¡Oh!, Santo Domingo Savio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Adorabais a ¨Jesús Eucaristía”
y lo imitabais con ardor de corazón, amando a María, con
entrega total. Decíais vos: “Si vosotros sois santos,
alegres estad siempre”. Vuestra corta y santa vida, era
toda amabilidad, cortesía y alegría, diciendo a menudo:
“Prefiero morir antes que pecar”. Mamá Margarita, la madre
de San Juan Bosco, le dijo un día a él: “Entre tus alumnos
tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno
iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan
alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto
siempre a ayudar a todos y en todo”. Tres años ganasteis
el Premio de Compañerismo, entre todos los ochocientos
alumnos. Vos decíais: “Nosotros demostramos la santidad,
estando siempre alegres”. Un día, después de confesaros,
comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sentisteis
que partíais al cielo y exclamasteis: “Papá, papá, qué
cosas tan hermosas veo”. Y, sonriendo expirasteis en paz.
Más tarde, a los ocho días, aparecisteis a vuestro padre
y le dijisteis que salvo era, luego a San Juan Bosco,
rodeado de muchos jóvenes le dijisteis: “Lo que más me
consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la
Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen
mucho y con fervor. Y, dígales a los jóvenes que los espero
en el Paraíso”. Don Bosco, os escuchó admirado, y escribió
sobre vos, el fiel retrato de vuestro amor a Jesús y María,
testimonio de oro, para la familia, los jóvenes y los
mayores. Hoy, desde el cielo, alumbráis el sendero de
los jóvenes del mundo, que os aman, porque vos, en vuestra
corta vida, entregasteis todo de sí, y con justicia Dios os
coronó de luz, por vuestra maravillosa entrega de amor y fe;
¡oh!, Santo Domingo Savio, “viva consagración al Dios Vivo”.
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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