12 julio, 2015

San Juan Gualberto

 

¡Oh!, San Juan Gualberto, sois vos, el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, y, el mismo que un Santo
Viernes, en que vuestro hermano, perdió la vida y, a
su asesino hallasteis, y éste, de rodillas y suplicante
os dijo: “Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que
murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida”. Y,
vos, al ver los brazos en cruz de aquél hombre; a Cristo
Crucificado recordasteis y bajando de vuestra cabalgadura
lo abrazasteis diciendo: “Por amor a Cristo, te perdono”.
Y, así, vuestra nueva vida sellasteis, trocando la de fiero
guerrero, por la de santo, y, como de milagro, Él, os
concedió la vocación ansiada, y, por el mundo marchasteis
enseñando el camino, la verdad y la vida. Con entereza
total, la Simonía combatisteis, pues, tal falsía, jamás
resististeis, denunciando tan vil patraña a los ojos
del mundo. Valleumbrosio, sabe mucho de vos, pues, un
monasterio fundasteis con fieles monjes, que, las reglas
de San Benito, santísimo fundador de vuestra orden,
brillar las hicieron, logrando que sus muchos vicios
dejaran y, en sacerdotes santos se convirtieran. De aprecio
papal, enorme gozasteis y de muchos obispos también. Y,
habiendo, grande obra hecho en esta tierra, vuestra alma,
voló a la Casa del Padre, para recibir, corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega de amor y misericordia;
¡oh!, San Juan Gualberto, “crisol de perdón, por amor a Dios”.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Julio 12
San Juan Gualberto
Religioso Benedictino
Año 1073


Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno. Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al esesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: “Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida”. Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: “Por amor a Cristo, te perdono”.

Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: “Gracias Juan”. Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso.

Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le dovolvieran a Juan inmediatamente. Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró. En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.

Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró publicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.

Fundador

Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.

Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad. Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.