¡Oh! Santa Verónica, vos sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa. Aquella mujer que,
conmovida por los dolores de Cristo en su camino
al Calvario, os apiadiasteis de Él y os acercasteis
a enjugar el sudor y la sangre que cubrían su
rostro, utilizando vuestro velo de cabeza. Y así,
quedó impreso con sangre bendita el rostro de
de vuestro amado Jesús. Hoy, convertido está, en
"reliquia definitiva" del Dios-hecho-hombre,
semejante al Sábana Santa de Turín. Vuestro velo
era un paño liviano, muy sencillo, confeccionado
a la usanza de la época, pero que después de haber
quedado grabada el rostro de Cristo, está c0nvertido
en célebre objeto de incalculable valor espiritual,
por mostrar el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.
!Oh! Santa Verónica, "amor piadoso por el Dios Vivo"
de la Vida y su amada santa. Aquella mujer que,
conmovida por los dolores de Cristo en su camino
al Calvario, os apiadiasteis de Él y os acercasteis
a enjugar el sudor y la sangre que cubrían su
rostro, utilizando vuestro velo de cabeza. Y así,
quedó impreso con sangre bendita el rostro de
de vuestro amado Jesús. Hoy, convertido está, en
"reliquia definitiva" del Dios-hecho-hombre,
semejante al Sábana Santa de Turín. Vuestro velo
era un paño liviano, muy sencillo, confeccionado
a la usanza de la época, pero que después de haber
quedado grabada el rostro de Cristo, está c0nvertido
en célebre objeto de incalculable valor espiritual,
por mostrar el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.
!Oh! Santa Verónica, "amor piadoso por el Dios Vivo"
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Julio
Santa Verónica
Cada
12 de julio la Iglesia Católica recuerda a Santa Verónica, o,
simplemente, ‘la Verónica’ (Serafia); la mujer que, conmovida por los
dolores de Cristo en su camino al Calvario, se apiadó de Él y se acercó a
enjugar el sudor y la sangre que cubrían su rostro. De acuerdo a la
tradición, ella utilizó el velo de su cabeza para este propósito, en el
que quedaría ‘impreso’ con sangre el rostro de Jesús, por lo que podría
afirmarse que dicho velo es como una ‘reliquia definitiva’ del Dios-hecho-hombre, semejante al caso de la Sábana Santa de Turín.
El
velo de Santa Verónica era un paño liviano, muy sencillo, confeccionado
a la usanza de la época, pero que después de haber quedado grabada la
cara de Cristo en él, se convertiría en un objeto célebre, de enorme
importancia e incalculable valor, puesto que es capaz de ver el rostro
del Señor. Por eso, también, se le empezaría a conocer como ‘la Santa
Faz’ o ‘el Velo de la Verónica’.
Una mujer llamada ‘Verónica’
El
nombre ‘Verónica’ aparece en un texto apócrifo: Los hechos (actas) de
Pilato, conocido también con el título de Evangelio de Nicodemo; no así
en los Evangelios canónicos. Y es bastante probable que ese no haya sido
su nombre real. ‘Verónica’ parece ser más bien un nombre adjudicado por
la tradición, procedente del latín, producto de la yuxtaposición de los
términos vera [verdadero] e icon [imagen]; ‘Verónica’ quiere decir en
consecuencia ‘imagen verdadera’, ‘verdadero ícono’.
‘Verónica’
también podría ser la variación del nombre macedonio: ‘Berenice’. Este
se encuentra documentado desde el siglo IV y posee un significado lleno
de simbolismo: ‘la que lleva a la victoria’. En apoyo de esta
posibilidad acuden algunos textos de la Baja Edad Media, donde aparece
como el nombre de la hemorroísa de los Evangelios sinópticos, a quien
Jesús curó milagrosamente.
De
acuerdo a cierta tradición, Santa Verónica fue una mujer piadosa que
vivía en Jerusalén, y que, tras la Pasión del Señor, se dirigió a Roma
llevando consigo el velo con la ‘Santa Faz’. Este habría sido expuesto
para la veneración pública, tocando las almas de muchas personas,
quienes se habrían convertido al catolicismo con tan solo verlo. La
historia en torno al ‘Velo de la Verónica’ caló tan hondo en la fe del
pueblo que la ejemplar acción de la mujer ha sido perennizada en oración
de la Iglesia, como es el caso de la sexta estación del Vía Crucis.
Otros relatos milagrosos
Existen
tradiciones numerosas sobre el poder milagroso de Santa Verónica y su
velo. Se dice que, estando en Roma, la santa tuvo un encuentro con el
emperador romano Tiberio que se hallaba gravemente enfermo. Verónica lo
habría hecho tocar la sagrada imagen e implorar a Dios su misericordia y
Tiberio habría recuperado la salud en el acto. A partir de ese evento,
la santa decidió quedarse en la capital del imperio y permanecer cerca
de los Apóstoles San Pedro y San Pablo. Al morir, el velo habría pasado a
manos del Papa Clemente I (ca. 88/921 - 97/99).
Con
motivo del primer año santo de la historia, en 1300, el Velo de la
Verónica se convirtió en una de las mirabilias urbis romanae [maravillas
de la ciudad de Roma] atrayendo gran cantidad de peregrinos a la
Basílica de San Pedro.
Santa Faz de Manoppello
El
Velo de la Verónica, sin embargo, fue trasladado varias veces a lo
largo de los siglos posteriores hasta que se le perdió el rastro después
del Año Santo celebrado en 1600.
Recientemente
(1999), el sacerdote jesuita alemán Heinnrich Pfeiffer, profesor de
Historia del Arte de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma,
anunció que había encontrado el sagrado paño en una iglesia de los
Frailes Menores Capuchinos en Manoppello (Italia), donde habría
permanecido desde 1660. Esta iglesia hoy lleva el nombre de ‘Iglesia de
la Santa Faz’.
El
Papa Benedicto XVI fue el primer Pontífice en visitar dicho santuario
para orar y dirigir un discurso en el que reflexionó en torno a la
esencia del cristianismo (septiembre de 2006).( ACI Prensa).