14 mayo, 2015

San Matías, Apóstol








 

¡Oh!, San Matías, vos, sois el hijo del Dios del vida,
su amado santo y Apóstol. A vos, os eligieron, para
completar al grupo de los “doce”, de la Ascensión
depués de Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Señor Nuestro
en reemplazo del Judas “el malo”, que, su vida terminó,
por su traición contra Cristo. Pedro, vuestra elección
dirigió, con fe orando así: “Señor, tú que conoces
los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos
eliges como apóstol, en remplazo de Judas”. Y, en vos,
cayó la suerte, y desde aquél día, admitido fuisteis
como santo Apóstol. Vos, quizás no brillasteis como los
otros tantos, pero, sois, como muchos de nosotros, gente
común, a quienes animáis a serlo, tales como: San Chofer
de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y
Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y
Santa Vendedora de almacén, San Empleado y Santa Secretaria.
Santa Ama de casa, San Doctor, San Profesor y San Policía.
San Sacerdote, Santa Monja, San Estudiante y Santa Directora
de Colegio. Al final de cuentas, llamados todos estamos a
ser santos, para la gloria de Dios, “el Alpha y el Omega”;
¡oh!, San Matías, “regalo de Dios, para su gloria y honra”

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de mayo
San Matías, Apóstol
(siglo I)

Matías significa: “Regalo de Dios”. Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol “póstumo” (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido “apóstol” por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:

“Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: “Campo de sangre”. El salmo 69 dice: “su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite”, y el salmo 109 ordena: “Que otro reciba su cargo”.

“Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos”.

Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: “Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas”.

Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).

San Matías se puede llamar un “apóstol gris”, que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón, como una hormiga en un hormiguero. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gentecita común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo: San Chofer de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y Santa Vendedora de Almacén, San Empleado y Santa Secretaria, etc. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.

San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.