría en una guerra. A consecuencia de esta guerra, a Leandro le tocó ir al destierro.

Cuando mejoró la situación, pudo volver a Sevilla. Hermenegildo había sido ajusticiado por orden de su padre. Pero este, en los últimos años de su vida, influenciado, sin duda, por el testimonio del hijo mártir, aconsejó bien a su otro hijo, Recaredo, que le sucedería en el trono. El nuevo rey, aconsejado por Leandro, convocó el Concilio III de Toledo, en el que rechazó la herejía arriana y abrazó la fe católica.

A Leandro le debemos no sólo la conversión del rey, sino también el haber contribuido al resurgir de la vida cristiana por todos los rincones de la Península: se fundaron monasterios, se establecieron parroquias por pueblos y ciudades, nuevos Concilios de Toledo dieron sabias legislaciones en materias religiosas y civiles.

Se ha dicho que Leandro fue un verdadero estadista y un gran santo. Y es verdad. Porque, al mismo tiempo que desarrollaba esa vasta labor como hombre de Estado, nunca olvidaba que, como obispo, su ministerio le exigía una profunda vida religiosa y una dedicación pastoral intensa a su pueblo. Predicaba sermones, escribía tratados teológicos, dedicaba largos ratos a la oración, a la penitencia y al ayuno.

Murió el Obispo Leandro, en Sevilla, hacia el año 601. Su fiesta se celebra el 13 de noviembre.